Partida Rol por web

Habían acabado con los dos demonios, y aquel desagradecido que de alguna manera estaba unido a un pobre caballo, se fue con amenazas. No lo entendía, menudo cabrón.-No nos des las gracias no, te tenían que haber jodido bien esos elfos del demonio.-

Luego llego el reparto de beneficios, que bueno 6 moneditas de oro. No era rico, pero desde luego que era un buen comienzo. Ya se veía rodeado de churris, que bien que lo iba a pasar cuando volviesen. Serían unos héroes y de los ricos, de los que atraen manadas de chicas a sus brazos.

Tan metido estaba en sus ensoñaciones, que a penas se dio cuenta de que estaban preparando allí mismo su campamento, usando como combustible los cuerpos de aquellos elfos víctimas de la moda. Así que se puso a ayudar a sus compañeros, aunque como nadie había pensado en ello, de hecho ese podía ser uno de sus problemas, allí parecía que nadie pensaba. Tenían un pequeño problema de logística.-Pues comida para el viaje, yo no he traído, y no parece que vosotros os hayáis acordado. Así que podemos probar el sabor de elfo a la barbacoa, tal vez una vez muertos y asados sean de alguna utilidad.-Y preparo unas ramitas con trocitos de elfo con ayuda de sus cuchillos, habría para todos, a modo de brochetas elf fashion. Lo peor que les podía pasar es que no les gustase, pero tal vez era aun peor tener la tripa vacía, o no, que capaz que les diese dolor de tripita.

El centauro estaba huyendo y Panza estaba seguro de que él y sus hachas habían sido la causa. Al terminar la batalla comenzó a golpearse el pecho como un gorila, haciendo ruido con el choque entre sus hachas y la cota de malla. Fue un espectáculo, si hasta en un momento se le dio por aullar. Y eso que en realidad era el único que realmente no había combatido. Pero seguro sus compañeros lo habían visto en su amenazante carrera contra el centauro. 

Una vez terminada la batalla, solo había una cosa en su cabeza: comida. Deberían llenar sus barrigas cuanto antes, antes de que estas comenzaran a rugir. 

Viendo que Babo tomó la iniciativa con el asado de elfo. Panza lo acompañó y se quedo cerca de la hoguera ansioso de probar lo que anticipaba ser un manjar. 

Los hemos jodido bien jodidos, verdad? - les dijo a sus compañeros. - Ya tengo mi primer historia que contar cuando regrese. Esto ha comenzado muy muy bien. 

Mongui estaba ocupada dando golpecitos con el bastón al cadaver del elfo hasta que lo llevaron a la hoguera. Ella tenía raciones, pero nunca había probado la carne de elfo. O quizás sí, pero no se acordaba. En todo caso, la oreja del elfo olía estupendamente. El sol estaba cayendo y pronto llegaría la noche. La kobold se frotó los ojos. Le dolían de estar tanto tiempo al sol y no entendía porque sus compañeros insistían en caminar a plena luz del día y así se lo dijo. Claro, que el resto solo oían gorgojeos y pequeños rugidos mientras señalaba al sol poniendo mala cara y luego a la luna, que ya había asomado, sonriendo y dando palmas. 

¿Elfo a la estaca? Qué delicatessen ​​​​​.

- A esa carne le falta una buena guarnición : una ensalada de cuerno de unicornio con aguacate y rucula. Pero está rica, no obstante. 

Y Lodo come con gusto, feliz después de un duro día de trabajo. 

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Aquel inicio de viaje terminó con una fiesta improvisada: un bonito claro del bosque, fuera de miradas indeseables, un pequeño banquete improvisado y un grupo de aventureros con una misión épica en su cabeza.

La noche transcurrió sin percance alguno y todos pudisteis descansar.

Os despertasteis listos y con energías renovadas.