Partida Rol por web

Al tirar del cadáver, pronto los cuartos delanteros quedaron a la vista, extraños, doblados de más y un tanto sarnosos. Pero lo peor fue cuando la cabeza quedó a la vista.

Primero le llamó la atención la larga lengua que parecía pegada a algo aún invisible, pues había al menos dos metros de lengua estirada. Pero casi a la vez pudo vez los ojos grandes, acuosos, de rana del animal. Igualmente el resto de la cabeza era una mezcla de lobo y rana, con piel lisa y viscosa pero forma de lobo, colmillos y dientes del cánido pero sin orejas ni nariz.

Una aberración como nunca había visto.

Van maldijo a los Señores del Caos por esta aberración.- ¡¡No es un lobo!!

Tanto las extremidades como la cabeza eran de un híbrido, una especie de lobo y sapo... un demonio. Sus ojos eran los de una rana, igual que su hocico, pero no los dientes propios de un cánido. La lengua quedó revelada cuando le dio la vuelta al cuerpo, medía más que un hombre. Instintivamente saltó hacia atrás para alejarse de la criatura. Parecía muerta, pero no quería tener nada que ver con ella, escupió en el suelo y se comenzó a sentir nervioso. Miró a todos lados, temía que otros demonios lo hubieran visto y clamasen venganza.

Sin conseguir tranquilizarse, desechó la idea de recuperar la flecha, aunque algo le decía que no debía dejarla ahí o seguirían su rastro. Pero sus manos no podían acercarse ya a ese ser.

- Vámonos rápido, esto no augura nada bueno. - Era como si hubiera visto su propia muerte.

Salamina odiaba de lejos aquellas "cosas". Se habían escuchado muchas historias de bichos raros, y la mayoría era una mezcla de todo para no terminar pareciéndose a nada. Y por desgracia, jamás traían nada bueno. Si no eran desgracias, eran muertes, y si no … eran cosas aún peores. Montó otra vez, con la esperanza de partir pronto de allí. Su mueca de asco … era bastante visible para todos.

Demonios... en ese mundo extraño todo eran demonios. Dorg se alegró de que, al menos, pudieran acabar con ellos. No quería saber nada de todo aquello, sólo quería cumplir su venganza y volver a casa. Una vez su tribu hubiera sido vengada, no quería saber nada de todo aquello.

Cuando con su último aliento el "lobo" en vez de aullar o gruñir se limitó a croar, el pantangiano se temió que lo que habían matado estaba relacionado con el Caos.

Su sospecha se vio confirmada cuando pasado unos momentos de tensión, a la espera de un posible ataque, el bárbaro se adelantó y trató de sacar a la criatura y pudieron comprobar que era un híbrido.

Por suerte no lo he hecho yo - pensó. Matar a una criatura del Caos no le suponía ningún problema, pero este ataque sin provocación quizás no hubiera complacido demasiado a sus dioses. 

Conteniendo a duras penas una sonrisa que pugnaba por transformarse en carcajada ante las muecas de espanto y asco de muchos de sus compañeros, Dim'goth preguntó - ¿Has visto si tenía algo ahí? 

Sin enfundar sus armas, se adelantó a mirar el motivo de que el ser estuviera dentro del zarzal.

Dim'goth tomó el lugar que Van Tharkan había dejado con premura. Comprobó que la descripción del bárbaro había sido bastante exacta y que la criatura extraña parecía, en su cabeza y patas delanteras tanto un sapo como un lobo, en una transición abrupta y poco natural. Todos pudieron apartar la mirada, si preferían ahorrarse el ver

Como había supuesto su larga lengua estirada se perdía dentro del zarzal aún invisible incluso cuando él terminó de sacar el cadáver del ser. Tuvo que tirar con cierta fuerza de la lengua para notar que, efectivamente, había algo más dónde el zarzal era un poco más profundo.

Ya veía un cadáver humano con armadura de cuero cuando éste se trabó en un tronco y la lengua acabó por soltarse, estando a punto de enviar al pantangita rodando al suelo. El muerto parecía a medio devorar, con buenos bocados en las zonas que la armadura no cubría y eran más carnosas.

- Será mejor que nos vayamos cuanto antes. Si alguno de vosotros, - señaló a los sacerdotes,- quiere ver si lo reconoce, - haciendo referencia al cuerpo,- hacedlo ya, pero este lugar no es seguro.

Van Tharkan cada vez se ponía más nervioso, había jugado muchas veces a juegos del Caos y la Ley, y nunca le habían traído nada bueno.

