Lagermon niega con la cabeza, pero poco podía hacer en estos momentos que avanzar hacia la oscuridad y lograr intentar acabar con el mal que había en aquel hotel.
Pues yo continuo subiendo. Poco tengo que añadir (y casi mejor, no me vayan a matar a mi también XD)
-Ya no podrás lastimarme más Michael- dijo al cadaver a sus pies Por un segundo Y luego como si un rayo de luz le cayera en la cabeza miró horrorizada al que yacía en el suelo- Oh por Dios ¿Qué es lo que está pasando aquí? Yo... yo ¿qué es lo que he hecho ? Este lugar está volviéndome loca..
La mujer miro en el rostro del señor Largernon que definitivamente ya estaba asustado por el comportamiento de ella la mujer se metió el alma de nuevo en la ropa y siguió el señor Largernon ella también Estaba dispuesta a acabar con el mal que había en el hotel y el cual la Estaba sacando de sí
- señor le suplicó que no me tenga miedo a mí Yo no soy el enemigo el enemigo está esta cosa te hicieron con el chamán yo no le haría daño a usted si lo hubiese querido hacer lo hubiese dejado morir en aquella habitación oscura estoy dispuesto a cooperar con usted.
Le hablaba mujer con el cuerpo tembloroso y la voz también ese lugar le estaba haciendo violenta pero al mismo tiempo sentía que había sido una buena decisión matar a Merrows era un hombre Ebrio que no iba a dejar de hablar y aunque la había dado gusto disparándole matandolo para que todos pensaban que estaba completamente loca y que no podía fiarse de ella además de hacer que gastará 2 de las balas aún así Estaba dispuesta a cooperar con el otro caballero y acabar de una vez por todas con el mal que aqueja aquejaba el hotel
Una disculpa estoy teniendo problemas con el internet así que mando este post desde mi celular
Estaban en la habitación 237.
Aquel habría sido, si el desaparecido Theobald tenía razón, el epicentro de toda aquella locura. Habían atravesado el pasillo iluminados por la lámpara de Langernon, contemplando los cadáveres esparcidos por el mismo como combatientes que atravesasen un campo de batalla tras una derrota. Nereida iba ahora mascullando frases initeligibles. Herbert no quería interrumpirla en sus cabilaciones. No sabía como acabaría aquello pero la había visto allí abajo y quizás se preguntaba, no sin razón, cual era el mayor peligro que le podía aguardar en la oscuridad de aquel hotel.
Pero ya estaban allí, en la habitación 237.
Igual que todas las demás era espaciosa y estaba dotada de todo lujo. Sin embargo las ventanas habían sido tapadas por pesados cortinajes y en la cama con dosel reposaban los restos del chamán, el paciente cero de toda aquella locura.
Era un hombre viejo, muy viejo, y pálido como la luna que se asoma entre las lápidas a media noche. Delgado como un cadaver, podían ver como su osamenta se dibujaba bajo su escasa piel pálida. Lo habían atado a aquella cama con dosel con tanta firmeza que se mantenía a unos centímentros de la cama por la tensión de las cuerdas. Su melena blanca se derramaba sobre el lecho mezclada con la sangre. Porque a aquel hombre lo habían torturado con una fiereza inhumana. Su cuerpo tatuado estaba desgarrado por varios puntos, su estómago abierto dejaba que las vísceras se esparciesen como si de un macabro centro floral se tratase. Alguien le había sacado uno de los ojos y la cuenca ensangrentada apuntaba ahora hacia el techo. El otro ojo, amoratado, permanecía cerrado. ¿Qué tipo de acción había merecido que le arrancasen las uñas? ¿Qué tipo de secreto intentó guardar pese a que le quitasen los dientes que ahora reposaban en una bandeja quirúrgica en la mesilla de la cama?
Viendo ahora el estado de aquel pobre hombre los recién llegados se acordaron de los gritos iniciales que los habían despertado aquella noche y poca cosa eran para todo lo que en aquella habitación había acontecido.
Y entonces aquel cuerpo marchito se estremeció.
—Uchakawagara es imparable...— su voz era un susurro casi imperciptible —El portal... ya está abierto... y el Alacrán tomará todo... a su paso...
Tosió sangre. La vida se le escapaba y quizás para él fuera lo mejor. ¿Cuánto dolor podía soportar un cuerpo?
