Partida Rol por web

[DM 24/08] Dragonlance - El Camino del Tiempo

Los Páramos Helados de Ergoth del Sur

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17/09/2024, 20:34
Dungeon Master

4 Mishamont 436 AC

Los tres os reunís con las primeras luces del día, con Ailaserenth y Kyliana unidos por su determinación común de recuperar el cuerpo de Enrielle y con el voluntarioso Biornthalar dejándose llevar por motivos que ni él mismo termina de comprender.

El mago silvanesti os conduce de regreso al río helado y, desde allí, es Kyliana quien toma la iniciativa durante un trecho guiada por su oscura deidad. Sin embargo, al cabo de pocas horas conduciéndoos hacia el lugar de la emboscada, deja de percibir la guía de Chemosh.

Con la ayuda de la brújula encantada que siempre señala hacia Palanthas, tratáis de mantener el rumbo en la dirección que llevabais. No os queda más remedio que confiar en que los sensores arcanos que os rodean, conjurados por Ailaserenth, sean capaces de encontrar los cadáveres de Aelfryd y de la legionaria de acero antes de que los agentes de Glacisse regresen a por ellos. Como Biornthalar os ha explicado, pretendían llevárselos como alimento para su ama.

Lleváis caminando tres o cuatro horas cuando Kyliana descubre algo que reluce entre la nieve y que a los demás os había pasado desapercibido. Al acercaros, descubrís que se trata del pomo de una espada semienterrada por las frecuentes nevadas de la región. La espada encantada de Enrielle.

No cejáis en vuestro empeño de excavar la zona con vuestras propias manos hasta encontrar primero a la exploradora y poco después al corpulento Blackmoon, ayudados por las auras que emanan de sus pertenencias mágicas.

- Tiradas (9)

Notas de juego

NOTA: Ailas empieza su jornada "fatigado" y, por la posición de las lunas tiene un -1 a su NL y a la CD para resistir sus conjuros por medio de una TS. Aunque haya intentado traer a su grifo, no habrá podido hacerlo por este motivo.

NOTA 2: Puesto que Kyliana ha tenido éxito localizando el emplazamiento de la emboscada, doy por hecho que os tomáis todo el tiempo del mundo para buscar los cadáveres de vuestros amigos eligiendo 20 en vuestras tiradas de "buscar".

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17/09/2024, 23:23
Ailaserenth Sëlanar

Aunque es una contrariedad no ser capaz de traer conmigo a Shilara, al menos tengo el consuelo de haber sido capaz de traer a Kyliana y al qualinesti hasta la marca arcana que dejé semanas atrás a orillas del río helado. Sinceramente, no las tenía todas conmigo después del accidentado primer intento de regresar a ese lugar.

Sin más remedio que confiar en Kyliana y sin razones para no hacerlo, dejo que nos indique la dirección a seguir antes de tomar el relevo yo mismo al frente de la expedición de rescate, usando para ello la brújula que lady Coryn nos dio cuando estuvimos en el Límite del Glaciar.

Pero incluso con este artefacto mágico en mi poder, debo reconocer que de no haber sido por la oscura sacerdotisa humana jamás hubiera sido capaz de encontrar a Enrielle por mí mismo.

Tengo la sensación de que hemos recorrido mucho más deprisa que ayer la distancia que separaba el río helado de este punto, pero seguramente se debe en gran medida a que hoy me encuentro más descansado que entonces y eso nos ha permitido viajar más deprisa sin tenerme como lastre.

Es un enorme alivio no habernos topado con ningún obstáculo hasta el momento y un alivio aún mayor descubrir que el cuerpo de Enrielle no ha sido arrastrado lejos de aquí para alimentar a ningún dragón hambriento.

No puede decirse ni mucho menos que estemos fuera de peligro y haríamos bien en salir de aquí cuanto antes, pero me resisto a hacerlo sin haber hallado primero mi bastón. Y por eso, comienzo a trazar en la nieve con mi propia espada cuadrantes de búsqueda en torno a los cuerpos hallados.

—No me iré de aquí sin mi báculo de álamo —advierto a la pareja que me acompaña—. Si me ayudáis, seguramente acabaré más rápido, pero sois libres de regresar a la torre si lo preferís.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Cuando haya encontrado el bastón o si soy alertado por mis "ojos arcanos" de la presencia de alguna amenaza, lanzaré "polimorfar" para transformarme en ursoi e incrementar mi fuerza. Como el conjuro me dejará exhausto, mi fuerza pasará a ser solo de 9 a 13. Y con eso, seguramente no podré cargar con Aelfryd, ni con Enrielle.

