Partida Rol por web

Lunnaris saludó al elfo con una pequeña reverencia y se sentó en el asiento que tan gustosamente le habían cedido. Después observó a aquella desconocida a la que le estaban presentando. Estaba claro que necesitaban ayuda, pero ¿una enana? ¡Estaban locos si pensaban que en alguien como ella se podrían confiar! Los enanos, por regla general, eran caprichosos y egoístas, a muy pocos les importaba nada que no fuera su oro y su ombligo.

A pesar de la desconfianza que surgió de forma inerente en la elfa, ésta le tendió la mano y la apretó con suavidad. Mucho gusto. Mintió.

Luego escuchó la duda planteada por su compañero y después miró a la enana. Se quedó mirando su rostro y finalmente se decidió a hablar. Era muy complicado que aquella joven fuera un esbirro de su enemigo, pero por si acaso se andaría con pies de plomo.

Yo me encargué de ello, mientras estaba trabajando en la taberna escuché algunos rumores, por lo que he entendido se dice que han desaparecido muchas personas de los alrededores de Erlkazar, región donde se sitúa dicha localización. Aunque lo más curioso de todo es que, allá donde había desaparecido alguien, se había visto a un Genasí de fuego.

Aquel lugar está lejos de aquí, no se a cuanta distancia, pero es lo único a lo que podemos aferrarnos. Dice encogiéndose de hombros y mirando a la enana para ver como recibe aquella información.

La enana torció el gesto de su tez, incluso pudisteis ver como las manos le temblaron. No había duda que aquella mujer sabía algo, y era más que evidente puesto que en cuanto Lunnaris comentó lo del genasí de fuego supo perfectamente a qué se refería.

En un brusco movimiento sacó varias monedas de oro y las colocó junto a Aerandir

- Pensé que se trataba de otra serie de trabajo, no pienso enfrentarse a esa pesadilla y os aconsejo que hagáis lo mismo - ¿A caso ella también estaba marcada?

Tras escuchar las palabras de Lunnaris, las palabras de a enana que se nos unió me apenan perdíamos un potencial importante, pero al parecer rehusaba a unirse. Así que con educación me despedí de ella.

Bueno entonces tenemos ya donde dirigirnos, creo que ya tenemos las provisiones si no me equivoco, así que podemos dar el siguiente paso hacia nuestro destino. Comento al resto con un tono firme, sentir la armadura y las armas, me hacían sentirme más seguro.

Dando un par de golpes a la mochila en la que llevaba las provisiones asiento conforme Aerandir habla. Pero había algo en lo que la enana había dicho que no acababa de convencerme, así que antes de iniciar nuestro viaje le pregunto:

-¿Acaso sabes algo del genasí...?- mi voz quizás haya sonado algo acusadora y me arrepiento pero simplemente espero que no haya sido ofensivo.

La enana apoyó las manos sobre la mesa, os miró fijamente a los ojos y mostró parte de su pecho, aquel acto os impresionó, no por lo que mostraba carnalmente hablando, sino porque en la parte superior tenía grabado también el mismo símbolo que vosotros, algo que os hacía pensar que ella también había pasado por algo parecido a ustedes, solo que la diferencia estaba en que decidió olvidar ese tema para seguir con su vida.

- Cuanto más sepáis peor será, las pesadillas no cesarán, yo os he avisado, es lo máximo que puedo hacer por ustedes, ahora si me disculpáis, no he venido a esta ciudad para volver al pasado, si no para mirar al futuro -

Ya había pasado tiempo suficiente, así que me puse en pie tras ver como la enana se marchaba "Enanos demasiados impulsivos" Pienso mientras comienzo andar hacia la puerta. Creo que es hora de continuar, tenemos aún cosas que investigar y seguramente cabezas que cortar. La venganza está en marcha. Lo cierto era que eso era lo que quería, más venganza que respuestas y lo conseguiría o perecería en el intento.

Me levanto al mismo tiempo que Aerandir de la mesa y me dirijo al exterior de la taberna tras él. Es una lástima que la enana se haya echado para atrás en el último segundo porque parecía que sabía más cosas que nosotros.
-Por lo menos ahora sabemos que hay más gente en nuestra situación... Aunque no estén dispuestos a compartir nuestro objetivo.- digo en voz baja.

Decepcionada con la enana, y decepcionada con el trabajo de Aerandir durante todo aquel tiempo, Lunnaris se encogió de hombros. No tenía intención de suplicar a una desconocida que le ayudase. Si ella quería seguir con sus frustraciones y sus preocupaciones, o si por el contrario, quería dejarlas de lado y enterrarlas en un ataúd en su mente para jamás abrirlo, eso no era problema suyo.

Lunnaris aceptó su destino, debía compartir el camino, una vez más, con aquellos dos hombres, un compañero y un tiflin, una criatura extraña que poco a poco se iba ganando su confianza.