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Y así fue como el Conde Godofredo de Miramonte y la dama enana Dwama comprobaron como la fama que Gendrew tenía de buen cocinero le hacía justicia. Desde luego, si había boda y el banquete era a cargo de aquel hombre, los invitados quedarían satisfechos.

Mientras tanto, el pobre DelCojon se marchó blasfemando y perdiéndose aquel convite que bien se había ganado como su señor a cómo Dwama. Se hubiera quejado amargamente, pero bien sabía que de haberlo hecho, su amo le hubiera respondido con una frase que bien conocía: "Chitón bellaco, yo mando y tú obedeces. Al menos será así mientras yo siga siendo conde y tú sigas siendo siervo".

El Abad se mostró escandalizado saber que la boda debería posponerse y Lachard entró en cólera al saber que su prometido había emprendido una "búsqueda inaplazable", como el mismo la denomino a través de una carta entregada por un mensajero. Mejor era no enfrentarse cara a cara con una mujer como aquella y menos sin saber si todo lo contado por Andolyn era cierto o falso. 

Fue así como el Conde Godofredo, su siervo DelCojon y la dama Dwama, se embarcaron en una nueva aventura, la cual no va a ser contada ni aquí, ni ahora, pero la cual, sin duda es digna de escuchar y ser narrada. 

- FIN -