Partida Rol por web

Mi paciencia llegó al límite. Mi sangre bombeada por mi corazón de guerrero. Mis músculos de bárbaro empezaban a tensarse como una catapulta antes y de lanzar su ataque destructor.

Al oir las palabras de uno de los Arkantos que se disponía atacar, vi mi oportunidad.

-"Se acabó el tiempo" pensé al sentir como mi espada se alzaba al cielo y buscaba al Arkantos que aún no había hablado.

-"Maldito nigromante. Maldito enano gruñón." maldicía al alejarme unos pasos.

Me giré sin perder de vista a los dos Arkantos. Busqué la montura del verdadero Arkantos.

-"Caballito querido. De tí depende conservar y salvar a tu dueño" le susurraba al oído al acariciarle. -"....o te quedas sin él." le sonreí al mirarle a los ojos.

Con una palmadita en la grupa lo dirigí hacia los dos Arkantos.

Uno de los Arkantos harto de la situación decidió tomar cartas en el asunto, sus pasos eran con un enojo tal que pareció que estaba atacando a la tierra misma. Sus manos tomaron las bridas del caballo que estuvo atento aunque a una distancia del grupo. Su respiración era agitada y su nariz estaba abierta al máximo.

El otro de los Arkantos cuando vio que su contendiente tomó las armas el hizo lo propio, aunque a diferencia del que primero este tuvo la armadura puesta. Lo que no se esperó es que un caballo desbocado salió disparado hacia él para terminar encabritándose listo para enterrarle las coces en su cuerpo.

Un grito salió del aterrado Arkantos al verse finalmente atacado por un caballo y el otro Arkantos, pero esa noche estuvo lleno de sorpresas. Cuando todo pareció que terminaría en un momento de nuevo cambió. De la nada aparecieron rodeando al grupo otros tres sujetos, cuando se dieron vuelta el espanto, enojo y otros sentimientos afluyeron en las mentes de cada uno.

Delante de cada uno había una réplica exacta de uno mismo, pero la diferencia es que estaban con unos ojos inyectados en furia y las armas en la mano dispuestos a todo.

Lo que imaginé se hizo realidad. Ante nosotros aparecieron copias exactas de nuestros cuerpos. Misma estatura, mismas armas pero con una expresión nada amigable. Estaba claro que el tiempo del diálogo y la sorpresa había terminado. Era hora de que los verdaderos aventureros defendieran su propia inedentidad y existencia. Con el arma preparada y lista lancé mi ataque esperando de un golpe certero inclinar la balanza a nuestro favor. Demasiado tiempo habíamos perdido con el falso Arkantos. Menos mal que su montura no dudó ni un instante quién era el verdadero Arkantos.

Saco mi espada y retrocedo, no soy bueno en combate, así que evito poner a los demás en más peligro por protegerme, si mi réplica o algún otro viene hacia mí, lanzo piel de corteza para aumentar mi armadura y me defiendo, sino intentaré guiar a mis compañeros como mejor pueda.

Bronas, si mi copia es igual que yo de buena en combate, podrías quitarle del medio en un instante y quedaría uno menos - le digo a bronas pensando en quitar uno del medio (y protegerme yo, solo tengo el hechizo de armadura, aún no pude descansar y no recuperé mis otros hechizos)