Las chicas estuvieron un mes de un lado para otro, en ocasiones durmiendo en alguna posada, en otras en graneros que algún humilde campesino les dejaba para poder resguardarse del frío y otras, cuando la noche no era muy fría y era necesario, dormían en el bosque.
Liselot era la que se encargaba de la caza cuando el dinero se gastaba, Tatyana la ayudaba. Para ella, la caza lo tomaba como un entrenamiento que se tomaba muy en serio. En otras ocasiones, entrenaba con Hilda con las dagas con mucho esmero. Esos momentos con su arco y con las dagas, eran fascinantes para Tatyana. Sentía cómo se fusionaba de algún modo con sus armas, cómo su mirada cambiaba, como si fuera una depredadora. De alguna manera, aquellos instantes la transportaban a cuando entrenaba con su padre y abuelo, las luchas que tenían con ellos, los tiros a dianas que le preparaba su abuelo, todos los consejos que le daban. Eran los ratos en los que estaba más feliz.
Las noches era cuando lo pasaba un poco peor. Eran los momentos en los que tenía más calma y su mente volaba a Wickland. Pensaba en su madre, en Hedy, en los padres de Liselot y, por supuesto, en Derek ¿Cómo se habrían tomado nuestros padres nuestra huida? Espero que estén bien y que Derek haya conseguido protegerlos... Sé con toda la certeza del mundo que ha hecho todo lo que ha estado en su mano... Aunque la relación con su madre no se parecía en nada a la que tenía con sus otros dos familiares, la quería con locura. En cierto modo, se arrepentía de haberse cerrado tanto en sí misma y alejarse, no solo de su madre, sino de todo el mundo. Hedy se convirtió en un gran apoyo para ella, todos los amigos que tenían le dieron de lado cuando su abuelo se murió y ella fue la que se quedó a su lado. De algún modo, ambas se entendían a la perfección y Tatyana la consideraba como una hermana. Y Derek fue un gran apoyo para ella en los momentos en que su abuelo enfermó. Ella no dejaba a su abuelo en ningún momento solo e intentaba ayudar a Derek en lo que podía, aunque en muchas ocasiones no podía porque no tenía los conocimientos necesarios y tenía que salir a regañadientes de la sala en la que él curaba a su abuelo.
Un día, entraron a una posada y pidieron algo para comer. Era una mañana muy fría y se acercaron al fuego. Mientras comían tranquilamente, Tatyana estaba pendiente a su alrededor y unos hombres de la mesa de al lado empezaron a comentar lo ocurrido en Wickland un mes atrás y disimuladamente Tatyana echaba unas miradas con el ceño fruncido hacia aquella mesa Nadie más que nosotras sabe exactamente lo que ocurrió... Hablaban también de la Vizcondesa Madre mía con la Vizcondesa... Es de armas tomar por lo que veo, no me parece justo si eso que cuentan es cierto... Luego hablaron de las fugitivas y de lo que la Vizcondesa hizo después. Abrió mucho los ojos por la sorpresa ¿Ha... ha acabado con nuestros familiares? Pero no puede ser... Derek o Hedy nos habrían avisado de algún modo... ¿no? Seguro que son rumores...
Dirigió la vista hacia sus amigas, sabía que lo habían escuchado tan bien como ella. Tatyana tenía el semblante algo preocupado, pero intentó que no se le notara.
- Cualquier lugar me parece bien si estoy con vosotras - sonrió levemente. Sutilmente, señaló con la cabeza a los hombres de al lado - Solo nosotras sabemos lo que ha pasado exactamente... Y seguro que son rumores... Pero me parece bien que los rescatemos, me gustaría también que Hedy se viniera también, no quiero que se quede sola allí - en su cabeza seguía rumiando aquella idea de que la Vizcondesa hubiese ahorcado a sus familiares. Como sea verdad... su mente empezó a pensar algunas ideas no muy agradables para la Vizcondesa - ¿Cómo veis que le mandemos una carta a Derek o a Hedy?
Paso a paso se alejaban de su pasado mientras aprendían a convivir y cooperar entre ellas. Paso a paso su relación se fortalecía y aprendieron que juntas eran más fuertes para afrontar su nuevo destino. Paso a paso vivieron penurias y días felices y así como así, ya había pasado un mes desde que abandonaron Wickland.
Fue el destino el que las llevo aquel día a buscar el calor del hogar en aquella posada a un lado del camino, ese mismo destino fue el que decidió que aquel día el pasado reviviera en sus corazones y memorias gracias a aquellos rumores que un grupo de viajeros comentaban a viva voz justo en la mesa de al lado. Ciertamente exageraban, así no era como había pasado y solo fue eso lo que evito que se desmoronara al escuchar las noticias de que sus vecinos y amigos habían sido ejecutados. No, no podía ser cierto.
-Es cierto, la gente siempre da su versión de los hechos... Estoy seguro de que así como inventaron lo de la indigestión del Ogro por la cabeza del recaudador, todo lo demás también es inventado. Yo no me preocuparía por ello- Intentaba aparentar rudeza y apatía, pero la niña gigante de Wickland tenía un gran corazón y no quería llenar de preocupaciones a sus amigas.
