A Mihail tal vez le pesara el culo, pero no necesitaba del grito de Christina para saltar como un resorte de su cómoda posición sobre el fuego y seguir los pasos del resto. Aquel puñetero enjambre infernal volvía a rodearlos, esta vez con mayor intensidad y desde todos los puntos cardinales, y la perspectiva de quedarse atrás del grupo ya no le parecía tan seductora por mucha modorra que le produjera el calor de la fogata.
Y entonces la encontraron. Las encontraron. Excepto que la mujer rescatada estaba cubierta de sangre y Viktoria había sido pillada con las manos en la masa, aparentemente intentando borrar del mapa a la mujer y blandiendo sin disimulo alguno su cuchillo, neurosis en movimiento. La amenaza de la rescatista sonaba real, seria, pero Andre parecía estar en control de la situación, o al menos eso creía, el cámara no lo tenía muy claro.
—Tía... ¿Te has vuelto loca? Deja eso ya, tenemos que salir pitando de aquí —dijo antes de agregar golpeando a Ylia en el pecho con el dorso de la mano— No hay tiempo para héroes, nos estan persiguiendo, ¿no lo escuchas? Olvidad a la puñetera mujer y vámonos YA —añadió en un tono suplicante mirando a Christina.
Motivo: Escapar
Tirada: 2d10
Dificultad: 15+
Resultado: 10(+3)=13 (Fracaso) [2, 8]
x_X
Viktoria, armada con el cuchillo no se fiaba de su compañero Andre. No se comportaba como ella esperaba y había visto cosas que le podían hacer dudar de su identidad. Pero su compañero había escuchado ese sonido antes y la apremia para huir y moverse, pues no podía significar nada bueno.
Y efectivamente, mientras todos trataban de asimilar los hechos pasados, el sonido había vuelto y más fuerte que antes. Estaba por todas partes y de lo que parecía el cielo bajan unas espinas, que atravesaban el aire silbando y que parecen estacas. Una de ellas se clavó en Andre y se lo llevó por los aires.
El resto pasaron de forma cortantes al lado de todos, dando en Ylia y Mihail, dejándoles con una herida sangrante y con mal aspecto. Viktoria y Christina se libraron. La primera parecía haberse resguardado parcialmente en una cabaña vieja, donde la había encontrado Andre. La reportera había sido bastante más ágil y se las arregló para correr y huir del lugar a una velocidad endiablada.
Motivo: Escapar Viktoria
Tirada: 2d10
Dificultad: 15+
Resultado: 12(+5)=17 (Exito) [9, 3]
-2PS para quien no pasó la tirada, el monstruo ataca y no conseguís huir, por lo que os coge/daña.
Tirada de riesgo 2d10 + proteger dif. 15 Andre.
Christina se separa del grupo al huir.
Christina corrió, huyó del lugar tan rápido como le daban las piernas. Pero a su alrededor el paisaje cambió rápidamente. En lugar de árboles comenzó a verse envuelta por unas empalizadas de estacas de madera. En esas estacas habían colgadas prendas varias: camisetas, pañuelos, abrigos... Algunos parecían muy recientes y otros se habían descolorido con el tiempo.
Es como si hubiera llegado a un templo antiguo, donde los ropajes fueran las ofrendas. Las estacas se curvaban para dar lugar a un pasillo y a estructuras similares a habitaciones.
La situación se volvía más loca por momentos. Del cielo cayeron unas espinas y se clavaron en ellos. Ylia chilló de dolor al sentir como le abría las carne.
—Pero... ¿Qué está pasando? ¿Qué son estas espinas? André... noooooo
Vió como su compañero era levantado por los aires y trató de agarrarlo sin éxito, cayó al suelo e intentó levantarse. El frío, la desesperación y el no comprender nada de lo que pasaba lo estaban volviendo loco.
Vamos a desesperarnos un poco.
No había corrido tan rápido y tanto tiempo en toda su vida, estando completamente segura de que, si salía de allí con vida, al día siguiente tendría tales dolores en las piernas que no podría moverse en un mes de la cama. Aun así el miedo y los ruidos seguían siendo suficiente para que el motor de sus músculos se activaran y echara a correr entre árboles y maleza para huir de las “cigarras”, los gritos o cualquier cosa que pudiera atacarla.
