—Temo que hayáis hecho este viaje en balde, pues yo no contemplé personalmente la muerte de vuestra sobrina. Ciertamente una y otro entramos en el santuario dedicado a Nuitari, sito en un lugar de las montañas Dargaard llamado Herida del Alma. Allí quedé ciego y, por lo que he podido saber de los testimonios del resto de presentes supervivientes, todos perdieron también la visión. Yo logré traer de vuelta con vida al emperador de allí, pero no podría afirmar categóricamente nada de lo que le aconteció a vuestra sobrina. Desconozco si luchó con valentía, o si fue abatida a traición mientras trataba de escapar. Desconozco incluso si está realmente muerta, dado que nunca vi su cadáver. Lo que sí puedo asegurar es que, si ella también logró salir de allí con vida, jamás se ha presentado ante mí desde entonces.
Doy un par de sorbos a mi té, todavía humeante.
—Hay, no obstante, alguien que sí afirma haber visto muerta a la dama Freya y haber presenciado cómo su cuerpo sin vida era sepultado bajo los escombros: una sacerdotisa de Chemosh que actualmente se hace llamar Kyliana de Mem. Lógicamente no puedo responder por la veracidad o la falsedad de sus afirmaciones, ni en lo tocante a vuestra sobrina, ni a ningún otro asunto. Lo que sí puedo deciros es que todavía se hospeda en esta torre por motivos que, confieso, se me escapan.
Confiaba en que mi testimonio bastase para poner punto y final a este encuentro, pero resulta evidente que el qualinesti quiere hablar con las demás. O tal vez, al igual que Kyliana, únicamente pretende seguir poniendo a prueba los límites de mi hospitalidad.
—Como os he dicho, podéis aguardar aquí su regreso. Yo tengo otras obligaciones que atender en mi estudio, pero dispondré para vos un escolta personal, de modo que vuestras necesidades se vean atendidas en todo momento —añado, dando por concluida nuestra breve conversación—. Si tenéis la bondad de acompañarme, os conduciré a la habitación de invitados.
Dado que el dormitorio cedido originalmente a Wylas (y a Solanthian después) se encuentra actualmente desocupado, pediré a Ilthalas que se aposte en la entrada; como precaución para evitar que el recién llegado se ponga a merodear por mi torre mientras yo contacto con el Cónclave.
Al abandonar todos la reunión "secreta", Aelfryd se quedó a solas con sus pensamientos. Duros y pesarosos pensamientos. Pensaba en Daron y sus gentes, así como en los peligros que la acechaban, en las tierras del paso de Palanthas, en su propiedad y custodia, en la mina, en Solamnia y en sus guerras interminables. Pero, sobre todo, pensaba en Aury. Su amantísima pareja. Una pareja tan inusual como, en cierta medida, él mismo.
─Sabes que pronto tendremos que abandonar este lugar y luchar por un bien mayor, ¿verdad?
─Tan bien como tú sabes que no lucharás solo ─sentenció ella.
Aquellos habían vuelto a ser buenos tiempos. Breves, demasiado breves posiblemente, pero que dejarían huella en sus corazones. Allí habían podido ser pareja, comportarse como tal, vivir una existencia tranquila en la que su vida no se veía consumida por sus obligaciones y por las imposiciones de superiores que les despreciaban.
Aelfryd, con su nuevo aspecto de que-shu tocado por la civilización, asintió a la dragona dorada que ahora pasaba por pelirroja apenas civilizada. Ambos compartieron una sonrisa serena y el ex-caballero salió del cuartucho para dirigirse, una vez más, a entrenar con la milicia de Daron.
Los milicianos, por otra parte, eran más de una docena. Cada cual tenía familia, conocidos, una red de contactos a todos los niveles y que se extendía más de lo que uno pudiera imaginar de buenas a primeras. En un arrebato de agudeza mental, Aelfryd (o más bien Blackmoon) les advirtió de las noticias sobre la nueva enfermedad que estaba asolando Solamnia y pidió que le avisaran si alguno de ellos o sus familias y amigos o conocidos, la contraían. Él mismo se encargaría de buscar a un clérigo a la altura de las circunstancias...
