El abrazo de Tom la pilló desprevenida, como si por un momento no hubiera estado exactamente en donde se encontraba su cuerpo. Tardó unos segundos en corresponderle, envolviéndole en sus brazos. Sonrió después después de escuchar sus palabras. Sus ojos se movieron de uno a otro y después de quedarse contemplando a su melliza, su sonrisa se ensanchó, esta vez de una forma mucho más divertida.
―Tom, creo que te voy a acompañar y así podemos ver lo que dejamos atrás y lo que estará por delante ―le dijo, haciendo un gesto en dirección a la cubierta de la embarcación―. Ya tendrás tiempo de ver lo que hay aquí abajo y si quieres, puedo enseñarte algunas cosas. Será divertido.
Luego miró a Shawn y tras pensárselo un poco, suspiró.
―También deberías venir, no vaya a ser que naufraguemos y justo estés aquí abajo cuando empiece a entrar el agua. Sería terrible, incluso para mí ―bromeó, invitándolos con un gesto a encaminarse hacia arriba—. No admito una negativa.
Sentirían la brisa y escucharían a «La Bruja del Mar» surcar las aguas, eso le agradaba.
Tom asintió a Aleska. Si ella quería entrenarle, él no iba a negarse. Además, parecía que no le consideraba tan pequeño como otros muchos... Shawn incluido. Si ya no era pequeño para empuñar una espada, quizá le tomaran más en serio.
- Encontraré una espada, ¡no te preocupes! - Exclamó animado. Al menos ya tenía en mente un objetivo para sus primeras aventuras en ese barco. Bueno dos: conseguir una espada, y hacerse amigo del Capitán Morgan. Sonrió... Iba a ser un viaje muyyyy divertido.
Además, a Tom no le molestaba estar cambiando cada poco de refugio... Nunca había llegado a estar el suficiente tiempo en un mismo lugar como para considerarlo su casa. Como para llamarlo Hogar. Para él, estar allí con Shawn, Evadne, Aleska y Kasia era lo único quenecesitaba. Eran su familia. Entonces recordó algo que quería preguntarle a Aleska. Quizá lo del entrenamiento se lo había dicho por eso...
- Aleska... ¿volveremos a ver a esa bruja? Yo creo que se quedó con nuestras caras... aunque no sabía nuestros nombres. - Comentó. - Alguien debería darle su merecido por malvada... - Ese último comentario precedió un gesto del muchacho apretando el puño y agitándolo en el aire con rabia.
Pero entonces Kasia le hizo un gesto e indicó que iba a ir a explorar con él, y los ojos de Tom se iluminaron. ¡Si Shawn no iba con ellos seguro que Kasia podía hacer algo de magia! Y si iba con ellos, bueno, en ese caso Tom encontraría una espada, seguro. Y ya se encargaría de que en el bolsillo de Shawn apareciese algo que no debía... una buena manera de llamar la atención.
- ¡Venga, vamos! - Exclamó animado acercándose para coger la mano de Kasia y tirando de ella con suavidad para que le acompañara. No tenía muy claro en qué dirección empezar a explorar.
Aleska se alegró al oír que Kasia acompañaría a Tom. Cuando iba acompañada el demonio solía molestarla menos. O eso creía Aleska. Así que su plan de no dejarla sola había funcionado. Por el momento. Lo que no terminó de entender fue lo que le dijo después a Shawn, y al oír que no admitía una negativa pensó... No pensó gran cosa en realidad. Pero no le encontró explicación.
En cualquier caso, con la reacción de Tom, Aleska frunció el ceño.
—Dije algo que usar como espada —señaló—. Aún no estás preparado para un filo de verdad. Te harás daño.
Después de eso suspiró, indecisa. Pero no quería que Tom se contagiase de sus dudas, así que apretó el puño.
—Por supuesto que la volveremos a ver —aseguró—. El día que hagamos que muerda el polvo. Se arrepentirá de todo lo que ha hecho.
Las exclamaciones y saltos de emoción de su hermano menor le hicieron sonreír. Aún así pudo intuir como una nube negra se cernía sobre su ánimo, como un pálpito amenazante. Desde chico —desde el incidente que les había convertido en huérfanos— Shawn era susceptible a ciertos accesos de nostalgia y entonces se volvía melancólico y taciturno. Sentado en su litera, estaba por acostarse por completo cuando se sobresaltó al escuchar las palabras de Katarzyna.
—Oh, yo... —aquello le había tomado por sorpresa— Pues claro, voy detrás de ti —anunció incorporándose rápidamente, con una sonrisa.
Mientras seguía sus pasos, Shawn reflexionó que la bruja jamás perdía la compostura. Evadne y Aleska, en su burbuja de competencia, solían perder los estribos, y su hermano Tom siempre estaba ávido de aventuras y sensaciones nuevas, aunque estas últimas vinieran en forma de mono. Bueno, él tampoco estaba libre de culpa.