Igual hemos hecho el viaje para nada, a menos que Kyliana (guiño, guiño, codazo, patada voladora) se digne por una puta vez en su vida a usar en mí uno de esos pergaminos de "restablecimiento menor" que tiene guardados quién sabe para qué. xD

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17/09/2024, 23:47
Biornthalar Adamiel

Biornthalar caminaba por la nieve una vez más, llevado por aquella inercia que parecía no conducir a ningún sitio. Sus pasos en aquel páramo helado eran erráticos, guiados solo por la voluntariosa mano de Chemosh, que, una vez más, no les decepcionó. El patronazgo del dios de la muerte parecía venir acompañado de macabras consecuencias, quizá las deseadas por Él, en su divina sabiduría, pues lo cierto era que el Vendaval sembraba la muerte que acompañaba a su nombre, siendo una fuerza implacable de destrucción, pero no parecía acercarse nunca lo suficiente a su destino.

Encontrar los cadáveres semienterrados por la nieve no era una gran sorpresa en tan adverso clima. El qualinesti no reconocía el lugar de la emboscada, en el que habían caído compañeros y enemigos por doquier. Le costaba imaginar que apenas un día antes había batallado a muerte en aquel lugar contra un grupo tremendamente numeroso. Instintivamente, miró en derredor, oteando posibles amenazas en el horizonte. Aquel territorio hostil era propenso a arrojar todo tipo de amenazas. No obstante, Biornthalar no logró ver nada, quizá cegado por el blanco intenso que lo gobernaba todo y agotaba la vista.

- Para cargar a maese Ailaserenth de vuelta, hube de valerme de una poción que aumentó mis fuerzas. ¿Podríais tal vez solicitar un favor así a Chemosh? De otro modo, no creo que podamos recobrar los cuerpos, aún si los despojamos de sus protecciones.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Anoto el uso pertinente de Resistir energía junto con el cetro de prolongación menor.

No veo Fuerzas de toro en el repertorio de Ailas, espero que Kyliana se ponga alguna, porque de lo contrario todo lo que vamos a poder llevarnos es un dedo amigo para las noches solitarias. Y eso si traéis cuchillo de carnicero xD.

Avisto en busca de peligros. Me quedo ciego :').

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18/09/2024, 09:32
Kyliana de Mem

No tengo pociones para eso, ni tampoco pergaminos, ni los dones que he pedido para mi dios podrán hacerte más fuerte. - Le reveló a Biorn. - No para ti. - Le guiñó un ojo. - Pero creo que podremos regresar con los cuerpos igualmente. 

Kyliana comenzó a ayudar a maese Sëlanar en la búsqueda de su preciado bastón. No obstante, esa no era una de las habilidades en las que Kyliana pudiera destacar más. Quizás se le diera mejor aquello al Túnica Negra, quien ya había demostrado ser muy habilidoso en muy diversos campos.

Voy a desnudar los cadáveres y a amontonar sus pertenencias. - Comentó la sacerdotisa tras una inicial e infructuosa búsqueda. - Yo llevaré a uno de ellos, el otro cuerpo... - Miró a ambos elfos, para descubrir ahora que Ailas volvía a mostrar la apariencia de un ursoi. - Lo llevará él... - Dijo señalando a Ailas. Miró entonces al elfo de cabello oscuro. - Recoge tu todas las pertenencias que puedas. Repartiremos el peso...

- Tiradas (1)

Notas de juego

Lanzaré sobre Ailas un restablecimiento menor, o dos... los que hagan falta.

Sobre Kyliana "poder divino", que me da un bono de +6 a FUE.

Y luego palabra de recuerdo para salir todos de allí y regresar a mi Templo. No tiene fallo de conjuro, por lo que Ailas, déjate llevar...

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18/09/2024, 21:35
Dungeon Master

Encontrar su bastón hubiera sido una tarea prácticamente imposible de acometer para Ailaserenth, de no haber contado con la inestimable ayuda de Biornthalar. E igualmente imposible le hubiera resultado cargar con los cuerpos de sus difuntos compañeros si Kyliana no hubiera restituido sus fuerzas, menguadas por el extenuante ejercicio de transformarse en ursoi.

Con sus fuerzas renovadas e incrementadas por su nueva forma, para el túnica blanca no supone ningún esfuerzo cargar con el corpulento Aelfryd incluso ataviado como está con su vieja armadura completa. Con sus más de tres metros de estatura, lo acuna en uno solo de sus enormes y peludos brazos de oso como si fuera un niño, mientras sostiene su bastón (que apenas parece una varita) en la otra zarpa.

E igualmente sencillo le resulta a la sacerdotisa de Chemosh colgarse al hombro el cuerpo sin vida de Enrielle, contando con la bendición de su dios oscuro para dotarse a sí misma de una fuerza sobrehumana durante poco más de un minuto. No necesita más tiempo, pues le basta lo que dura un parpadeo para teleportaros a todos de vuelta a un lugar que a los demás os resulta desconocido.

Se trata de una oscura y siniestra estancia cuadrada de unos seis metros de lado, en la que el agrandado Ailaserenth debe encogerse para no golpearse la cabeza contra el techo. En el centro, se alza un altar de obsidiana sobre la que descansa una descomunal figura de un cráneo recubierto de oro, alrededor de la cual se han dispuesto pequeñas ofrendas pintorescas: una flecha, un par de anillos, una rodela con una corona grabada, una pila de barro reseco, una pequeña reproducción de un yunque, un sencillo cuenco de madera vacío...

