Partida Rol por web

- Catorce - responde simplemente.

Parece que, al igual que tú, ha decidido escaparse de su deber de estar en la cama para dormir y ha decidido conectarse a SAO para huir de la realidad. O tal vez tenga insomnio y quiera huir del aburrimiento. Te tiende una mano desde su distancia, sin guardar todavía su espada.

- Mi nombre es Seiber

Sonrío extrañada al no esperarme que fuera más pequeña que yo. Ambas estamos aquí, cuando deberíamos estar en la cama. Pero no importa, solo serán como mucho una o dos horas, quizá menos.

-El mío es Yumiko.-Vuelvo a tenderle la mano esta vez como presentación.-Me alegra conocerte.

- ¿Vas a seguir leveleando? - te pregunta, mirando hacia lo que era el lugar donde estaba el monstruo recién derrotado - Yo estaré por aquí, ayudando a otros usuarios, si quieres puedes venir conmigo

Pienso en la posibilidad, pero no puedo alejarme demasiado de la colina, si no luego tardaré más tiempo en llegar y por lo tanto... en dormir.

Pero que importa ahora dormir, ¡el mundo de Aincrad está a mis pies!

-¡Vale! Pero no mucho más tiempo.-Indico.-Es tarde, y ambas deberíamos dormir pronto, o si no mañana no nos podremos levantar de la cama.-Concluyo, con una risa.

Asiente, y antes de que casi te des cuenta, ella comienza a correr de una forma ágil y grácil. Va algo agachada, para cortar mejor el aire, y avanza rápidamente, como si su forma se difuminara en la oscuridad.
La luz que te proporciona la esfera que usaste, como bien marca en la descripción del objeto, se consume finalmente. Pero aún te quedan más, aunque debes darte prisa si no quieres perder a tu nueva compañera

Cuando se apaga la luz aprovecho el último destello para saber por donde va. Intento seguirla con su misma velocidad o con la que pueda, sin perderla de vista, queriendo también cortar el aire.

A pesar de que nunca lo habías probado, consigues correr a una velocidad similar a la suya. Pero te lleva ventaja por haber empezado antes. Así, a ese veloz ritmo, os acercáis a un usuario, un muchacho que está luchando contra una manada de bestias que no sabrías identificar a ninguna conocida. Parece estar en apuros. Ambas os acercais para atacar, y ella salta para hacer un ataque totalmente vertical que impacta de lleno en una de las criaturas.

Es tu turno para ayudar al muchacho que está en apuros

Podré ayudar a alguien. Seiber, a pesar de ser más joven, es bastante buena. Tengo que mejorar, aunque en la realidad sé que soy bastante buena en kendo, no es lo mismo llevarlo aquí.

Corro también hacia las bestias para ayudar al muchacho.

A pesar de tu ímpetu, apenas logras hacerle una leve herida a la terrible bestia, que ahora se centra en ti. El muchacho que estaba necesitado de ayuda, lanza su ataque feroz viendo que tal vez pueda conseguir una victoria en el combate con vuestra ayuda.

Seiber se lanza de nuevo a atacar a las criaturas, pero está intentando tomar control y dominar la situación, por lo que su ataque resulta nulo

Aunque no le haya hecho demasiado, haber acertado me anima tanto que corro de nuevo hacia las bestias. Salto hacia ellas y propino un buen ataque.

Esta vez si hice bastante daño.

Una de las bestias desaparece ante tu diestro mandoble, y por fin puedes atacar a la siguiente. El muchacho va a atacar a una de esas bestias, pero no lo consigue. En cambio, las criaturas se ponen de acuerdo para atacar al unísono, pero todas fallan en su cometido. Una de ellas incluso tropieza sobre sí misma y se hiere.

Seiber ataca a una de las criaturas y le propina un tajo, aprovechando que han fallado en su ataque y se encuentran en situación desprevenida

Voy de nuevo hacia otra bestia, eufórica por haber podido eliminar a una.

Mi ataque es firme pero no tanto como el anterior. Aún así consigo darle desde mi posición, sin hacer saltos esta vez, tan solo un tajo en línea recta.

Poco a poco, vais derrotando a las criaturas. El muchacho, agradecido, recibe su experiencia, oro y objetos, al igual que recibiste tú cuando recibiste la ayuda de Seiber. Se encuentra eufórico, pero mantiene unas palabras en privado con Seiber. Después de estas, asiente y se marcha para desconectarse.

Seiber emprende al camino hacia la colina en la que os conocisteis, esta vez caminando tranquilamente. Ha enfundado por fin su espada, y permanece con el semblante serio.

- Lo que hemos hecho hoy no debes contarlo a nadie - te dice, de golpe y sin mediar ninguna palabra antes - Se trata de algo ilegal, por muy amable que parezca. Y no me gustaría tener problemas

Miro de lejos a mi compañera y al muchacho, extrañada, preguntándome qué dirán. Odio pensar en eso, me agobia pensar que hablan de mí. Es lo que tiene tener esta autoestima, pero intento evadir esa inseguridad propia de Kaori aquí, en este mundo.

Cuando Seiber regresa y me dice eso, me quedo aún más sorprendida. ¿Qué será lo que hemos hecho que es ilegal?

-¿Ilegal? ¿A qué te refieres?-Pregunto, arqueando una ceja.-¿Qué hemos hecho que sea ilegal?

- Ya se lo he comentado a él - dice, sin detenerse y sin inmutarse por tu sorpresa - Generalmente, a eso se le llama "tanqueo". Los niveles superiores ayudan a los inferiores, dentro de un mismo grupo, para que suban de nivel y ganen objetos y demás. Pero hacerlo gratuitamente está mal visto. Creen que vamos a pedir algo a cambio, como si fueramos matones en una especie de mafia, cobrando cosas desorbitadas por ayudar. Evítalo de día

Asiento comprendiendo. Supongo que debería evitarlo, más aún por el día, como me ha recomendado ella.

-Está bien.-Concluyo con una sonrisa amable.-En fin... es tarde, deberíamos ir a dormir. Nos veremos por aquí. ¡Ah! Prometo no decir nada.

Acto seguido me doy la vuelta para volver a la colina, esperando antes su despedida.

- Mucha suerte - te despide, dejandote marchar hacia la colina para que desconectes. Se despide de ti alzando la mano, y no se retira hasta que te desconectas, o eso puedes observar hasta que el mundo de Aincrad desaparece ante tus ojos.

De nuevo en tu realidad, todo está en silencio. En mitad de la noche

Al igual que ella, me despido con la mano, efusiva. Cuando de nuevo aparezco en mi habitación de nuevo siento esa frialdad de mi habitación, tan ajena a ese mundo.

Miro la hora, deseando no escandalizarme y una vez lo hago me voy a dormir... o a desayunar, lo que toque.

Caes dormida intentando olvidar la hora y lo poco que te queda para dormir y descansar en condiciones, pero pronto lo caes dormida por el cansancio. Comienza un nuevo día