-¿Irnos a otro reino?- Meditaba la propuesta de Liselot -De acuerdo, si vamos a empezar una nueva vida, dónde sea podemos hacerlo. Además hasta allá no llegarán las garras de la Viscondeza- Miro a Tatyana -No se me da muy bien eso de las cartas, pero quizás enviarle una carta ahora sea ponerlo en riesgo... Creo que deberíamos esperar al menos un par de meses mas- Bebió un largo trago de aquella extraña bebida que le empezaba a calentar el cuerpo imaginando cómo sería su futuro.
Los hombres de la mesa de al lado siguen hablando. La conversación atraviesa diversos tópicos: lo mala que fue la última cosecha en todo el sur del Reino de Waidbruck, que en el Imperio Antoniano la Emperatriz Katya Antonova sigue sin encontrar un esposo adecuado, rumores de que en el vecino Reino de Herenhout un terrible bandido conocido como el Risueño Reynald fue ajusticiado hace seis meses, que la familia noble de los Faverstram cayó en desgracia, que en las islas Oceánides un hombre se ha autoproclamado Rey Pirata y está amasando una flota de criminales, que cada vez hay más avistamientos de monstruos en el Reino de Brusgem, que hay rumores de magia negra y nigromantes acechando en la ciudad de Novokovo...
Habladurías. Rumores, certezas y verdades se entremezclan en la charla y se hace difícil separar la paja del trigo, los hechos de la exageración.
En medio del desayuno, algo capta vuestra atención. En una de las paredes de la posada hay algunas copias de proclamas y edictos clavadas a la madera. Anuncios para viajeros y para toda persona de letras. Leer nunca se os ha dado bien, pero más o menos, entre las tres y con cierto esfuerzo, podéis saber lo que dicen: que si en tal lugar se solicita un zapatero, que si tal señor busca servidores que sepan manejar la espada, que se ofrece una recompensa por matar a un troll que se ha adueñado de un puente... y otro aviso, cuidadosamente hecho en una imprenta, en el que se lee que
HILDA IVANOV
TATYANA ORLOV
LISELOT VAN DIJK
PRÓFUGAS DE LA JUSTICIA DEL VIZCONDADO DE WICK
BUSCADAS POR REBELIÓN, ASESINATO Y DESTRUCCIÓN
RECOMPENSA DE 50 PIEZAS DE ORO POR CABEZA
TRAERLAS VIVAS O MUERTAS ANTE LA PRESENCIA DE LA VIZCONDESA MARLENE VON WICK
Debajo de las letras hay una ilustración de las caras de Hilda, Liselot y Tatyana. No son muy cercanas a la realidad, pero guardan cierto aire de semejanza, y una persona atenta que mire detenidamente los dibujos y los compare con vosotras podría darse cuenta de que sois las prófugas.
Una de las camareras se acerca a vuestra mesa.
—Bienhalladas, señoritas. ¿Alguna quiere un poco del revuelto que está cocinado Greg? Es sabrosísimo, os lo aseguro. Huevos, tocino, cebolla. Hasta tenemos sal, mirad qué bueno, ¿no? Dos cobres por plato —mira a Hilda y se lleva una mano al mentón, pensativa—. Perdona, ¿te conozco de algún lado? Es que tu cara se me hace familiar.
Esta es la triste vida de una fugitiva. Momento para el último post de la partida!
La conversación fue surgiendo sin más, cada una tendría en su corazón distintos motivos para sentirse mal porque la drástica decisión de convertirse en fugitivas no era para cualquier persona. Menos para Liselot que siempre vivió gracias a los bosques, ayudando a sus padres sin divisar un futuro demasiado prometedor. Aunque al menos estaba en su hogar, con los suyos y ahora mismo le pesaba en el alma cada acción realizada, cada evento que en su mano tuvo mil de opciones y ella escogió la menos indicada. Por esto es que al escuchar a sus amigas, suspiró pesadamente mientras se sentía algo incómoda en aquel lugar por los murmullos, por la sospecha en sí y la preocupación por los que quedaron allí.
No obstante asintió a las palabras que llegaron a sus oídos de las chicas, lo de la carta un poco lo sospesó en silencio mientras que Hilda no le restó verdad a su postura. Más quisiera la joven pelirroja estar cerca de los suyos, escribir a Derek así fueran dos palabras y creer que la Vizcondesa no ha alimentado un terror en un pueblo que ahora estará bajo el peso de las consecuencias que las acciones de esas tres chicas había realizado. No había una opción viable de comunicación, no cuando todo era demasiado reciente y la idea de la ardilla era establecerse para rescatarlos de la miseria que de ahora en más vivirán su gente, las personas que quieren.
—Primero, nos establecemos y después comenzamos a barajar posibilidades para comunicarnos o traerlos—coincidió con su compañera y al ver que un cartel con sus nombres estaba escrito, se acercó a susurrar—. Esto es un verdadero problema, nos han dado cacería y será mejor irnos de aquí rápido.
Justo en medio de aquello, apareció la camarera y la sospecha hizo que un nudo en el estómago surja en Liselot.