El suelo está cubierto de plumas, sangre y, en el rincón más apartado, podéis distinguir lo que parece ser una montaña de medio metro de altura de huesecillos astillados y amontonados. Solo hay una puerta en esta estancia y os conduce hasta un acogedor dormitorio presidido por una elegante cama con dosel.

La siguiente puerta os conduce hasta un reducido y austero despacho y la última de ellas, hasta el hall de la segunda planta de la Torre del Vendaval. Estáis en casa, habéis recuperado a vuestros amigos perdidos y lo habéis hecho trabajando juntos.

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18/09/2024, 22:13
Ailaserenth Sëlanar

Del mismo modo que me sucedió cuando realizamos una visita guiada al emperador por la fortaleza voladora y descubrí con asombro y horror que había en ella todo un templo dedicado a la Reina Oscura, ahora me horrorizo al descubrir la escalofriante capilla que Kyliana ha construido secretamente en mi torre para honrar a su dios.

Un dios de que, por otro lado, dependemos por entero si pretendemos devolver las almas de nuestros amigos humanos al interior de sus destrozados cuerpos.

Decir que no estoy complacido con el hallazgo sería un eufemismo excesivo incluso para mí. A diferencia de la Dorada, yo sí podría echar abajo todo esto y asegurarme de que la estancia profanada fuera convenientemente purificada. No solo podría, debería hacerlo, pero me siento inclinado a tal cosa ahora que Kyliana y yo estamos empezando a congeniar si no en las formas ni en las motivaciones, al menos sí en los propósitos.

No digo nada, pero mi mirada resulta más elocuente que cualquier reconvención.

Sé bien que Kyliana, con apariencia humana pero corazón de goblin, hará cuanto sea necesario para devolverme a Enrielle. Y sé también que yo no haré preguntas sobre ello.

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19/09/2024, 00:28
Biornthalar Adamiel

La exitosa tarea de recuperación de cuerpos dejó en Biornthalar una cierta sensación de agotamiento, y también de irrealidad. La batalla contra las criaturas que habían matado a lady Flechas y a Blackmoon había sido rápida y mortífera. Su posterior confrontación, cuando el qualinesti había quedado solo en el páramo helado, salvo por sus compañeros caídos, había sido abrupta y cruel, despertando fuerzas dormidas en su interior cuyo oscuro poder el qualinesti procuraba no azuzar en exceso. Ahora, sin embargo, todos ellos estaban de vuelta: unos con vida, y otros sin ella. En algún caso, incluso, la perspectiva parecía ser la del retorno al mundo de los vivos de aquellos que habían caído. La mujer de Blackmoon había dejado clara su negativa a que se reviviese a su marido. ¿Qué sucedería con aquella a la que llamaban Enrielle? Flechas de Muerte exhibía un aura oscura cuando esta se escrutaba, tal vez fruto de la anterior intercesión de Chemosh. Retornar de entre los muertos era una tarea ingrata para un espíritu, que no podía así hallar el merecido descanso. ¿Qué terrible precio habría de pagarse por ello?

Todos esos pensamientos pasaban por la mente de Biornthalar mientras contemplaba el oscuro templo que lady Kyliana había erigido en aquella torre, teóricamente consagrada a la educación de jóvenes túnicas blancas. Le sorprendía que el Cónclave tolerase algo así. Pero no le sorprendía en absoluto aquella peculiar dualidad, tratándose del hogar del Vendaval de Muerte. Aquello era de una innaturalidad tan extrema que difícilmente podía resultar más adecuado a aquella compañía a la que se había unido para tratar de vencer al mal. ¿O tal vez no era ese el cometido final? Por más pasos que daban, no parecían avanzar en ninguna dirección concreta. 

El qualinesti, no obstante, observaba con interés el curso de los acontecimientos. ¿Podría retornar realmente lady Flechas de la muerte? A Biornthalar no le sorprendería, viendo cuantos poderosos dones y regalos exhibía la sacerdotisa.

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19/09/2024, 10:00
Kyliana de Mem

La flecha de Glinthalas, los anillos de la barba de Thorwyn, el escudo de la corona de Lowenhertz, el sello de Briand, el barro que simboliza a Klunurig... - Tomo aire, al hablar del maestro del lodo, el recuerdo afligió su corazón. - La piel de oso de Drey... - Alzó la mirada sin mirar a ningún sitio en concreto. - ...estuvo tan poco con nosotros... - Tragó saliva. - El yunque de Ulfgar. Le echo de menos. - Miró ahora si a Ailas. El Túnica Blanca había trazado una gran amistad con aquel enano. - Un cuenco simboliza a Balgros. La vara de Wylas. Un corazón roto para Freya... - Cerró los ojos y apretó los puños. - Todavía es muy reciente... - Un repentino mareo provocó que casi perdiera el equilbrio y tuvo que sostenerse contra una columna. - Y la balanza representa a Lady Corynn... era equilibrio...

