Finalmente, tras ver que la criatura no parecía seguir tras ellos, los aventureros decidieron que lo más sensato sería dirigirse a la posada para descansar un poco antes de continuar con el viaje. Por lo que siguiendo lo que había puesto en los carteles decidieron tomar el camino que se dirigía hacia la izquierda.
Empezaron a andar y andar, viendo algunas estructuras de viejas casas abandonadas hacía ya mucho tiempo, pues las enormes telarañas las cubrían por completo. Mientras el suelo y la vegetación se encontraba en el mismo estado que la que habían visto junto al lago. La hierba se había secado y de los árboles apenas quedaba ya sus nudosos esqueleto. Siguieron avanzando pensando que la posada debía aparecer delante de ellos de un momento a otro... tanto se habían alejado que incluso en el suelo podían empezar a verse quebrado y un enorme cañón se abría ante ellos. ¿Dónde se encontraban?
Pudieron fijarse entonces en un cartel viejo roto, que así decía:
"Aquí habita una criatura que da tanto miedo que nadie se ha atrevido a mirarlo tanto tiempo como para poder decir como es. Es muy grande con muchos brazos retorcidos y hace como un chirrido muy estridente"
Si queréis acercaros con sigilo, la dificultad es 5. Pero si alguien lo intenta y falla, ¡el ser horroroso se va a enfadar!
Cuando leyeron el último cartel a Lanethe se le quedó cara de tonta, -Tengo un mapa… pero aun así he escogido seguir un cartel sin ver el mapa primero, si, en ocasiones aún me sorprendo-. Pero la cosa aún no había acabado simplemente no podía reprimir su curiosidad sobre cómo sería este ser horroroso así que ágil y silenciosa se acercó para ver.
Motivo: Sigilo (Agilidad, supongo)
Tirada: 2d6
Dificultad: 5+
Resultado: 7 (Exito) [6, 1]
Si no es con agilidad la repito y rezo muy fuerte para que tenga éxito.
Lanethe, haciendo caso omiso a mis sabios consejos, decidió que fuéramos primero a la posada, tomando el camino de la izquierda. Ya que era la guía y tenía el mapa, no puse objeción; no me gustaba discutir. Anduvimos varios kilómetros, sin ver la posada o algo que se le pareciera. El terreno estaba seco, deforestado, sin vida. Al final llegamos a un acantilado en el que había otro cartel, en el cual se nos avisaba de que en el fondo del cañón vivía una criatura horripilante. Lanethe, nuevamente, decidió echar un vistazo para ver si era cierto que la bestia era tan horrorosa como ponía en el cartel. ¡Ella era así de impulsiva y curiosa! Yo me quedé algo apartada del borde del precipicio, dado que no era tan ágil como mis amigas. Miraba a un lado y a otro, algo nerviosa. Si nos atacaban por la retaguardia estaríamos entre la espada y la pared, bueno, el acantilado.
-"Ya que no hay posada, propongo de volver sobre nuestros pasos y cuando lleguemos al cruce de caminos, coger el que iba a la derecha, al pueblo. Creo que podríamos llegar antes del anochecer si vamos a buen paso. ¡Y por supuesto dejar tranquilo al monstruoso ser que haya aquí! ¡Vámonos!" Dije algo preocupada.
-¿Que habitará aquí? Nunca he oído hablar de una criatura de esas características.
Que Lanethe se hubiese equivocado mirando el mapa le sorprendía. Pensaba que las elfas como ella tenían una orientación experta. Pero bueno... todos se equivocaban alguna que otra vez, incluso los elfos. Agarró el mango de la espada al ver como Lanethe se adentraba sigilosamente. La curiosidad mató al gato, solían decir.
-Lanethe... vuelve... vuelve... es arriesgado -dijo entre gritos silenciosos y discretos-.
