Partida Rol por web

  Dos días han pasado ya desde la muerte del ettin. Aquella noche nunca sería olvidada, pues los llantos y gritos de alegría bañaron el aire de la noche, quitando todo rastro de serenidad y temor en el valle.

 No había nadie en el poblado que no les agradeciese su ayuda a cada paso que daban por el pueblo. incluso Malwick, quien luego de ser curado y tener un largo sueño, volvía a caminar normalmente y podía pensar de manera justa otra vez.

  Aranda no sabía cómo agradecerles su ayuda. Horas antes había estado hablando con las demás mujeres del pueblo y, juntas, habían armado una colecta para los héroes del valle, la que ahora llevaba en una enorme canasta y dejaba a sus pies con una amplia sonrisa.

Espero que esto sea de su agrado. No tenemos joyas y oro en abundancia; tampoco reliquias. Pero lo que consideramos nuestros tesoros ha sido donado y ahora se los entregamos a ustedes. ¡No saben el gozo que sentimos todos! Nos han salvado, y ahora podemos continuar viviendo felices.

 En verdad, son los héroes del pueblo. Nunca serán olvidados en este lugar, cuenten con eso.

 Malwick, sin bajar la cabeza, se acercó a Lenwë.Te debo una disculpa, amigo mío. Hace unas noches te traté muy mal. Ustedes me salvaron de una muerte segura, y no hice otra cosa que gritarles y maldecirles. Debería haber sido más considerado.

 Todos podían ver que el guerrero no dejaba su orgullo para nada, pero era lo suficientemente honrado como para pedir disculpas.

Gracias a ustedes hemos podido terminar el puente hacia el norte. Ahora podrán continuar su viaje; eso, en cuanto lo deseen. Pueden quedarse todo el tiempo que quieran aquí, pues serán bienvenidos en cualquier lugar.

    Agradecemos enormemente lo que nos brindan- hablo haciendo una reverencia -Pero preferiría que la colecta quedase con ustedes, pues no hemos venido en hambres de glorias o recompensas, sino que nos hemos topado con este infortunio que queríamos aliviarles- prosigo a la vez que le devuelvo la canasta a Aranda; luego miro a mis compañeros y continúo -Ahora tenemos viajes y aventuras que continuar. Pero nuevamente les agradezco su humilde pero grato esfuerzo-

    Alton miraba con codicia la poca colecta que Aranda les brindaba, pero al ver la gratitud del guerrero, sintió lástima por los pueblerinos y prefirió guardar sus habilidades para gente de más fortuna y renombre -Gracias y no es nada- respondió con una costosa sonrisa mientras tocaba su cabeza con la mano, rascándose un poco su dolorida mente. Miró a los demás como esperando una respuesta de ellos y decidió mantenerse al margen de la situación, pues no era un pequeño de muchas palabras.

No oculto mi satisfacción ante el beneplácito de la anciana. Quien hace días me echaba de su ponzoñosa fonda, ahora pone dádivas a mis pies. No le contesto más que con un asentimiento y una sonrisa que, más que simpatía, irradia el orgullo del luchador impuesto tanto al enemigo como a la incomprensión de cuantos le rodean.

No somos tales héroes -contesto a Malwick-. No pudimos sino acabar con la criatura sin saber quién era ni el porqué de su transmutación y su frenesí destructor.

Me cruzo de brazos.

Como bien dice Andras, fiel compañero de viaje, seguiremos camino. Ya nada nos retiene aquí.

 Bueno, eso es una lástima. Espero que continúen su viaje de manera segura, y  si alguna vez están cerca, no duden en venir a descansar al pueblo. Todos estaremos contentos de recibirlos.

 La voz de Aranda sonaba muy triste, pero pese a eso no los detuvo. Les dio unas pequeñas indicaciones sobre una parte del tramo que seguramente recorrerían y luego se despidió afectuosamente. 

  Era un agradable día el que habían elegido para marcharse. El sol calentaba el prado con su suave luz, y de vez en cuando se escondía detrás de una que otra nube.

 Los gritos y saludos de los pobladores mientras ustedes marchaban hacia el puente (que había sido reparado el día anterior) para seguir su viaje hacia tierras desconocidas los acompañaron un buen tramo, e incluso luego de salir de pueblo y subir una colina un tanto empinada todavía se escuchaban a lo lejos. En sus espaldas cargaban la oxidada espada decorativa y los alimentos que les habían ofrecido como recompensa. Tambien sus bolsas de dinero habían engordado un poco.

 En el horizonte se veía una tormenta venir. No era inusual, pues ese lugar se veía lo bastante frondoso. Seguramente las lluvias eran muy frecuentes.

 El viento sopló en dirección sur, trayendo fresco y un aroma a campo hasta ustedes. Nuevamente, el viaje volvía a comenzar...

  - FIN -