Dicho aquello se alejó unos pasos del altar que había dedicado a los miembros caídos del Vendabal de Muerte. Los echaba a todos de menos. A algunos más que a otros, pero en definitiva, todos fueron parte importante de su vida y los consideraba parte de su familia. La Senda era peligrosa y mortífera. Ella misma había estado al otro lado. Murió años atrás, pero su espíritu vengativo no quiso abandonar al Vendabal. Esa era su condena.  ¿Había sido Chemosh, ya por ese entonces quien había impedido su partida? ¿Desde hacía cuanto tiempo el dios de la Muerte guiaba sus pasos? ¿Y si volvía a morir podría al fin descansar o su alma se negaría a abandonar Krynn?

Voy a tratar de devolverlos a la vida. - Les dijo entonces a los dos elfos, que perturbados por lo que acababan de descubrir en el interior de aquella Torre, observaban atónitos a su alrededor. - Todo dependerá de si quieren regresar y de que el sacrificio que me pide a cambio mi dios patrón sea realizable. Mi cuerpo se consume a medida que avanzan las lunas y mis energías no son infinitas. 

Kyliana dispueso los cuerpos frente al altar de Chemosh y acarició sus rostros con inusitada dulzura. Estaban realmete helados, pero totalmente incorrputos por la acción del intenso frío al que habían estado sometidos.  Una lágirma recorrió su mejilla derecha, siendo automatícamente borrada por la manga de su túnica. No podía romperse de nuevo, pues tenía una gran tarea por delante. Miró entonces a Ailaserenth.

Se ve muy resentida a Aury. No sé como se tomará ver a su marido caminando de nuevo entre los vivos... - Dejó caer esperando que el sabío silvanesti obrara en consecuencia. Él sabría arreglárselas. No tenía dudas.

Ahora sí, esperó a que los dos elfos, el blanco y el negro, abandonasen su templo, pues la ceremonia que iba a tener lugar no era apta para todos los públicos y sin duda alguna, Ailas no querría estar presente cuando comenzasen los ritos. Quizás Biornthalar si, pero eso era algo que debía decidir él y por ello le dejaría tiempo para decidir si quedarse o marcharse.

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19/09/2024, 20:56
Ailaserenth Sëlanar
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Todavía con el cuerpo de Solanthian en brazos, abandono este siniestro santuario y me dispongo a entrevistarme con la compañera del solámnico. No tengo que ir muy lejos para llegar hasta su dormitorio, puesto que se encuentra en la misma planta que los aposentos de Kyliana, puerta con puerta.

Deposito delicadamente el cuerpo en el suelo del recibidor y regreso a mi forma élfica antes de llamar respetuosamente y esperar a que la Dorada salga a recibirme o me invite a entrar. Siento una gran consideración por la privacidad propia y la ajena y precisamente por eso solo Agapanto y los ocupantes de cada estancia tienen las llaves para acceder a su interior. Aun en mi propia torre.

—He recuperado para ti el cadáver de Solanthian —le digo sin rodeos en cuanto la tengo delante—. Él merecía algo más que pudrirse olvidado a la intemperie. Fue tuyo en vida y ahora es tuyo también en la muerte. No pude salvarlo, pero sí he podido traértelo de vuelta para que tengas ocasión de llorarle y darle un funeral digno de él. Yo apenas le conocía, pero estoy convencido de que tú sabrás cumplir sus últimas voluntades mejor que nadie. Para el resto del mundo, murió en Herida del Alma y sospecho que también murió por dentro al tener que renunciar a todo lo que había sido hasta entonces. Ahora también está muerto para ti y para mí. Los humanos tienen vidas efímeras y se extinguen como chispas. Estoy convencido de que siempre supiste que algún día él moriría mientras que tú le sobrevivirías cientos de años, tal vez miles, pero igualmente lamento tu dolor por su pérdida. No te ofenderé diciendo que sé cómo te sientes, pues eso solo tú puedes saberlo. Solo te diré que, por lo que a mí respecta, no hay razones para que abandones estos aposentos mientras no desees hacerlo. Aquí siempre serás bienvenida.

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19/09/2024, 21:42
Valev

Todavía con el cuerpo de Aelfryd en sus enormes brazos de oso, Ailaserenth abandona la capilla sin decir palabra, dejándoos a los dos en compañía de la difunta Enrielle.

En la capilla no hay ninguna fuente de luz visible, pero siempre reina en su interior la penumbra aterciopelada de los primeros compases del anochecer.

Kyliana dispone el cadáver de la legionaria de Acero en el suelo y, como atraída por su presencia, una figura siniestra emerge arrastrándose desde debajo del altar. Macilenta y relamiéndose, la criatura que una vez fue un hombre se acerca hasta la inerte Erielle y se une a las caricias que la sacerdotisa de Chemosh le prodiga.

