Partida Rol por web

Las indicaciones de los Navegantes los llevaron al parking de un centro comercial subterráneo en el centro. Los últimos mortales se afanaban por terminar sus compras, o cenaban en los restaurantes de comida rápida. Ignorantes ante la posibilidad de convertirse ellos mismos en la cena si se entretenían demasiado y llegaba la hora del cierre. O la de apertura, para otra selecta clientela.

Nada más entrar les llamó la atención la arquitectura del complejo. Construido bajo una catedral a nivel del suelo, el interior había respetado su estilo gótico, y caminaron por pasillos de mármol bajo techos abovedados, entre tiendas con los escaparates decorados como vidrieras, flanqueadas por estatuas en pareces de piedra.

Llegaron al establecimiento indicado; una tienda de disfraces inmensa, y preguntaron por una máscara de cuero, esa era la contraseña. Una de las dependientas, una chica joven vestida de gótica, los llevó desde la entrada – donde estaban los disfraces para niños y los artículos festivos y de broma – hasta una pequeña alcoba al fondo. Pasaron por las típicas mascaras terroríficas, secciones steampunk y medievales, y ropa cyberpunk y fluorescente para salir de fiesta.

La chica les indicó una puerta y se marchó. Parecía la entrada a un almacén o una oficina, pero la estancia en la que se encontraron finalmente resultó estar sacada del sueño húmedo del más avezado amante del sadomasoquismo. Las paredes estaban repletas de los más extraños artilugios sexuales y había maniquíes vestidos con intrincados atuendos, confeccionados con piel, y púas y cadenas de plata. Tan perfectos que parecían humanos, algo que pudieron constataron al acercarse, y percatarse del débil pulso acelerado, y una respiración tenue pero agitada. Alguna gota de sudor caía incluso de los rostros aterrados bajo las máscaras.

En la boutique esperaban dos vampiras. Una de ellas parecía estar en la mitad de la veintena, y era una criatura de impresionante belleza, aunque su aurea melena no podía ocultar las cicatrices que habían dejado en su carne sus experimentos con el arte corporal, de cuando estaba viva. Vestía un conjunto de lencería de encaje blanco que dejaba ver su piel tatuada, ligeros, medias y unos zapatos rojos de tacón de aguja. Había mejorado su outfit manchándolo con gotas de sangre, como siempre hacía con toda su ropa, para resaltar con horror su belleza. 

La segunda parecía ser tan solo una cría. Sentada tras el mostrador de cristal en un alto taburete, su diminuta figura estaba coronada por una cabeza ovalada de tamaño mayor a lo normal y rostro de porcelana. Jugaba con una de sus trencitas de colores y miraba con sus enormes ojos cristalinos de muñeca una revista porno cuya portada anunciaba perversiones nada apropiadas para una niña que aparentaba no tener más de 6 años. Vestía una camiseta negra de tirantes de Motorhead y un tutú morado de Hello Kitty, medias de rejilla y Doctor Marteens a juego. Parecía ser poco más que un juguete, pero el cuchillo curvo de trinchar en su cintura, y las ristras de surikens y dagas arrojadizas – de vivos colores fluorescentes – que llevaba en cintas de cureo cruzadas al pecho y en brazos y piernas contradecían esa primera imagen. No era otra que Querubín, la muñeca de guerra de los Pastores.

– Bienvenue a Móntreal­, esta es Querubín – a lo que la “niña” saludó moviendo la mano sin apartar su mirada de la revista – y yo soy Sabrina. Habrá mucho más abajo, pero podéis disfrutar aquí de un pequeño tentempié a modo de bienvenida – les invitó señalando los “maniquíes”.

– ¿Hay algo especial que deseéis para el aperitivo?

Marie había oído hablar de ella. Su mayor logro había sido la corrupción de Claire; una famosa supermodelo nacida en Montreal. La Toreador la convenció de que su hermosura solo sería visible si la vivía con horror, y observó como la mortal “amplificaba su atractivo” rodeando su persona con un aura de tragedia. Bajo la influencia de Sabrina, Claire organizó horribles “accidentes” que se llevaron a su familia, y manipuló a un acosador para que asesinara a las otras modelos con las que compartía pasarela. La imagen de Claire, radiante bajo las salpicaduras de sangre de sus colegas, brilló en todas las televisiones de Norteamérica. Sabrina usó esa imagen para mostrar a Claire como la violencia engrandecía su belleza. En 1992, la modelo conmocionó al mundo al usar una navaja de afeitar para arrancarse su propio rostro durante una entrevista en directo en un Late Night show.