Mara siguió avanzando a pesar del alarmante y vertiginoso deterioro de los alrededores, con el optimista pensamiento de que en cualquier momento la posada se dejaría ver por ahí, aunque de manera casi inconsciente reprimía ese pensamiento lleno de sentido común de: "¿a quién se le ocurriría mantener una posada entre tanto desastre?". La alquimista acabó por detenerse frente a aquel cartel, leyéndolo con los ojos entornados y el ceño fruncido. Estaba a punto de dar media vuelta cuando se percató de que Lanethe había optado por acercarse más. Mara le hizo unas cuantas señas para que volviera, no tenía ganas de enfrentarse a un ser horroroso y colosal.
— ¡Lanethe, vuelve aquí! ¡Nos estás poniendo en peligro a todos!
La joven elfa, desatendiendo las palabras de peligro por sus compañeros, se aventurar a entrar en el cañón para contemplar a la horrorosa criatura. Sus pasos son ligeros y estos apenas pueden escucharse, por lo que es capaz de acercarse en sigilo sin que el Ser Horroroso pueda escucharla. Pero de pronto... un fuerte ruido comienza a sonar, como el chirrido de una descomunal criatura furiosa, mientras todo el sonido reverbera una y otra vez por las grandes paredes del cañón creando un eco verdaderamente aterrador.
Pero entonces, la intrépida Lanethe, puede ver un un viejo árbol seco del cual parece que proviene aquel ruido. Desde esa distancia ya no parece gran grave, sino que más bien aquel chirrido se ha convertido en un agudo lloriqueo. Es entonces cuando puede ver metido en el viejo tronco un ratón que roe la madera y chilla asustado, haciendo que las paredes de roca del cañón amplifiquen el sonido hasta hacerse ensordecedor.
¡Así que el horrible ser no era más que eso! Un pequeño roedor asustado.
Pero también encuentra algo más tirado en el suelo de otros aventureros que como ella se habían acercado pero habían saliendo corriendo atemorizados por lo que podría pasarles. Toma unas cuantas monedas y también una hermosa espada, ligera y muy afilada, cubierta por algo de polvo pero en perfectas condiciones.
...
Tras ese breve y curioso encuentro nuestros aventureros vuelven sobre sus pasos para dar de nuevo con la encrucijada. Pueden darse cuenta entonces que los carteles habían sido manipulador por la criatura que les había estado siguiendo y por su culpa habían tomado el camino equivocado. Por lo que ahora continuaron por aquel que decía "Peligro, no pasar" pues era el que verdaderamente llevaba al pueblo.
Curioso fue lo que vio la pequeña Lanethe. Al final resultó que el ser horrorosamente horripilante era un ratoncillo que gemía y que el cañón amplificaba su lloriqueo hasta transformarlo en un espeluznante grito. Además de desentrañar este enigma de la criatura, pudo encontrar gracias a su curiosidad algunas monedas y una bonita espada, bien afilada.
-"Bueno, bueno, no hay mal que por bien no venga. Seguro que esa espada nos será de gran ayuda, viendo lo afilada que está. Volvamos atrás y vayamos de una vez al pueblo antes de que se haga de noche." Dije alegre.
Desanduvimos lo andado y llegamos de nuevo al cruce de caminos. Allí, tras observar los carteles de nuevo, nos dimos cuenta de que habían sido modificados. Seguramente había sido esa criatura traicionera que nos seguía. Ahora sabíamos que no tramaba nada bueno con nosotros. Sin más dilación, mirando el mapa para ver la dirección correcta, proseguimos de frente. Esta vez no nos desviaríamos del camino...
Mara parpadeó varias veces, incrédula, ante lo que les había contado Lanethe*, aunque acabó por dejar salir una risilla y negar lentamente.
— Cada vez me sorprendo más de las cosas que vemos —dijo, con gracia en la voz—, pero esas cosas son las que hacen valer la pena las aventuras —acotó, optimisma, con algo de brillo en la mirada.
La alquimsita acabó por seguir nuevamente al grupo, aunque esta vez mirando el mapa todo el rato junto a Lanethe, para asegurarse de que no acabaran en otro lado por error.
* Ella es la única que ha ido, así que asumo que ella ha relatado lo que vio.
Janus revoloteó los brazos tras descubrir que la horripilante criatura no era más que un simple roedor. Se encogió de hombros y con cara de decepción siguió a sus compañeras hasta salir de aquella zona.