Partida Rol por web

Aquello no parecía real, una broma macabra cuanto menos. Después de todo lo que habían sufrido y luchado en tan poco tiempo, cuando por fin se acababa, terminó con un espléndido final mientras observaba como el último ogro caía contra su hogar arrasándolo todo. Los cadáveres que allí esperaban, sus herramientas de trabajo, libros y toda su vida acababas de ser aplastados en cuestión de segundos.

Los gritos de Tatyana le hicieron fijar su atención en ella pero no dijo nada, tenía su propia dosis de enfado que no quería expulsar pues temía como acabaría aquello. Apretó sus puños pegados a su cuerpo, serio e impasible mientras se dirigía hacia su casa. Su intención hubiera sido buscar a Jarman pero tenía otra prioridad en aquel momento. Se acercó a las ruinas de su hogar y se quedó delante, observando el estropicio durante unos minutos antes de decidirse a mover algún escombro para comprobar si podía salvar algo.

Todos habían perdido algo ese día pero ahora incluso carecía de herramientas para ayudar a los heridos de manera más eficaz.

Hilda sonrie al ver que su plan había funcionado mejor de lo que pensó, aunque ese Ogro cayendo sobre la casa de Derek era algo que no se esperaba. Al recibir las felicitaciones de Kara se alejó de ella encaminandose hasta los restos de los soldados que servían de festín a los Ogros, se llevo la mano a la boca del asco que le daba y se giró encarándose a Camorra. 

-¿Y si estas personas hubiesen sido alguno de nuestros vecinos? ¡Somos Granjeros, no soldados!... No entiendo como piensas que esto estuvo bien- Le dedicó una mirada asesina a Rambert cuando éste empezo a hablar -¡Acaso no te diste cuenta que los únicos que intentamos solucionar este lio fuimos nosotros!... Imagino que no lo viste porque tenias la cabeza metida en el culo escondido como una vil rata... Solo escupes veneno, víbora- Escupe al suelo -Me das asco...-

Sus emociones la habían sobrepasado, respiraba agitaba de nuevo ante la situación y para calmarse no encontró mas solución que ayudar a Liselot a recoger el tributo que estaba desperdigado por el suelo. Las declaraciones de Tatyana la sorprendieron de nuevo, "La Muda" estaba llena de sorpresas, ya no quedaba nada de esa niña retraída y callada que desbordaba tranquilidad, esa mujer no dudaba a la hora de quitar una vida, ya sumaba 2 a su conteo personal del día. La Niña Gigante esperó a ver como reaccionaba el pueblo ante tales declaraciones y en cuanto tuvo oportunidad les indicó a Liselot, Tatyana y Derek que tenía que hablar con ellos luego. 

Kara y Rambert observan el descargo de Tatyana e Hilda. Kara no se muestra arrepentida en lo más mínimo. Rambert le dirige miradas venenosas a las dos y hace algunos comentarios venenosos por lo bajo. Muchos aldeanos, que están viendo la escena, insultan a Kara a los gritos, tratándola de demente, rebelde, idiota o todo a la vez. Kara responde enseñándoles los dientes y haciendo gestos de que se acerquen a decírselo en la cara.

Entonces llega la revelación de Tatyana... mató al recaudador. Los insultos viran hacia ella: demente, rebelde, idiota.

—¡¿Al recaudador?! ¡¿AL RECAUDADOR?¡ ¡NOS HAS CONDENADO, MUDA ESTÚPIDA!

—¡Asesina, matadora!

—¡Yo sabía que tenías la mente perversa y retorcida, asesina!

Algunos aldeanos están furiosos con ella. Los que no están furiosos están asustados. Corren los murmullos: ¿qué hará la Vizcondesa ahora? No solo se cargaron a su recaudador, también impidieron que se recoja el tributo. Un escalofrío eriza las pieles de los habitantes de Wickland. Los que pagaron el tributo se meten entre los carromatos a buscar lo que les corresponde. Muy pronto la gente, llena de terror, comienza a dispersarse. Saben que cuando las noticias lleguen a oídos de la Vizcondesa, habrá represalias, y nadie quiere estar en el camino de Marlene von Wick.

—Con que al recaudador, ¿eh, Muda? —le sonríe—. Por más que grites, llores y patalees, parece que estamos del mismo lado. Si es que al final tú eres más Camorra que yo.

Kara agarra una manzana de un carromato y la muerde.

—Que venga la puta de la Vizcondesa, si se anima. Yo voy a estar en mi casa, rodeada de mosquetes y hachas, y que intente sacarme.

Se da la vuelta y se marcha.

—Mataste al... al... recaudador... a... Herr Walt... —Rambert sacude la cabeza; no da crédito a la confesión de Tatyana—. Espero que la misma valentía que habéis demostrado para destrozar la aldea y matar al recaudador la mostréis cuando venga la Vizcondesa a buscar a los culpables. Dañinas, maléficas, asesinas...

Y Rambert se marcha a su casa, rodeado por sus matones. Quedáis solos, entre el caos, los muertos y las llamas que ya empiezan a extinguirse.