La cueva entera parece que va a caerse de un momento a otro, siendo cada vez más grandes los trozos de roca que se desprenden de las paredes, algunos incluso el doble o triple de grande que los propios aventureros. Corrían el riesgo de morir sepultados mientras seguían combatiendo al dragón con las fuerzas que disponían.
Por un instante pueden ver a Alissa mirando la piedra brilla en sus manos, en una especie de trance que impide que se mueva y reaccione a todo lo que está pasando. Ni siquiera cuando la enorme criatura recibe un fuerte mazazo de la alquimista haciendo que se tambalee y todo tiemble bajo sus enromes pasos. Hasta que de pronto, Lanethe se lanza al ataque con la espada que había encontrado en el cañón y con un acto de valentía logra colarse entre sus monstruosas patas y asentarle un estocada en su pecho, de la cual empieza a brotar un líquido azul oscuro mientras el dragón chilla de dolor y se retuerce, golpeándose con las paredes... hasta que una enorme piedra cae sobre él y aplasta la mayor parte de su cuerpo.
La entrada de la cueva es cada vez más pequeña, pues las rocas ya empiezan a apilarse alrededor de las puertas y casi no queda tiempo para salir. O los jóvenes aventureros escapan ahora... o no tendrán oportunidad de hacerlo. Mientras que en el interior de la cueva aún se encuentra Alissa con la piedra en sus manos, así como la pequeña ayudante del brujo que yace en el suelo malherida... alzando una mano hacia los Lanethe y Mara en busca de su ayuda.
La hora de decidir ha llegado...
Motivo: Defensa Mara
Tirada: 3d6
Dificultad: 6+
Resultado: 4, 1, 2 (Suma: 7)
Motivo: Defensa Lanethe
Tirada: 3d6
Dificultad: 4+
Resultado: 1, 1, 1 (Suma: 3)
Os podéis marchar sin nada de forma gratuita.
Podéis acercaros a Alissa y quitarle la piedra antes de marcharos: Tirada Agilidad Dif 3
Podéis agarrar a Alissa y llevárosla con vosotras : Tirada Cuerpo Dif 4
Podéis agarrar a la chica goblin y llevárosla con vosotras: Tirada Cuerpo Dif 4
Alissa, para despertar del trance: Tirada Mente Dif 4.
Si se intenta una tirada y se falla... no os dará tiempo a salir de la cueva.
A medida que el combate avanzaba, las rocas desprendidas aumentaban en tamaño algunas llegando a ser igual de grandes que las aventureras, -Ay, Ay, pero no pasa nada después de todo soy la gran Lanethe-, llena de confianza siguió concentrada en la lucha y en no ser aplastada.
Por el rabillo del ojo Lanethe pudo ver como Alissa tenía la piedra entre sus manos eso debería ser algo bueno pero parecía estar como hipnotizada, pero no podía darle más pensamientos a eso ahora mismo, en el momento que Mara golpeó al brujo dragón cornudo con su maza Lanethe se lanza hacia adelante decidida a cortar la dura piel de su enemigo y con la ayuda de la espada del cañón, de la cual no se acordaba hace unos minutos, consiguió apuñalarlo en el pecho. Al final es aplastado por el techo de su propia guarida, -Chúpate esa brujo cornudo-, escupió hacia donde estaba enterrado mientras se quitaba sudor de la frente, -¡Que cansancio!-.
Podría huir, tenía la forma física para hacerlo exitosamente pero la verdad es que no sabía que era mas decepcionante ser aplastada el techo de la cueva de un villano o que dejase a su grupo atrás, sin pensarlo mucho más corrió hacia la hipnotizada Alissa, -¡Yo me encargo de Alissa!-, le gritó a Mara. Y así corriendo como el viento recogió a la maga y se la llevo cual saco de patatas o lo que fuese el equivalente en este mundo de fantasía.
Motivo: Elfa al rescate
Tirada: 2d6
Dificultad: 4+
Resultado: 5, 4 (Suma: 9)
Exitos: 2
Bueno, esoy bastante feliz de no haberme llevado una ostia aun xd, espero no gafarlo con este comentario.
