Katarzyna preparó una bandeja con un combinado de frutas, escogiendo cuidadosamente el aspecto de estas y colocándolas de la forma que a ella le pareció más agradable. Había frutas importadas de todos los rincones de Théah con el único fin de satisfacer a la exigente nobleza que solía acudir a estos baños: manzanas de un intenso color rojo, rodajas de melón, racimos de uvas, naranjas que habían sido previamente peladas y otros frutos como las fresas o los famosos arándanos curonianos. Se tomó su tiempo hasta que todo estuvo a su gusto, y cuando finalmente lo estuvo, se lo enseñó a su hermana, a pesar de ya saber cuál sería su opinión.
Una vez estuvo preparada, se dirigió junto con Claudie y Shawn hacia la puerta. Como había dicho este último, Kasia le dejó ir primero, aunque con alguna reticencia que no verbalizó. Nunca le habían gustado sus canciones y era algo que no hacía falta que le dijera. Lo observó con el rostro totalmente inmóvil. Una gesta que no logró mantener durante mucho tiempo, pues cuando empezó a cantar, sus ojos se abrieron al igual que su boca ante las primeras estrofas de su obra.
Su ceño se frunció ante unas palabras que revelaban todo lo que tenían en mente, y solo le quedaba anhelar que aquel hombre no tuviera muchas más luces que Shawn, un deseo que después de escucharlo le pareció sumamente irrealizable.
―Vamos ―murmuró a su patrona, pues ahora que el vigilante prestaba atención al artista, aquella era su oportunidad de entrar.
Antes de abrir la puerta para traspasar el umbral, sus ojos buscaron a su hermana, esperando que estuviera preparada para cualquier cosa que pudiera ocurrir.
A Kasia no le preocupó el juglar, pues aunque no creyera que tuviera talento para la música, estaba segura de que peores golpes habría encajado a lo largo de su vida, e incluso quizás ese no era el día en que volvería a recibirlos. No era importante, fuera como fuera había conseguido distraer al guardaespaldas.
La rzeczpospolita se dispuso a cruzar al interior para encontrarse al fin con Elisabetta y Tomasso para poder ofrecerles la deliciosa fruta momentos antes de llevarse a la esposa de este.
Con la pregunta de la patrona, Aleska asintió a la propuesta de Shawn. El bardo no solía hacer planes tan buenos como los de su hermana... Pero es que nadie solía hacerlos. Y si Kasia no lo contradecía es que debía ser bueno, así que ella no tenía motivos para disentir.
De modo que la acompañó mientras preparaba aquella bandeja de frutas. Le dieron ganas de llevarse a la boca uno de esos trozos naranja, pero no estaba segura de hasta qué punto la distribución sería importante. De modo que se contuvo. Sabiduría, fuerza, valor... y mesura.
En cuanto todo estuvo listo, dejó que Shawn y Kasia fueran primero. Ella iría justo detrás, avanzando sin pausa ni dudas.
Y en cuanto oyó los versos de Shawn se quedó helada. A punto estuvo de quedarse fuera de la estancia, defendiéndolo del más que probable puñetazo. Pero la palabra que su hermana le dedicó —o casi— fue suficiente para que decidiera pasar. Shawn se estaba sacrificando para tener al gigante distraído, después de todo. Shawn era un héroe. A Aleska le dio un poco de pena, pues seguro que había hecho aquello por no confiar en sus propias habilidades lo suficiente como para distraerlo sólo por el hecho de cantar algo bonito, o épico, y había optado por la provocación. Le dio pena que Shawn no fuera más listo... Incluso ella había sido una gran investigadora el día anterior, pero el bardo... Pobre bardo. En cualquier caso, lo importante era que era un héroe, y como tal le consideraría más tarde. Si le reconocía.
De modo que aprovechando aquel momento Aleska avanzó tras su hermana, dispuesta a dejar atrás a aquel matón... Y a aquel matado. Mientras avanzaba, deseó por su bien que las piernas de Shawn fueran tan largas como su... Mechón.
Tom apenas se podía creer que fueran a seguir adelante con aquello. El plan hacía aguas por todas partes... exactamente igual que en todos los naufragios que habían perseguido a los dos hermanos.