Aquellas palabras no eran mentiras, pero tampoco toda la verdad, algo que hacía bien poco no hubiera podido decir. La clériga a la que recurriría sería una de Chemosh y las circunstancias no era tanto curar a la persona afectada como localizar al clérigo de Morgion que había traído la enfermedad hasta allí. Necesitaban respuestas. Y si aquellas personas debían pensar que él podría encontrar la cura, que así fuera. Al final, en realidad, así era. Si todo acababa como deseaban, la plaga remitiría. Cuanto antes localizasen a alguien enfermo más posibilidades tendrían de reducir la muerte que provocara.
Tirada oculta
Motivo: Diplomacia (buscar la complicidad de la milicia)
Tirada: 1d20
Resultado: 3(+10)=13 [3]
Tirada oculta
Motivo: Reunir información
Tirada: 1d20
Resultado: 4(+2)=6 [4]
Biornthalar pudo percibir la impaciencia del túnica blanca. Podía comprenderla. El episodio estaba relacionado con la destrucción del templo de su dios, Nuitari, y aquello sin duda sería un motivo de vergüenza para él. Pero Biornthalar no estaba allí para juzgar, algo que sin duda muchos otros túnicas negras sí que harían. Si el Cónclave mantenía a Ailaserenth al frente de aquella escuela, sería porque no le consideraba culpable.
- Ningún viaje es en balde, maese Ailaserenth. Incluso si nuestras preguntas no obtienen respuesta, obtenemos alguna: dónde no podremos hallarla. En todo caso, os agradezco vuestro tiempo. Me instalaré en las habitaciones y esperaré hasta poder hablar con Kyliana de Mem.
El túnica negra se levantó, apurando el contenido de su taza, y se dejó guiar a sus aposentos.
Quizá para la siguiente reunión podemos asumir directamente que pasan un par de días y que Enrielle y Kyliana aparecen a la vez, para no tener la misma conversación siete veces xD.
27 H'rarmont 435 AC
Las buenas gentes de Daron, al igual que las del resto del imperio, están acostumbradas a tener referentes morales encarnados en los valerosos y admirables caballeros de Solamnia. Pero lo que ellos quieren, como quiere toda la gente humilde, es un poco de pan y queso cuando tienen hambre, una manta de lana sin muchas chinches cuando tienen frío, un odre de vino no muy aguado cuando están sedientos y un oído amable que les escuche al final de una dura jornada de trabajo sin mirarles por encima del hombro. Y todas esas cosas las encuentran en la Legión de Acero, personificada en Flechas de Muerte y en su inseparable compañera kender de ojos tristes.
Sus actos son más elocuentes que las disertaciones teóricas sobre el Legado de Sara Dunstan y eso ha hecho que a lo largo del último año los habitantes de la pequeña ciudad costera hayan ido viendo cada vez con mejores ojos esta labor callada y altruista, aunque no del todo desinteresada.
Por eso, en cuanto comienza a extenderse el rumor de que la generosa Flechas de Muerte promete recompensar a quienes informen a la milicia local de los primeros conatos de la epidemia, no tardan en llegar las primeras noticias a sus oídos y a los de Blackmoon y sus voluntarios.
La mayoría de los casos reportados son de gonorroa contraída en alguno de los burdeles del puerto, pero hay un puñado de informaciones que podrían merecer vuestra atención: dónde localizar al único curandero de Daron desde que la sacerdotisa de Mishakal que regentaba el orfanato muriera repentinamente hace tres semanas, un pastor desaparecido al que han hallado muerto en su cabaña de las montañas sin signos de violencia, el inesperado deceso de una joven enana que iba a casarse dentro de pocos días y la supuesta maldición que ha sobrevenido sobre la familia al completo de un terrateniente local.
El donativo de Enrielle de 1000 pa a las gentes de Daron no ha caído en saco roto y ha ayudado. ;)
Vosotros decidís qué vais a investigar y quién irá dónde. Podéis ir todos, juntos o por separado, o seguir tratando de reunir información.