—Ah, por fin me has traído algo digno de mi apetito insaciable. Ya temía que me hubieras traído otra gallina. Dime, ama, ¿cuál de los dos mitigará mi angustiosa voracidad, la mujer helada o este elfo jugoso y bien cebado? Debes desear algo importante si me traes tan apetitosos presentes.

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19/09/2024, 22:29
Laurianna (Giltvale)

La mujer que vio el silvanesti tumbada en su cama, abrazada a la almohada de su difunto marido, distaba mucho de la portentosa humana de gran belleza que había visto ya con dos formas. Ya solámnica, ya que-shu, aquella que conocían como Aury portaba sus aspectos humanoides con gracia y estilo, impregnándolos con su gran personalidad ya fuera consciente o inconscientemente. Sin embargo, la mujer que en aquel instante vio Ailaserenth tenía los ojos rojos de llorar, el pelo revuelto y el ánimo por los suelos. Pero aquella visión no duró. Al notar la presencia del arcanista Aury respiró profundamente para recuperar la compostura, consiguiéndolo en gran medida. Se incorporó hasta sentarse al borde de la cama, se recolocó la ropa y se puso en pie para hablar con él.

─Os agradezco, maestro Sëlanar, todo el esfuerzo que habéis realizado para devolverme el cuerpo de mi marido. Su apellido, Solanthian, era más un castigo que una familia de la que enorgullecerse. Descendía de invasores nerakanos, de los únicos que consiguieron tomar para sí Solanthus, ¿lo sabíais? Su apellido no le causó más que dolor y dificultades, a él y a su padre. Pero su antepasado perseveró y se quedó en la ciudad cuando las tierras volvieron a cambiar de dueño. Pese a todo su padre logró entrar en las Órdenes de caballería. Él logró entrar y medrar en las Órdenes. Él, que era descendiente de invasores. Aelfryd, mi dulce caballero, no guardaba rencor por su vida de infortunios. Adoptó su Código y su Medida y les dio clases sobre cómo vivir con ellos. Era mejor que ellos, sin duda. Lo era... ─dijo la mujer de aspecto que-shu─ Le llevaré, llevaré su cuerpo, al lugar donde le conocí. Allí fuimos felices durante un tiempo. Un breve instante, un parpadeo. ¡Maldita sea una y mil veces la vida efímera de los humanos! Nunca debí enamorarme de uno, lo supe desde el principio. Y, sin embargo, lo hice irremediablemente. Sabed, elfo, que los humanos, algunos de ellos al menos, son portentosos. Esa inevitable brevedad suya, esa perseverancia contra todo lo racional, ese borrón insignificante que suponen en la historia, pueden hacer que brillen con tal fuerza que nos cieguen, nos arrastren a la locura de sus vidas, tan intensas como cortas. Tan cortas... ─Aury tomó aire una vez más antes de continuar─ Sin él mi presencia aquí carece de sentido. Tomaré su cuerpo y le daré sepultura. Tal vez algún día volvamos a vernos. Si así fuera recordaré este gesto, tenéis un corazón amable y justo.

Podría haber hablado de la mortífera plaga, del inestable emperador solámnico, de las evidentes señales de encaprichamiento del elfo por la humana arquera, de las terribles consecuencias que se auguraban de traerla de vuelta por intercesión de un dios oscuro ─un simple préstamo que sin duda costaría muy caro y poco bien haría─ o de la inaceptable presencia de un santuario a Chemosh en su torre... pero no dijo nada. Ailaserenth era demasiado inteligente para no haberse dado cuenta de todo ello y, sin embargo, continuaba adelante. No sería ella la que le descubriera tales ideas, menos aún quien pudiera hacerle rectificar. Como siempre había buenas y malas decisiones... y consecuencias. Y uno aprende más de los errores que de los aciertos. Aunque se enorgullezca sólo de los últimos.

Un simple cabeceo en señal de reconocimiento dio por terminada la conversación. Poco después la mujer que-shu iría a buscar el cuerpo de su difunto esposo, ahora de nuevo un caballero de Solamnia al menos en aspecto, y se lo llevaría cargándolo en su caballo. Pronto desaparecería sin mirar hacia atrás.

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19/09/2024, 22:51
Biornthalar Adamiel

Biornthalar contemplaba aquel altar con genuina curiosidad. El lugar era oscuro, como correspondía a un culto al dios de la muerte. Le sorprendieron las referencias a numerosas personas que, parecía ser, habían formado parte del Vendaval de Muerte en el pasado. La mención a su sobrina Freya atrajo su atención, aunque no alcanzó a identificar el objeto que la representaba. Por un momento, el qualinesti había esperado hallar allí el estoque de su primo, el cual le fue entregado a Freya como regalo. Su familia ansiaba recuperarlo, pero no era esta una prioridad para Biornthalar. Pese a no reconocer el objeto en cuestión, para el túnica negra supuso un extraño alivio constatar que la memoria de su sobrina seguía presente en la guía espiritual de aquel grupo.