Creyendo que había salido milagrosamente del bosque al no ver más árboles frenó su ritmo lentamente hasta que paró frente a una de las estacas, confusa.
¿Qué coño…? – Apoyó las manos en las rodillas mientras tomaba aire, todavía mirando a su alrededor para intentar localizar dónde estaba.- Mihail, graba est…- Se giró en búsqueda de su inseparable cámara, o así debía ser, entendiendo rápidamente que había corrido sola. Otra vez.
Pensó en regresar sobre sus pasos pero sus piernas se negaban a ello, creyendo que si algo estaba atacando en el bosque estaría actualmente demasiado ocupado entreteniéndose con los rescatistas. Como una vez escuchó, la ley de la jungla se determinaba no por quien pegara más fuerte sino quien corriera más rápido.
¿Hola? – Buscó alguna roca o ramita dura del suelo para tenerla en la mano y sentir que podía atacar con eso, una idea absurda pero que calmaba un diminuto porcentaje de su miedo.- Sólo quiero salir de aquí, no te molestaré…- Habló en voz alta sin saber a quién mientras avanzaba lentamente hacia el templo, movida ya no solo por el morbo sino por la curiosidad de si alguien escondido podía ayudarla.
Salvo breves incisos heróicos en la narrativa ("el cámara se adentra en la espesura del bosque...", "el cámara encuentra las huellas de uno de los niños...", "el cámara aviva expertamente un fuego...") no es la intención de Mihail el convertirse en parte de la noticia sino simplemente registrarla de manera objetiva, como sólo la evidencia visual puede aspirar, para el beneplácito de los televidentes de San Peters y tal vez incluso una cobertura más internacional, considerando las circunstancias, pero cuando desde el cielo comienzan a llover espinas, decenas de ellas, como arpones de madera especialmente afilados, lo cual no estaba del todo fuera de lugar ya que Mihail no hace más que moverse con la lentitud de una ballena, entonces hasta el más abocado profesional del rubro de camarógrafos sabe que ha llegado la hora de abandonar su preciado equipamiento y salir pitando de allí.
—ME CAGO EN LA PUTA —gritó al sentir como una de las tantas estacas le perforaba la piel.
Alcanzó a distinguir la silueta también ensangrentada de Ylia, pero quien se había llevado la peor parte era Andre, quien fuera atravesado por completo y luego sacudido por los aires como muñeco de trapo.
—Va, Ylia, déjalo y mueve el culo!!
No habían rastros ni de Christina ni de Viktoria, Mihail ya ni siquiera intentaba comprender, simplemente sabía que debían salir de allí a como diera lugar.
La aparición de Ylia descolocó aun más a Viktoria. No porque durara también de que fuera él o no, sino porque parecía confirmar que Andre era Andre... Y eso sólo tenía una explicación: que a André también se le había ido la cabeza en aquel bosque. Luego la reportera trató de tranquilizarla también y fue cuando Viktoria soltó el cuchillo y estalló en llanto de nuevo. Un llanto violento, fruto del miedo y nerviosismo.
Finalmente, sus oídos se percataron del sonido al que tanto se referían sus compañeros.
- ¿Qué coño es eso...? - Invadida por el pánico, por varios motivos, lamentablemente estaba tan en shock que su cuerpo fue incapaz de responder como debiera y simplemente se quedó paralizado.
Vio a Andre volar por los aires, luego las heridas en Ylia, en el cámara... Ellos se libró al estar bajo el resguardo de la cabaña. Así que la adrenalina le dio las últimas fuerzas para apremiar a sus compañeros a hacer lo mismo:
- ¡Ylia, aquí! ¡entrad aquí! - gritó con desesperación, pero se sentía mareada por las emociones y el miedo. Al borde del colapso debido al pánico y la incomprensión.