Al entrar en la sala y ver la piedra, corrí hacia ella para cogerla. Una vez puse mis manos en su superficie, mi cuerpo se tornó rígido y mi mente se nubló. Solo oía ruidos de combate y desprendimientos de roca a mi alrededor, bastante amortiguados. Luché contra esa sensación que me envolvía y que no me dejaba actuar. Detrás mía mis compañeras luchaban por su vida, mientras que yo estaba plantada ahí, como un vegetal. Después de unos segundos, oí un ruido enorme, como si la cueva se viniera abajo. Unas manos me agarraron de la ropa y tiraron de mi hacia atrás. Justo ene ese momento recuperé el control de mi misma. La joven Lanethe iba a echarse mi cuerpo sobre sus hombros para sacarme de allí, pero no creo que pudiera con mi peso. Todo alrededor era caos y destrucción. Vi el cuerpo inerte medio sepultado del dragón a un lado y mas allá a Mara y a la pequeña criatura que servía a Azgum, pero ni rastro de Janus.
-"Tranquila Lanethe, puedo valerme por mí misma. Corramos, rápido." Dije corriendo hacia la salida.
Motivo: Salir del trance
Tirada: 3d6
Dificultad: 4+
Resultado: 16 (Exito) [4, 6, 6]
Interpreto que al salir del trance puedo moverme por mi misma, así que corro junto a Lanethe hacia la salida.
Tras su ataque, Mara empezó a retroceder lentamente, intercalando miradas entre las rocas que caían del techo, la bestia herida y la salida. Cada vez que un cascote caía al suelo, la alquimista no podía evitar soltar un pequeño grito, en especial cuando el impacto era demasiado cercano a su propia humanidad. De hecho, casi ni llegó a ver el ataque de su compañera hacia el dragón.
Las palabras de Lanethe la tomaron por sorpresa, aunque asintió a la elfa. Fue entonces cuando Mara, envalentonada por la actitud de la arquera, decidió también tratar de ayudar a la chica goblin, a quien pudo cargar a pesar del cansancio del combate y también las heridas que había recibido. De soslayo pudo contemplar como el cuerpo del dragón era aplastado por un gran escombro, sonriendo fieramente como respuesta. Azgum hacía recibido su merecido, y además habían logrado tomar la piedra mágica.
Con la chica goblin en sus brazos, Mara acabó por salir de aquel lugar a grandes zancadas, con la esperanza de que el brujo quedase sepultado junto con el resto de su macabra guarida. En su corazón estaba triste por la muerte de Janus, pero la situación aún no le había dado tiempo de procesar la pérdida.
Motivo: Salvar chica goblin.
Tirada: 2d6
Dificultad: 4+
Resultado: 3, 5 (Suma: 8)
Exitos: 1
A medida que las chicas iban saliendo de la cueva esta se derrumbaba a su paso. Primero Lanethe y Allisa, para contemplar como en el último momento Mara aparecía con la escuálida chica goblin en sus brazos. Nada más hacerlo cayó al suelo, sobre la hierba húmeda. Las puertas con forma de rostro que les habían dado la bienvenida no tardaron en convertirse en escombros de roca, fusionándose así con el resto de la montaña. Todas estaban agotadas, algunas heridas, pero Alissa aún conservaba entre sus manos la piedra de la vida que brillaba en la oscuridad de la noche aún más intensamente que en el interior de la cueva.
Sobre sus cabezas pudieron sentir como la tormenta que azotaba las montañas empezaba a desvanecerse con una extraña rapidez, como si estas hubieran sido el fruto de un malvado conjuro, mostrando un cielo oscuro y repleto de brillantes estrellas.
Por fin estaban a salvo, seguras, pero aún quedaba una cosa por hacer.
La chica goblin se llevó las manos a la cabeza, aún dolorida después de lo que había pasado y confundida al verse aún con vida después de que la cueva se viniera abajo. Al abrir los ojos se encontró de frente con Mara y luego junto a ella también pudo ver a Lanethe y Alissa bajo el fulgor azul de la piedra. Empezó a incorporarse y cuando lo hizo no tardó en ponerse sobre sus rodillas y hacer una reverencia hasta casi pegar su cabeza contra el suelo.
