Partida Rol por web

Hallis comienza la visita por los salones y espacios comunes, los cuales sin duda Lotte visitará con frecuencia durante su estancia

- No es el mayor de los castillos, pero si uno de los mejores, no solo por sus fuertes muros y sus hospitalarias estancias, sino también por las personas que los habitan, los señores son cultos, educados y buenas personas, mientras que el pueblo es honesto y leal.

 Arnau agradece la deferencia de Hallis.

 - En otra ocasión con mucho gusto aceptaré vuestra predisposición, Hallis, si esta sigue en pié. Pero tengo que prepararme para estar listo para esta cena de bienvenida.- Se despide con un gesto.- En cualquier caso, gracias.

Hallis contesta educadamente, sin duda la llegada de estos jóvenes parece buena para la casa, educados e inteligentes.

- Cuando lo deseéis estaré encantado en poder acompañaros. Si necesitáis cualquier cosa no dudéis en hacerme llamar

Mi señora se hara lo que ordenais, aberiguaremos quien esta detras de la historia de caballero.

Respecto a lo James no me parece mala idea, vere que puedo hacer pero no alcanzo todavia a saber por donde saldra mi sobrino...

Maestre, no me parece prudente, salvo que salga del chico acompañarnos, en tal caso lo hara bajo su cuenta y riesgo, si nos encontramos con bandidos o a ese "caballero" puede que haya una escaramuza, no podira garantizar su seguridad...

Se despide de Arnau cuando este decide quedarse en su habitación y sigue a Hallis.

Escucha con atención sus palabras y observa con atencion como es el castillo por dentro.

- Es mucho más grande que la casa donde vivo, y se precioso, tanto por dentro como por fuera. Sobre sus gentes.. no hay ninguna duda de que es cierto - sonrie al muchacho.

Mientras camina mira por las ventanas para ver el paisaje exterior.

- No habremos venido en mal momento.. verdad..? - le pregunta.

El maestre asintió ante las palabras de Lanewood- Está bien, lo mejor será que lo preparemos lo antes posible -volvió su atención al anciano que dormía tendido en su sillón, y tras cerciorarse de que su vida no corría ningún peligro por el momento, se levantó para dirigirse hacia la puerta- Lo dejo todo en vuestras manos, Ser Ian -le dijó girándose en el último momento- Yo tengo que buscar medicinas para nuestro señor, las necesitará para pasar la noche... -y tras un último vistazo a la estancia salió con pasos renqueantes al pasillo

Nada más salir de la habitación, Markus se dirigió directamente a las escaleras Los remedios pueden esperar, no hay nada que pueda hacer para sanar los males de la vejez se dijo con decisión Por el contrario, aún estoy a tiempo de enderezar a los más jóvenes Su mente empezó a marcarse un rumbo de acción Primero iré a ver a lady Anabella, hay algo que me huele mal en ella y voy a descubrir de que se trata

 A la espera de que lady Rose los despida, Ser Ian posa sus ojos en Nyrio de Dorne que no ha dicho esta boca es mia, y por lo que Ser Ian ha oido no es muy amigo de cazar bandidos (ni ninguna otra cosa) en los bosques....

 Arnau, una vez el sirviente ha subido la tinaja y la ha llenado de agua caliente y ha puesto jabón y un cepillo a su disposición, se desprende de sus arreos de combate, dejándolos en un rincón, encima de un arcón y acto seguido se desnuda, dejando sus sucias y polvorientas ropas en el suelo para que se las puedan llevar para limpiarlas. Tras desnudarse se mete en la tinaja y empieza a asearse, frotandose a conciencia con el cepillo.

 Para cuando sale ya le han subido su equipaje y el agua se ha tornado de color oscuro.

 Ante un espejo de metal pulido, se viste y acicala de manera que esta satisfecho con la imagen que ve reflejada en el espejo. Las ropas de terciopelo, más propias para el clima norteño que las sedas sureñas, muestran los colores de su casa. Ciñiendole el talle se encuentra un grueso cinturon de cuero negro, igual que el jubón, del que cuelga la funda de una daga.

 Tras comprobar las vistas del dormitorio y de volver a cerciorarse de que su aspecto es el correcto, el joven sale de los aposentos para ir a dar un vistazo a sus hombres y a su montura, antes no sea la hora de la comida.