Pero no podía negarse... además, seguro que, saliera bien o saliera mal, resultaría divertido. Sonrió con ese rostro de pícaro que solía ponérsele cuando iba a realizar alguna travesura, y esperó a que la comitiva de sirvientes avanzara hacia el gigantón. Cuando éste centró su atención en Shawn, Tom aprovechó su baja estatura y su menuda complexión para situarse justo al otro extremo de Aleska, manteniendo a su amiga entre él y el gigante en todo momento.
Visto desde el otro lado tenía que resultar un tanto cómico... Con Tom dando pequeños pasitos, muy muy rápido para alcanzar el ritmo de Aleska, que con una sola de sus zancadas avanzaba lo que Tom con tres. Y entonces empezó a escuchar los versos... Puso los ojos en blanco y a punto estuvo de perder el compás de los pasos... pero reaccionó con energía y volvió a acomodarse rápido a los movimientos de Aleska. Si ella entraba en la sala, él entraría a la par. Si ella se quedaba fuera, Tom también lo haría.
Era su cobertura, y el gigante los proyectiles enemigos. No era la primera vez que usaba una táctica así, aunque normalmente era en batalla.
De momento no podía pensar en mucho más que en esforzarse por mantenerse ágil y atento, y en seguir con el plan. Su hermano probablemente lo pasaría mal en los siguientes minutos, pero esta vez iba a tener que apañárselas solo. Al fin y al cabo, Shawn era el mayor de los dos.
Por alguna razón el plan de Shawn le pareció que hacía demasiadas aguas por demasiados lados pero no pudo decir nada porque para cuando se dio cuenta su amigo ya estaba entonando aquellas canciones que alguien tuvo a mal decirle que le salían bien. Era muy probable que aquella distracción de bien saliera mal y acabara Shawn con la cara en la pared.
Pero debían aprovechar su oportunidad, aquel matón tenía la atención en otro lado. Asintió a la indicación de Kata y comenzó a andar con paso decidido. Avanzó la última y no podía evitar echar la mirada atrás para cerciorarse de que Shawn todavía no había recibido un puñetazo en la cara.
No tenía muy claro cómo debía hacer parecer que era masajista así que imitando los andares del que le había destrozado el cuerpo comenzó a mover sus brazos para visibilizar que sabía moverlos. Por alguna razón se dio cuenta de que aquello era estúpido y dejó de hacerlo para moverse con gracilidad. Quería que fuera la amada la que le escogiera para un masaje tranquilo, artesano y liviano, así que debía parecer eso así que sus movimientos tenían que ser acordes a esa delicadeza que queria mostrar. Llevaba la cuerda debajo de la toalla y estaba preparada para lo que pudiera suceder.
El grupo se acercó a aquella puerta, con Shawn en cabeza, Claudie y Kasia con bandejas con frutas y bebidas y Evadne moviéndose tal y como si fuese una masajista profesional. Incluso se encontró un bote de aceite por allí que le daba el último toque a su interpretación. Aleska llamaba bastante la atención, caminando entre ellos como si nada, pero a Tom era difícil percibirlo, el chiquillo parecía tener un don para pasar desapercibido cuando quería.
Cuando el bardo empezó a cantar, el tipo de la puerta lo miró anonadado. Al principio empezó a mascullar algún tipo de protesta, pero no llegó a pronunciarla, porque verso tras verso la voz cautivadora del joven lo tenía fascinado. Simplemente no parecía capaz de apartar su mirada de él, con un gesto a medio camino entre la incredulidad y un mosqueo creciente.
Así que no tuvieron problema alguno para atravesar la puerta y colarse en la estancia privada como si nada, dejando atrás al juglar, que se sacrificaba y arriesgaba su integridad física por el equipo y la misión.
Cuando entraron, se encontraron en una estancia con una piscina amplia, en la que cabrían cómodamente unas diez personas, con el borde escalonado. El hombre que habían visto entrar estaba totalmente relajado en el agua y su cabeza se mostraba lisa como el mármol, dándole la razón a Josef al aventurar que los pulcros rizos que lucía eran una peluca. Tras él, se encontraba la mujer, sentada en el borde frotándole la espalda. Una vez liberada de la bata y el velo era visible su belleza, pues tenía unos cabellos sedosos y brillantes de color azabache y una piel pálida y cremosa, con curvas de infarto.
