Partida Rol por web

La centauro contemplaba la ciudad con abierta curiosidad, tratando de no perderse ningún detalle. Su gente nunca había sido amiga de los mares pero tal desconfianza no se extendía a sus habitante, o al menos no a todos. Estaba segura de que parte de la ciudad se extendía por debajo de las aguas y era una lastima no poder verla con sus propios ojos, pero al menos había logrado algunos bocetos interesantes del fondo marino gracias a los elfos. Un pueblo curioso, esos elfos marinos.

Pero el tiempo apremiaba y no podía demorarse allí más tiempo. Se aproximo con calma al enano del brazo de metal y a la clérigo humana. - Creo que no he llegado a presentarme debidamente. Soy Alcyone, nieta de Epona, del clan de los Abetos Blancos - Inclino levemente la testuz en saludo - ¿Sois realmente vosotros quienes acabasteis con la vida de Sindra, la reina de los dracs del volcán Malys? - 

- Bienhallada, Alcyone, nieta de Epona!! Mi nombre es Valeria Uth Greenthal, de la ribera del rio Vingaard, en la campiña solámnica, miembro de la Orden de la Corona, para mayor gloria de la Orden Solamnica, contesté, saludando con una sonrisa a la hembra de centauro,aunque no pude reprimir el fruncido que apareció en mi frente, pues o era apenas una niña, o no entendía por qué era tan pequeña de tamaño, apenas como un poni, cuando los centauros de Abanasinia levantaban sus buenos 8 pies de altura!! - Además, esas prolongaciones óseas... Decididamente, mas adelante le preguntaré al respecto, ahora no sería muy propicio...

Perdida en esa reflexiones, me pilló aun mas de sorpresa la pregunta final de la centauro, sobre algo que había ocurrido allá en el Pico de Malystrix lo que me parecía una eternidad:

- Ehhh..., que??!!, pregunté, sorprendida, mirando con sumo interés a la chica:

- Sí, perdona mi sorpresa, pero no esperaba una pregunta similar, tan lejos del Pico, le contesté, sonriendo y un poco azorada: - Sí, nosotros luchamos contra Sindra en el Volcán. Fue una lucha dura, pero finalmente pudimos vencer, y salir de allí con vida... Como estais al tanto de eso, si no es indiscrección?? Los tuyos morais en Abanasinia, si no me equivoco, verdad??, pregunté, habiendo confundido a Alcyone con una integrante de los centauros de la peninsula situada al sur de Solamnia.

El viaje a la superficie toma al menos una hora de natación constante y agotadora. Las corrientes del Mar de Sangre y la oscuridad de las aguas hacen que sea difícil medir la dirección bajo el agua, pero los héroes eventualmente surgiran en las orillas del Hag's Dirk, en una playa junto al puerto minotauro de Sargonath. Sus problemas aún no han terminado.

---Saludos Alcyone, soy Lobo Carmesí, miembro del circulo Druidico y fiel servidor de las enseñanzas de Abbuku- saludo inclinando la cabeza en señal de saludo- Me temo que yo soy un miembro muy reciente de este pequeño grupo, así que no puedo atribuirme las gestas de mi compañera...¿puedo preguntar que hacen por estos lugares sí no es molestia?

- No, mi gente moró siempre en los bosques y colinas Orientales del continente, al menos hasta la llegada de Malystryx. Los grandes centauros de Abisinia son nuestros primos lejanos - Unos con los que no sentía deseo alguno de reconectar - En nombre de mi tribu y de mi gente os doy las gracias por lo que hicisteis, gracias a ello puede que por fin logremos expulsar a los ogros y trasgoides de la zona - tras la muerte de la reina de los drac las diferentes partidas de guerra habían comenzado a fragmentarse y pelearse de nuevo entre si. 

- Bienhallado, Lobo Carmesi -el élfico de Alcyone fue mucho más fluido que su Común - siempre es un placer conocer a uno de los seguidores del Fénix Azul -

- Pero no he venido solo a daros las gracias - la cola de la centauro se meció de un lado a otro, enfatizando sus palabras - nuestra chamán tuvo una visión sobre vosotros. Muchas cosas pueden depender de que vuestra búsqueda tenga éxito. Alcanzaros ha sido considerablemente más complicado de lo que pensé, pero para eso estoy aquí, para ofreceros mi ayuda y mi arco - 

Alcyone agradeció el retorno a la superficie. La ciudad submarina era una maravilla digna de verse y el ascenso, aunque dificultoso, la había permitido asomarse a un mundo subacuático rara vez contemplado por cualquier centauro. Pero con todo se alegraba de sentir de nuevo el viento en la cara y suelo firme bajo sus pezuñas.