- Dios ya no está aquí Señor Largernon, Y quizá nunca estuvo mire solamente lo que le hicieron a este pobre hombre,¿ y todo por que ? por querer revivir a alguien cuya alma ya ni siquiera estaba en este plano- dice comenzando a mirar hacia todos lados del la habitación tenía que asegurarse que nada saliera por sorpresa a atacarlos Así que volvió a sacar el arma apuntando a todas direcciones aún con su mano temblorosa
Habían llegado hasta la habitación 237 finalmente, solo para encontrarse a un pobre hombre torturado y apunto de morir. Herbert no podía hacer mucho por el hombre moribundo, pero no quería creer que nada se podía hacer.
- Aún estamos aquí, dispuestos a cerrar ese portal. Aún debe poder hacerse algo- le dijo al hombre- ¡dinos como detener esto!- ordenó al anciano.
El hombre pareció darse cuenta de que no estaba solo, o que las voces que escuchaba estaban allí realmente, no eran fruto de su imaginación:
—La niña... Uchakawagara necesita un nexo con el mundo de los vivos, usará la carne de la niña para... ella es lo importante...
Entonces el hombre exhaló su último aliento.
La niña ¿no había dicho el médico fugitivo que la habitación de la hija de Roostelvein estaba en el ala particular del hotel? Herbert se acercó a la puerta, en cuyo interior colgaba un plano que mostraba toda la estructura del hotel para los visitantes al mismo, señalando el punto en el que estaban.
Había varias maneras de llegar al ala privada: por esa misma planta, siguiendo varios pasillos, o saliendo al jardín exterior y volviendo a entrar por uno de los salones de baile del ala oeste. Estaba seguro de que incluso habría pasillos de servicio, que no figuraban en aquel mapa, pero que conectasen esos lugares. No valía de nada pensar ahora en que quizás el médico o el difunto animador deportivo podían conocer esa última ruta pues ya no estaban con ellos.
-No debemos perder tiempo, hay que ir por la niña ,¿Sabe usted como llegar ? Creo que debemos preparando para lo.peor -decia comenzando a rebuscar con la mirada algún otro indicio - No se usted pero el médico tiene muchas cosas que explicar,
Hago miniposts ahora pues esperaba que contestará el primero para seguirle la corriente
- Al final tendremos que ir a por el Sr. Roostelvein- dijo el empresario- sin embargo quiero pasar por la habitación del... ejem, fallecido Sr. Merrows. Comento que había encontrado un pergamino que podía ayudarnos en nuestra tarea. Puede seguirme o no, como usted desee. Pero es mejor permanecer juntos y esto no me llevara mucho tiempo.
Herbert salió con decisión en dirección a la habitación del fallecido, que estaba a pocas puertas de distancia. Cuando atravesaban el pasillo escucharon una potentísima deflagración y vieron, a través de los ventanales, un tremenda llamarada rojiza. Se asomaron levemente para comprobar que el ala oeste, donde debería estar su lugar de destino, ardía con fiereza en algunos puntos. ¿Qué habría sucedido? Pensaron en el doctor Henkins ¿estaría intentando detener a Roostelvein por su cuenta?
Aún así Herbert se dirigió a la habitación del recién fallecido Merrows. Rebuscó frenéticamente entre sus pertenencias, bajo la cama, en los armarios. No había ningún pergamino en ningún lado. ¿Por qué le habría mentido en su último aliento?1.
Cuando regresó al pasillo Nereida estaba allí esperándolo, observando las llamas que se propagaban por el ala oeste pese a la inclemente tormenta que azotaba al hotel. Era como si todos los elementos quisieran hacer tambalearse aquel lugar maldito.
[1] La verdad es que no tengo ni idea. Preguntadle a GaLOL porque yo tampoco lo entendí. No sé si pretendía meter una movida tirando a PbtA pero me temo que no ha colado. Pero bueno... será por cosas que no he entendido en esta partida ;D
No he encontrado nada- no entendía muy bien el porque de aquel último mensaje del Sr. Merrow- tanto da. Acabemos con esto de una vez- y sin más dilación, se dispuso a ir por aquellos pasillos hasta su lugar de destino.
Salvo que sea impracticable ir por el fuego, mi idea es ir por los pasillos, si mi compañera esta de acuerdo.
-Esto debe ser una broma -Decia mirando por la ventana - Lo sigo señor Largernon, -iba tras el, muy de cerca por cualquier cosa , ya despues ajustaria cuentas con el medico , lo importante era ir y ayudar a zanjar la situacion.
