Partida Rol por web

Los tres Templarios salieron del caserón dispuestos a cumplir con la orden de Rogal, proporcionando además al capitán el tiempo a solas que buscaba para interrogar personalmente al anciano. Apenas quedaba ya luz en el exterior, apenas la residual que quedaba en el horizonte, menguando a medida que el Sol se alejaba más y más con cada hora.

Estraven le dedicó al capitán una leve sonrisa — Parece que no hará falta salir al exterior para conversar en privado — comentó — Sus muchachos son diligentes, no hay duda. En fin, ¿Qué quería decirme, capitán?

Volvía al caserón para unirme de nuevo al grupo, la oscuridad de la noche empezaba a acecharme. Lo cierto es que nada de lo que pasaba en esa aldea era normal, pero en ningún momento me dio la sensación de que aquellas gentes fueran a intentar hacernos daño deliberadamente. No obstante, mientras avanzaba entre las casas, estaba atento a cada rincón, las palabras de la joven volvían a mi cabeza una y otra vez, llegaba un punto en el que me esperaba que saliera cualquier cosa de las sombras.

¿qué habrían descubierto ellos?, ¿habrían sacado algo en claro del anciano?, intentaba mantener mi imaginación atada, y pensar en la situación real en la que estábamos involucrados.

Continué avanzando, y seguía con la sensación de estar siendo observado en todo momento. Parecía que las gentes de aquella aldea no tenían nada en que dedicar su tiempo. 

Justo cuando estaba llegando a mi destino, algo llamó mi atención. Se trataba de mis hermanos, estaban mirando con atención algo. Eché otro vistazo mientras me acercaba a ellos, y me di cuenta de que no estaba el Capitán, ¿seguiría hablando con el anciano?. Cuando llegué a su altura, traté de hacer algo de ruido con los pies, para que no se asustaran al arrancarme a hablar, hasta que finalmente me detuve a su lado, mirando lo que fuera que estuviesen mirando.

- ¿Qué estáis mirando?, parece que algo se ha quemado aquí, - dije mientras captaba su atención, lo cierto es que mi observación era evidente, ¿sería lo que quedó de la capilla?, pero lo primero era lo primero, - No os esperaba encontrar aquí fuera, ¿cómo os a ido con el anciano?, ¿habéis sacado algo en claro o el Capitán sigue con él?

Cuando por fin quedaron solos, Rogal se puso de pie, camino unos pasos hacia un lado. -Entiendo que no está acostumbrado a recibir a muchos viajeros en la aldea. - se llevó una mano a la barbilla y sosteniendo su mentón por unos segundos mientras miraba a un punto indefinido de la estancia, continuó. - Y mucho menos a caballeros de nuestra orden. - el Capitán cambió de rumbo, caminado ahora hacia el anciano. - Uno podría suponer muchas cosas al percibir el extraño comportamiento de los habitantes de su aldea. - Rogal por fin se detuvo frente al anciano. Era todo parte de una coreografía que había reproducido una y mil veces. - Pero no seré yo el que haga tales suposiciones el día de hoy, no. Le daré la oportunidad de explicarse. Creo que es lo más justo. Verá, no soy un hombre al que le gusta prejuzgar. - Su voz sin embargo no era en ningún momento intimidante, era un tono calmo, reflexivo. - Le debo por lo menos eso a cambio de su hospitalidad, mi más humilde sinceridad y el mayor de los respetos. Pero para que yo pueda brindarle mi respeto, usted debe hablarme con su sinceridad también.

Hizo una leve pausa. La parsimonia con la que estaba encarando la conversación tenía muchos motivos, y entre ellos estaba ganar el mayor tiempo posible para sus hombres. 