Aquel era un espacio privado de la sacerdotisa, y maese Ailaserenth no tardó en abandonarlo, haciendo oídos sordos al clamor que aquello parecía ser contra sus principios. Biornthalar, sin embargo, no se dio tanta prisa.

- Si os parece bien, lady Kyliana, me gustaría contemplar el ritual.

Había leído en numerosos tratados sobre la inaccesible magia resurrectora. Un don para el cual existían rituales, pero que rara vez se había podido ejecutar con éxito, salvo creando en el proceso extraños engendros. Ya había podido comprobar que el aura de la propia lady Kyliana compartía espacio con el plano negativo, y también, sospechaba, lo hacía la propia lady Flechas de Muerte. Todo aquello podía ser fruto de haber retornado de entre los muertos, o del servicio oscuro a Chemosh. Biornthalar sólo podía especular con las causas, pero las observaciones eran incuestionables.

Fue al poco de decir esto, cuando apareció una nueva figura de entre las sombras. Aquel hombre parecía haber sido corrompido por la descomposición que sigue a la muerte, pese a moverse, caminar y hablar como lo haría cualquier humano vivo. El qualinesti pudo sentir su mirada hambrienta, pero no alteró su rostro ni se apartó, aún cuando una cierta repulsión se formaba en su pecho. No tenía otra pretensión que observar el ritual sin interferir en él. Naturalmente, tampoco pretendía servir como ofrenda. Pero sospechaba que no sería el caso...

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21/09/2024, 19:05
Kyliana de Mem

- No son para ti. - Le dijo con el semblante imperturbable y con voz firme pero sin elevarla demasiado.

El ser, que alguna vez había sido hombre, se estremeció. El hambre en sus ojos se tornó en frustración, y su cuerpo macilento se retorció. Su mano temblorosa intentó alcanzar a Enrielle, pero un leve movimiento de la sacerdotisa lo detuvo. Kyliana ni siquiera necesitaba alzar la voz, pues la autoridad en su postura bastó para detenerlo. La criatura, arrastrándose de nuevo a una distancia segura, soltó un gruñido.

Kyliana entendió que el hambre que sentía Valev, quizás podría ser por una vez saciada con el cuerpo helado de Enrielle o bien devorando vivo a Biornthalar, pero no sería ese el destino de ninguno de los dos. Tendría que seguir conformándose con alimañas y gallinas. Al menos por el momento.

- Tú no decidirás el destino de estos cuerpos, ni siquiera probarás su carne. - Afirmó implacable. 

Con un último suspiro de derrota, la criatura retrocedió más allá del altar, hundiéndose de nuevo en las sombras de donde había surgido, sus esperanzas de festín frustradas. Kyliana entonces giró con lentitud la cabeza hacia Biornthalar. 

- Observar, ¿eh? - La voz de Kyliana sono sibilina entre las sombras, como si fuera la voz de una serpiente. - Supongo que en tus numerosos tratados no has hallado la diferencia entre observar y comprender. - Hizo una pausa, y su mirada se endureció. - Lo que estás a punto de presenciar no es un simple espectáculo ni una curiosidad académica. Los misterios de Chemosh no son para satisfacer las ansias de un estudioso, sino para retorcer la misma esencia de la vida y la muerte.

Kyliana, sin apartar la vista del cadáver, comenzó a murmurar palabras antiguas, preparando el verdadero propósito para el cuerpo, un ritual que trascendía lo físico y que con la connivencia de Chemosh, serviría para devolver a la vida una vez más a su querida Flechas de Muerte. El aire en la capilla pareció volverse denso, como si el mismo espacio se resistiera a las palabras que se pronunciaban. El altar tembló levemente, y las velas, invisibles hasta ese momento, comenzaron a arder con una llama  verdosa, proyectando sombras distorsionadas que danzaban de forma antinatural en las paredes del Templo.

Kyliana se inclinó sobre el cuerpo inerte de Enrielle, extendiendo sus manos con una lentitud calculada, como si acariciara el fino velo que separa la vida de la muerte y las sombras de la capilla parecían intensificarse. Sus dedos, pálidos y largos, comenzaron a trazar patrones sobre el pecho de la legionaria de Acero, dibujando símbolos oscuros que apenas se distinguían en la penumbra. 

- ¡Oh Chemosh, Señor del Fin Ineludible, escucha mi llamada! - Murmuró con una reverencia. - ¡Que la frontera entre el plano de los vivos y los muertos se abra a mi voluntad, y que el alma de esta guerrera regrese desde la oscuridad para cumplir mi propósito, que es el tuyo! - Kyliana colocó sus manos sobre el corazón de Enrielle, y de entre sus labios salió un cántico más oscuro, una melodía imposible de recordar.

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21/09/2024, 21:44
Chemosh

Las velas se apagan tan repentinamente como se han encendido y la penumbra perpetua de tu santuario se convierte en una oscuridad impenetrable. Enrielle, Biornthalas, Valev e incluso la mismísima capilla desaparecen y te encuentras flotando en el vacío más absoluto.