—Hm no, tenemos que irnos. Se lo agradezco.
Y se levantó tras ponerse la capucha de su abrigo, dispuesta a pagar y retirarse de allí. Más tiempo, más reconocimiento y más peligro. Demasiada sangre habían derramado y no quería la cabeza de sus amigas para la vizcondesa.
Aquellos hombres continuaron hablando de los acontecimientos que han ido ocurriendo de los alrededores también, así que era una buena forma de mantenerse medianamente informadas Pero igualmente, no debemos creer lo que digan, probablemente haya más rumores que realidad pensó.
Mientras seguían desayunando, miraron una de las paredes y había muchos anuncios. Entre las tres consiguieron leer casi todo lo que había Hay algunos que pueden ser interesante para conseguir alguna recompensa y así ir recaudando para poder establecernos como dice Liselot. Otro de los carteles llamó su atención, eran ellas. Las estaban buscando vivas o muertas. Mientras disimuladamente se mantenía en alerta y miraba a los presentes, también observaba el cartel Bueno, para que nos reconozcan a través de estos carteles, tendrían que fijarse mucho en nosotras...
Tatyana asintió cuando le dijo que sería mejor esperar un poco más antes de comunicarnos. Una camarera se les acercó y parecía que estaba a punto de reconocerlas. Tatyana sentía que Liselot se ponía algo nerviosa, se cubría, pagaba y quería salir. Cuando pasaba por su lado, alza su mano hacia la suya para acariciarla, se levanta y le susurra en el oído - Mantén la calma, estamos todas juntas y saldremos juntas de esto, ¿de acuerdo? - la miraba a los ojos intentando que se tranquilizara. Tatyana también sacó algo de dinero de su bolsita, miró a Hilda haciendo un leve gesto con la cabeza de que salían fuera y dijo antes de salir con Liselot - Todo muy rico, le dejo aquí el dinero de lo que ha costado, gracias por todo - y se dirigió con paso tranquilo hacia la salida.
El tiempo del desayuno transcurría mientras prestaban atrención a la cantidad de rumores que hablaban en la mesa de al lado, hablaban de reinos vecinos y de la misma Viscondeza, aunque fueran rumores, parecía ser una mujer cruel y egoísta. Por ahora debía confiar en que Derek y las demas gentes de Wickland estuviesen bien y no colgados de un árbol. ¿Será que alguna vez volverían a tener noticias de ellos? En esas andaba cuando Liselot y Tatyana le hicieron percatarse de unas notas en un tablón de la posada, muchas de ellas ofrecían trabajos y hacian anuncios, pero cuando vio el aviso de recompensa por sus cabezas tragó saliva mientras un escalofrío rcorría su espalda. Si, era real, eran fugitivas, y ya no podían seguir siendo tan descuidadas.
La camarera llegó para ofrecer los huevos con cebolla y tocino que olían de lo mejor, pero al tener el presentimiento de ser reconocida, dejó un par de monedas en la mesa y se levantó. -Estamos bien, gracias- Dijo secamente mientras se encaminaba a la puerta dándole la espalda. Por dentro temblaba, pero se esforzaba por contenerse, el riesgo de ser atrapadas se había vuelto mas que tangible.
Una vez fuera de la posada, le pidió a sus amigas reanudar el viaje y buscar la forma de abandonar el reino lo mas pronto posible. Estaban buscando a trees mujeres y tenían sus descripciones. Algo empezaba a rondar en la cabeza de la niña gigante de Wickland.
A la mañana siguiente se levantó temprano, se lavó la cara y con una navaja cortó su cabello, mucho mas corto de lo normal. Se puso una venda alrededor de su pecho apretándola para disimular su busto y se vistió con ropas holgadas. Estaban buscando a 3 fugitivas, debía cambiar de identidad para despistar a sus perseguidores.
-¿Y bien... Que les parece?- Indagó a sus amigas -Desde ahora seré... Ivan Hillgart- Intentó hablar con voz gruesa, ciertamente todo era cuestión de práctica. Les dedicó una sonrisa alegre y pasó su brazo sobre el hombre de Tat. -Ahora ya no llamaremos tanto la atención, ¿verdad bonita?- Dijo en tono de burla con su voz fingida para después dejar escapar una carcajada.
Las prófugas abandonan la posada y vuelven al frío del exterior. Al día siguiente son dos fugitivas y un fugitivo: Tatyana Orlov, Liselot Van Dijk e Ivan Hillgart. Están solas y al mismo tiempo acompañadas: ya no tienen hogar pero se tienen a ellas mismas. Perdieron a sus familias y formaron una nueva. Ahora les toca moverse. Lejos de Wickland, lo más lejos que se pueda. La sombra de la Vizcondesa acecha y se extiende a lo largo del reino. Algún día habrá justicia, pero no hoy. Hoy es momento para replegarse.
Tiempo después, Liselot, Hilda y Tatyana escucharon acerca de la cocatriz. Pero eso es otra historia...
Fin del capítulo ALGUIEN TIENE QUE PAGAR
&
Fin de la partida EL HAMBRE QUE VENDRÁ