Cenamos y cuando empiezo a sentir sueño, bostezo.
Asiento en silencio mientras ayudo a recoger la mesa.
Luego, dejo que me guía hacia su habitación, porque jamás me aprenderé dónde está cada cosa en esta enorme y maravillosa casa.
Cuando llegamos, si no tiene el dormitorio preparado, la ayudo, y me preparo con el pijama para echarme y charlar antes de quedarnos dormidas.
Ves dos camas ya preparadas para que os echéis y durmáis... o no.
Mei se pone el pijama en un momento y se mete bajo las sábanas y las colchas. Solo ves los ojos tras las gafas, y resulta adorable.
- ¿Quieres dormir ya?
Me meto en la cama y me tapo hasta la barbilla, sosteniendo la manta con ambas manos y mirando hacia el techo.
Suspiro. Necesito contarlo, pero al mismo tiempo me da mucha vergüenza.
-Pues... como quieras...-susurro nerviosa, sin mirarla.
Ella, que ya te conoce, te mira con cara cada vez más de sospecha.
Se alza un poco, para apoyarse en los codos mientras te mira.
- ¿Qué te ocurre, Kaori? No te dará miedo la oscuridad...
Me río, un poco nerviosa.
La miro y niego con la cabeza.
-No, que va.-Respondo con una sonrisa, sonrojándome un poco.-Es que me gustaría comentarte algo... pero me da mucha vergüenza.
Se queda quieta, con cara de pasmo. Jurarías que mil ideas acerca de lo que tienes que contarle pasan por su cabeza, y casi puedes verlas.
Asiente, muy despacio, aguardando a que sigas.
Suspiro, casi a punto de echarme hacia atrás. Pero ya que se lo había empezado a decir, no me dejaría dejarlo estar. Ella es así.
-Tenía que comentarte qué tal me fue con Kazou.-Susurro, más roja que un tomate, mordiéndome el labios conteniéndome una sonrisa de nerviosismo y felicidad.
Abre la boca poco a poco.
Gira la cabeza, hacia un lateral. Como si no creyese lo que está pensando que es.
- Vosotros... ¿qué habéis hecho? - te pregunta, con una sonrisa pícara y curiosa.
Me sumerjo más en mi manta, ahora sí que realmente sonrojada.
No la miro, desvío todo lo que puedo mi mirada de ella.
-Pues... e-eso.-Susurro, y temiendo no ser clara, y no queriendo ser tampoco demasiado clara, concluyo.-Lo... lo h-hemos hecho.
Finalmente, has acabado por esconderte del todo bajo las mantas.
Ya no ves nada, solo oscuridad, en la que te sientes muy cómoda y segura contra la vergüenza que sientes.
De pronto, sientes como un peso se posa suavemente en tu cama.
Silencio y oscuridad, y nada más.
Respiro agitada y nerviosa.
Pero me detengo de pronto al sentir que alguien se ha puesto sobre mi cama.
Me armo de valor y saco un poco la cabeza para mirar lo que está ocurriendo a mi alrededor. Si no habla es malo, ¿no? O... no sé.
Mei se ha colocado sobre tu cama, sin mirarte.
Está boca arriba, seria. Como pensativa.
- No sé si tengo que saltar de emoción o preguntarte qué tal ha sido. - te expresa, todavía muy neutra. - ¿Qué hago?
Me río, y la observo de reojo.
Me encojo de hombros sin saber qué responderle.
-Pues... puedo responderte, si quieres.-Susurro, un poco neutra pero a la vez feliz.-Fue perfecto, la verdad es que no tiene otro término.
Sonríe, al ver que empiezas a contarle.
Suspira, de forma ensoñadora, tal vez porque has cumplido con el estereotipo del romanticismo de la primera vez.
- ¿Y no te dolió? - te pregunta, tímida.
Sonrío y la miro, negando con la cabeza.
-Muy poco, fue un dolor muy breve.-Le explico, con la misma mirada ensoñadora de ella. Fue tan perfecto que aún no me lo creo. Me da miedo que la siguiente vez me duela de verdad.
Suspiráis casi a la vez.
Idealizando aquel tabú que no todos conseguían de forma tan perfecta como tú. La verdad, puedes considerar, que tuviste suerte.
Ella se queda a tu lado, en silencio, pensando.
- Si te hace feliz... Me alegro. - te dice, simplemente.
Agradezco en silencio mi maravillosa suerte, la de haber podido una primera vez increíble con el chico de mis sueños.
La miro y le sonrío cuando me dice esas palabras.
-Mucho... gracias.
Te mira, sonriendo con gesto cansado.
Parece tener sueño por el subidón de los nervios cuando le has contado. Y se queda pensando durante unos momentos antes de meterse bajo las mantas de tu cama.
Se acuesta y cierra los ojos, para dormirse pronto. Y si la dejas, te abraza también.
Dejo que me abrace, y bostezo antes de cerrar los ojos.
Sonrío, contenta por haber podido contarle esa gran intimidad a mi amiga.
La abrazo y me intento dormir, consciente de que mañana tenemos que ir al instituto, a pesar de que no me apetezca demasiado tras este maravilloso día.
Duermo relajada junto a mi amiga, agradecida por tenerla.
Por tenerlos a todos.