Kyliana amaneció con renovadas energías. Había sido una noche bastante apacible para ella. Se vistió con unas ropas cómodas, dejando su armadura brillante en su soporte y dejando sus aposentos armada únicmente con la maza que su viejo amigo Klurunig Tzé le prestó tiempo atrás. Algo tan valioso no era un objeto que dejar desatendido nunca, ni tan solo en el interior del tenebroso Templo que regentaba y que nadie salvo ella, visitaba nunca.
Se despertó con hambre, por lo que su primera intención tras calmar sus necesidad fisiológicas, fue la de ir a comedor. De lejos olía a pan recién orneado y eso acabó de despertar su apetito. Era una suerte contar con el atento y siempre fiel Agapanto. Desde luego, les servía con evidente agradecimiento por su rescate cerca de dos años atrás en el Pico de Malys. Lo mismo podía decir de Bugmbilia, aunque ésta segunda, era más bien la escudera de Enrielle que una leal sierva del Vendabal de Muerte.
Kyliana, que caminaba absorta en sus propias elucubraciones acerca de la pareja de kenders, se vio sorprendida al encontrarse con una cara totalmente desconocida para ella, una vez accedió al comedor. Sentado en una silla frente a una mesa, se hallaba la sombría presencia de un elfo oscuro. La sacerdotisa se quedó unos segundos sin cruzar el marco de la puerta tratando de sacar alguna conclusión. Ésta fue sencilla.
- Si este tipo, sea quien sea está aquí y sigue vivo, es porque Ailas se lo ha permitido. - Se dijo a si misma. - O eso, o Ailas está muerto...
Fuera como fuera, no vio en un principio un ápice de que aquel elfo quisiera atentar contra ella. De ser así, habría ido a buscarla mientras dormía y no se hubiera sentado en una mesa del comedor a esperar, presumiblemente el desayuno que Agapanto estaba ultimando. Por fuerza aquel orejas picudas tenía que ser un invitado.
- Buenos días. - Le dijo avanzando finalmente hacia él. - Me temo que no nos han presentado. Kyliana de Mem, para lo que usted desee...
Biornthalar había despertado tras una noche de apacible descanso, guiándose sin muchas dificultades por los pasillos de aquella sencilla torre. A cada paso observaba, tratando de imaginarse a su difunta sobrina moviéndose por aquellas escaleras. En su memoria se formaban imágenes pertenecientes al pasado, en las que una juvenil Freya corría y saltaba por los jardines de la mansión de los Adamiel, mientras sus abuelos reían sus gracias y sus padres la reprendían sin cesar. El qualinesti sabía que esas imágenes no se correspondían con la realidad, que la muchacha que su memoria insistía en traer ante sus ojos no era la Freya que había habitado aquella torre. Pero no podía luchar contra esa ilusión de su mente.
Mientras descendía, pudo notar los ojos de los aprendices clavados en su espalda. Seguramente estaban impregnados de temor, pues para ellos un túnica negra no representaba sino el camino a evitar, o eso trataría de inculcarles su maestro. Era natural que fuese así, pues la historia de su orden estaba llena de ejemplos del uso más nefasto de la magia. No sería Biornthalar quien interfiriese con aquellas enseñanzas. Al final, serían el alma del discípulo, y la naturaleza de sus dones arcanos, los que decidieran su destino. Nadie podía elegir sus talentos.
Más tarde, ocupó un asiento en la mesa del comedor, esperando a que el servicial kender le ofreciese un desayuno. Biornthalar estaba tan acostumbrado a los refinados lujos de los Adamiel que había dejado de apreciarlos. Sin embargo, el olor de una comida sencilla pero sabrosa siempre despertaba en él un interés especial. Mientras pensaba en ello, se presentó ante él una persona con la que llevaba tiempo queriendo hablar.
- Un placer. - dijo con voz suave - Mi nombre es Biornthalar Adamiel. Llegué ayer a esta torre, y pude entrevistarme con su líder, maese Ailaserenth Sëlanar.
