Luego de haber almorzado un plato caliente para combatir el frío de la lluvia, decidieron emprender el camino hacia la casa donde aquellos niños habían encontrado los dos cuerpos grotescamente asesinados. Las indicaciones no eran difíciles de seguir, y cuando vieron la casa supieron al instante que era aquella.
La puerta de entrada estaba caída completamente, mientras que algunas ventanas estaban tapiadas con tablones de madera. Algunos escritos poco claros había en las paredes, y curiosamente parecía alejada de las demás casas, pero aún dentro del límite de la muralla, la cual debía oficiar de pared posterior.
Sus capas chorreaban agua, y parecía no frenar esa lluvia constante.
Cuando llegaron al umbral, pudieron ver que dentro sólo quedaba una mesa con dos patas menos. Todo lo demás seguramente fue saqueado hacía tiempo. Un sinfín de huellas, pequeñas y no tanto, borroneaban el entramado que había hecho el polvo al caer.
La habitación no era amplia, aunque Volgar sabía muy bien que tranquilamente podría haber vivido una numerosa familia en tan poco espacio. Justo en el extremo opuesto a la puerta, más cerca de lo que debía haber sido donde hacían el fuego, había una puerta en el suelo.
Recordó que Sonte les dijo que los cadáveres habían sido encontrados en el sótano de la casa. Aquella puerta en el suelo debía conducir hasta allí. Sin quererlo varias imágenes aparecieron de súbito en su cabeza. Como una tormenta lejana ilumina en la noche invernal los campos en el horizonte difuso. Retratos nebulosos de los cuerpos de los niños retorcidos en el suelo con los ojos abiertos pero vacíos y obligados en su muerte a la escenificación de comerse su propia carne. Sintió entonces nauseas y mareos. Dio un paso atrás. ¿Que tipo de persona cometería tal aberración?
Derian miró a Tinda observar la puerta en el suelo. Se pudo imaginar, por la expresión de ella, dónde la habían llevado sus pensamientos. Una oleada de odio, ardiendo, desplazó el sentimiento de repugnancia. Así era el mundo. Cada vez era más raro ver expresiones como la de su compañera. Lo van a pagar. Quizás podríamos mirar las huellas en el suelo, antes de bajar al sótano. Miró los rastros, desechando las pisadas pequeñas.
Volgar accedió a la vivienda con paso lento pero seguro. Era evidente que la casa había sido abandonada hacía mucho, mucho tiempo.
- Lo van a pagar. Quizás podríamos mirar las huellas en el suelo, antes de bajar al sótano.
- Cualquier rastro hará mucho tiempo que habrá dejado de tener sentido- negó Volgar- no es eso lo que hemos venido a buscar.
El viejo adelantó a Tinda que se mostraba impactada por las posibilidades. Fuera lo que fuera lo que les esperaba ahí abajo, no iba a ser agradable. Pero Volgar había pasado mucho a lo largo de su vida. Aquel no era un mundo sencillo, y había visto y oído cosas que ningún mortal debería haber visto, ni oído. Aquella sólo era una más.
Se arrodilló y agarró con fuerza la manilla de la puerta que llevaba al sótano.
- Será mejor que os tapéis la nariz- advirtió- es muy probable que lo que sea que haya ahí abajo no huela muy bien.
Levantó la puerta.
Volgar levantó la puerta y un olor a encierro y algo más emergió como un viento frío retenido largamente. El viejo reconoció al instante el olor a sangre, pero no había el olor a podredumbre que tal vez esperaba más de uno.
Escuchó como muchas patas pequeñas de roedores se alejaban de la creciente luz, y una escalera de madera en bastante buen estado bajaba a la oscuridad. Los haces de luz que entraban permitían ver un piso de tierra, con la pared posterior de piedra, seguramente la de la muralla.
Su visión apenas llegaba a un par de metros de la luz, pero no parecía ser mucho más grande...
- Ufff- el viejo retiró la nariz por instinto pero pronto pudo comprobar que aquello no iba a ser tan malo como había previsto- han debido limpiar este lugar. Eso no es cosa buena.
Volgar se colocó en la escalera y agachó el cuerpo para poder ver más allá.
- Vamos a necesitar algo con lo que iluminar aquí abajo o va a ser difícil que podamos encontrar nada. ¿Alguien tiene antorchas o una lámpara?
Ella se había quedado atrás. En la entrada. Con la mano derecha apoyada en el quicio de una puerta que fue arrancada tiempo atrás. Volgar abrió la trampilla y los ojos de Tinda se abrieron como si eso le ayudara a penetrar la oscuridad de la oquedad pero no fue así. Solo vio los restos de la muralla y el suelo perdidos en las sombras. Alientos de sangre surgieron entonces de la negrura mezclados con chillidos de ratas arrastrandose. Se tapó la boca con la otra mano para no gritar.
Derian encendió la pequeña lámpara, acercándose a la trampilla y a Volgar. Giró la cabeza. Sentía el calor del débil fuego. Volvió a acordarse de los niños. Una muerte es una muerte, todo esto son solo detalles. Se dijo. Estoy seguro de que una mujer que viaja sola por Dormenia con esas ropas tiene arrestos para esto y para mucho más. Susurró con voz tranquila. En los barrios donde se había criado los niños morían demasiado a menudo. Sin rituales, sin detalles macabros comentados en las tabernas. Simplemente algunos no lograban conseguirlo. Había habido tantos en su vida... intentó recordar alguno de los nombres mientras bajaba las escaleras, pero no pudo.