"Lucky B" se mantuvo callada y muy serio al reemprender el viaje, sin decir añadir mucho más* a lo ocurrido en el parque de camiones. Parecía querer concentrarse en la labor de llegar lo antes posible a su destino. Aprovechaba cualquier momento -en los semáforos o en "stops"- para crujirse los nudillos. Estaba rodeado de una especie de aura de ira y frustración.

Por suerte, el lugar al que iban era lo suficientemente intrigante como para seguir intentando centrarse en la tarea, aunque no mostró nada de humor al ver aquella pantomima de la Tienda de Disfraces o el numerito sadomaso. Igual en otro momento le hubiera divertido de forma cínica, pero lo cierto es que en ese momento le pareció una muestra de humor burdo, típico y chabacano.

Suspiró e intentó recomponerse al ser recibido finalmente por la tal Sabrina y aquella mocosa que seguramente sería una maldita bestia psicópata... era su experiencia con los niños-vampiros. Seres realmente terribles a los que la transformación les había convertido en auténticos monstruos.

-Gracias por la bienvenida. Soy Duncan Clayton de los Jinetes de la Cruz y la Calavera -hizo un gesto abarcando a Marie y Markus- y nos sentimos honrados de asistir a esta gran celebración.

Espero a que sus compañeros se presentaran mientras su mirada paseaba por aquellos maniquíes, como un tiburón que rodea un naufragio en medio del mar. No estaba de humor. Necesitaba vitae.

-Creo que voy a tomarme un aperitivo. -dicho aquello se acercó a uno de los maniquíes. Se trataba de un muchacho que sobresalía entre los demás por su fortaleza física. Sin más miramientos, clavó los colmillos en el desgraciado sorbiendo su vitae.

La sangre le satisfizo durante unos segundos, haciéndole olvidar todo, pero sólo fue un instante. A pesar de que el bouquet era de su agrado, ni siquiera había disfrutado de la caza. Gruñó para si, pero se abstuvo de ser maleducado.

-Es de agradecer. -comentó simplemente, esperando para entrar.

Marie paseó divertida por la tienda dejando que las puntas de sus dedos rozasen la piel viva de los maniquíes, que ocasionalmente emitían algún sonido amortiguado por las mordazas que obturaban sus bocas. Muchas veces la espera era la peor de las torturas y aquellos hombres y mujeres debían llevar ahí horas, indefensos e imaginando lo que vendría después para ellos. Nada bueno sin duda...

Escuchó resignada la presentación de Duncan, más seco todavía de lo que era habitual en él, desde luego si pretendían causar algún tipo de impresión positiva no le quedaría más remedio que desplegar sus dotes de socialité. Al contrario que a Duncan, la cena le había mejorado ostensiblemente el humor.

- Anne Marie Bien-Aimé, pero puedes llamarme Marie..., dijo mientras tomaba delicadamente las puntas de las manos de Sabrina a modo de saludo, así que eres Sabrina, soy una gran admiradora de tu "trabajo"...

Negó levemente con la cabeza a la invitación de alimentarse de la vampira.

- Merci, mais non, tengo que mantener la línea..., observó con picardía dirigiéndose de nuevo a Sabrina y mientras se posicionaba de nuevo entre los maniquíes esperando a que Duncan o Markus se alimentasen, En mi invitación no ponía nada de soireé lingerie, si no hubiera venido vestida acorde con la ocasión, pero quién sabe, la noche todavía es joven...

Mientras se apoyaba en uno de los muñecos vivos sacó a pasear su lengua bífida y cortante como una cuchilla, solo por el placer de escuchar el murmullo de terror bajo la máscara.

- Lo más divertido de la comida es poder jugar con ella, ce n'est pas vrai, cheri?, dijo en un último gesto que intentaba la complicidad de la niña.

Markus observó a sus dos compañeros.

Desidia, amabilidad... todo aquello sólo mostraba que estaban fuera de lugar en un lugar como este. Ni siquiera sabían a lo que venían... pero querían disfrutarlo. Aquello, en si mismo, no era del todo malo.