- Le diré lo que un hombre en mi lugar supondría. Una aldea en el medio de un pantano, el cual no parece para nada seguro. Sumando las desapariciones que usted mismo atribuye al terreno hostil. En medio de la nada, sin casi visitas de mercaderes. Sin la posibilidad de plantar alimentos, o de generar recursos de alguna otra forma. Que recibe con recelo a sus visitantes, preparándose para enfrentarse a ellos de ser necesario. Hay algo de todo esto que no encaja. Usted será lo bastante inteligente para compartir esa opinión conmigo si usted fuera un visitante en las mismas condiciones que lo soy yo aquí.

Permítame entender entonces, que es lo que hacen asentados aquí, que es lo que buscan? El olor de los alrededores es tan fuerte que cuesta trabajo entender porque la gente se mantiene aquí. Habiendo tantos otros territorios en los que estarían más seguros, y en los que prosperarían más. Por qué elegir este lugar, qué es lo que los ata aquí?

El Capitán procuraba ser lo suficientemente extenso para darle libertad de acción a sus hombres.

--¡Hola, Sargento!. El Capitán está hablando a solas con el Anciano, y nos ha ordenado revisar el perímetro, así que en ello estamos.

Procedo a hacerle un breve resumen de la situación, mirando antes a los camaradas para que aporten detalles de interés si me dejo algo en el tintero...

--Estamos comprobando estos restos de algo que se ha quemado aquí; es algo que parece un poco fuera de lugar. No hemos visto nada que pudiera alarmarnos claramente, y tampoco hemos detectado que haya magia actuando sobre la aldea, así que... solo presentimos que pasa algo anómalo pero no podemos decir qué. Es un pueblo pobre que depende de la turba para conseguir suministros del exterior. Nos han traído algo de comida que esté en la Casa Comunal, así que cuando volvamos, podremos cenar algo y analizar juntos lo que sabemos. En cuanto a la ciénaga, el Capitán nos dijo, aunque fué en presencia del Anciano, que lo inspeccionaremos a la luz del día.

--Lo que sí nos dijo el Anciano, es que ha habido muertes, y no pocas, en el pantano, y siempre las achacan a imprudencias de gente que se adentra en solitario. Aparentemente no temen nada que pueda provenir de allí, ya que el poblado carece de defensas y el suministro de agua depende de un arroyo cercano, por lo que tienen confianza para poder salir a por ella sin temor a ser asaltados por nada.

--... eso sí, aún no he visto el Cementerio; ya que tampoco hemos visto Templo alguno, para constatar si hay anomalías en el ciclo vida/muerte natural.  Por lo demás, cuando veamos que el Capitán ha terminiado su charla con el Anciano, deberíamos reagruparnos con él.

Escuché las palabras de Angus con atención, aunque no me aportaran demasiada información nueva, - Por lo que dices, no le habéis sacado demasiado al anciano, quizás el Capitán consiga algo más. Quizás yo he tenido algo más de suerte, y digo quizás porque no se si las palabras de la joven eran de una persona cuerda o no.

La aldea no era grande, lo más probable es que los caballeros y la escudera la hubieran revisado en poco tiempo, y que se hubieran quedado mirando lo único fuera de lugar, aquella zona calcinada.

- Tenemos que volver con el Capitán, y poner toda la información en común, además no me vendría nada mal comer algo, estoy hambriento. - me encaminé a la gran casa central de aquella aldea, donde estaban el Capitán y el anciano, suponiendo que mis compañeros me seguirían.

Alistair miraba en la zona quemada pensando que podía ser ..era demasiado grande para ser una simple fogata pero no había restos suficientes para adivinar que podría haber pasado aquí. ¿Qué podrían haber quemado que no ha dejado apenas restos? El templario tenía la sospecha que este incendio tenía un trasfondo malvado y funesto.

Cuando el sargento apareció el hermano Angus dio las novedades, en cambio el sargento no dio las suyas... algo que en parte molestó al templario que no se había percado que quizás aquí fuera los observaran...contrariado dijo:

-Acabamos de salir, aún deben estar hablando Augusto, si vamos ahora quizás molestemos o interrumpamos-dijo convencido que no era una buena idea. Suspiró intentando aliviar parte de la frustración que tenía y pensó de nuevo en la zona oscurecida. Al menos si volvía a ver al viejo le podría preguntar por el mismo.

