Partida Rol por web

-No, Jonah es un niño muy bueno y muy normal. La verdad que hasta en la granja ayuda a su padre y eso que su madre intenta que no haga mucho, pero ya se sabe cómo son las madres y más cuando Jonah es como un milagro- replica la mujer, que no parecía ver en el niño ningún comportamiento raro, así como no lo veía en los dibujos. -Mi cuñado adora al niño, es consciente de lo que sufrió mi hermana hasta que pudo quedarse embarazada.

La creencia de la señora Locke sobre la normalidad de los dibujos, echaba por tierra la validez de su afirmación acerca del comportamiento normal del niño. Estaba claro que esa señora estaba enchochada con el niño y a saber. Por eso, en mi hilo mental, lo mejor ahora es dar un paso más allá y tantear sobre el padre.

- ¿Cree que querrá hablar con nosotros? ¿él piensa que fue ella quien se llevó al niño? - le pregunto, porque el padre lo mismo nos daba algo más de información. Si pasaba tiempo con él en la granja, pudo ver muchas mas cosas. 

-Ese es vuestro trabajo- responde la señora sobre si sabe si hablará con vosotros. Para ella parecía claro que erais la ley y debíais haceros oír a cualquier precio. ¿Quién era su cuñado para evitar hablar con la policía? O peor aún, ¿con un federal? Menuda locura. Sin duda la detective Perkins tenía pocas dotes de líder y no sucedería al sheriff, eso la señora Locke lo tenía claro.

Trata de poner todos sus esfuerzos en el federal. Que era de color, pero ella no iba a ser racista, también tenía amigas de color en el club de lectura, como la señora García. Aunque ella era más café con leche.

-Él dice que se fueron los dos, pero yo no me creo eso.

Repaso con la mirada a la señora Locke. Menuda tía puta. Está claro que le muestras mas atención al federal, seguramente en un intento de no ser racista.  Yo le miro a él y espero si tiene algo más que decirle. Aunque estaba claro cual debía ser el siguiente paso: hablar con el marido/padre. 

La señora Locke tomó una actitud que al agente Nix le pareció desafiante con la detective Perkins. ¿Tendrían algún tipo de relación? En el pueblo todos se conocerían. Sin duda, el roce hace el cariño, pero también el desprecio. Un policía de pueblo corre el riesgo de convertirse en un cacique odiado o en acabar siendo un don nadie ninguneado por todos. Nix lo había comprobado bien. Más de una vez había visto cómo un poli tomado a cachondeo en su pueblo se ponía chulesco e incluso déspota con los suyos cuando tenía que aparentar autoridad delante de los federales.

Polis de pueblo. Posiblemente los más cercanos a las boñigas de la ley.

En cualquier caso, esa actitud no era propia de un civil. Pero Nix no estaba ahí para hacer de escudo ni para reprender a un civil por su comportamiento con un compañero de profesión. Él estaba ahí para salvar a un niño.

—Usted no cree, dice. ¿Qué no cree? ¿No cree que se fueran libremente? ¿O no cree a su cuñado? ¿Piensa que él miente a sabiendas o es por desconocimiento?

-Yo creo que les hizo algo. Él dice que se fueron, porque el coche de ella no está, pero no me creo nada de lo que diga él- le dice al federal.

La señora Locke daba vueltas sin definirse. Puede que ni siquiera se diera cuenta de eso.

—Señora Locke, ¿qué quiere decir con «algo»? Explíquese, por favor. ¿Qué piensa que puede haber hecho o dejado de hacer su cuñado?

Tenía ganas de fumarme un jodido cigarro. No veía la hora de salir de aquella casa y pegar un buen par de caladas. La guinda sería un whisky, pero claro, eso debería esperar al final de la jornada. 

Nix le pregunta y yo no intervengo, parecía que era menos rancia con él y yo no quería joder la investigación por mi fama en este pueblo de mierda. 

-No sé el qué, pero algo hizo- dice la mujer nerviosa y exaltada. -Mi hermana no se marcharía sin decirme nada, eso es seguro.

- Hablaremos con él - digo mas tajante, si es lo que quería esta tía puta de mi, que además se estaba poniendo loca del coño. Yo por mi, no veía que fuéramos a sacar nada más de ella. Pensaba que era hora de dar el siguiente paso en la ronda de interrogatorios - Y nos vamos a llevar el cuaderno de dibujos del niño, se lo devolveremos cuando se resuelva todo esto. - añado. 