En cuanto la morena terminó de hablar, Markus se ajustó bien los puños de la camisa, y avanzó sacando la invitación.

- Un placer, lady Sabrina. Encantado.

Mi nombre es Markus Liman, y vengo con un recado. ¿Seríais tan amable? -

Alargó la invitación, con toda la elegancia que pudo en ese momento.

Sabía que era importante causar una buena impresión, especialmente cuando su invitación venía ni más ni menos que de una personalidad como la gran Beatrice L'Angou. Sus modales representaban tanto a si mismo como a su maestro, y no podría permitirse ninguna equivocación.

- Espero que informe de mi llegada, o al menos, haga a quien sea llevar el recado. Mientras tanto, me gustaría tomar un tentempié, si no le molesta. -

En cuanto Sabrina le dio permiso, examinó el buffet. Con delicadeza, recorrió con la mirada los cuerpos preparados para servir de aperitivo.

No quería tener nada que ver con argollas metálicas, así que eligió bien a su presa. Una joven, probablemente no el cuerpo más atlético ni hermoso de la zona, pero si el que estaba atado a un potro de tortura de madera mediante unas firmes y fijas correas de cuero.

Suavemente, tomó la vitae justa para recuperar su mejor estado, y esperó a que le mandasen pasar.

Había que reconocer que la depravación en su estado más refinado se diferenciaba de la elegancia únicamente en los ojos de aquellos que no eran lo suficientemente duchos para aceptarla. Y Markus no era uno de aquellos.

Sabrina cogió la tarjeta que le tendía Markus. Era de cartón negro con exquisitos motivos florares en relieve y al abrirla salió de ella una mariposa azul que se perdió volando por una de las rendijas de ventilación. La toreador se quedó un instante embelesada por la hermosa caligrafía de Beatrice en letras plateadas.

– No es necesario que informe. Vuestra anfitriona sabrá enseguida que habéis llegado – Dijo, mirando desaparecer a la mariposa. –  Os llevaré ante ella.

Cuando terminaron de beber se dirigió a un probador y corrió las cortinas de terciopelo granate, invitándoles a que pasaran.

– Esperad – dijo la pequeña Brujah, tendiéndoles unos trípticos con el programa de la Conferencia, que se prolongaría durante toda la semana.

– Y esto por si os aburrís con tanta charla – Les ofreció información sobre entretenimientos alternativos, como un circo de los horrores, tarjetas de clubes como “el Corazón” y “el Heaven”, exposiciones de arte exclusivas o el “Tora´s Skin” - un local de tatuajes en el Village -. Había también información sobre un concierto que se celebraría la noche siguiente en “La Caída de Angel”. El flier anunciaba a las Wyldchilde, con Musa como estrella invitada. En la imagen aparecían las tres integrantes originales de la famosa banda vampírica local de rock alternativo; se sorprendieron al ver que se trataba de Célèste y Erinyi, junto a otra cainita a la que no conocían.

Marie observó el tríptico con interés, parándose en la tarjeta del club "El Corazón", esa sería una de sus paradas obligadas ya que tenía gran interés en conocer a Las Viudas. También le llamó la atención el flyer de Wyldchild, sin duda Célèste tenía su lado salvaje pero, cual sería la participación de Erinyi en ese espectáculo?

- Gracias, cheri, no me lo perdería por nada del mundo, dijo mientras le guiñaba un ojo a la Brujah.

A continuación siguió la invitación de Sabrina adentrándose en el probador.

Duncan no pudo evitar sorprenderse con el numerito de la mariposa azul por parte de listillo. Lo cierto es que, a pesar de llevar ya años moviendo su cuerpo animado por las noches vampíricas, aún había cosas que se salían de lo normal.

Ahora que tenía el hambre más controlada y su estado de salud era mejor, su humor pareció mejorar... un poco.

Tomó el tríptico que les ofreció la pequeña vampira y lo miró de forma diagonal con curiosidad, tanto que enarcó una ceja al ver lo del grupo musical, sin poder evitar sonreir. No dejaba de tener su gracia que aquellas dos formaran parte de un grupo musical. Seguro que era digno de ver.