La chica, ya sobre la montura, al escuchar de ir a verlo, puso cara de asco y empezó a hacer que su montura avanzase. Se mantenía en un discreto silencio. No quería saber nada más de aquello.

Dorg negó con la cabeza. No conocía a ninguno de esos demonios. En realidad ya no conocía a nadie en el mundo. Su tribu había muerto y los demás sólo eran demonios sueltos por el mundo. No quería ni ver la mezcla monstruosa que asqueaba a los demás. Hizo un signo contra el mal con su mano, para alejar los espiritus.

Aunque no la estampa que se ofrecía ante sus ojos no era muy agradable, desde luego no era lo peor que había visto en su tierra natal y el hecho de que el muerto no le importaba, hizo que no se sintiera afectado por en lo más mínimo.

Echando un vistazo a sus nuevos compañeros, comprobó que muchos de estos si que estaban afectado - ¡Panda de pusilánimes! - pensó y reprimió una burla que pugnaba por escapar de sus labios. La verdad es que si su futuro dependía del valor de sus compañeros, esperaba que respondieran mejor que en esta ocasión o se podían dar todos por muertos.

Al comprobar que era un cadáver lo que sujetaba el engendro, lo señaló a la vez que se dirigía al que los había contratados - ¿Éste guarda relación con lo que estábamos buscando?. Y mientras esperaba que le respondiera, trató de encontrar algún símbolo en la armadura que permitiera indentificarlo. 

Dim'goth se tiró un rato - y bastantes picotazos del espino - hasta sacar el cadáver a la vista. No hacía falta mucho para notar que era un guardia con la misma armadura y heráldica que los que quedaban en Arlankas.

Estaba bastante mordisqueado, por lo que era difícil decir de qué había muerto. En cualquier caso la armadura, salvo por algún mordisquillo, no tenía marcas de nada que hubiera podido resultar letal.

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   Tras unos segundos en los que no parece haber al final emboscada, salgo con cuidado, sin soltar la jabalina, mientras contesto a Dim'goth.

   - No buscamos a ningún guardia. - Me acerco con precaución a la tumba improvisada y la examino en busca de alguna inscripción, - queremos saber porqué se han interrumpido los envíos de las gemas de las minas y porqué no hay noticias de ahí, eso debe de ser Melchor, el pueblo minero. - Señalo al poblacho y las casas.

   Mientra va sacándolo, comento. - Ese debe ser un guardia de Arlankas, fueron un grupo, junto con un sacerdote de Straasha y su escolta a ver que puñetas pasaba aquí, no volvieron y por eso estamos nosotros, ¿recuerdan? -

   Luego vuelvo mi atención a la tumba y la vasija de agua, si los ritos se hicieron correctamente, el sacerdote andará por ahí, si no... termino los ritos yo mismo.

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El estado de la tumba, dado que se había derrumbado por el lado contrario al camino, hacía difícil saber si los ritos habían sido a la perfección completados.

El derrumbe era porque el cadáver había salido por aquel lado - o algo se lo había llevado a rastras - dejando un reguero de piedras y algunos restos de ropa parecidos a la que llevaba el cadáver que examinaba Dim'goth. 

Dorg echó un vistazo a las tumbas, intentando determinar si había más rastros útiles que seguir.

Dorg examinó un poco más la zona, la tumba parecía ser única. Aunque en su tribu se habría considerado un enterramiento bastante lujoso, lo cierto es que ya había aprendido que en aquellas tierras eran muy pomposos y ceremoniosos, aquel era un enterramiento rápido e improvisado.

Incluso al avanzar un poco por si hubieran hecho las tumbas sólo en terrenos elevados lo único que encontró fueron evidencias de una pelea, con manchas de sangre, marcas de arrastramiento y restos de una gran fogata. Esto estaba poco más de treinta metros más adelante, en un paso estrecho entre dos rocas.

Dorg encontró muchas marcas de huellas y pasos, pero la mayoría borrados, bien por el viento o bien por el arrastre de algún objeto hacia la tumba y varios en la zona de la batalla. Lo único que tuvo seguro es que habían traído el cadáver del sitio de la lucha al terreno elevado en que lo enterraron y que en la pelea había un número elevado de contendientes, el resto de pistas se habían perdido.

Van hizo un gesto en el aire antes de dejar el lugar, sus ancestros le habían enseñado la runa de protección que alejaría cualquier peligro. Siempre dudó de su eficacia... pero hasta ahora seguía vivo, ¿no?

Bastante más calmado se acercó al cadáver del demonio y recuperó la flecha, la partió y la guardó envolviéndola primero entre vegetación dle camino y luego bajo las pieles de su poney. Se desharía de ella más adelante, en lugar seguro.