Cuando te acercas a donde está Voron, se te pone la carne de gallina. Efectivamente, ahi estás tú, o alguien que se te parece mucho, tirado en medio de la Penumbra. Extrañamente discordante con el resto de cadáveres de animales, el cuerpo no parece haber sufrido putrefacción, aunuqe sus ropas si que están rotas y desgastadas.
Voron se agacha y saca una tarjeta del bolsillo de la chaqueta del muerto. Parece una identificación, pero se deshace en arena a los pocos segundos. Fruktovaya ulitsa, Calle de la Fruta - dice Voron. - Parece que este desgraciado vivía allí. En el número 7. Yo tengo que marcharme ya, dale recuerdos a Arinka, si es que no la has matado ya.
Voron se aleja unos pasos, da un pequeño salto y el cuerpo se le cubre de plumas. Unos instantes después, un cuervo enorme rasga el velo y desapareceal otro lado, de vuelta a la realidad.
«Hijo de...», pienso para mis adentros. O quizá lo he dicho en voz alta, nunca me queda claro qué se dice y qué no en la Penumbra. Lo que sí tengo claro es que tengo que salir de ella cuanto antes. Ya he perdido mucho tiempo en ese espectáculo de muerte y desolación. Salgo de la Penumbra y busco el número 7 de la Calle de la Fruta. Debo averiguar dónde está, porque no me suena en estos momentos.