-Gracias. -contestó de forma lacónica aunque educada a Querubin, para luego seguir las indicaciones de Sabrina.

El interior del probador era un espacio circular, había un banco de cuero negro en semicírculo pegado a la pared, un perchero a un lado y un enorme espejo en frente. Sabrina esperó a que entraran para hacerlo ella, cerrando las cortinas tras de sí. Se plantó frente al espejo y ensayó unas poses y cuando se apartó la loseta del suelo frente al espejo se había abierto unos centímetros. Se agachó para terminar de abrir la trampilla, que dejaba ver unas estrechas escaleras de mano que descendían al mundo subterráneo y secreto de los cainitas.

– Si me lo permitís… no vemos abajo – dijo, y desapareció en las tinieblas.

Las escaleras descendían bastantes metros, hasta desembocar en un túnel excavado en la roca. Estaba iluminado por velas que se derretían sobre cráneos empotrados en pequeños nichos. Estaban en unas catacumbas como las que uno podía encontrar bajo las ciudades más antiguas de Europa. Siguieron a la pastora en fila india, pues el túnel era tan estrecho que solo podía pasar una persona al mismo tiempo. El pasadizo serpenteaba hasta terminar abruptamente en unas empinadas escaleras, casi verticales. Al alcanzar la cima se encontraron con una puerta que se abría hacia dentro.

– Hay muchas otras entradas a nuestro Templo de los Eternos Suspiros, la mayoría de los cainitas que asistirán a la Conferencia lo harán por un túnel que sale desde el metro. Esta es especial, pues conduce directamente a la biblioteca. Podéis sentiros honrados – Dijo Sabrina.

Al traspasar la puerta – que por dentro era una estantería – entraron en la biblioteca. El efecto del espacio era extraño. El pasillo tenía la misma anchura y las paredes estaban repletas de libros hasta el techo, que allí dentro ascendía hasta alcanzar los 6 metros, acentuando la sensación de claustrofobia.

Sabrina les guio por el laberinto sacado de las pesadillas más febriles de Esker que era en sí la biblioteca, hasta la entrada de una cámara.

Markus había leído sobre la Biblioteca y el Templo; sabía que su diseño desafiaba toda lógica y que nunca se había podido hacer un mapa exacto. Era una de las Catedrales Negras más poderosas del Sabbat, un lugar santo para la secta, que rivalizaba con Ciudad de México, pues la potente fe oscura que destilaban sus muros había sido potenciada y bendecida por los Pastores y su credo. Era su iglesia.

Había sido diseñada por François Dumas, un arquitecto Toreador. Lo habían raptado, encerrado y torturado. Lo alimentaban sólo una vez a la semana y le obligaban a dibujar los planos con la sangre de sus propios dedos en pergaminos de su propia piel… El resultado era una impresionante mezcla de arquitectura Gótica y Clásica que reflejaba el tormento que sufrió hasta que fue encerrado en una tumba diseñada por él mismo. Pues como pago a sus servicios le obsequiaron con pasar en su creación la eternidad en Letargo.

El erudito sabía que los bibliotecarios aun conservaban los planos originales, y estaba deseando poder estudiarlos. ¿Habría pistas en los planos para encontrar la Tumba de Dumas? Sería interesante poder hablar con el arquitecto para que le ayudara a desentrañar todos los misterios de su construcción...

– Estos serán vuestros aposentos durante la estancia – le dijo al Kyiasid con cortesía, interrumpiendo sus pensamientos – Esperad aquí, pronto os harán llamar.

– Vosotros podéis seguirme. – continuó dirigiéndose a Marie y Duncan – os llevaré a la catedral y os enseñaré donde podéis quedaros. –  

Desde luego aquel lugar era tal y cómo su propio Sire le había advertido. Todo un monumento hecho a imagen y semejanza de los cainitas. Muchos monumentos mortales habían sido inspirados en vástagos, pero en la mayoría de los casos, al ser ejecutados por mortales, seguían reteniendo cierta "humanidad".

Aquel lugar sin embargo era todo lo contrario. Era diferente. Reivindicaba la propia esencia de los cainitas de una forma particular, muy al estilo de lo que el dogma del Sabbat perseguía. Deja atrás tu humanidad perdida, persigue tu verdadera naturaleza.