Sonrió satisfecho al comprobar el entusiasmo de Tom ante la perspectiva de estudiar con Aleska. Al muchacho le hacía falta disciplina, y ser espadachín era un oficio más noble y estable que el de vulgar ratero. El juglar había tomado la determinación de ser más responsable y un mejor ejemplo para su hermano, pero claro, si saltaban de misión en misión y encima no recibían paga alguna era difícil mejorar su posición.
Cuando llegaron a cubierta, titubeó unos instantes. Era un asunto que había meditado muchas veces, incluso estuvo a punto de confiárselo a Katarzyna en un par de oportunidades, pero finalmente había optado por el silencio. Hasta ahora.
—Oye, Kasia... —se sintió un poco raro al llamarle de esa forma— ¿Tú crees que tengo una maldición? Quiero decir, con todo el asunto de los naufragios y eso...
Jamás hablaba de brujería con la bruja. ¿Por qué hablaba de brujería con la bruja? La brujería era cosa de brujas. Pero la tensión de viajar en barco otra vez le asfixiaba, y, después de todo, tal vez hacía falta una hechicera para deshacer la maldición de otra.
Aleska dijo tantas cosas que a Evadne le parecieron tonterías que quería rebatir uno por uno todos sus argumentos pero cuando percibió de sus labios esa complicidad incipiente se puso nerviosa porque no era algo que esperara. ¿Sonrojarse? Puede, pero Aleska no lo vio pues tras negar con la cabeza se dio media vuelta para que no se percibiera.
- Yo lo descubriré antes que tú. - dijo y se alejó un poco de ella metiéndose en la conversación con el resto de sus compañeros.
Tras la breve conversación con Aleska dio media vuelta y siguió de cerca al resto del grupo hacia la cubierta. Que le diera el aire fresco en la cara no le vendría nada mal, nada mal. Apretó un poco el paso para no quedarse demasiado atrás y al llegar a la altura de Shawn le dio un abrazo.
Sabía que las experiencias con los barcos de los hermanos no habían sido las mejores - ella había sufrido alguna de esas experiencias - así que trató de animarle.
- ¡El séptimo mar! - exclamó - ¡Allá vamos! - añadió.
Una vez estuvieron en la borda echó un vistazo al velamen de aquel barco y también al aparejo. Quería ver cuando alto era el mástil y calcular cuanto tardaría en subir por él. Esperó a ver qué hacía el grupo y se dirigió hacia la popa del barco, quería ver, como había dicho Kasia, lo que dejaban atrás.
- ¿Una maldición? - Preguntó Tom sorprendido de que Shawn sacara el tema. - Bueno... quizá sí... han sido muchas casualidades con los naufragios... - Admitió. - Pero quizá la maldición no sea sobre ti. Es posible que sea sobre nosotros... - Si se paraba a pensarlo, Shawn se percataría de que en todos sus naufragios también había estado Tom.
- ¡Una maldición familiar! - Exclamó excitado ante el repentino descubrimiento. - ¿Crees que nuestros padres hicieron enfadar a alguna bruja? - Preguntó a su hermano. Aunque enseguida miró a Kasia... - ¿Sabes cómo contrarrestar maldiciones, verdad? -
Tironeó de la manga de Shawn. - Tranquilo, seguro que Kasia puede abortar esa maldición... - Dijo convencido. Luego una sonrisa iluminó su rostro. - Ohhh... ¡a lo mejor conoces algún hechizo para rastrear el origen de la maldición! - Exclamó ansioso porque su idea pudiera realizarse. Miraba a Kasia con mucha atención.
- Shawn, ¿te imaginas que tenemos todavía por ahí algún familiar perdido? ¿Algún primo lejano rencoroso o algo parecido que nos ha querido embrujar? Quizá el asunto de la magia lo llevemos en la sangre... quizá corra por nuestras venas... - Comentó divertido por las posibilidades.
En aquel momento parecía haberse olvidado por completo de la misión de tener que buscar algo "parecido a una espada". Pero no parecía preocupado por ello.
Una vez en cubierta Katarzyna indicó el lado de estribor para así poder ver el mar y las vistas como había sido su intención, además creía que no molestarían tanto en uno de los lados de la embarcación. Respiró el aire salino y sintió uno de esos pequeños placeres que le brindaban los viajes por mar. Este era uno muy distinto, uno que estaba cubierto de una mayor incertidumbre.
Al escuchar su nombre se volvió para mirar a Shawn con sus profundos ojos negros. Su pregunta le resultó curiosa, nunca había pensado que pudiera tener una maldición y tampoco se había creído la mitad de sus historias, más bien creía que lo habían echado cansados de escuchar sus horrendas composiciones. Sí, iba mejorando, pero no parecía tener futuro después de tanto tiempo practicando. Era una pena, sobretodo para sus oídos que eran quienes más lo lamentarían.
