- No se ponga sentimental, señor Brown... de esta la señorita Moon nos hace famosos, ya se sabe que de lo realmente ocurrido a lo que se cuenta... ¿Cuántos salvajes serán según su columna? - criticaba la profesión, aunque no había excesiva maldad en su tono, más bien un intento de hacer hablar a la mujer: porque cuando una mujer como ella callaba era cuando venía lo malo
Tengo material, pienso, mientras cabalgo camino de Honey Creek con mis dos compañeros de viaje y el prisionero maniatado. No me siento orgullosa de los dos golpes que le propiné, perdí la cabeza y me dejé arrastrar por la ira. Tampoco siento remordimientos, la verdad, es un maldito criminal, malo y mentiroso. Espero que acabe colgado de una soga. ¿Escribiré acerca de los dos culatazos de revólver? No lo se, no lo tengo decidido.
Malditas moscas, las aparto del sudor de mi cuello. Doy lo que sea por un baño y cambiarme de ropa. Eso me hace recordar la marca del pecho, me abrocho el botón rebelde de nuevo. ¿Gan? ¿Pero qué significa eso? Los indios lo saben y ni yo mismo me conozco. Qué rabia. qué rabia no entender su idioma ni que aquella mestiza no nos diera más explicaciones.
-Gracias, William. Estoy más que contenta de que esa bala no te enterrase. Ahora necesitas descanso y recuperarte. Y también me alegro por ti, Thomas, de que sigas de una pieza. -me acerco un poco a él con el caballo- Serán los mismos que nos habéis contado. Sin embargo...tendré que llenar los huecos, los enigmas sin resolver. Además, a la gente del este les gusta la fantasía del salvaje oeste, sabes. Se creerán lo que escriba, lo adornaré sin pasarme. Mi pluma no es mala, mi imaginación grande.
Hijo de la noche, ese sería el título de un capítulo. El pistolero y la dama. Ese sería otro. Entre lipanes. Por supuesto. O entre salvajes. Dan Harlam, el cuatrero maldito. Meredith, la mujer Gan, sea lo que fuese eso. Sí, tenía muchas historias ciertas para contar...y quizá algún pequeño detalle que inventar...O no. Soy periodista y me debo a la verdad.
Tal vez...Queda camino, puede que les sonsaque la verdad a estos dos hombres...Sonrío, mientras seguimos cabalgando al paso de Harlam.
EPÍLOGO.
El sol del Llano Estacado os golpeaba el los brazos y piernas y se detenía en vuestro sombrero. Harlan caminaba como un perro atado por una cuerda, bien sujeto por la soga. Le dábais agua de tanto en cuando y tal que así llegásteis a media mañana, unas tres horas después a Honey Creek. Apenas había habido charla entre unos y otros: William estaba dolido, Meredith pesantiva en los acontecimientos para su novela o artículo y Thomas pensaba en su padre. Harlan se resignaba, mirando el horizonte que pronto no podría divisar más.
Una vez en aquel pueblo acudísteis a las autoridades locales. El Sheriff Bran Stipe se alegró mucho de ver a Dan Harlan con las muñecas unidas a la espalda. Una recompensa que rondaba los mil dólares (una gran cantidad para un cuatrero de poca monta) se os fue entregada. Lo más probable es que Dan Harlan fuera llevado a Lubbock u Odesa y juzgado por el juez de turno; o bien quizá éste se personase allí. De momento aquello no era sino parte de lo que estaba por venir, pero la horca no se la quitaba nadie. Hasta entonces el cuatrero debía estar bien vigilado.
Lo que sucedió después fue que vuestros caminos se separaron. Meredith volvió al Este aunque no sería la última vez que vería a los Apaches Lipanes en su vida. Quien estuvo en contacto mayor con ellos fue William, quien regresó para agradecer la salvación de su vida y aprender cosas de ellos, haciéndose aliado de dicha tribu local; y Thomas, quien desde entonces vio, al igual que ocurría con su padre en vida, cómo los Lipanes vigilaban su rancho (ahora era suyo y trataba de mantenerlo pese a su corta edad). Esos nativos se acerban a las alambradas, a la vivienda y a los cobertizos, siempre desde fuera, y vigilaban tanto aquel punto que al chico le resultó normal, como hasta entonces. Y jamás volvió a tener un problema con ellos.
LA VERDAD
Sobre la muerte en el rancho:
Aquellos días la banda de los Twenty Tuscan, asaltadores de correos cabalgados y diligencias en las solitarias llanuras texanas, comandados por Dan Harlan, estaban de capa caída. Habían arrestado a tres de sus hombres y matado a dos de ellos. Por eso decidieron atacar ranchos, es decir, lugares más aislados donde poder vigilar previamente su presa y planear con traquilidad su asalto (lo cierto es que no había que cabalgar tras las ruedas de una carreta...). Estaba claro que la vida de ratero en los caminos era una vía fácil de conseguir dinero y vivir rápida y peligrosamente. Sin embargo Harlan, quien se había separado hacía unos años de su vida anterior (de Dominic, el padre de Thomas, y de William, su propio hermano), puso una condición: evitar acercarse al rancho de Dominic. Durante unos meses no hizo falta, puesto que con varios golpes aislados y la venta de los animales robados los Twenty Tuscan sacaban un gran pellizco para una buena temporada.