- Ehhh, ahhmmm, perdona!!, respondí, ligeramente azorada de nuevo, Me temo que te confundí con uno de tus congéneres del oeste... Pero claro, aquellos eran mucho mayor porte, y sin las protuberancias oseas de la gente de Alcyone. Despues, recomponiendome, continué:

- Me alegro de que, sin la presión de la garra de La Gran Roja y sus Dracs, la otrora frondosa región de Kendermore pueda empezar a recuperarse de las heridas de los Grandes Dragones!!, le sonreí. Ibamos con la venia de los Dioses, en sagrada misión, quizá fue esa la causa de nuestra victoria y el descabezamiento de la herencia de Malystrix... acabé, juntando las manos, en un antiguo gesto que copié de mi difunto padre, cuando explicaba algo relacionado con la fe al Triunvirato de Dioses de los Caballeros de Solamnia. Eso provocó una punzada de nostalgia que hizo encogerse ligeramente a mi corazón.

Las palabras que continuó desgranando la centaura me sacaron de mis reflexiones familiares. Esbocé otra sonrisa, esta de esperanza, y dije:

- No solo no contradiré a los Dioses, si no que me alegro de que te unas a nuestra causa, Alcyone, nieta de Epona!! Pero, por si ese es el caso, te libero de cualquier obligación a la que puedas sentirte vinculada por nuestros logros en El Pico de Malys. El que decida unirse a nosotros, es libre al hacerlo, y libre de dejarlo cuando así lo decida, sentencié, de modo ceremonioso, haciendo a la centaura el saludo militar de mi Orden.

- Y vos, maese Kromm, os unís también??, pregunté al recio enano del brazo de plata, como otro herrero ilustre en la Historia habia llevado. Sufrimos un duro revés luchando contra el Yrasda y sus secuaces, perdiendo a dos de nuestros compañero, Kyris-es-Zhakan e Irya, la hechicera, que los Dioses los tengan en su gloria, y necestaríamos unos brazos fuertes como los suyos!!, acabé, tratando de imbuir mis palabras con toda la persuasión que era capaz de reunir.

Para entonces, nuestro periplo desde el fondo del Mar Sangriento había llegado a su fin. Agradecí a los elfos dragonesti su ayuda para llevarnos a la playa, deseandoles lo mejor, ahora que la plaga de su ciudad había terminado, y me centré en lo que nos quedaba por delante:

- Asi que, hacia allá debe de estar Sargonath..., pensé, tratando de orientarme, ahora que los ojos se habían costumbrado de nuevo a la luz de la superficie, mucho mas potente que la que habíamos tenido en la Ciudadela de Coral. No pude evitar echar de menos a Kyris. Había compartido aventuras y desventuras con el minotauro desde que llegué a Pashin guiado por aquella visión, y le echaba tremedamente en falta. Lástima que Kyris no esté ya aquí: su presencia nos podría haber evitado muchos problemas. Hemos de continuar hacia el norte sin llamar la atención, hasta las ruinas de Qwes, tal y como comentaba el mensaje que interceptamos en las afueras de Rockhorde.

- Partamos, no tenemos tiempo que perder..., acabé, mientras, con el pelo ya seco, hacía una coleta que metía dentro de la capucha de mi capa, la cual calé hasta tapar casi mi rostro. Miré a Alcyone, ocultarnos nosotros iba a ser sencillo, pero la centaura, pese a ser no mas grande que un poni, lo tendría mas dificil, si una patrulla de minotauros se nos echaba encima...

Kromm habia escuchado la conversacion entre la centauro y la humana... el era de pocas palabras, aunque cuando estaba ya entrado en varios tragos de cerveza podia llegar a ser bastante hablador.

- Cuenta conmigo... Lo menos que puedo hacer es ayudaros despues de que ustedes me devolvieron la libertad....

Una deuda era algo sagrado para un enano, y Kromm aunque indisciplinado y bronco, era un buen especimen del comun de su raza.

- Cuentame un  poco mas, de hacia donde vamos y cual es nuestro objetivo.

Ya habia aceptado seguirla aun sin saberlo, pero saber a que se enfrentarian podia ser util

Aspiré varias veces el aire salado de la playa en la que nos encontrábamos, mientras pensaba en la respuesta al requerimiento del enano. Como buen miembro de su raza, se veia que tenía honor, y esa deuda que se había autoimpuesto al haberle liberado, sin duda sería garantía suficiente para que, como había hecho, se uniese a nuestra causa incluso antes de saber las condiciones.

- Seguidme, les dije, buscando con la mirada alguna cueva u oquedad en la que ocultarnos de la vista, y poder poner en antecedentes a mis compañeros. Con pena, fui consciente de que solo yo quedaba del grupo que partió de Pashin con aquella extraña Caja de Música. Cuando estuvimos establecidos, dejé mis armas a un lado, junto a brazales, grebas y yelmo, y tras pasarme los dedos por el pelo, reseco por el salitre, comencé la historia:

- Pues bien, todo comenzó con esta extraña caja de música..., inicié el relato, sacando la esbelta miniatura, y dejando que bailara al son de la bella tonada élfica. Supuestamente, solo es un juguete que perteneció a los infantes de la Casa Real de Silvanesti, pero, de alguna forma, parece ser la piedra angular sobre la que pivota toda nuestra misión. Hacia donde vamos??, pregunté, mirando al Hylar. No puedo contestar de forma concreta a esa pregunta, pues son visiones divinas las que nos van guiando. Solo puedo deciros que, de algún modo, los artefactos que hemos recuperado en este tiempo, continúo, mientras muestro el Fragmento de Luz (la espada corta recuperada en El Templo Destrozado), la Dragonlance (recuperada en el Pico de Malys), y las Lagrimas de Mishakal, recuperadas mas tarde, en La Desolación y en el fuerte de los Caballeros Negros, son parte importante de nuestra misión, que solo os puedo decir que trata de evitar "que un gran mal entre en Krynn"... ¹. Ahora nos dirigimos al Norte, a las ruinas de Qwes donde parece ser que hay una reunión en torno a Chemosh, el Señor de los Huesos, que, de algún modo, está entrelazado con nuestra misión...