La túnica negra de Biornthalar no dejaba lugar a dudas sobre su naturaleza. El elfo observó con interés a aquella sacerdotisa de la que los trovadores de Palanthas hablaban con una mezcla de temor y reverencia. Resultaba muy peculiar que alguien así pudiese colaborar con un túnica blanca, y, sin embargo, así era. Aquella muestra de apertura y mutua ayuda contrastaba con la impresión que le había dado el silvanesti el día anterior. Pero él no estaba allí para juzgar, sino para observar.
- Como podéis suponer por mi apellido, soy familiar de lady Freya Adamiel, anterior regente de esta torre, y, según tengo entendido, compañera vuestra en numerosas misiones y gestas para el Emperador. En concreto, soy su tío. Me encuentro aquí en representación de la familia Adamiel, en busca de mayor información sobre la muerte de nuestra hija. Según mease Ailaserenth, vos estuvisteis con ella hasta el final. ¿Podríais ofrecerme el consuelo de contarme lo que vísteis?
- Siento mucho lo de su sobrina... - Dijo con toda la sinceridad del mundo.
Kyliana le había cogido cariño a aquella joven orgullosa y temperamental. Quiso sacarla de la horrible tumba en la que ahora se econtraba, pero no le fue posible. Quizás de haber podido hacerlo, ahora hubiera regresado al mundo de los vivos, aunque tampoco tenía demasiado claro si querría volver. Su corazón estaba roto y lleno de venganza contra aquel al que amó en silencio durante tanto tiempo.
- Si, estuve presente en sus... - Sollozó. Tardó unos segundos en recomponerse antes de poder seguir. - ...estuve en sus últimos momentos. Teníamos encargada la destrucción de la Herida del Alma. Seis templos dedicados a dioses alineados en el lado maligno de la balanza. Destruímos tres y fuimos a por el cuarto. Nuitari fue un rival poderoso... - Reveló a aquel elfo. - Quizás por el agotamiento o quizás por el poder destructivo que poseía nuestro rival, nos costó más de la cuenta y ella cayó. - Tragó saliva tratando de recordar algún detalle, pero no logró demasiado. - Fue muy confuso. Una negritud impenetrable se adueñó de todo. El Emperador... - Se detuvo para pensar si convenía decir toda la verdad. No conocía a aquel extraño y podía ser una trampa del propio Markham. - Luchó a nuestro lado. En un momento dejé de escuchar a Freya y cuando todo acabó... - Ahora sí, una lágrima recorrió su mejilla. - Ella yacía inerte en el suelo. El templo empezó a derrumbarse. Teníamos que salir de allí. Los caminos de la magia divina me sacaron de allí y traté de volver con su sobrina. Lo juro por la Senda que tanto amo, que lo intenté, pero me fue imposible traer su cadáver de vuelta aquí, a Paso Palanthas. - Miró unos instantes a su interlocutor. - Fue una mujer valiente, entregada y de buen corazón. Fue mi amiga y es más... - Apretó los puños. - La considero parte de mi familia. - Cerró los ojos y contuvo el aliento. No iba a llorar otra vez. No al menos delante de aquel elfo.
Motivo: Saber religion
Tirada: 1d20
Resultado: 4(+7)=11 [4]
Que todo estuviese funcionando en Daron como ella quería hacía que Enrielle olvidara los pesares que la atormentaban con frecuencia. La gente empezaba a creer que había otra manera de hacer las cosas y, sobre todo, que había esperanza. Las gemas con las que recompensó a aquellas gentes humildes valían lo mismo que el barro comparado con lo que estaban consiguiendo allí. El Legado empezaba a estar más vivo que nunca en la región.
Pero había que saber retirarse a tiempo. Ya hablaban demasiado de ella, a pesar de haber intentado no mostrarse demasiado y utilizar a Bugambilia para dar la cara. Por desgracia, sus ojos, su cabello y sus ojeras daban un aspecto que era difícil pasar por alto.
Por medio de la kender compartió con el ahora Blackmoon un breve resumen de lo que había averiguado hasta el momento y le pidió que recogiera para encontrarse en la torre del Paso de Palanthas lo antes posible. Hubiera preferido viajar juntos y hablar en profundidad de todo lo averiguado, pero no podía permitirse que les viesen cerca más tiempo. No había que olvidar al Emperador que, si era inteligente, y lo era, lo más probable es que tuviese un ojo puesto allí.