—¡Perdonadme por haberos atacado! Yo... no quería hacerlo, pero no podía controlarme —expresó la chica, mirándolas una por una todavía arrodillada—. P-pero llevaba sirviendo al malvado brujo durante años y ahora... ¿soy libre?
Se fijó entonces en Mara y sus ojos se abrieron como platos, entre su capucha y las vendas que cubrían su rostro. Entonces de un salto se puso en pie, con la energía recuperada, y le arrebató de las manos la piedra a Alissa.
—¡El veneno! —exclamó, mientras con la piedra entre sus manos se acercó a Mara y la colocó donde había sido herida con la daga.
Esta al principio comenzó a sangrar, pero luego un líquido verdoso empezó a salir de la misma... hasta que finalmente la carne empezó a sellarse y la herida hubo desaparecido por competo. La chica goblin suspiró aliviada y nuevo le tendió la piedra a Alissa bajando la cabeza como disculpa por habérsela quitado.
—Si queréis que la magia de esta piedra vuelva a insuflar vida a estos lares, debéis colocarla en el lago antes del amanecer.
Cuando Lanethe se disponía a recoger a la maga está pareció recuperar la consciencia y con ello no había razón para cargarla, -¡Mejor!, ¡Mucho mejor!-, dijo mientras empezaba a correr junto a Alissa.
Lanethe había salido primero de la cueva, cansada se apoyó en sus rodillas mientras respiraba pesadamente, Mara fue la ultima en salir de la cueva cargando a la chica goblin. El cielo se despejaba, lo único que podía suponer era que al brujo le gustaban los cielos tormentoso, totalmente de mal gusto en la opinión de la elfa, -Bueno-, dijo antes de jadear un poco aun cansada,-Supongo que habrá que devolver la roca…-.
Cuando la goblin se orientó no tardó en hacer una reverencia para disculparse, -Si, el brujo cornudo debería estar bien muerto-, le respondió antes de que la chica alterada le quitase la piedra a Alissa para curar a Mara. -¿Antes del amanecer?-, entonces miró hacia el cielo, -Supongo que deberíamos partir lo antes posible-.
Salimos de la cueva a toda prisa, sin mirar atrás. Todo se vino abajo, sepultando la puerta por la que habíamos entrado a la morada del malvado brujo. Desfallecidas por la carrera y por las heridas, nos dejamos caer un momento en la fresca hierba. Todo a nuestro alrededor parecía contener la respiración y de pronto, las nubes de tormenta empezaron a disolverse, dejanso paso a un cielo sin nubes, estrellado y precioso. Lamentaba la muerte de Janus, pero había ayudado a conseguir la piedra. Por fin su espíritu descansaría en paz, sabiendo que Azgum también había perecido. En ese momento, la pobre chica goblin me arrebató la piedra para curar el veneno a Mara, al igual que los cortes que tenía.
-"Apoyad todas la mano en la piedra, ella os curará y reconfortará los corazones. Y si es verdad que hay que llevar la piedra al lago antes del amanecer, creo que no hace falta decir que debemos de ponernos en marcha de inmediato. Cuando todo esté solucionado, creo que deberíamos de venir de nuevo aquí y hacer una pequeña tumba o epitafio por Janus. Sin él no hubiéramos conseguido vencer." Dije apenada y bastante dolorida.
Mara cayó de rodillas al suelo, jadeando constantemente a causa del esfuerzo de la batalla, y también de cargar a la chica goblin. Al final acabó por alejarse a gatas de la puerta con forma de rostro, conforme ésta iba quedando sepultada entre los escombros, y se dejó caer sobre el pasto una vez se sintió segura. Su pecho subía y bajaba constantemente, claramente alterada por toda la situación. Sin embargo, la chica logró encontrar algo de paz al ver el cielo estrellado, sonriendo con suavidad. A pesar de todo, había valido la pena.
La alquimista acabó por incorporarse sobre sus piernas, palmeando con suavidad el hombro de la chica goblin.