La señora Locke no era el interrogado más imbécil que había sufrido Nix, pero se le parecía. Al menos no se estaba acusando a sí misma, como aquel anormal de Chicago, el canibal que acudió a un interrogatorio estándar con un bocadillo de pastrami de su propia esposa.

Asintió a lo que dijo la detective Perkins. Si esa mujer tenía que sufrir ese entorno cada día, no tardaría en echarse a perder como policía. En dos años engordaría 20 kilos y acabaría echando culo en la silla de la oficina, simple como el serrín.

—Sí, es hora de irse. Muchas gracias por su tiempo, señora Locke. Si recuerda algo más, llámeme.—Nix le dio una de sus tarjetas.

Se dispusieron a salir. Al federal ya le sonaban las tripas por la falta de desayuno y de café, pero el caso no podía esperar. Quizá pudieran pillar algo de comer mientras iban a casa de los desaparecidos.

La señora no parece culpable, pero tampoco estaba del todo en sus cabales, es como si no asimilara que su hermana se fuera sin más. Nadie culparía a la señora Pritchett de haberse fugado sin decirle nada al marido y a su hermana. Seguro que su hermana se hubiera metido a cotillear y too el pueblo hubiera acabado sabiendo dónde iba y para qué. A veces la forma más discreta de hacer las cosas era con un mutis por el foro.

La señora os acompaña a la puerta y asiente a lo del libro de dibujos, aunque no entiende para qué queréis algo así.

-Cualquier cosa me llaman, estoy muy preocupada- os dice, casi suplicante antes de cerrar la puerta de la calle con vosotros fuera.

Me enciendo un piti y voy alejándome unos pasos de la puerta de la casa de la señor Locke. No conocía aquel tipo de nada, así que no iba a decir en voz alta todo lo que me apetecía un whiskazo ahora mismo. Pero el gusto de un cigarrillo no me lo iba a quitar nadie, era relajante.

- Bueno, vamos a la casa del cuñado. A ver que mierda nos dice - pego una calada aún con el cuaderno de dibujo sostenido bajo el brazo y me vuelvo para mirar al federal, por si había pensado otra cosa.

Se alejaron de la casa.

—A esa le falta un hervor—comentó.

La señora Locke no parecía tener claras muchas cosas. Solo parecía convencida de que su hermana no se había ido así como así. Y culpaba al marido pero sin saber por qué. Porque le caía mal, seguramente.

—A ver si el padre está más centrado, detective. Aunque me temo que, si tiene algo que ver, va a ser el testigo más complicado de todos. El culpable casi siempre es alguien cercano. Y en este pueblo no parece haber muchas opciones.

El agente Nix intentaba contener su falta de entusiasmo respecto a Devil´s Gate. Al fin y al cabo, tenía a su lado a una indígena, y como todos los pueblerinos, no sería raro que tuviera uno de esos amores de terruño de los de sacar la escopeta ante cualquier crítica.

Sin embargo, la detectiva Perkins le parecía como aburrida, como resignada. Como si viviera viendo pasar los días obligada más que disfrutando de su trabajo y su puedo.

Su primera impresión había sido que la detective era medianamente espabilada. Una policía desaprovechada. Pero quizá se equivocara. Nix quería saber cuán patana e incompetente era. No tenía una edad muy bien definida y a lo mejor llevaba diez años sin dar un palo al agua en aquel pozo rural. Pero la cotilla de la señora Rosedale ya le había informado de que la detective «había vuelto de la ciudad».

—¿Llevas mucho en cuerpo, detective? Me parece que este pueblo se te queda chico.

Tanteó.

Tengo que mirar con humor al federal, se notaba que había tratado poco con pueblerinos.

- Me temo entonces que encontrarás algo monguers a la mayoría de los habitantes del pueblo. Será el agua - acabo diciendo, matando otro poco al cigarro con otra calada. - No tengo muy buenas referencias de ese tío, no se si tanto como para hacer algo a su mujer e hijo, pero lo suficiente como para que eso de que ella huyó sea barajable. Yo no descarto nada, aunque todo en el pueblo se han decantado por la opción mas sencilla y fácil de explicar.

La siguiente pregunta me pilla de imprevisto, porque viene de pronto, como metida con calzador y no sé que coño contestarle. ¿Contarle todo? Absolutamente no, no le conocía de nada como para airearle mi mierda. No me hacía ningún favor. 

- Unos años, pero no siempre he estado aquí - acabo de matar el cigarro de forma rápida, zanjandolo casi con las mismas ganas que tenía de enterrar esta conversación. - Quizá deberíamos ir en coche, no queda cerca. Es un rancho en las afueras.

Así subís los dos al coche y vais para la granja de los Pritchett.