El hombre abrió los ojos para mirarlos al oír la puerta y en cuanto sus ojos cayeron sobre Claudie, se puso de pie de golpe.
Shawn, gastas 1 Aumento por Interpretar y 1 PH por Fascinar. (3/4) En esta situación podrías activar tu Virtud, si quisieras. Esto te daría un beneficio, pero sólo lo puedes usar una vez por partida.
Katarzyna, gastas 1 Aumento por Interpretar. (2/3)
Tom, gastas 1 Aumento por Ocultar. (1/2)
Evadne, gastas 2 Aumentos por Interpretar. (1/3)
Claudie se adelantó en cuanto puso un pie en la sala y dejó caer la bandeja sin ningún cuidado. Una vez tenía a su amada delante, ya poco le preocupaba seguir fingiendo. La joven montaignesa alzó un dedo extendido hacia Tomasso di Ménsula y empezó a hablar.
—¡He venido a rescatar a Elisabetta de tus sucias garras, vejestorio infame! —declaró, con gran dramatismo—. ¡No intentes detenerme!
El hombre respondió con una carcajada a las exclamaciones de la joven antes de hablar con un fuerte acento de Vodacce.
—Eres una imbécil. Ella es una bruja del destino. Te ha engatusado, como hace con t~...
No pudo decir más, pues su muy amada compañera había aprovechado la irrupción para sacar una daga de entre las toallas y clavársela a su esposo por la espalda con muy buena puntería. El hombre exhaló un gorgoteo y cayó hacia delante en el agua, que empezó a teñirse de inmediato de rojo.
Mientras Tomasso di Ménsula se desplomaba, Elisabetta dedicó una sonrisa llena de dulzura a Claudie y acto seguido se puso a gritar como una histérica.
—¡ASESINOS! ¡ASESINOS! ¡SOCORRO!
Tan alto gritaba que debía escucharse su voz incluso en la calle.
Turno de reacción, según lo que hagáis esto se convierte en una secuencia de acción.
Tom no podía creerse la suerte que estaban teniendo. El plan parecía haber funcionado a la perfección, y todo el grupo salvo Shawn habían conseguido colarse en aquella sala privada. Afuera, su hermano debía de estar todavía engatusando al gigantón con más versos inverosímiles... Aquella pantomima se le daba bien, y en ocasiones Tom y Shawn habían conseguido bebida gratis en alguna taberna gracias a actuaciones como aquella.
Pero ahora tenían que centrarse en el trabajo. La mujer a la que venían a secuestrar estaba desnuda por completo, al igual que el resto de clientes del establecimiento... y esta vez Tom pudo controlarse para darle solo un repaso superficial y rápido... Venían a otra cosa y debía concentrarse. Debía comportarse bien para que sus amigos estuvieran orgullosos de él y dejaran de tratarle como a un crío.
El famoso e infame Tomasso di Ménsula. Lo tenían ahí delante... y Claudie no hizo otra cosa que proclamar sus intenciones a los cuatro vientos. ¿Dónde habían quedado el sigilo y la astucia? ¿Qué le pasaba a esa mujer? Entonces Elisabetta hizo algo más inverosímil todavía...
El momento en el que el puñal atravesaba la espalda de Tomasso fue cuando Tom abrió más los ojos y la boca. La mandíbula casi desencajada. Se llevó las manos a los ojos y se los frotó para comprobar que no estaba soñando.
El grito de Elisabetta no dejaba lugar a dudas de lo que ocurría. Se la había jugado. Todo era una trampa.
- ¡¡¡PERO SERÁS BRUJA!!! - El grito le salió del alma. La verdad era que Tom no tenía nada en contra de las brujas, pero estaba tan habituado a no soltar tacos o palabras malsonantes como "puta" delante de sus amigas y de su hermano, que le salió instintivo. Normalmente si decía alguna palabrota del estilo se llevaba como mínimo un capirotazo... y había aprendido a evitarlos, aunque fuera por las bravas.