— No te preocupes, sabemos que no querías hacerlo y que todo era obra de de Azgum —le dedicó una suave sonrisa—. Lo importante es que ya no podrá hacer daño a más nadie —fugazmente miró la ahora derruida cueva, recordando a Janus. Mara suspiró, aunque asintió a la ahora ex sirvienta—. Sí, eres libre... puedes hacer lo que quieras.
La expresión de la goblin no pasó desapercibida a Mara, y cuando mencionó la palabra "veneno" sus manos buscaron instintivamente la herida que le había hecho. Al final acabó apartándolas al ver que la goblin volvía con la piedra. Se quejó un poco al principio, al ver la sangre manar, pero tras contemplar como la herida se cerraba, abrió un poco la boca sorprendida.
— G-Gracias —musitó, sin dejar de mirar el líquido verdoso que ahora había hecho un charquito en la tierra.
Ante las palabras de Alissa y Lanethe, la alquimista asintió, poniéndose en pie con algo de esfuerzo. Sus manos buscaron con algo de timidez la piedra, intentando buscar algo de su energía.
— Sí, luego podemos... darle un descanso a Janus —dijo, con algo de tristeza—. Por ahora tenemos que apresurarnos si queremos lograr lo que vinimos a hacer en primer lugar —dicho esto, empezó a caminar hacia el lago. Miró a la chica goblin mientras caminaba—. Puedes venir con nosotros, si quieres.
Recuperadas por la energía de la piedra sus heridas fueron curadas y el cansancio pareció eliminarse de sus todavía jóvenes cuerpos. Las tres aventureras, acompañadas de su nueva amiga, caminaron de regreso por donde habían venido. Pudieron así fijarse en el poder que aquella roca tenía pues a medida que andaban aquel camino, la hierba comenzaba a nacer a su alrededor, así como los tallos de las flores y todo tipo de plantes.
Cuando llegaron al pueblo los primeros que las vieron no tardaron en avisar a los demás, quienes salieron a recibirlas llenas de cariño y agradecimiento. Todas las personas con las que se cruzaban sonreían alegremente y les tendían la mano como gesto de buena señal... en aquel lugar las aventureras siempre serían bien recibidas. Pero pronto la noche pasaría y se cumpliría lo que la goblin había dicho, así que sin detenerse más que para recuperar el aliento y quizá llenar un poco el estómago, siguieron caminando.
Llegaron al cruce y pudieron contemplar a lo lejos el cañón del ser horroroso, con aquel pequeño y asustado roedor haciendo de las suyas. Y más adelante... se encontraba el lago.
—Os esperaré aquí... —dijo Krertira, con una sonrisa en los labios.
La chica se sentó junto a la orilla y se quitó las botas, dejando sus pies desnudos sobre el que todavía parecía ser un cráter seco.
Las jóvenes aventureras siguieron avanzando y entraron dentro del lago. Al principio pudieron sentir como la tierra seca crujía bajo sus pies, pero a medida que andaban... esta se iba humedeciendo, hasta que empezaron a pisar pequeños charcos en una tierra más oscura. Avanzando más y más... hasta que en el centro del mismo ya parecía que el agua lo llenaba por completo, tan solo con un par de centímetros de profundidad.
Junto al lugar marcado por las runas se encontraba un hombre, un anciano que con una cálida sonrisa las recibió.
—Sabía que lo conseguiríais —dijo ampliando su sonrisa, inclinándose ante vosotras—. Aunque lo lamento por vuestro amigo y compañero Janus, ahora él se encuentra junto a su familia... junto a la gente de su aldea. Mientras que vosotras habéis logrado mantener la vida de este lugar.
A pesar de que los ojos de las chicas podían ver a un anciano delante ellas, podían sentir que lo que veían no era la realidad. Aquel hombre no era humano, no... sino que había adoptado una forma visible ante ellas para encargarles aquella misión. Ahora lo tenían claro. Ese hombre era el mismo lago, era la naturaleza que les rodeaba, el viento, la vida.
Con un gesto señaló el hueco que había en el centro del lago, cuyas runas aún permanecían oscurecidas, a pesar de que algo de agua ya brotaba en el lugar.