De nuevo su mente le traia el pasado, sin tan solo August fuera mas como el señor Largernon, tal vez ...
La miraba con desprecio, su propio marido, estaba solos, los sirvientes se habian ido , August Moonflower le ordeno que callase, ¿Acaso era su culpa? , no lo era , no podia obligar nadie a no mirarla , no importaba la vestimenta con recato , la miraban y punto, luego el le solto una bofetada, una sonora , le ardia la mejilla , ella sintio coraje , desprecio, una sensacion de impotencia , solo eso le faltaba, que la golpeasen, ella no habia querido casarse, el insistio, ella no habia querido embarazarse , apenas llegaba a los diesisiete,Solo despues de un par de meses casada se entero de las amantes de su marido, sentia como la sangre le hervia , sin pensarlo dos veces tomo el cuchillo y se lo clavo en la pierna cerca de la ingle , el intento golpearla de nuevo
-Atrevete Anugust.....hazlo y te mato ahora mismo, y si me vuelves a golpear teme por tu vida , de una o de otra forma te matare o hare que lo hagan , vete a desfogar con tus amantes , pero si te atreves, te juro por mi madre muerta que te matare, ve a desfogarte con tus amantes , no quiero que me toques de nuevo, a menos que sea para darme hijos , soy joven pero no tonta y no dejare que me arruines mas la vida- decia la joven pelirroja con furia , el la miraba a hora con horror podia ser que por su actitud resuelta pero aquel hombre de verdad tenia miedo.
Los años siguientes el pacto de aquella noche se cumplio, ella haria caso omiso de las amantes, se encargaria cabalmente de los deberes de esposa y madre , fingirian que todo estaba bien , el seguiria acostandose con las amantes , se juro a si misma que nadie mas la lastimaria , nadie mas veria sus lagrimas ...Si tan solo August hubiese sido como el ,como el señor Largernon, tal vez no hubiese estado tan amargada ni tan frustrada
De regreso en el presente solo restaba resolver esa situacion para regresar a casa con sus hijos , no pensaba dejarlos al cuidado de un hombre tan despreciable como su marido
Yo te sigo Largernon
Herbert avanzaba de forma resuelta seguido por Nereida. Algo había cambiado en aquella mujer, como si hubiera encontrado un anclaje a la realidad, una determinación que antes parecía ausente. Por su parte Herbert hacía lo que siempre había hecho: tomar decisiones de forma rápida y contundente. Fuera en los negocios, fuera en la vida la diferencia entre los que sobrevivían y quedaban en el camino estaba en las dudas.
Así que avanzaron recordando el mapa de la pared. El edificio se tornaba extraño en algunos puntos. Tenían la sensación de que algunos pasillos eran más largos de lo que sería normal según la dirección que tomaban, aunque luego se acortaban de nuevo al girar un recodo.
Pasaron por todo un infierno.
Vieron a gente colgada en la pared, clavada literalmente, con los intestinos esparcidos como si de enormes experimentos de ciencia se tratase.
Apartaron la mirada al ver a los niños. El que hubiera hecho aquello merecería todo el infierno que aquel lugar pudiera brindarle.
Se movieron entre cadáveres desfigurados, entre muertos que se habían abrazado en una última lucha sin sentido.
Todo el hotel se había vuelto loco a la vez. ¿Estaban ellos cuerdos? ¿Era todo lo que veían real?
El calor, desde luego, lo era. Se aproximaban a la zona del incendio. Las llamas estaban devorando varias habitaciones pero el pasillo se mantenía a salvo de la voracidad del fuego de momento.
La zona privada mezclaba un área de residencia médica con las habitaciones de los empleados. Igual que en el resto del hotel la locura se había apoderado de aquel sitio y los cadáveres se repartían en montones atroces, escenas de un infierno delirante.
Pero allí estaba su objetivo. Lo supieron al ver a la niña. De pelo negro recogido en coletas llevaba puesto un camisón rosa que resaltaba su vulnerabilidad. Sus pequeños brazos agarrados por una criatura que la mantenía atrapada entre sus pinzas. Un monstruo colosal y blanquecino, que parecía hecho de hielo puro, con el aspecto de un insecto formado por los huesos de un sinfín de cadáveres, con una forma alargada que recordaba tanto a una serpiente como a un enorme escorpión. Mantenía un rostro humano terriblemente deformado a escasos centímetros de la cara de la niña. La pequeña mantenía los ojos cerrados como si con esa negación de mirar al monstruo pudiera esconderse de él.