Desde luego daba que pensar y a pesar de las fuertes convicciones y motivaciones del Ventrue para estar en Montreal, no pudo evitar dejarse llevar por aquellas sensaciones. Crujío sus nudillas en varias ocasiones, de forma involuntaria, hasta que finalmente el listillo se quedó esperando en la puerta del que sería su refugio. Cosas de ser uno de los chicos de la mandamás de por alli.

Le miró tranquilamente y añadió: Estaremos aqui cerca, ya nos contarás. -comentó de forma amable guiñando un ojo al larguiducho vampiro.

Luego se dirigió a todos y nadie en particular.

-Desde luego, todo lo que se pueda haber oído de este lugar no hace justicia a lo que es en realidad. -comentó simplemente asintiendo varias veces mientras su mirada se volvía a perder por algunos detalles del lugar.

Marie no tenía demasiado aprecio por los lugares cerrados, mucho menos si eran sagrados, y tampoco especial interés por los libros. Aquel lugar le hacía sentirse atrapada, en la medida de que se trataba de un recinto cerrado del que no controlaban las entradas ni las salidas. Por otro lado, para ella, el verdadero conocimiento, el que transmitía poder, no se encontraba dentro de las pastas de piel de un libro polvoriento, sino en la palabra y en la sangre.

La espiritualidad que ella buscaba, sabía que no la encontraría en las bóvedas y paredes de aquel templo, sino en explorar los límites de su propia naturaleza. Abrazar su esencia maligna y sublimarla hasta su máxima expresión. Pero aquello era un proceso, un viaje que sentía apenas había comenzado. Tal vez Montreal fuera la piedra de toque, pero para ello necesitaría encontrar respuestas fuera de aquellos muros.

- Á tout a l'heure, cheri. Diviértete!, se despidió de Markus con bastante frialdad, confiando en que el lugar en el que se quedarían tendría algo más interesante que estanterías repletas de libros.

Se mantuvo junto a Duncan mientras seguían a su guía al lugar que les tenían reservado, más interesada en el cuerpo de Sabrina que en los detalles del edificio en el que se encontraban. Por eso apenas respondió al comentario de Duncan con una leve encogimiento de hombros que parecía decir, si tú lo dices, cheri...

Oh, la biblioteca...

El saber que aquellas paredes encerraban... la profunda locura y genialidad, tantas veces separadas por el aliento de un espíritu, combinadas en aquellas estanterías...

Desde luego, pocas cosas encendían del espíritu de Markus como aquellos libros. 

Muchos de ellos estaban encuadernados en piel humana, y esos, probablemente, fuesen los más normales e inocuos.

Markus quería perderse en aquellos pasillos. Atesorar el conocimiento de aquellas páginas.

Las palabras de sus compañeros resonaron como un tenue murmullo, y tubo que concentrarse para responder...

- Si... si... ahora... nos vemos. -

Su mente ya volaba por la estancia.

Ahora, tenía una reunión. Seguramente, ahí dentro tendría algo de lectura, no esperaba menos.

Siguieron por el laberinto de corredores hasta llegar a una amplia sala alargada, el techo y las paredes decoradas por un fresco con escenas del Libro de Nod y la historia del Sabbat. Había docenas de entradas similares a aquella por donde habían llegado, y a parte de las omnipresentes estanterías repletas de libro había dispuestas varias mesas de trabajo. En uno de los extremos se encontraba la entrada (o salida en este caso), una puerta de bronce de doble hoja labrada con un relieve de cuerpos desnudos de hombres y mujeres entrelazados. Sabrina se acercó a la puerta, susurró algo inaudible al oído de una de las figuras y las puertas se abrieron con un chirrido.

Salieron a una pequeña capilla, una de las más hermosas del templo, y las “Puertas de la Eternidad” se cerraron tras ellos. Una impresionante imagen del primer caído daba fe de que la capilla estaba dedicada a Caín, pero había también otros altares más pequeños, uno por cada una de las sendas de iluminación reconocidas por la secta.