—Vuestro viaje acaba aquí, mis jóvenes aventureras, más estoy seguro que esta no será vuestra última aventura. Creceréis y os haréis más fuertes... sí. Pues el mundo necesitará que lo hagáis —continuó con una débil voz, antes de girarse hacia Mara—. Cuida de ella, de Krertira. Al igual que vosotras no es más que una niña todavía llena de vida y ganas de aprender.
El camino de vuelta fue como la luz que se abre paso entre las tinieblas. A cada paso que dábamos, la vida resurgía instantáneamente a nuestro alrededor. Llegamos al pueblo y fuimos aclamados como heroínas, y aunque la alegría se desbordaba por doquier, mi corazón estaba triste por la pérdida de Janus. Un sonrisa algo forzada surcaba mi cara en esos momentos. ¡Pero no pudimos quedarnos mucho para disfrutar del momento! Enseguida retomamos el camino para llegar antes del amanecer al lago y depositar la piedra mágica. La pequeña goblin, que se llamaba Krertira, nos acompañó hasta allí. La pobre estaba sola, ¡pero quién mejor que nosotras para ser sus nuevas amigas y compañeras de aventuras!
Allí, vimos al anciano que nos inició en esta aventura. Ahora ya no parecía al borde de la muerte, si no todo lo contrario. Estaba claro que era un ser cuasi divino, el alma del bosque o del lago, la propia Naturaleza. Con gran diligencia nos acercamos las tres hasta el sitio donde reposaría la piedra de nuevo. El anciano nos habló y nos dijo que seríamos grandes heroínas en un futuro próximo, que nuestras andanzas solo acababan de empezar. Eso me hizo sonreír, ya que significaba que seguiría al lado de mis amigas por mucho tiempo. Mi corazón rugía de amor hacia ellas, incluso hacia la nueva incorporación. Con sumo cuidado, deposité la piedra y di un par de pasos para atrás. Lo que sucediera después, poco importaría, ya que estaría junto a mis amigas y siempre podría contar con ellas.
FIN DE ALISSA MEDIANOCHE
A Mara le pareció increíble como aquella piedra les había insuflado nuevas energías, ¡si tan sólo tuviera tiempo para estudiarla un poco más! Sin embargo, la alquimista se lo pensó mejor. Después de todo, había visto las terribles consecuencias de retirarla de su pequeño altar, y no quería ser ella la responsable de algo así. Quizás podría investigar un poco más luego de ponerla de vuelta en su lugar.
Más increíble le pareció ver como a su paso, la tierra empezaba a recuperar su verdor, su belleza. La chica contemplaba todo aquello con una sonrisa maravillada, pues en más de una ocasión había soñado con poder crear vida de esa manera. Sin duda la piedra era un objeto increíble. Tras llegar al pueblo, Mara saludó a varios de los pueblerinos, llegando a estrechar la mano de algunos con una sonrisa. No le vino mal el rico estofado que les ofrecieron, pues sentía que tenía más de una semana sin comer, aunque en realidad había pasado... ¿menos de 1 día, incluso?, pero se sentía como toda una vida.
Finalmente llegaron al cruce, y Mara no pudo evitar echar una mirada fugaz al Cañón del Ser Horroroso, en sus labios dibujándose una leve sonrisa, recordando al pequeño roedor que les había descrito Lanethe. Tras llegar al lago, la alquimista asintió a las palabras de la goblin, palmeando amistosamente su espalda mientras la dejaba atrás. Una vez más, la vida volvió a surgir, esta vez en forma de pequeños charcos que pronto fueron cubriendo toda la superficie del lago. Al llegar al pequeño montículo, se percató de que las esperaba ahí el anciano que había dado inicio a todo aquello. Mara se sorprendió un poco, pero luego de mirar directamente a sus ojos, lo entendió todo.
No pudo evitar volver recordar a Janus, y se entristeció un poco, pero las palabras del anciano la reconfortaron. Al menos estaba en un lugar feliz. Las ominosas palabras del anciano hicieron que una incertidumbre creciera en la alquimista, ¿para qué las necesitaría otra vez el mundo? Tragó en seco, pero asintió con valentía, en especial luego de la petición con respecto a Krertira.