—Yo siempre escucho tu llamada, querida míate asegura la aterciopelada negrura, acariciadora, sonando directamente en tu cabeza. Y también conozco tus pensamientos secretos y tus anhelos más profundos. El corazón de tu amiga está helado y muerto y no volverá a latir, a menos que lo animes con tu propio y ardiente corazón.

De repente, notas una punzada de frío en tu pecho tan extremo, que sientes como si un cristal helado se estuviera clavando bajo en tu carne a través de las costillas. Sin embargo, al dirigir tu mano hacia allí a tientas, lo que notas es el tacto agradablemente cálido del cristal encantado que decora tu coraza. Por imposible que resulte, tienes la sensación de que la joya late entre tus dedos.

—Arráncale su corazón sin vida y reemplázalo por este, rebosante de la tuya. Que tu siervo vele su cadáver durante siete noches, hasta que Nuitari esté llena. Solo entonces podrás regresar a mi santuario y descubrirla de vuelta. Pero, te lo advierto, tendrá un coste...

No tienes ocasión de preguntar por su precio antes de que las velas se enciendan de nuevo y te encuentres de regreso en el santuario. Allí está Enrielle y también Biornthalas, mirándote como si nada hubiera ocurrido, esperando que obres tu prodigio.

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21/09/2024, 22:23
Chemosh

El río de los muertos te arrastra en su helada y pavorosa corriente. Buscas entre los rostros fantasmales que se apiñan a tu alrededor a los que conociste en vida: a Lowenherz, a Thorwyn, a Ulfgar, a Freya, a Lluvia Estelar, a Klunurig... Todos los viejos amigos que han partido del mundo de los vivos antes que tú. No los encuentras, pero tal cosa no es de extrañar teniendo en cuenta el número ingente de almas goblins, bakali, humanas y de toda índole que te rodean. Cada una de ellas como una gota en el impetuoso y sobrecogedor río.

Flotando en mitad de este río descubres una solitaria embarcación que lo navega. Tu alma, arrastrada por el resto de almas, pasa junto a ella y una blanca mano tira de ti hacia la cubierta.

Al alzar la mirada descubres un hombre de edad indeterminada. Tiene un rostro apuesto, con un hoyuelo en el mentón, mandíbula cuadrada, nariz aquilina, pómulos prominentes y frente plana. Lleva largo el negro cabello y los mechones lustrosos se rizan en los hombros y le cuelgan por la espalda. La piel es tan pálida que parecía no tener sangre. Ni los labios ni las mejilla tienen color, mientras que los ojos son tan oscuros como la primera noche de la creación.

Viste de riguroso luto, con ropas lujosas que denotan opulencia. La casaca de terciopelo negro, ajustada a la cintura, le llega a las rodillas y está ribeteada con plata en las mangas y en el dobladillo del faldón. Las polainas, también negras, le llegan justo debajo de las rodillas y están adornadas con cintas del mismo color. Y negras son también las medias de seda, las elegantes botas con hebillas de plata y la camisa con chorreras de puntilla en la pechera y las bocamangas.

—Tú eres la pequeña Enrielle —no es una pregunta, sino una afirmación sonriete y su voz es como una caricia aterciopelada—. La niñita soñadora de Fair Meadows, la heroína incógnita de la Legión de Acero, la temible Flechas de Muerte. O lo eras, porque ahora no eres nada.

Intentas responder pero no consigues que salga ningún sonido de tu garganta, como en una pesadilla.

—Ciertamente has sido toda una asesina —pese al contenido acusatorio de sus palabras, la sonriente expresión de su rostro resulta contradictoria—. Y ahora te aguarda una eternidad en el Abismo, deseando haber nacida muerta.

Con la mitad del cuerpo colgando de la embarcación, intentas huir, mezclarte entre los muertos que te rodean, pero no te mueves ni un ápice. A tu alrededor, los espíritus se apartan como si fueras una roca anclada en mitad de su río. De algún modo sienten que estás condenada y no quieren ser arrastrados accidentalmente a tu mismo destino.

—Es una lástima porque, aun sin saberlo, me has servido bien. ¿No deseas seguir haciéndolo ahora que sabes a qué propósito sirves? No has muerto una, sino dos veces. Pero yo podría concederte la inmortalidad si tú la quisieras. Nunca más tendrías que temer a la vejez, ni a la condena eterna que te aguarda. Solo yo puedo salvarte y a cambio no pido más que tu amor.

»Estoy cansado de que me teman. Hombres y mujeres en el filo de sus vidas sollozando por que les conceda unas semanas más de vida, unos días, apenas unas horas. Ambiciosos nigromantes se postran ante mí codiciando el poder sobre la vida y la muerte que solo yo puedo otorgarles. Ancianos y temblorosos archimagos me suplican para que les conceda la inmortalidad y evitar así que todos sus conocimientos se marchiten y se los lleve el viento como las hojas de los árboles en otoño.