La treta parecía surtir efecto, pero el juglar no sabía por cuánto tiempo. Al notar como la frente del guardia se arrugaba más y más, evidenciando un enfado incipiente, se le ocurrió que tal vez meterse con Tomasso había sido una mala idea. Pero Shawn no veía muchas otras maneras de asegurarse la atención del hombre. Era posible que al grandulón no se le moviera un pelo de aquel penacho si cantaba sobre la belleza o sabiduría de la Reina Elaine, pero meterse con su patrón al menos garantizaba alguna reacción, ya fuera de simpatía —no es poco común de cualquier servicio el reirse a espaldas de su patrón— o de agresión. Desafortunadamente, en aquella ocasión, todo parecía indicar que lo que prevalecería sería ésta última.
Shawn tragó saliva mientras continuaba cantando
No será el viejo tomate
quien contemple a Elisabetta
deshacerse del corpiño
y exponer su dulce tet—
El grito atrajo su atención y le hizo perder el hilo de su canción. Se trataba de una voz femenina, pero no pertenecía ni a sus amigas ni a Claudie. Sólo podía tratarse de Elisabetta. ¿Asesinos? ¿Qué demonios estaba pasando?
No podía cantar. Su mirada se cruzó con la del gigante, inquisitiva. Dio dos pasos hacia atrás, confiado en que el guardia tomara la decisión más natural de entrar a comprobar lo que sucedía. Si aquello pasaba, se tiraría sobre la espalda del hombre decidido a embestirlo. Si en cambio optaba por perseguirle, tampoco estaba tan mal, pues eso le daría ocasión a sus amigos de escapar.
Activo mi gloriosa virtud!!
Una vez dentro de la sala privada Katarzyna miró a la pareja mientras sostenía la bandeja de frutas y se fijó en la disparidad que se veía a simple vista en aquella pareja de Vodacce. Elisabette era una mujer bella, capaz de competir con los mismísimos dioses ―o como los llamaban en su tierra, los dievai― y por eso al ver a Tomasso a su lado, se hacía evidente que aquella unión era difícil que estuviera basada en el amor, algo que ni siquiera Kasia era capaz de comprender con claridad y sin embargo así lo creía. Todo parecía señalar a la veracidad de las palabras de su patrona.
La misma que hizo que se girara hacia ella cuando arrojo la bandeja, sin comprender por qué actuaba de esa manera. Las palabras de Claudie le recordaron irremediablemente a su hermana, y lo cierto es que estaba acostumbrada a estos cambios tan drásticos, pero nunca pensó que debiera explicarle el significado de discreción a la noble de Montaigne. Katarzyna se quedó en silencio, pues ya no había nada más que decir por su parte y solo faltaba esperar a la evidente respuesta.
La mirada de la hechicera se afiló al conocer que ante ella, había otra mujer practicante de una magia que solo conocía de oídas, y que estaba dando mucho que hablar dado el origen de la esposa del príncipe. «¿Su propio destino nos había guiado?», se preguntó, ansiosa por hablar con Elisabette una vez la sacaran de aquí. Ese deseo no duró mucho, pues la misma mujer que venían a salvar se libró de su marido y empezó a gritar llamándoles asesinos.
Katarzyna apretó su mandíbula y dejó caer la bandeja de frutas a la piscina, indignada por el engaño y por esa misma acusación que ahora mismo, sería conocida por todos los que estaban en los baños. No dudaba de sus poderes y del peligro que podían entrañar para los que ahora mismo estábamos a su lado. Debía saber todo lo que pasaría y por eso los estaba culpando, sabedora de que se los hallaría culpables. En ese preciso momento debían mantener la mente fría, por eso lo primero que buscó la joven rzeczpospolita fue a su hermana.
―Calma ―le dijo, haciéndole un gesto con la mano para que se mantuviera así.
Respiró profundamente e intentó tranquilizarse igual que le había pedido a su melliza. Sabía que se las señalaría como culpables, sobretodo a Claudie y a ella misma que habían entrado en primer lugar. Sin embargo, aquellos gritos eran tan molestos que casi le era imposible pensar, le había pedido calma a su hermana y ni siquiera ella era capaz de mantenerla con semejante estruendo.