Sin embargo, la noticia en la comarca acerca de ladrones de ganado corrió como la pólvora y, nunca mejor dicho, los agricultores y ganaderos locales hubieron de sacar armas y dispararlas, o contratar a gente que protegiera sus dominios. Ante esta creciente dificultad, un día, los miembros de la banda traicionaron a su jefe y quisieron dar un buen golpe para lucrarse y dar un golpe de estado en su pequeña agrupación: asaltar el rancho de Dominic. Tras ello, podrían separarse, dejar atrás a Harlan con una bala en el pecho o hacerle cambiar de rol entre los Tuscan. El caso es que antes de que Dan pudiera hacer nada, sus secuaces se internaron en el rancho y sufrieron la débil defensa de Dominic a base de disparos de rifles. Lo cual no fue suficiente.
No buscaban matarle, pero sí acabar con toda dificultad para llevarse una docena de reses. Aquel día no estaban los Lipanes vigilando el rancho, puesto que, de lo contrario, tal vez hubiera podido hacer algo en defensa del lugar.
Lo que sucedió después fue que Dan Harlan marchó en busca de los Twenty Tuscan (de los que ahora quedaban siete), y los acribilló uno a uno, en un duelo de revólveres bajo el sol caluroso sobre un llano árido. Después, descargó más balas sobre los cadáveres con rabia ante la muerte de su antiguo amigo. Y unos días después, vosotros tres le sorprendísteis en horas bajas, sin apenas munición, por lo que no pudo hacer nada para defenderse.
Sobre los nativos Lipanes:
¿Por qué aquellos indios Lipanes vigilaban el rancho de Dominic? Sólo ellos lo sabían. Los Apaches Lipanes (quienes eran la única rama Apache que habitaba en Texas, pues los otros grupos estaban en Nuevo México o Arizona), tenía unas costumbres y una tradición muy particular. En concreto, para la tribu que "invitó" a Meredith y Thomas a acudir a su poblado, la religión era una parte fundamental de su vida. Su mitología trataba de la búsqueda de la patria ayudados por los "dioses gemelos de la guerra", los cuales viajaban por la tierra y establecían los límites del mundo y las zonas en que los grupos podían vivir. Además, sus dioses principales eran los "Gan" ("espíritus de las montañas"), cuya fuera derivaba de los bosques y el desierto, cuyos animales representados eran el lobo, el Oso y la Serpiente y se vinculaban con el Rayo y las Estrellas. Para ellos, estos espíritus bailan de noche frente al fuego, su danza es de búsqueda y vienen de las cuatro direcciones.
Y una de sus tradiciones era la existencia de dos Gan (o "Ganes") gemelos: El Hijo de la Noche y El Protector del Hijo. Era como en otras culturas la representación del bien y del mal, la noche y el día, el yin y el yan. Para esta tribu local Lipán en concreto, el Hijo de la Noche era un ser de fuerza interna, vigorosidad, oscuridad y violencia; y el Protector era alguien que podía calmar esa fuerza interna...
Los Lipanes consideraban a Dominic el Hijo de la Noche. Por eso lo vigilaban desde antaño. Para ellos, el Hijo de la Noche era un Gan que aún había que vigilar hasta que el Protector del Hijo acudiese a su llamada, en un futuro. Los Lipanes vigilaban el rancho varias veces por semana, asegurándose de que Dominic estuviera bien (o más bien, vigilando que esa oscuridad no le invadiera). ¿Y porqué el padre de Thomas era el elegido de esa profecía? Nadie lo sabe, ni siquiera los Lipanes. Lo único que conocían estos Apaches era la evidencia de que Dominic podía transformarse en un ser terrorífico, un ente a medio camino entre un hombre y un Espíritu de montaña o Gan.
Y cuando el pelotón Lipán que apareció tras la subida de Thomas al cerro para capturar a Harlan, llevó a Meredith y William a su campamento, alguien se dio cuenta allí que Meredith era alguien especial... Era la Protectora del Hijo. Por ello los nativos la bautizaron así, y e insistían en que acudiera a por Thomas, pues éste... tras la muerte de su padre... había heredado su "maldición"; ahora Thomas era el Hijo de la Noche, quien podría desencadenar una oleada de violencia y destrucción; y sólo Meredith sería su contraparte para calmarle. Tal vez la marca oculta en su pecho en forma de lobo (la cual ocultaba celosamenteo) no fuera del todo fruto de la casualidad...
Sin embargo, en vuestro periplo tras separaros no hubo tal encuentro. Lo que ocurrió en aquel rancho abandonado, donde Thomas capturó Dan, sólo ambos lo saben. Lo que sí es seguro es que Harlam contempló, en todo su esplendor, la verdadera naturaleza del chico, ahora convertido en hombre. La maldición de una sombra en el alma quedaría ahora en Thomas para siempre, aunque siempre habría alguien quien pudiera detener la destrucción que pudiera causar, si asi fuera.
FIN