Cuando Derian comenzó a bajar las escaleras, el sonido de las maderas crujiendo llenó el ambiente. Volgar bajaba detrás, mientras que Tinda había quedado arriba, aún sin decidirse por bajar.
La luz inundó el sótano, pudiendo ver un par de colas de rata escabullirse por un costado, mientras que el olor a sangre seca se hacía más fuerte. El frío era más patente, pero por sobre todas las cosas, la gran mancha de sangre que había en el centro de la habitación acaparaba cualquier atención. Gotas de sangre había en diversos lugares, pero esa gran mancha demostraba que se había derramado mucha allí. Unas huellas mostraban que había habido movimiento allí, pero ninguna era completa, como si diversos pasos hubieran pasado repetidas veces sobre las más viejas.
Más allá de eso, no había nada que llamara más la atención... claramente allí había sido donde habían encontrado a los dos muchachos.
Si ustedes quisieran hacer una tirada de habilidad, en este caso Detección (cuyo atributo director es Inteligencia), yo les daría la dificultad y ustedes podrían decidir si gastar Aguante o no (este no se recupera hasta no descansar), y si lo pasaran y la tirada estuviera relacionada con el anhelo, ganaría el que la pase un punto de experiencia en dicha habilidad. Este ejemplo es si la dificultad fuera más alta que su valor de Detección; si es más baja (como este caso), no hace falta tirar, sino que ya vieron lo que vieron.
No sé cómo funciona ahora Espada Negra. Lo que tendríamos que hacer sería investigar el sótano, buscar pistas o algo oculto. Incluso alguna puerta secreta si la hubiera. ¿Qué se tira para eso?
- Ah- se lamentó Volgar- es inútil.
El viejo negaba con la cabeza mientras se movía de un lado a otro, murmurando y observando.
- Ha pasado demasiado tiempo, muchas pisadas han pasado por aquí y no parecen haber dejado demasiado. Será mejor seguir probando en otro lugar.
Quizás lo mejor sea ir a la casa de los padres del chico que era noble. O a ver al encargado de la investigación. Me imagino que la familia noble moviera bastante sus hilos para que emcontraran, en su día, al culpable.
Levantó la cabeza,mirando escaleras arriba. ¿Tinda?
Estoy bien permanecía inmovil bajo el arco de la puerta con sus grandes ojos abiertos de par en par ¿Habeis encontrado algo? ¿Alguna pista? preguntó aunque les había escuchado hablar y sabía que no era así y se alegró de no tener que bajar hasta ese lugar.
Ya una vez todos arriba, Tinda no tenía que esforzarse por no mirar u oler, y los demás podían ver sin necesidad de otra cosa que la luminosidad tenue que daba la lluvia afuera. Pero ahora podían conversar sin tener el vaho fétido a muerte de aquel sótano.
Aún la lluvia continuaba, aunque con menos fuerza. El olor a tierra mojada era mucho mejor que lo que sus narices sufrieron allí abajo, los que bajaron.
¿Qué harían? ¿Cómo continuarían con la investigación? Sólo entre ellos podían responder esas preguntas...
Volgar se detuvo en el quicio de la puerta mientras observaba como las gotas caían en los charcos del exterios, formando ondas en círculos concéntricos que se ahogaban contra los adoquines del camino.
- La lluvia hace que me duelan los huesos- protestó.
El anciano observó al cielo, como queriendo comprobar si sus plegarias internas tendrían respuesta y cesarían las precipitaciones.
- Creo que tienes razón, Derian- aceptó de repente- seguramente el noble sea el que hab invertido más esfuerzos en la investigación. Vayamos a verle.
Se acordó de la casa de baños de su vieja barriada, aguantando la lluvia unos segundos hasta que se enfundó la capucha raída. ¿Vamos entonces? Nos queda mucho por preguntar. Le habían caído bien el viejo y la noble, aunque seguía sin saber nada de ellos, menos aún que de los asesinatos.
Pienso que sería mejor ir primero a hablar con la persona que encabezó la investigación ¿Como dijo Sonte que se llamaba? ladeó la cabeza intentando recordar ¿Karisfen? Sí. Karisfen. Deberiamos hablar antes con él. No creo que sea buena idea presentarse ante los Trilbanson sin nada entre manos y dando palos de ciego. No. Eso podría cerrarnos esa puerta.
- Ummm, tú pensamiento es prudente, muchacha- razonó el anciano- muy prudente. Me parece una propuesta muy razonable. Volver a hacer el mismo trabajo de ese...Karisfen y además habiendo pasado mucho más tiempo es sin duda un pérdida de tiempo. Veamos qué descubrió Karsifen y tratemos de llenar sus huecos después.
Vamos entonces, ya hablaremos luego con los nobles. Hay muchas preguntas que hacer. Echó a andar. No se sentía cómodo hablando con la autoridad, pero estaba claro que iba a hacer falta hacerlo.