»No, no deseo ser temido. Deseo ser amado por seguidores que no teman frecuentar mis templos a plena luz del día, ni proclamar que están orgullosos de servirme. Y deseo también corresponder merecidamente ese amor. Te daré una fuerza como nunca has tenido, una agilidad como no pueden soñar los mortales y una belleza que conmoverá los corazones. Eso quiero para aquellos que me siguen libremente, henchidos de amor sincero hacia mí: poder y belleza —sus blancas manos te alzan del río de los muertos como si no pesaras nada, acercándote a su rostro—. Ven, querida niña, bésame.

Cierras los ojos y obedeces, fantaseando con que este apuesto y encantador hombre ultraterreno te llevará con él en su embarcación hasta el final de la vida de las estrellas.

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21/09/2024, 22:17
Kyliana de Mem

- Volverá... - Dijo Kyliana realmente asustada. - Su retorno se cobrará un precio. - Suspiró con las manos temblorosas. - En tres noches, cuando Nuitari esté llena, ella regresará y sabremos el coste de los dones de mi dios patrón... 

Kyliana retrocedió un paso, su respiración agitada, y por primera vez, su habitual máscara de calma impenetrable pareció agrietarse. Sus manos temblaban y sus ojos, normalmente llenos de una fría confianza, ahora se desviaban hacia el cuerpo inerte de Enrielle.

- Volverá...Murmuró de nuevo, aunque esta vez con un hilo de voz.

Las palabras escaparon de sus labios como un presagio funesto, cargadas de una certeza ineludible. La sacerdotisa bajó la mirada, sus manos temblorosas apenas rozando los símbolos oscuros que había trazado momentos antes. El cadáver helado yacía inmóvil bajo ella. La sacerdotisa alzó una mano temblorosa, cerrando los ojos un instante antes de extraer de su manto un objeto envuelto en tela oscura: un corazón, palpitante, aunque no de carne. Este órgano oscuro emanaba una energía tenebrosa, como si el latido que surgía de él resonara en un plano más allá de lo visible, conectado al alma misma de Kyliana.

- Arráncale su corazón sin vida y reemplázalo por este, rebosante de la tuya. - Susurró Kyliana, sus palabras cargadas de poder y advertencia.

Sin vacilar más, la sacerdotisa se arrodilló junto al cuerpo de Enrielle. Sus dedos largos, fríos como el mármol, rozaron el pecho de la legionaria y con un simple gesto de sus manos, la piel de Enrielle se abrió, pero no sangró. Un frío intenso emanó del corte y con suma precisión, Kyliana introdujo sus dedos hasta alcanzar el corazón de Enrielle. De un tirón firme pero delicado, lo extrajo de la cavidad vacía. El órgano, seco y marchito, cayó al suelo sin emitir sonido alguno, sin vida.

Kyliana apenas le prestó atención al corazón muerto mientras lo reemplazaba rápidamente con el corazón oscuro y palpitante que sostenía en su otra mano. Al introducirlo en el pecho abierto de Enrielle, un leve temblor recorrió el cadáver, como si el cuerpo rechazara inicialmente el nuevo órgano. Pero entonces el oscuro corazón comenzó a latir, lentamente.

- Velarás el cadáver durante siete noches, hasta que Nuitari esté llena. - Le ordenó Kyliana a Valev, todavía oculto en la sombra.

El corazón oscuro dentro del pecho de Enrielle continuaba latiendo, lento pero constante. Valev se inclinó sobre ella acariciando con sus mortecinas el cadáver. Kyliana se apartó, alejándose de la escena y tocó el hombro del Túnica Negra indicándole que era el momento de abandonar el Templo.

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22/09/2024, 08:57
Enrielle "Flechas de Muerte"

El beso fue tan arrebatador que Enrielle sintió que recibirlo había sido el verdadero propósito de toda su vida. Toda su vida había caminado hacia él sin saberlo. Toda la muerte que había traído al mundo en nombre del bien en el fondo había sido por él, aunque ni lo hubiera sospechado remotamente. Cada uno de ellos un bello y macabro regalo. Alguno con un inolvidable rostro atravesado por sus flechas, como si del lazo que lo adornase se tratase.

Aún así, una parte de su alma de revolvió, arisca. ¿La vida eterna no iba en contra del orden natural? ¿Qué tendría que pagar realmente por ello? Aquella pequeña parte de Enrielle dudaba que el precio a pagar sólo fuera el amor. ¿No sería una condena peor que la que le esperaba en el Abismo? Aquello no podía estar bien...

Pero la voz crítica que siempre la había hecho rebelarse ante la injusticia y arriesgar su vida por hacer lo que creía correcto se fue silenciando con aquel beso hasta que dejó de existir, y Enrielle se abandonó al beso. Fugazmente llegó a ella el recuerdo lejano de la que había sido su mejor amiga en vida. Kyliana, la que como una alcahueta desde siempre había propiciado aquella unión que, por otro lado, en realidad siempre había sido inevitable.

—Me entrego a vos en toda mi alma.— susurró, o puede que sólo creyera hacerlo.— A vos y a nadie más, mi señor.

Notas de juego