Partida Rol por web

Cherry salió detrás de Alaric y mucho después de Darius que había asomado primero a ver quién era aquel que venia. Detrás suyo quedaba el cuerpo de la bestia muerta, quedaban las herramientas, los nichos y la oscuridad, pero por sobretodo, el misterio. 

Hizo una leve inclinación al oír su nombre a modo de saludo y se fijó en la cazadora que hacía nuevamente su aparición al final de aquel periplo. Rodó los ojos mientras se preguntaba cómo habrían terminado las cosas si aquella chica hubiera sido menos cíptica y más directa.

Habían terminado. Pero ¿Que había pasado con los prisioneros que habían escapado ante la vista de la gran bestia? ¿Habrían podido huir o habían sucumbido ante los arqueros de los recién llegados? Un leve sentimiento heróico y romántica quería que hubieran podido desaparecer. Sobretodo porque entre ellos iba la chica joven con la que no podía evitar sentirse identificada. 

Mientras Alaric continuaba su discurso Darius se le acercó por una orilla y le hizo una extraña consulta. 

—¿Seguro que no quieres llevarme a un lugar apartado ¿Para quedarte con mi parte? —susurró, pero al sonreír de lado dejo entrever que se trataba de una broma—, si se trata de irse lejos de este lugar cuando salgamos de aquí y después de que nos paguen, cuenta conmigo.

Cherry no sabía nada de la venganza del asesino o de sus motivos ocultos, su papel de artista itinerante comenzaba a pedirle que se moviera y que buscaranun nuevo público y nuevas historias aunque...

—Yo tampoco quiero sonar impertinente, señor —dijo dando un paso adelante—, ¿pero nos puede contar que es lo que pasó aquí? ¿Qué eran esos bichos a los que casi entregamos nuestra vida? 

Ahí aún quedaba una historia por develar y su personalidad le impedía irse sin tratar de averiguar la verdad.

El abad Lackord escuchó las palabras de Alaric, quien había aparecido desde la sala de cárceles junto con Cherry. Justo entonces, antes de que pudiera seguir la conversación, otros dos soldados aparecieron en el pasillo, por la espalda del clérigo mayor.

Señor abad, he aquí dos hombres, a juzgar por su estado, son prisioneros... -efectivamente, traían con las manos a la espalda a los dos reos huidos en pleno combate-.

Lleváoslos, junto con éstos dos... -ordenó, señalando a los prisioneros que habían estado con vosotros hasta el final-. No temáis, don Alaric -respondió ahora el abad-, éstos infames sufrirán una muerte limpia, como decís. Y será rápida -y giró la cabeza, haciendo que sus súbditos se llevaran a los cuatro-.

Vuestro cometido está saldado, señores -continuó-. En breves os daré un documento con el sello de esta hermandad y este castillo, y podréis cobrar lo que estuviera estipulado por Gadrain, en vuestra villa.

Después le explicásteis de la existencia de una cavidad en una de las cárceles, en la del fondo. Y avanzó Lackord hasta allí, con dos de sus arqueros, para haceros partícipes de algo (al parecer ellos ya habían visto ese lugar). Acto seguido, tras un rápido vistazo, os explicó algunos detalles más de toda esta historia.

EPÍLOGO.

Resulta que el nuevo abad de los hermanos de la Hueste, el hermano Lackord, dirige desde hace una semana la congregación de Foldor Gris, y por supuesto su cárcel y prisioneros. Lackord, que a su vez es el nuevo alcaide de la fortaleza, fue enviado al castillo para encabezar a los miembros de la hermandad ante la fatídica muerte del anterior abad, fray Nesman y seis de sus frailes. Resulta que Nesman y los suyos se encontraron una cripta secreta en la cárcel del castillo. Cuando trataron de abrirla y reformarla (de ahí la existencia de andamiaje y herramientas de albañilería), excavaron en el suelo, explorando las tumbas que podría haber allí. Entonces tres criaturas se abalanzaron a ellos y una de ellas los desgarró con sus manos. No obstante, a una la dieron muerte allí mismo, pero las otras dos escaparon, y desde ese momento merodearon tanto en el interior del castillo de Foldor Gris, como en el bosque que lo separaba de la villa de Mediopuente.

Por otro lado, al preguntar por el hombre de la torre que Darius vio la jornada anterior, el abad Lackord no tu reparo en decir y afirmar que el viejo (y loco) Dan Gomdinal no era sino un brujo casi reconocido por él mismo. Por eso lo sacaron de su torre y se lo llevaron a la sede de la Orden lejos de Foldor Gris. Es ahora cuando Lackord y los suyos han regresado al castillo y os han encontrado.

Dedicando también algunas palabras para la arquera Freda, el abad os dijo que era colaboradora de la comunidad de Foldor Gris, aunque no era miembro de la Hueste (y es que siempre vienen bien manos y ojos de los que valerse...).

Y eso es todo... -finalizó el abad-. Cuando regreséis, decidle a Gadrain que necesitamos más malhechores entre estos muros; nos encantaría volver a recibiros... -finalizó, pero sin explicar qué hacían con aquellas gentes aparte de encarcelarlas...-.

Y no tardásteis mucho tiempo más en regresar a Medio puente, con una experiencia bastante peculiar en vuestra mente.