Las costillas sonaron al dar contra el suelo. ¿desde qué distancia había caído? se retorció de dolor tumbado. Tenía que levantarse y alejarse de allí. Se incorporó sobre una rodilla y entonces comprendió que tenía el brazo derecho colgando y la pierna no respondía. No había tiempo para evaluar nada. Alzó la vista y pudo ver una choza a una distancia de unos cinco metros. Cinco e interminables metros.
Se dejó caer muy cerca de la cabaña al ver una figura. Cuando esta vino y lo cogió entre los brazos.
- Ey Vik...era yo eh...hazme un favor desabróchame el puto casco. Llevo 16 horas sin quitármelo... - dijo mirándola con una sonrisa.
Motivo: Proteger
Tirada: 2d10
Dificultad: 15+
Resultado: 9(+6)=15 (Exito) [1, 8]
Ylia corrió hacia la cabaña, desesperado. O hacía donde creía que estaba la cabaña. Todo era demasiado confuso y el bosque demasiado extraño, todo había cambiado en una noche y no sabía qué le pasaba.
Todos fueron a refugiarse corriendo a la cabaña maltrecha. Dentro había hierbas secas colgadas de las paredes, muebles viejos, recortes de periódicos y trozos enmohecidos de pan duro. El lugar estaba casi abandonado, aunque se notaba que ahí había estado viviendo alguien.
Dentro también vieron aquellos espantapájaros de paja de los que Christina les habló la primera vez que se perdió y separó del grupo. Eran como montones de paja con entramados de ramas, que creaban unas formas bastantes extrañas.
La mujer en el suelo soltó su último suspiro y pereció. Nadie supo nunca cómo había resultado dañada la mujer y nunca lo sabrían, pues las circunstancias no dieron lugar a más charla. Andre consiguió escapar de lo que fuera que le había cogido, pero aquella cosa no había acabado. Su sirviente acababa de morir y no había contención suficiente en la Víspera del Día de las Vírgenes, el día que la viuda había sido asesinada.
El monstruo no tuvo piedad, como no lo habían tenido con ella. Estaba sediento de sangre, de un sacrificio y su sirvienta no iba a poder volver a calmarla. Agarró y tiró de ellos por los aires, como había hecho ya una vez con Andre y acabaron sus cuerpos clavados en estacas.
Su sangre bañó los árboles, gravados con aquella figura con las piernas quebradas, como habían quebrado las piernas de aquella mujer aún en vida, antes de enterrarla en el fango hasta que se ahogó. Desnuda. Eternamente congelada.
Todos sirvieron de sacrificio a la viuda coja del bosque, que buscaba una venganza contra los vivos que habían decidido asesinarla sin forma de defenderse o excusarse por lo ocurrido. Y con sus muertes, aumentaron las desapariciones ocurridas en los bosques. Gente que entraba y no salía de nuevo, quien era encontrado era sin ropa, este no sería el caso... Nunca los encontrarían.
Christina había huido, para encontrarse en lo que parecía un templo o un lugar de culto, construido por manos primitivas o no muy diestras. Allí había ropa colgada de las ramas y al notar las tierras fangosas tras sus pies lo supo, estaba en la fosa donde la viuda de la que hablaba la mujer había sido enterrada. Lo sentía, como si un ser malicioso estuviera supurando su maldad a través de la tierra, los árboles, el aire que les rodeaba.
Era por eso que no había apenas animales en aquella zona del bosque, no se los oía, evitaban el lugar. Sus sentidos les decían inequívocamente que debían evitar la zona. Y sin esperarlo, vio su avatar lo que hizo que se le cortara la respiración y se le encogiera el corazón.
Trató de no moverse, de no respirar, de no existir. Christina solo pensaba en hacerse pequeñita y desaparecer de aquella pesadilla, despertarse de una vez por todas. Pero no era posible. Y como un fogonazo en la mente, llegaron unas imágenes. Imágenes de lo que hacía aquella mujer perdida en el bosque y desnuda. Cómo con su canto y su sacrificio en vida, había aplacado la rabia de ese ser vengativo, construyendo muñecos de paja y cantándole aquel rezo. Y comprendió, que ahora ella era el reemplazo.