Tras atravesar una arcada y recorrer un corto pasillo accedieron al fin al Mausoleo, la sala central de la Catedral. El amplio espacio era suficiente para acomodar medio millar de Vampiros y se encontraba abarrotado. El techo abovedado se elevaba hasta los 10 metros y en las paredes había estatuas de ángeles, demonios y vampiros esculpidos en mármol.  Al frente, más allá del mar de cabezas que se amontonaban entre las estilizadas columnas, pudieron ver una intrincada vidriera que representaba El Gehena, tal como se describía en el libro de Nod, coronando el mausoleo. Bajo ella, en el púlpito, se encontraba el trono de la Arzobispo esculpido en hueso, también diseñado por Dumas. En las otras tres paredes se alineaban las criptas, en dos niveles. Al nivel superior se accedía por dos escaleras de caracol, y formaba una balconada desde la que dominaba el templo.  

– Por cualquiera de esas entradas podéis acceder a las criptas – dijo Sabrina, señalando alrededor. – podéis reclamar cualquiera de las que estén vacías como vuestro refugio mientras os encontréis en la ciudad. Ahora, si me disculpais, debo atender otros asuntos. ¡Disfrutad de la fiesta!

La tenebrosa "maravilla" siguió abriéndose ante sus ojos ante aquella visita guiada. Duncan no perdía detalle y estaba inusualmente callado, con los ojos bien abiertos, intentando quedarse con cada detalle de aquella visita.

Finalmente comprendió porqué aquel lugar era tan respetado y admirado. No había visto algo así en sus continuos viajes con su antigua manada. No había nada tan genuinamente Sabbat como aquel lugar. En cierto modo, aquel lugar inspiraba y hacía conectar con lo que eran, con su naturaleza.

Al llegar al mausoleo se quedó por un momento paralizado. Aquel lugar de congregación era enorme y estaba abarrotado. Notó como su bestia interior se removía incómoda. Eran demasiados depredadores juntos en un mismo sitio y algunos serían muy antiguos. Aunque era cierto que todos aquellos depredadores iban al mismo son, en la misma dirección... o no.

Por eso estaban allí... aunque en aquel momento parecía un ejercicio futil.

Soltó un silbido.

-Vaya, vaya, aqui si que saben montar fiestas. -comentó con aire despreocupado- Gracias por la visita guiada. -terminó de decir a Sabrina.

Una vez su guía se perdió de nuevo, miró a Anne.

-Creo que vas a estar en tu salsa ¿no? -comentó divertido en tono bajo.

Pese a aguzar el oído Marie no consiguió distinguir las palabras susurradas por Sabrina a los oídos de bronce de las Puertas de la Eternidad. Una lástima, pensó, pues no podrían utilizar la única salida que conocían. Pero al franquear las puertas la sensación de encontrarse en un recinto sagrado se multiplicó y, aunque por lo general sentía aversión por esos lugares, lo cierto es que la espiritualidad del lugar era diferente a todo lo que había vivido antes.

Más que algo metafísico, aquella era la prueba tangible del poder de la Espada de Caín, de lo que un grupo de cainitas heterogéneo, reunido bajo las mismas creencias y con un mismo objetivo podía ser capaz de acometer. La Secta reunía su poder en Montreal en una demostración de fuerza, como los dedos de una mano que se juntaban en un gigantesco puño, listo para golpear. Decenas de cainitas en el mismo recinto, nunca antes había visto algo así. Miró a Duncan de soslayo. Por su cara, el cruzado parecía estar pensando algo similar...

– Gracias por la tourneé, ¡eso haremos!, dijo mientras veía alejarse a Sabrina.

– Puedes apostar grandullón, pero ahora más nos vale buscar rápido un refugio antes de que tengamos que dormir en el piso, ¿qué prefieres, abajo o arriba...?, replicó Marie volviendo a sus habituales dobles sentidos.

Como toda Serpiente, Marie sentía predilección por descansar en lugares próximos a una corriente de agua lo que parecía difícil en aquel edificio, pero de manera instintiva se encaminó a las criptas más próximas a los baptisterios, preguntándose si en ese caso podrían hablar de agua "maldita". Este pensamiento le provocó una sonrisa. En todo caso, la hora de inicio de la Letanía debía estar próxima debían apurarse si querían encontrar un lugar antes de que todo empezase.

-¿Buscar ya refugio? -susurró Clayton a su compañera- ¿Y perdernos la fiesta? Diría que la cosa va a empezar en breve...

El cruzado miró a su alrededor viendo si reconocía algún rostro o si todo el mundo estaba esperando algo...