Llegó a la torre y la observó recortada entre las montañas con tristeza. Echaba de menos a Freya. Los entrenamientos que había compartido con ella habían sido de las pocas cosas que habían aliviado el frío de la tumba de sus huesos. Regresar y darse cuenta de que nunca más podría compartir esos momentos hacía que notase cerca el aliento gélido de la muerte.
Fue recibida por Täridan, a quien saludó respetuosamente. Ya desmontada, llevó a la yegua que había adquirido en Daron a los establos. Bugambilia la seguía de cerca con su poni. Se detuvo al ver el caballo desconocido, y lo primero que pensó, con el corazón en un puño, fue que pertenecía al Emperador, que había acudido a pedir explicaciones de alguna clase acerca del destino de Sir Aelfryd.
Pero Markham estaba lejos, y el caballo no le parecía el que el elegiría. Debía ser otro tipo de visitante. ¿Tal vez un familiar de algún aprendiz de Ailaserenth? Dudaba mucho que el elfo permitiese ese tipo de visitas.
Rápidamente, Enrielle acomodó al animal en su lugar e hizo señas a Bugambilia para que la siguiese. Avanzaron hacia el interior de la torre en sigilo hasta que, a hurtadillas desde la entrada, pudo escuchar parte de la conversación de Kyliana con su misterioso interlocutor en el comedor.
Utilizo 200 pa más de las gemas de Bugambilia para recompensar a toda la gente que nos ha dado información (repartiendo de forma equitativa, si vinieron 200, pues mala suerte, les tocó 1 pa xD)
El emocionado relato de aquella sacerdotisa removió brevemente los cimientos del sosegado espíritu de Biornthalar. Él recordaba a la muchacha rebelde que correteaba por los pasillos y saltaba los muros del hogar familiar, pero aquellos aventureros tenían una visión mucho más cercana de la Freya adulta que había elegido un camino peligroso por razones que sólo le concernían a ella. La confirmación de su muerte puso un punto de tristeza a todo el relato, pero también abrió la puerta para que su familia pudiese al fin aceptar su marcha, y encontrar el camino hacia la paz. Freya había muerto asumiendo riesgos que solo a ella le correspondía decidir.
- Gracias, lady Kyliana, por vuestras palabras. - dijo con su voz pausada, casi susurrante - Saber que mi sobrina murió luchando por aquello en lo que creía, rodeada de amigos, es un gran consuelo para mí.
Biornthalar sintió cómo una lágrima quería asomar por su ojo, y un hormigueo familiar le recorrió los dedos. Tomó aire, respirando con profundidad, al tiempo que devolvía cada una de las pasiones a su lugar. Estas podían ser el motor de fuerzas indeseadas, que recorrerían su cuerpo y se canalizarían hacia el exterior si no las mantenía en su sitio.
Falta algo, el vacío no puede llenarse con vacío.
Miró de nuevo a su extraña interlocutora. No estaba particularmente versado en la naturaleza de la fe, pero conocía el nombre de Chemosh lo suficiente como para comprender que aquella sacerdotisa había estado dispuesta a realizar un gran sacrificio en pos de su hogar.
- Mi sobrina descansa entonces bajo tierra. Su sepultura es también la tumba de Nuitari*, dios de cuya influencia fue apartada, aunque sus talentos indudablemente se inclinaban hacia él. - Biornthalar lo sabía bien, pues él mismo había podido comprobar la existencia de esos talentos en su sobrina, antes de que un instructor más apropiado a los ojos de los Adamiel le fuese asignado - Tal vez era su destino, pese a todo.
Retiró momentáneamente la mirada de su interlocutora, perdiéndose esta en el vacío, mientras su alma se sumergía en recuerdos que seguían zarandeando su paz.