De rodillas en el suelo estaba Roosenvelt. El magnate vestía un traje que estaba ahora chamuscado y manchado de sangre. En sus manos sostenía un estilete afilado. Se estaba levantando como si pretendiese enfrentarse al monstruo armado con aquel ridículo filo.
—¡No te la llevarás! ¡He sido un necio al creerte!— gritó de espaldas a los recién llegados, que estaban a unos nueve metros de la escena —Todo esto ¡y no te ha saciado! ¡El chamán tenía razón! ¡Henkins tenía razón! ¡Estaba loco y la he condenado sin remedio!
A un lado del pasillo, con el pecho y la cara totalmente devorados por el fuego, estaba Theobald Henkins, el médico que había huido de ellos en la planta baja. En su mano todavía aferraba los restos de lo que podía haber sido una bombona de algún tipo de gas.
Pues aprovechamos para meter un turno más en la recta final ;)
La mujer aprovecho la oportunidad y tomo el gas , se lo entrego a Largernon
-Le será de ayuda – le decía temblorosa, estaba realmente muerta de miedo , y es que aquello era tan irreal, por un lado sentía tanta pena por la niña y el desquiciado padre, solo una madre sabe el dolor de perder a un hijo, pero aun asi ella no se creía capaz de hacer una barbaridad semejante , y aquella cosa era , trato de controlar el miedo, el terror –Señor Largernon, ellos no deben dominar nuestro plano , nosotros somos el alacrán , somos mas poderosos que el , no pierda eso de su mente , pase lo que pase nosotros vamos a vencer - continuaba hablando con voz temblorosa mientras se acercaba apuntando con la pistola en sus manos temblorosas -Va a comer mi aguijon , lo vas a hacer …-miraba a la cosa esa , era todo o nada
Aprovechando que aquella criatura estaba concentrada en el Sr. Roosenvent, la Sra. Moonflower le dio la botella que llevaba el fallecido médico. Quizás aún tenían una oportunidad para salir de esta... sino con vida, si al menos acabar con aquel mal que anidaba en este hotel.
Solo tenemos una oportunidad de ventaja. El monstruo está distraído- le susurró a Moonflower- si Roosenvent ataca, aprovecharemos para actuar nosotros. Lanzaré esto- dijo mientras levantaba el gas- y tu tendrás que disparar a la bombona. Espero que con esto sea suficiente para acabar con la criatura.
Dudaba que pudiera salvar a la niña, pero dadas las circunstancias, poco podían hacer en estos momentos.
Para sorpresa de ambos Rooselvent se abalanzó sobre la niña con su cuchillo dispuesto a ser clavado en el pequeño cuerpecillo. El monstruo pareció darse cuenta de la presencia de los recién llegados y su cuerpo se tensó como si estuviera dispuesto a atacar.
Pregunta concreta: ¿qué hacéis exactamente? ¿A quién dispara Nereida? ¿Qué hace Herbert con la bombona? Estamos a un día del climax y los detalles son importantes para el final ;)
La mujer sufrio de un potente escalofrio de terror que le recorrio la palda y la espina dorsal , esa cosa no era humana , no era de este mundo y a esas alturas ya estaba mas que claro , el horror que sentía no podía ser descrito, pero había hecho un juramento, una promesa , y si esta cosa querria hacerle daño no iba a rendirse sin pelear , era arriesgado pero tenían que acercarse o hacer que esa cosa se acercara , entre mas cerca mejor tino .
“Soy un alacrán , soy un alacrán y voy a clavarte mi veneno , te clavare mi veneno , voy a destruirte lo hare ”Pensaba la pelirroja mujer tratando de calmar su miedo y su cuerpo tembloroso, especialmente sus manos , apuntaba con su arma a aquel ser
-Voy a disparar para que venga , cuando este cerca arroje eso y yo disparare , es nuestra única oportunidad
- De acuerdo- respondió a la mujer. Era un plan, descabellado pero un plan al fin y al cabo.
Básicamente Nereida dispara a la criatura y en cuanto vaya a por nosotros le lanzaré la bombona a la cara para que Nereida dispare a la misma.
Perdón por el post tan corto, pero ando liado preparando la maleta que me voy de viaje mañana.