―¡Silencio, Elisabetta! ―ordenó, irritada al sentir como su voz, más afilada que cualquier daga, se le clavaba en los tímpanos una y otra vez. No creía que fuera a callarse, pues ese era el camino que había elegido―. Debiste haber contemplado el diálogo, siempre estoy dispuesta a aceptar un trato justo. —Hizo una pausa, haciendo un pequeño gesto con su mano hacia ella—. Deberías estar nerviosa; no solo tienes el arma homicida, sino que nadie sabe quién eres y ahora mismo, hasta tu propia sombra está en tu contra.
Una vez terminó de hablar, se deshizo de su moño para que su pelo quedara suelto como el de la mujer que tenía frente a ella y le dedicó una sonrisa misteriosa a la vodaccia.
―Ale, me voy a hacer pasar por ella ―le explicó rápidamente en su lengua materna, y acto seguido, se tiró a la piscina.
Aleska no podía creerse que aquello hubiera funcionado tan fácilmente. A ver, por una parte sí, porque ella lo había clavado. Y habían trabajado en equipo, y eso siempre ayudaba. Pero aquello había sido mucho. Muchísimo.
Cuando entraron en la sala Aleska observó a aquellos dos sólo un momento, hasta que Claudie se puso a gritar. Y a punto estuvo ella de hacer lo mismo, sumando más dramatismo a aquellas afirmaciones. Pero antes de que pudiera decir nada los sucesos se precipitaron.
Aleska apretó los dientes. Los apretó mucho, al comprender —o eso creía— lo que había pasado. Y su sangre empezó a pedir justicia. Entregar a aquella asesina a las autoridades. Sin embargo, Aleska tenía clara una cosa: aquella mujer tenía eso preparado, y era lista. Muy lista. Casi tanto como Kasia. No sólo había matado a su marido, sino que se había asegurado de poder acusar a otros.
Aquello era perverso. Ruin. Malvado.
Los ojos de Aleska centellearon y dio un paso al frente. Su primer impulso era presentarle su frente a la nariz de la asesina. O presentarle su puño, incluso más de una vez. Pero una palabra de su hermana bastó para detenerla. Un momento, al menos.
Finalmente Aleska señaló a la bruja —a la que antes llevaba velo, no a la otra—, con uno de sus musculosos brazos.
—Guarda silencio —le dijo amenazante, aprovechando su propio tamaño para resultar intimidante—. Pagarás por esto.
Pues Aleska trata de intimidar.
Evadne se sintió una intrusa - que lo era - en aquella estancia. No estaba cómoda interpretando y se veía torpe aunque todo parecía indicar que había salido bien la artimaña. Una vez dentro todo sucedió muy deprisa.
Claudie señaló y Evadne abrió los ojos totalmente anonadada... ¿Para qué quería la cuerda? ¿La mordaza? Si iba a hacer aquello.. nada tenía sentido. Pero lo que sucedió después tenía todavía menos sentido. Bruja por aquí, bruja por allá y Tomasso en el suelo rajado. ¿Pero qué diantres...? ¿Qué era aquello...?
Evadne no pensó, y tal vez eso se notó en su acción. Cuerda en mano le pasó un extremo a Aleska para que entre las dos la tensaran y así hacer tropezar a quien entrara por la puerta. ¿Serviría de algo? Pues... quien sabe.
Claudie se había quedado estupefacta al ver lo sucedido. Contemplaba a su amada con los ojos como platos y expresión de incredulidad. Su labio inferior empezó a temblar, pero no alcanzó a reaccionar en absoluto. Se había quedado en shock.
Elisabetta sonreía, maliciosa, sin dejar de gritar pidiendo auxilio, parecía que la reacción de Tom le había divertido. Llegó el discurso de Kasia y la mujer tuvo que contener un acceso de risa. Ante la amenaza de Aleska, alzó una ceja y dejó de gritar.
—Qué necias sois —dijo, mientras empezaba a alzar una mano...
[···]
Mientras tanto, los gritos habían llegado a la sala de baños donde se encontraba Shawn. El enorme guardia pestañeó y sacudió la cabeza.
Reaccionó rápido y giró hacia la puerta que tenía a su espalda. El bardo se lanzó contra él, pero con poco tino y menos fuerza lo único que consiguió fue que el gigantón entrase más rápido en la estancia.
Shawn, no tienes Aumentos suficientes para atacar al tipo, así que fallas automáticamente.
Aleska, gastas 1 Aumento por Intimidar. (1/2)
Continuamos en secuencia de acción.