- Debo hacer algo más. Siento que es así. Freya luchó por todos nosotros, por la tierra en la que nació, a la que amaba. Es cierto que los muros de Palanthas fueron para ella siempre como una prisión. Pero ella luchó por sostenerlos, para la seguridad de todos cuantos nos refugiamos tras ellos. - miró a Kyliana a los ojos - Me gustaría ofreceros mis talentos en esta lucha contra el caos que desea adueñarse de nuestro hogar. De ese modo podré honrar su memoria.
Motivo: Avistar en las sombras
Tirada: 1d20
Resultado: 4(+10)=14 [4]
* Esto no es sacado de la manga, de hecho la opción de que Freya fuese una túnica negra estuvo ahí bastante tiempo ^^.
Tírate un Sigilo, Enrielle, a ver si Biorn te ve husmeando (está fácil) xD.
Máster, ya nos estamos olvidando del búho. Estas mascotas... xD.
- Así fue... - Añadió Kyliana. - Murió entre amigos y descansa como bien decís, en la tumba de Nuitari. - Escuchar aquello de voz de un extraño, más siendo éste familiar de su difunta amiga, hizo que su corazón sintiera cierta alivio por unos momentos.
Luego llegó el ofrecimiento del elfo a unirse al Vendabal. Era la primera vez que alguien pedía algo así y que no acababa uniéndose a la Espiral de Destrucción, de forma natural o bien impuesta por el destino. Aquel elfo, que había venido a pedir explicaciones y a tratar de apaciguar el dolor que sentía por la pérdida de su sobrina, había escuchado la llamada de la Senda.
- No soy yo quien debe aceptar vuestra ayuda. - Le dijo a su interlocutor. - Ni yo, ni nadie de los que aquí moramos. La Senda ha elegido por vos, maese Adamiel y cuando la Senda habla, uno sólo puede escuchar y rendirse a sus designios. - Hizo una pausa y miró sonriente al nuevo miembro del Vendabal. Seguramente no estaba entendiendo mucho de lo que Kyliana decía, pues ni ella misma acababa de entenderlo. - Sea como sea, sois bienvenido. Por mi parte al menos.
Motivo: Escuchar a Enrielle
Tirada: 1d20
Resultado: 3(+5)=8 [3]
Motivo: Avistar a Enrielle
Tirada: 1d20
Resultado: 2(+5)=7 [2]
Desde la trágica desaparición de lady Coryn, la tarea de continuar reportando al Cónclave resulta tan ingrata como amarga.
Es evidente, al menos para mí, que el destino de la última Señora de Wayreth ha desalentado todavía más a los Túnicas Blancas de tomar parte en asuntos de política continental; algo por lo que tampoco sentían una gran inclinación en vida de su líder. A esto se suma que los Túnicas Negras, privados del nexo con su dios y con la magia que éste les otorgaba, han trocado su indiferencia hacia el Imperio Solámnico por abierta animadversión. Y, a consecuencia de todo ello, el misterioso Myria Faz ha decidido aunar los esfuerzos del Cónclave en el único asunto en el que todos coincidimos con independencia del color de nuestra túnica: la aniquilación de la magia salvaje y la persecución de aquellos que la practican.
Eso significa que no recibiremos ningún apoyo por su parte ni en lo tocante a la investigación de la supuesta plaga de Morgion, ni en la recuperación del Sudario de la Reina Oscura. Aunque tampoco nos obstaculizarán como organización.
Lo que aún está por ver es a qué ha venido realmente Biornthalas. Yo no descartaría que estuviera aquí para vengarse de lo sucedido en Herida del Alma. ¿Qué no haría yo si alguien me privase de mi magia?
Motivo: Maldición de los magos por "cofre secreto"
Tirada: 1d20
Dificultad: 15+
Resultado: 10(+6)=16 (Exito) [10]
Día nuevo, conjuros viejos. Lo mismo de cada día: prestidigitación y remendar para estar impecable, armadura de mago y cofre secreto para enviar mis pertenencias al Plano Etéreo.