Es verdad, supongo qué es un trabajo necesario, y alguien tiene que hacerlo. No quise ofender a la gente del pueblo. Supongo que la única vida que conozco es la de la guerra, y me cuesta imaginarme cómo se gana la vida la gente que no se dedica a lo mío. 

Pero sepa bien, que mi orden se dedica a hacer el bien. Me dices que es normal que la gente desconfíe de los templarios. Y yo te diré que he recorrido largo camino y he conocido ya a la mayoría de los hermanos de mi orden, y nunca he escuchado ni experimentado un recibimiento tan inesperado como el de hoy. Y esa es la palabra, inesperado. Porque me supongo que tendrán sus razones, válidas o no, pero razones al fin. El capitán seguía dándole vueltas a su discurso, tratando de extenderlo más allá de lo necesario, con el fin de seguir entreteniendo a su anfitrión. Lo que no voy a tomar como cierto es que mi orden tenga mala reputación. Que es lo que se dice? Reveló de que tienen? Si no hacemos más que ayudar a la gente, proteger sus vidas y la de sus seres queridos. Nos deshacemos de sus problemas. Dime una sola cosa mala que hayas escuchado de los templarios. 

A partir de este punto Rogal comenzó a enumerar las hazañas de los templarios, las suyas y las de sus compañeros. Y una vez concluida la larga lista comenzó de nuevo con el interrogatorio. Lamento, mucho irme por la ramas. Prosigamos a lo que hemos venido. Las desapariciones, tienen algún registro de cuando comenzaron, con qué frecuencia sucedían antes y con qué frecuencia se registran ahora? 

El anciano alzó una mano y negó con la cabeza, disculpándose, una vez terminó de escuchar los relatos del capitán — Perdonadme, mi señor, pues tampoco era intención mía el ofender su Orden, mucho menos cuando lleva a cabo una tarea tan ejemplar. Hablaré con la gente, se lo prometo.

En cuanto Rogal volvió al tema de las desapariciones, el semblante de Estraven se ensombreció — Siempre ha desaparecido gente, desde que tengo memoria, como ya he explicado. Aunque... es cierto que últimamente han sido más frecuentes. La recolección este año está siendo menor de lo habitual y... Algunos se arriesgan a adentrarse más en el pantano, por miedo a pasar hambre luego. Me temo que no todos vuelven — el hombre se encogió levemente de hombros — Sé que, a los que vienen de fuera, les parece raro o incorrecto que nos lo tomemos así, pero... hemos llegado a aceptarlo como un hecho más.

Parecía que el anciano quería decir algo más, pero que tenía dudas sobre si hacerlo, pero al final se decidió — Capitán... quería hablarle sobre Fayre, sobre lo que les ha dicho — el viejo se inclinó hacia adelante, como para hablar en confidencia, a pesar de que estaban solos — Verá, la muchacha perdió a sus padres muy joven. Yo la críe desde entonces, pero... me temo que... no creció bien del todo — dijo, dándose dos golpecitos en la cabeza — La gente del pueblo no la ha tratado mal, pero la evita cuando puede, habla a sus espaldas, ya sabe... El caso es que, no ha tenido una vida fácil, incluso para los estándares de aquí. Creo que la desaparición del padre Vilem y la quema de la pequeña capilla que este construyó a causa de una vela que se dejó encendida antes de desaparecer, la hizo empezar a imaginar cosas que no son... y de ahí el hecho que empezara a decir que la aldea está maldita. Solo quería que lo tuvieran en cuenta — como ya les había dicho el anciano, allí no ocurría nada que no se viera en el día a día.