Iba a responderle, pero Tom se adelantó, así que decidió esperar a saber todo lo que tenía que decir el pequeño del grupo. Al terminar, le dedicó una sonrisa, una más amplia de lo habitual.
―No conocí a vuestros padres, así que no podría decíroslo de momento ―respondió―. Lo que sí te puedo asegurar es que tu hermano sí ha hecho enfadar al menos a una, pero no es tan mala como para maldeciros. ―Sonrió de nuevo, visiblemente divertida por la conversación―. Pero si estuviera maldito, no podría saber cómo ha sucedido, o cómo detenerla. Lo lamento.
»¿Por qué os iba a querer maldecir un primo que no conocéis? ―preguntó, negando con la cabeza―. No creo que eso pudiera suceder, pero sí creo que podáis tener un primo lejano. ¿Quién no lo tiene? ―les preguntó―. Ya sabéis que teníais cuatro abuelos y antes de estos, ocho bisabuelos. La probabilidad que queden descendientes de estos diría que es bastante alta. Así que por ahí tendréis vuestro primo lejano, y aunque no dudo de que alguno tendréis, si queréis preguntar algún día, podemos encontrar la respuesta si eso os hace felices. Un simple «sí» que casi os puedo adelantar ahora mismo.
Se quedó en silencio, mirando hacia el mar y volvió a respirar profundamente.
―Te quería responder a algo que me preguntaste el otro día ―le dijo a Tom, sin apartar la mirada de las aguas―. ¿Te acuerdas que me preguntaste si hablaba sola? Pues no es así, no lo hago. Hablo con un dios y un amigo, él me enseña a conocer mejor este mundo y a poder influir en él. Mi magia es una pequeña parte de su poder y lo comparte conmigo para que pueda protegeros y ayudar a los demás. Así que no debéis tener miedo, su magia es tan buena como yo lo sea; y él es culto y agradable, se preocupa por vosotros, espero que algún día tengáis el placer de conocerle.
»Os haré una pequeña demostración ―les aseguró, y tras una breve pausa, añadió―: Ven, por favor.
Kasia miró hacia un lado, hacia donde no había nadie, y sonrió contenta por ver a alguien que no parecía estar ahí.
―Me alegra verte. Te necesito para mostrarles cómo podemos navegar un poco más rápido. Con algo más de viento para que sientan la agradable caricia del mar ―le pidió, con la vista fija en ese vacío que había a su lado.
Se quedó en silencio, escuchando la respuesta a sus palabras mientras sus pálidas mejillas se iban sonrojando poco a poco y luego se volvió hacia ellos, sin mirarlos a los ojos, mientras tamborileaba nerviosa con sus dedos. No dijo nada, solo fue moviendo su rostro de uno a otro.
―Shawn ―dijo con un leve temblor en la voz.
Tampoco le dio tiempo a que respondiera, simplemente se acercó a él y sin dudarlo, lo besó. Fue un beso torpe, tímido y rápido. Uno que quizás no debía haberle dado. Uno que aunque duró un único instante, tuvo mucho más que decir que cualquier otro instante que hubiera vivido junto a él. Pudo sentir la respiración de este, notó el extraño y agradable tacto de los labios de otro al besarlos y como se le aceleraba su propio corazón. Se alejó de él, evitando su mirada. Estaba terriblemente ruborizada.
―Discúlpame ―masculló.
Hizo un movimiento con su mano hacia las velas de la corbeta al mismo tiempo que murmuraba algo y estas respondieron hichándose de una forma casi majestuosa. El viento perfecto para una embarcación como aquella. «La Bruja del Mar» empezó a surcar las aguas rápidamente gracias a unos vientos portantes que la empujaban hacia su destino, hacia el rumbo que había marcado la capitana.
El viento agitó el velo que cubría los cabellos de la rzeczpospolita e hizo que tuviera que alzar una mano para sujetarlo y que este no marchara volando hacia las aguas. Ahí estaba la losejas junto a su dievas, mirando hacia la proa, hacia el futuro. Habían conseguido alejarse de la ciudad sin que nadie llegara a percatarse lo suficiente de su presencia y ahora se dirigían en busca de una leyenda. Katarzyna esperaba que allá donde fueran, estuvieran bien, pero no podía mentirse a si misma, en aquel momento solo pensaba en el beso que acababa de darle a Shawn y en la vergüenza que le daba saber que estaba ahí a su lado. No se atrevió a decirles nada más. Quería haberles explicado el rumbo que estaban tomando y hacia donde se dirigían según el mapa que ella conocía, quería haberles contado mucho más y sin embargo, se había quedado sin palabras. Ni siquiera pudo despedirse de su dievas, estaba demasiado avergonzada. Un silencio que no duraría. Uno que se veía interrumpido una y otra vez por el sonido de las velas y el viento, por las voces de la tripulación y el golpear de las olas. Un silencio que a pesar de no ser silencioso, a ella le resultó ominoso.