-La Dama Dwama tiene razón, es una estupidez separarse ahora, la bestia podria aprovechar para emboscarnos, y le facilitariamos el trabajo, que el pequeño explorador siga el rastro hasta donde pueda, cuanod no tengamos más remedio nos separaremos para cubrir más terreno.-
Tras mis palabras me acerco al Conde -Sir Godofredo, esta pobre alma ya no tiene salvación, ahora no es el momento ni el lugar para darle sepultura, sugiero que algunos de los aldeanos lo lleven de vuelta a la villa y alli lo preparen para los ritos funerarios oportunos, nosotros tenemos una bestia que exterminar-
Tras esto me dirijo a los aldeanos que aun quedan allí -Los que no se vean capaces de llevar a cabo esta tarea que recojan los restos de este hombre y los lleven de vuelta a la villa, pero aquellos que sean de corazon valiente y quieran proteger sus tierra y las vidas de sus aldeanos y vecinos, os invito a venir con nosotros.
Tirada oculta
Motivo: CONVENCER ALDEANOS
Tirada: 1d20
Resultado: 13(+3)=16
Tirada oculta
Motivo: CONVENCER ALDEANOS
Tirada: 1d20
Resultado: 5(+3)=8
Intento usar mi diplomacia para convencer a los aldeanos que pueda para que se nos unan.
-¡Chitón, bellaco!. No te atrevas a interponerte en asuntos que no te conciernen- espetó severo levantando el dedo índice hacia el cielo en dirección a su compañero.
-Aqueste pobre diablo merece recibir santo descanso igual que lo merecería cualquiera de nos. Te recomiendo que no te tomes a la ligera aquestos asuntos. Al menos no delante mía, pardiez.
Todos conocían de sobra a Godofredo como para saber que aquello tenía poco de amenaza o de regaño. Simplemente solía mostrarse intransigente en aquel tipo de asuntos.
Los aldeanos ya tenían pensado cargar con los restos de Ismail hasta Viecas. Que fueran unos cobardes, no implicaba que fueran unos desalmados. Por desgracia, todo intento por convencer a alguno de ellos para que permaneciera junto al grupo de caza, fue del todo infructuoso. Fuera como fuera, eran ocho personas para cazar un lobo. Deberían ser suficientes... Y así, sin más, se internaron en el encinar.
Seguimos en el capítulo 1.