Conjuros arcanos preparados
- Nivel 0 [4+A/día. CD 16]: leer magiaA, cuchichear mensaje, luz, prestidigitación, remendar
- Nivel 1 [6+A/día. CD 17]: comprensión idiomáticaA, alarma, disfrazarse, hechizar persona, proyectil mágico x2, retirada expeditiva, soportar los elementos
- Nivel 2 [6+A/día. CD 18]: ver lo invisibleA, protección contra las flechas, imagen múltiple, invisibilidad, resistir energía, armadura de mago (prolongado), resistencia de oso
- Nivel 3 [5+A/día. CD 19]: don de lenguasA, acelerar, bola de fuego, esfera de invisibilidad, heroísmo, volar
- Nivel 4 [4+A/día. CD 20]: escudriñamientoA, escudo de fuego, globo mejor de invulnerabilidad, polimorfar, transformar piedra
- Nivel 5 [4+A/día. CD 21]: ojos fisgonesA, cofre secreto, mensaje onírico, romper encantamiento, teleportar
- Nivel 6 [3+A/día. CD 22]: analizar esencia mágicaA, campo antimagia, desintegrar, esfera congelante
Bastón Arcano: 2) resistencia de oso; 3) heroísmo, sugestión; 4) cobijo seguro
Enrielle se acercó al umbral para escuchar mejor la conversación entre Kyliana y aquel individuo. Iba de puntillas, deslizando las manos por el muro de piedra, escondiéndose lo mejor que era capaz, pero el cansancio que arrastraba por haber viajado durante toda la noche entre las montañas hizo que sus movimientos fueran poco precisos y torpes. Sin embargo, la intriga que le produjo escuchar que hablaba de Freya como su sobrina la empujó a asomar imprudentemente la cabeza. Su supuesto tío estaba sentado justo enfrente de la puerta y movió los ojos en su dirección, obviamente captando su movimiento.
La legionaria volvió a su escondite rápidamente, maldiciendo su torpeza. Se tomó unos momentos para respirar con los ojos cerrados hasta que reunió la dignidad necesaria para dar un paso y mostrarse en la puerta del comedor. La joven mortalmente pálida tenía el rostro sucio y la trenza medio desbaratada con restos de hojas de haber estado descansando en algún momento a la intemperie. Llevaba todo su equipo de aventura encima: un morral lleno de bolsillos, un arco al hombro, espada al cinto y una castigada cota de mallas de mithril que se asomaba entre su gastado atuendo de montaraz. Las botas altas de cuero negro que llevaba, en cambio, se veían nuevas y bruñidas.
—Freya también fue mi amiga. — declaró en el umbral de la puerta, haciendo como si nunca hubiera estado allí escondida — He visto muchos amigos morir, pero el vacío que su muerte ha dejado en mí es especialmente doloroso.
Cruzó la estancia y se sentó a la mesa, agotada y hambrienta, esperando a que el buen Agapanto trajese algo más para ella. Observó la túnica negra del elfo con desconfianza. Después miró a Kyliana significativamente y volvió a centrarse en el elfo. ¿Podía ser todo una enrevesada venganza por la destrucción del templo de Nuitari? No era capaz de discernirlo.
—Todas las manos son pocas. Si eso es lo que deseáis, podéis acompañarnos. — le dijo al elfo sencillamente.
Por desgracia la célula de la Legión de Acero de Palanthas había sufrido considerablemente, pero se esforzaría por encontrar los trapos sucios de aquel individuo por en busca de intenciones ocultas. Entre tanto, lo vigilaría bien de cerca.
Motivo: Esconderse
Tirada: 1d20
Dificultad: 14+
Resultado: 2(+10)=12 (Fracaso) [2]
Motivo: Averiguar intenciones
Tirada: 1d20
Resultado: 14(+2)=16 [14]
Tírate un Sigilo, Enrielle, a ver si Biorn te ve husmeando (está fácil) xD.
Pues sí que me ve, sí. xD
Biornthalar agradeció con un leve gesto la aceptación de la sacerdotisa. Ya se disponía a decir algo más, cuando una humana emergió de entre las sombras desde las que había intentado escuchar su conversación. El qualinesti la observó con tranquilidad, sin mencionar lo que para ella parecía evidente. Comprendía la curiosidad, y también la cautela. Aquel grupo aunaba gentes muy diversas, cuyos deseos y ambiciones sin duda entrarían en conflicto con frecuencia. Era realmente variopinto, algo que facilitaba el que pudiesen aceptarle, aún cuando el color de su túnica podía generar recelos.