Frené el relato, agotada y frustrada: - Como no iban a estarlo ellos, si yo misma era un mar de dudas??!! Me masajee las sienes, y miré a mis nuevos compañeros, implorando su comprensión:

- Mirad, siento no poder ser mas precisa, solo se que debemos ir al norte, hacia Nordmaar. Se que allí encontraremos respuestas. Será peligroso, pues un tal Lothian, o alguien conocido como el Usurpador, ha convocado a adeptos del Dios de la Muerte allí, no sabemos con qué fin, pero debemos intentarlo: hemos sido elegidos para esta importante misión, como otros lo fueron en el pasado para muchas de las grandes historias de Krynn...

Escuché toda al historia sin interrumpir ni una sola vez, he de decir que era una historia impresionante, con sumo cuidado tomé la cajita de musica y la observé con detenimiento para sacar más información de ella, al fin y al cabo fueron mis primos quienes la construyeron segun la humana Cleriga, tras esto, la dejo otra vez en el sitio.

---He de decir que esta misión entraña muchos peligros muy serios, no creo que Aeleth le haga gracia que entremos, sobretodo a tí- digo mirando a Valeria con cierta preocupación- En el momento que pises el recinto sagrado tú y seguramente yo, nos veremos privados de nuestras bendiciones divinas...y has escuchado bien, he dicho "veremos", no pienso dejarte sola en esa misión, el Fenix Azul me ha puesto en vuestro camino, haciendome capturar por vuestros enemigos, es así su voluntad y pienso seguirla hasta que él decida que nuestros caminos se separen...

 - Siento mucho la perdida de vuestros compañeros. Tenéis mi mas sincero pésame - Era una auténtica desgracia que las vidas de tantos valientes, de aquellos que liberaron el Pico, se hubiesen perdido. Una parte de Alcyone sentía que había fracasado en la misión encomendada por la chaman, y que si les hubiese alcanzado y se hubiese unido a su búsqueda antes tal vez alguno de ellos podría seguir con vida.

La centauro escucho con atención la historia, interrumpiendo puntualmente para preguntar ciertos detalles, y repitiéndola para sus adentros a fin de poder memorizarla fielmente. Los wendel se enorgullecían de sus crónicas orales, y aquella narración sin duda ocuparía un día un lugar de importancia entre el saber histórico de su tribu. ¡Pensar que portaban la Dragonlance original, empuñada por Huma en su día! Alcyone tan solo esperaba estar a la altura de semejante misión. 

 - He hecho un largo viaje para encontraros - respondió con sencillez - y no tengo aprecio alguno por los seguidores del Carnero Negro. Si Nordmaar es vuestro destino entonces allí os acompañare -

Mientras esperaba a que mis nuevos compañeros contestaran, una punzada castigaba el ritmo frenético de mi corazón: - Y si no aceptan?? Y si les parece demasiado descabellado, o demasiado vago todo como para enfrascarse en la misión?? La realidad es que me quedaría sola, y el peso de tal responsabilidad amenazaba con quebrar mi habitual ferrea voluntad

Pero, cuando uno a uno fueron, no solo uniendose, si no reforzando dicha unión, no pude menos que cerrar los ojos un momento, y agradecer a mis dos patrones, Mishakal y Kiri-Jolith su fuerza y ayuda. Kromm no había añadido mas, pero no hacía falta, el Hylar cumpliria con su autoimpuesta tarea de ayudarnos, y ni el mas despiadado de los enemigos podría hacerle cambiar de opinión.

Sonreí, y colocando la enguantada mano en medio del circulo que formábamos, dije:

- Sea pues, y valga esta pequeña reunión para unir nuestros lazos en pos de un bien mayor!! No nos demoremos mas, Qwes, y lo que sea que nos aguarde alli, nos espera!!, concluí, levantandome, mientras acababa de cenñirme mi armadura, sobre la que coloqué el sobretodo que llevaba, y que, en tierra hostil como estaba, ocultaba mis emblemas. Mi Medallon de la Fe, descansaba en mi pecho, bajo la armadura, también oculto.

Una vez terminado, cogí mi mágico petate, y me dispuse a esperar a mis nuevos compañeros, con la determinación mucho mas reforzada, tras el terrible golpe que supuso la muerte de Kyris e Irya en la ciudad bajo las olas...

---Sea así, partamos a nuestro destino- digo cerrando el círculo junto a la caballera y levantandome para recoger mis cosas con rapidez.