Partida Rol por web

—Un momento... —pidió el Secretario del Tiempo mientras dejaba a un lado el libro sobre Numancia de José Luis Corral Lafuente. Empezó a contrastar nuevamente la información, esta vez en internet.

—Por lo que veo, parece que todo está en regla. Escipión Emiliano fue elegido dos veces Cónsul, Graco fue elegido Tribuno de la Plebe y promulgó su ley agraria. Murió al año siguiente a golpes tras presentarse a un nuevo mandato.

Juntó sus labios en un tic habitual en él mientras cerraba todo y devolvía su atención a la patrulla que había formado rápidamente en aquel tiempo de excepción.

—¡Un gran trabajo! No sé por qué la historia se vio alterada sin embargo, veo que la habéis devuelto a su curso habitual. ¡Gran trabajo, en serio! ¡Alegrad esa cara!

- Gracias, señor secretario - dijo Séneca ofreciendo ser la primera voz en ser alzada por la patrulla -. Creo que estábamos todos preocupados por el devenir de la misión, tanto por como se originó ese cambio de opinión entre los senadores hacia su nombramiento del Cónsul como que Graco no fuera nombrado Tribuno de la Plebe, puede que vengan problemas a raíz de eso, ademas está también lo de la bala. Parece que no haber eliminado el artefacto del cuerpo no ha llamado demasiado la atención, pero quien sabe si alguien pudiera estar interesado en ese hecho, asumiré toda responsabilidad por el error cometido - añadió con una leve reverencia.

Aunque aquella culpa rondaba la cabeza del anciano se sentía satisfecho.

- Me alegro de haber formado parte de esta patrulla con estos dos grandes compañeros, sin duda han estado a la altura, y espero haberlo estado también para ellos, han sido también unos grandes alumnos de latín, para el tiempo que hemos tenido - comentó alagando a Tatiana y a Paco.

—Séneca, no te preocupes por eso —le detuvo—. Si alguien se ha dado cuenta del detalle, no ha parecido tener demasiada trascendencia. No sería la primera vez que un funcionario tiene una metida de pata. A veces hemos tenido incluso que mandar una segunda patrulla para corregir esos detalles.

—Lo importante ahora mismo, es que el tiempo es el que es y no se ha visto alterado. Sin embargo... Sí que no he podido evitar darle vueltas al asunto de cómo la historia ha cambiado tanto de golpe, quiero decir... Escipión era demasiado mayor para asumir el cargo de Cónsul y por ello el Senado hizo una excepción. Sin embargo, que el fallo haya sido otra excepción para poner a Graco como Cónsul cuando su juventud no debería permitirlo. Lo intentó precisamente el primer Escipión, El Africano, sin fortuna.

Su periplo por las calles de Roma había sido sin lugar a dudas emocionante. La misión había sido todo un éxito y aunque cometió un error que los podía haber costado caro por suerte no paso de una simple anécdota.

— El error fue mío Lucio, y habría sumido las consecuencias si hubiera comprometido seriamente la misión.

Había disfrutado de la conversación por las diferentes tabernas de la ciudad con los legionarios. Siempre era bueno compartir anécdotas e impresiones con soldados de diferentes épocas, hacía que su conocimiento de las estrategias militares aumentara notablemente. No había podido compartir conservación con el gran Escipión, pero si con algunos de sus generales.

Pero lo mejor de todo había sido disfrutar de sus dos compañeros. Las clases de latín con Séneca habían sido muy provechosas y le habían preparado para desenvolverse con mas tranquilidad por varios siglos de la historia. A pesar de encontrarse en una época en la que las mujeres no eran muy tenidasen cuenta, las conversaciones de Tatiana con las patricias habían influido mucho en el éxito de la misión. Sin lugar a dudas tenían mas poder del que se les otorgaba.

— Espero que podamos compartir otra misión juntos. ¿Quién quiere una cerveza?

Ya echaba de menos una buena cerveza y no ese vino aguado que servían por la Subura.

Tatiana devoró ávida de información un libro de historia. Quería saber si Graco había cumplido su palabra y había tratado de equiparar en derechos a los extranjeros. 

- Todo ha ido genial - dijo y por inercia agarró el brazo de Séneca. 

Ante la mirada atónita de su jefe y sus compañeros lo soltó. 

- Perdón, la inercia - dijo con una sonrisa. - Yo quiero esa cerveza, vamos - dijo animando a Séneca que viniera con ellos. 

Antes de salir por la puerta se giró y miró a Salvador. 

- Hasta la próxima. Esperemos que no dentro de mucho.

Sonrió ante el gesto.

—Se me olvidaba... ¡He logrado que os autoricen tres semanas de vacaciones! —dijo al ver que estaban a punto de marcharse—. Para compensar los fines de semana que habéis trabajado de más. Sé que fueron más horas pero ya sabéis que el gobierno es muy rácano con eso de pagar de más a los funcionarios. ¡Disfrutadlas y gran trabajo!

FIN