— Lo haré, Germund —sonrió con cierta complicidad, sabiendo que ese probablemente no fuese el nombre real del anciano—. Gracias por la aventura.
Alissa colocó la piedra, y entonces la vida empezó a surgir, esta vez con más fuerza. La alquimista miró a la maga y a la elfa y sonrió tras abrazarlas. Luego de volver a la otra orilla, Mara le extendió una mano a Krertira.
— ¿Vamos? —le preguntó con afecto, haciéndole saber que no la dejaría sola. Tenía la idea de volver a aquella cueva. Janus se merecía un epitafio, después de todo.
Aunque Lanethe no estaba herida agradeció la sensación de alivio y calidez que le dio la piedra, era realmente agradable, -Es una pena que tenga que ser sepultado con el brujo, pero al final nadie lo honrará, a Janus si-, aunque le entristecía no le gustaba ahogarse en su pena, prefería ser un faro de felicidad.
Por el camino, las palabras que la elfa soltó en el bosque, al lado del río, empezaron a cobrar vida, la naturaleza volvía a la vida pero desgraciadamente los animales no tendrán esa suerte pero esos pensamientos fueron eclipsados por la felicidad y gratitud de un pueblo que fue salvado de su muerte, le encantaba ver a la gente sonreír y ese sin duda fue el motivo por el que quiso ser aventurera, -Además ahora el ratoncillo no se quedará sin hogar, ¡Eso es bueno!-. Al llegar al lago la antigua sirviente decidió quedarse en la orilla, -Oh, Claro, ¡Imagínate si el lago se llena de repente!-, aunque pronto podría ver como el lago se llenaba lentamente y más adelante se encontraba el anciano del bosque.
Le gustaba la idea de que Janus estuviese con su familia, se alegra incluso más de haber triunfado así Janus no tendría que preocuparse de nada. Ante las palabras que preveían un futuro próspero, al menos en su vida de aventuras, no pudo evitar la gran sonrisa que se formó en su rostro, -Si, quien sabe a lo mejor ahora me dedicare un poco más a la espada, ya puedo verlo-, acto seguido levantó las mano al aire para añadir más emoción as sus palabras, -¡Lanethe, La espada veloz!-.
Y así luego de colocar la piedra en el lugar que pertenece y un buen abrazo de la alquimista se reunieron de nuevo con Krertira, -Me pregunto cómo de grande será la araña gigante-, y con esta pregunta lanzada al aire se acaba la historia de una de las primera aventuras de la Espada Veloz.
En cuanto la piedra fue colocada en su lugar la tierra bajo los pies de las jóvenes aventureras empezó a vibrar, mientras la luz que emitía se intensificaba hasta hacerse casi cegadora. Las runas que había a su alrededor, hasta ahora opacas, también comenzaron a brillar y de pronto el agua comenzó a brotar como si de un geiser se tratara. Cuando volvieron a mirar al frente el anciano ya había desaparecido y el agua amenazaba con llenar rápidamente el lago y tener que salir a nado si no se marchaban de allí, así que antes de que eso sucediera volvieron con su nueva amiga Krertira.
La chica estaba jugando con los pies en el agua, ya sabiendo lo que iba a pasar cuando la piedra volviera a su lugar. Sonreía feliz mostrando unos dientes afilados, pero ahora no había ningún tipo de maldad en su rostro. Cuando Mara le tendió la mano ella la cogió y se levantó, notando como ahora sus pies pisaban sobre la hierba.
Alrededor del lago todo comenzaba a volverse verde... las plantas crecían y florecían en cuestión de segundos, como si nada de aquel mal hubiera pasado a su alrededor. A las demás zonas aún les costaría un poco recuperarse, pero acabarían haciéndolo. La gente podría volver a cultivar y de nuevo aquella región volvería a estar llena de vida.
Y con las palabras de la dulce Lanethe de fondo, siempre buscando emoción y aventura, las jóvenes aventureras se marcharon con el amanecer de un nuevo y hermoso día.
FIN