- Gracias por aceptarme. - dijo con sincera calma - A las dos. Mi nombre es Biornthalar Adamiel, supongo que ya sabréis que soy el tío de Freya. - se dirigió concretamente a la recién llegada - Confío en que mis dones sean de ayuda en vuestra empresa, siempre que esta no atente contra mis creencias. - alzó una mano, anticipando posibles suspicacias - Juro por Nuitari que no albergo intenciones ocultas. Mi único afán es honrar la memoria de Freya, y proteger el hogar que acoge a quienes amo.
No había pasión en sus palabras, pero su amor por su familia era sincero. Un don extraño entre los túnicas negras, quienes no parecían ser capaces de albergar la magia negra sin que esta acabase impregnando sus almas.
Calentando para otro duelo de pifias. Este era el amistoso xD.
─Eadwald, pongo a los dioses por testigos que si me vuelves a presentar otro caso de gonorrea te pongo a limpiar todas y cada una de las armaduras de la milicia ─le espetó el "que-shu" al sargento de la milicia de Daron.
No obstante, las noticias que traía en esta ocasión el sargento eran de valor muy diferente a las anteriores: Eadwald le contó de la aparición del cadáver del pastor en su cabaña de montaña sin signos de violencia y de la maldición sobrevenida por la familia del terrateniente. Si a eso se unía la "casualidad" de la muerte de la sacerdotisa de Mishakal local y la existencia de un único curandero en Daron, Aelfryd al fin tenía un hilo del que tirar y no tenía tiempo que perder.
─De acuerdo, ahora sí. Debo ausentarme unos días. Traeré ayuda. Sois buena gente y me habéis tratado bien, haré todo lo que esté en mi mano. Permaneced vigilantes y serenos mientras no estoy. Lo último que necesita Daron es que su milicia se sume al caos en vez de controlarlo...
Con estas enigmáticas palabras Blackmoon abandonaba el austero edificio ocupado por la milicia y se reunía con su querida Giltvale para preparar brevemente su partida: unas pocas provisiones, odres cargados y los petrechos del caballo de guerra ligero de la pelirroja. Él disponía ahora de una nueva cabalgadura, un enorme y lustroso caballo de guerra pesado de pelaje negro, una línea blanca de frente a hocico y los cascos también peludos y blancos. "Shirel" dijo, cuando estuvieron preparados y tras la casa que tenían alquilada, apartados de las miradas de los daronianos, y en unos segundos apareció su montura, perfectamente pertrechada.
─La de horas que me hubiera ahorrado en las cuadras si hubiera tenido este objeto ─comentó, socarrón, el ex-caballero.
─Te hubieran hecho cepillar el resto de la cuadra y hubieras acabado igualmente hasta las rodillas en estiércol de caballo ─observó, sagaz, su compañera.
No era una observación errada, dada la dureza con la que siempre le habían tratado en la Orden de la Corona, pero ella la hizo con una sonrisa tranquila, desde el conocimiento y la tranquilidad. Amaba al sufrido caballero que había pasado por todo tipo de maltratos y había salido siempre de ellos con la cabeza alta. Aury no había elegido al caballero de alta cuna y radiante armadura, había escogido al chico de sonrisa sincera, sacrificado y bueno que aspiraba a grandes cosas pero no para él mismo, sino para los suyos. El chico que se ensuciaba las manos y sudaba con los quehaceres domésticos.
─Te ha quedado un mechón fuera de la trenza...
»Lo sé... fú, fuuu ─sopló para apartárselo de la cara para, inmediatamente, optar por colocárselo con la mano detrás de la oreja... o al menos intentarlo─ Me está volviendo loca. Nunca me acabaré de acostumbrar al pelo ─dijo con una gran sonrisa─ Vamos.
Pues salimos de Daron en cuanto tenemos la noticia (¿por la mañana? Cuando me comunique la información el sargento) y nos podemos preparar para un par de días de viaje. Ya dirá el máster cuándo llegamos.