Partida Rol por web

Cuando alguien agita un avispero, siempre son los negros los que salen repletos de picotazos, quizá es por eso por lo que son tan escurridizos cuando comienzan los problemas. Al momento de cruzar la puerta que Leroy Turner ha cruzado tan sólo unos instantes antes, ya lo habéis perdido de vista. Decepcionados, oteáis las oscuras calles sin éxito, aunque al menos, debido quizá a la prisa por huir, una tarjeta parece haber saltado del bolsillo del trompetista. La recogéis.

Le dais la vuelta y, escrito a mano, en la cara trasera pone estas palabras:

11 en punto. Trae tu trompeta. Estilo de Nueva Orleans.

- Maldita sea, Gumshoe. ¿Aún por aquí? A casa. La noche ha terminado y nosotros también. - Brama Roger Daniels al mismo tiempo que Artie se desliza la tarjeta en un bolsillo para que ese zorro de Daniels no la requise antes de marcharse.

¿Qué hay detrás de todo esto? Trompetas, jazz y muertos que caminan. Parece que algo se cuece en la ciudad...

- Si... ¡Vaya noche de mierda! -  Exclamó Artie. - Una completa pérdida de tiempo... - Sonrió al imbécil de Daniels y les hizo un gesto a sus compañeros para que le.siguieran a su coche. Era hora fe marcharse,  dormir un poco y al amanecer empezar a juntar las piezas de aquel puzzle y si faltaba alguna, que en efecto faltaban, comenzar a rebuscar donde hiciera falta, porque aquel rompecabezas no iba a quedar sin ser resuelto.  No si dependía de Artie Gumshoe.

Siguió los pasos del veterano detective. Él sabía cómo actuar ante otros agentes de la ley, y estaba más que claro que no eran bienvenidos en la escena del crimen, por mucho que lo hubieran vivido en primera persona. Eso era algo que ellos desconocían. En cualquier caso parecían tener un par de pistas interesantes, que posiblemente ignorarían y compartirían con la policía si no fuera porque un muerto se había puesto a correr como si allí no pasara nada. Sin duda era un caso para su agencia, y debían investigarlo con la mayor prontitud posible. Eso sí, aquella noche se había terminado

Lo que Carter se preguntaba, sentado en el asiento trasero del vehículo, era si podría conciliar el sueño. No sólo había visitado por primera vez un garito con visos de actividades ilegales, sino que había sido testigo de un asesinato a escasos centímetros de su persona. Y por si fuera poco, el cadáver reanimado se había puesto en marcha sin motivo aparente. Tardaría en dormirse, no podía impedir que su cerebro diera vueltas al asunto, pero seguro que tarde o temprano llegaría a la conclusión de que la mañana arrojaría nueva luz el caso y podrían comenzar las pesquisas. Y esta vez sí, en un ambiente propicio para su intelecto. Aun así, apesadumbrado y aún impactado por lo ocurrido, se mantuvo en silencio durante todo el trayecto

Todos estáis de acuerdo en que es hora de dar una cabezada.