El capitán y el anciano charlaban animadamente cuando el resto de los Templarios regresaron de su ronda, el sargento Bellator incluido. En el exterior ya era completamente de noche, y las luces que se veían en las otras cabañas empezaban a apagarse. Al ver entrar a los otros cuatro, el anciano, sentado en uno de los taburetes, se puso en pie con algo de dificultad — Espero que todo haya resultado tranquilo — saludó a los recién llegados — Me temo que es tarde, caballeros. Si no necesitan nada más, con su permiso me retiraré por hoy.

El viejo se encaminó hacia la puerta mientras los demás se acomodaban y se preparaban para pasar la noche. Empezó a cerrar la puerta, pero a mitad de camino, se le ocurrió algo y volvió a abrirla.

— Ah, que no se me olvide — dijo Estraven antes de marcharse finalmente — Si mañana siguen decididos a investigar el pantano... esas armaduras tan pesadas les harán más mal que bien.* Buenas noches — se despidió, cerrando la puerta.

Martha saludo al sargento y escuchó con atención para volver con su capitán después de contarle lo que habíamos descubierto, y a falta que el sargento nos contara lo suyo. Cuando entramos despedí al anciano asintiendo con la cabeza, dejé el martillo en el suelo a mi lado y tomé asiento en una mesa.

- ¿Que tal ha ido Capitán? - Pregunté curiosa - Siento si me excedí con mis preguntas antes - Aprender de un error era lo más sabio, lo segundo más sabio era una disculpa.

Estupendo, le agradezco mucho su hospitalidad. Le dijo al anciano antes de que este se retire del recinto.

Luego miró a Martha y le hizo un gesto para que no se preocupara tanto por lo sucedido. Tranquila, yo sé que tus intenciones eran correctas.

Luego dirigiéndose al resto de sus hombres le preguntó. ¿Y bien, que sabemos?

Alistair echó una mirada de desconfianza al viejo... nada inteligente por parte del templario que pensaba que lo de las armaduras lo hacía/decía el viejo con algún interés oculto, y tal vez con dolo.

Se adelantó a hablar antes que el sargento que si tenía más información:

-Nos ha dado poco tiempo a investigar, pero si hemos visto una zona quemada entre las casas... algo extraño y que me da muy mala espina, no sé que han podido quemar porque no quedan restos, pero desde luego, ¿quién haría una hoguera tan grande entre casas? es un riesgo realmente grande... el sargento si que ha averiguado algo más - miró ansioso al sargento esperando la información que éste tenía.
 

Rogal asintió ante la versión de Alistair. Probablemente ese sea el lugar donde estaba emplazada la capilla del padre Vilem. El anciano dijo que el padre había desaparecido y que la capilla se había incendiado “a causa de una vela que el mismo Vilem había dejado encendida antes de desaparecer”. Además añadió que la jovenzuela comenzó a inventar historias a partir de esos hechos. Creo que no sería mala idea comenzar por investigar aquel lugar para ver si encontramos indicios de que el incendio haya sido ocasionado de manera intencional. En cuanto a la chica, han podido hablar con ella?

Me encontraba sentado en una gran mesa de madera, rodeado de mis hermanos cuando el Capitán y el anciano llegaron.

Ambos se despidieron y parecía que al fin nos quedábamos solos. Cuando todos estuvimos sentados, el Capitán preguntó por las novedades. Me sorprendió la disculpa de Martha, solía ser una persona educada e inteligente, ¿qué habría podido hacer como para tener que disculparse?, era algo que me interesaba pero las novedades tenían que ser puestas en común primero.

Me incliné levemente hacia delante, para evitar que nadie, que no fueran mis hermanos, pudiera escuchar mis palabras. A pesar de que parecía que estábamos solos, mejor no dar por hecho nada.