La cosa apartó con un manotazo brutal a Roosenvelt, que salió despedido contra una pared. Cuando Nereida le disparó dejó a la niña a un lado con un sorprendente cuidado y se lanzó a la carrera por el pasillo. Era el momento que Herbert estaba esperando. Lanzó con fuerza la bombona por el aire con la esperanza de que la mujer disparase su última bala cuando cruzaba el aire.
Era un tiro difícil.
Pero impactó.
El gas reaccionó al disparo y una deflagración hizo que todos cayesen al suelo cuando el improvisado artefacto explotó en el rostro de la criatura. El líquido, fuera cual fuera, cayó sobre la criatura que se convirtió en una bola de fuego que se retorcía sobre la moqueta, incendiando todo. Una cortina de fuego se alzó impenetrable.
Herbert se aproximó a Nereida que todavía mantenía su arma, ya sin balas, alzada apuntando hacia ese infierno que tenían ante ellos. La niña y su padre había quedado al otro de las llamas. El hombre puso su mano suavemente sobre las de Nereida para bajar el arma. Tenían que irse de allí: todo había acabado.
Y entonces surgió de entre las llamas con fuerza redoblada.
La cola de hueso, terminada en un punzante aguijón del tamaño de una cabeza, atravesó brutalmente el cuerpo de Herbert alzándolo en el aire.
Nereida alzo el arma y disparo contra la criatura que surgía de entre las llamas.
Click, Click.
—Es una pena que hayas gastado esas dos balas en mí, querida.— dijo una voz a sus espaldas.
Cuando se dio la vuelta se encontró de frente a Merrows. Estaba mortalmente pálido y su pecho no se movía, tenía la sangre reseca en las heridas que lo habían matado. Su mano, convertida en una helada garra, apretó el cuello de la mujer que pese a todo intentaba resistirse.
—Tenías razón querida. Todos nos quedaremos en el hotel, todos moriremos aquí. Serviremos al Alacrán.
Ambos vieron en sus últimos estertores como la niña salía de entre las llamas, acariciando el cuerpo de la criatura que sostenía a Herbert alzado casi en el techo. En su rostro infantil ya no había ningún tipo de miedo o duda. Sus ojos reflejaban una antigüedad que iba más allá de la humanidad, una oscuridad infinita. Sonreía con una crueldad inimaginable.
Entonces recordaron las palabras del anciano de la 237:
—La niña... Uchakawagara necesita un nexo con el mundo de los vivos, usará la carne de la niña para... ella es lo importante...
Era lo importante: la niña era el vehículo al mundo de los vivos del Uchakawagara.
Todo se volvió negro.
EPILOGO
El hombre cayó de rodillas en medio de la jardín nevado. Su figura estaba iluminada por las llamas que devoraban lo que había sido el salón de baile.
—Oh Dios todopoderoso... pérdoname...— sollozaba mientras sus manos huesudas sostenían con fuerza el escalpelo — No sabía lo que hacía... fue todo por ella...
La nieve crujió a su espalda cuando unos delicados pasos se aproximaron.
—Padre nuestro que estás en los cielos...
—De nada sirve ahora papá... ya está hecho...— dijo una tierna voz a su espalda.
—... perdona nuestros pecados así como nosotros ...
—No te escucha papá. Aquí no escucha a nadie.
—... no nos dejes caer en la tentación ...
—Me temo que es ya un poco tarde para eso ¿no?— la voz infantil había mutado a un tono desagradable, casi gutural.
El hombre clavó el escalpelo en su estómago y luego tiró, con todas las fuerzas que le quedaban, hacia arriba. La carne se abrió dejando salir sangre y vísceras. Mientras se desplomaba hacia adelante vio los piececillos infantiles que pasaban a su lado. La voz volvía a sonar infantil pero su tono tenía una antigüedad inhumana.
—Oh... que dramático. ¿Crees que así vas a escapar Edgard? Cobarde... ¿dejarías aquí a tu pobre e inocente Agatha? No te dejaré ser tan mal padre. El viento y la nieve apagarán el fuego antes de que se extienda y luego nos quedaremos todos aquí a vivir para siempre. ¿No es maravilloso? Todos juntos, como una enorme gran familia. Y puede que vengan más. Oh sí... vendrán más.
Los pasos descalzos se internaron en el laberinto de setos ignorando la ventisca que volvía a azotar con fuerza infernal aquella cara de la montaña nuevamente. Mientras la vida se le escapaba Edgard Roostelvein mezclaba lágrimas con sangre recordando aquella frase que su padre siempre le decía: 'los caminos hacia el infierno están empedrados de buenas intenciones'.