- Al parecer existen unas criaturas en el pantano, las llaman "Damas del Bosque". Al parecer vivían en el pantano antes de que la Iglesia llegara a estas tierras, y la joven cree que están detrás del incendio de la Capilla, de la desaparición del Padre, y de muchos más, incluidos niños. Sin embargo no me ha sabido decir porque todos muestran esa indiferencia ante todo esto y ante nosotros. - dije casi susurrando.

No sé, es posible que la joven esté loca de verdad, pero creo que el anciano oculta muchas cosas. No creo que perdamos el tiempo investigando el pantano. y en cuanto al anciano, ¿cómo le habéis visto vosotros?

Volví a echarme hacia atrás y alzando un poco la voz, terminé preguntando a Martha, con una sonrisa tímida, - ¿Qué ocurrió entre tú y el anciano?, ¿por qué te has disculpado?

Angus respondió sonriendo al Sargento:
-Nada importante, Sargento; nuestra Hermana planteó una pregunta quizá demasiado directa, aunque no desacertada. Todos creemos que pasa algo, pero aún no hemos visto pruebas tangibles de nada. Al menos, puedo decir que no obra ningún conjuro sobre el pueblo, del tipo de los que pudieran someter o engañar a la gente o a nosotros.
...Lo que nos cuenta que le dijo la muchacha.., si es cierto apuntaría a algún tipo de pacto con seres extraños; un pacto impío y sangriento. Lo digo por poner sobre la mesa el peor escenario que me imagino.
-También sabemos que el pueblo vive de vender la turba que extraen del pantano. La venden en elpueblo más cercano y consiguen los suministros que necesitan, además de vendedores ambulantes, que me extraña que lleguen a este pueblo perdido de la Mano de laLuz. Es un pueblo extraño.., no tienen ni pozo, y toman el agua de un arroyo cercano. Extraño porque no se que gentes se plantearía crear un asentamiento aquí

Le daba mucha rabia no poder aportar nada pero es que no había tenido tiempo alguno. Suspiró e hizo su aportación:

-Además de la chica y del viejo -era curioso como Alistair evitaba ahora decir sus nombres- sería interesante hablar con algún otro aldeano, se dedican a mirarnos desde las ventanas, a nosotros...¡Inaudito!... hay que tener más versiones de lo que ocurre aquí, y sería bueno hablar con ellos, quieran o no. -no le iba a temblar el pulso al templario, se estaba hartando de este sitio maloliente hasta el punto que estaba dispuesto a usar su autoridad.

Una vez reunido el grupo de nuevo y a solas en el caserón, pudieron por fin sacar a la luz lo que habían descubierto cada uno por su lado. Si bien por el momento nada indicaba claramente que hubiera algo allí que requiriera de la presencia de la Orden, estaba más que claro que no tenían todas las piezas del rompecabezas. Tanto la joven Fayre como el anciano Estraven podían tener razón. La versión del viejo parecía lógica, pero no desaparecía la sensación de que les ocultaba algo, fueran cuales fueran sus motivos.

Luego estaba lo que había averiguado el sargento Bellator, aquello sobre las "Damas del Bosque", que le había revelado la muchacha en secreto. ¿Por qué Estraven no les había dicho nada, ni siquiera mencionado? Podría ser que, realmente, todo fueran imaginaciones de una joven a la que todo el pueblo trataba lo mínimo posible, y cuyo propio cuidador le había dicho al capitán que había nacido de mente débil?

En el pueblo no quedaban más indicios que les pudieran aportar información. El incendio de la capilla debía de haber ocurrido hacía un mes por lo menos, tras la desaparición del sacerdote, por lo que poco quedaría allí que les fuera útil. Los aldeanos, poco receptivos ya de por sí, no tenía pinta de que fueran a colaborar mucho más hasta que el anciano hablara con ellos, y aquello le llevaría un tiempo.

De modo que si la aldea ya no daría más de sí por un tiempo... todo apuntaba a que, para conocer la auténtica verdad, tocaría adentrarse en el pantano.