Partida Rol por web

Harry miraba a sus compañeros divertido, sus ideas habían creado controversia. Mientras los escuchaba empezó a desayunar ya que hasta el momento no había probado bocado.

- Lo de las balas no se si funcionará, no tengo ninguna prueba científica que así lo demuestre. Me he dejado llevar por el acervo popular. Pero tampoco sabemos qué funcionará, algo tenemos que probar y cuando vayamos allí lo mejor es tener varias posibilidades con las que contar; las balas convencionales y las de plata. Mojó la tostada en el café y se la llevó a la boca. Una vez que lo masticó y tragó continuó hablando.

- Los espejos no tiene porque ser frágiles, los podemos conseguir metálicos con su superficie bruñida y anclarlos a la pared para que no pueda moverlos o lanzarlos como ha hecho con la cama y el cuchillo. Creo que es mucho mejor que ponernos a hacer obra y sacar una ventana en el sótano. Además si no hay ventanas es por que la planta se encuentra bajo rasante y para hacer la ventana o hueco deberíamos primero escarbar en el jardín y después abrir el hueco en el muro del sótano, que lo más probable es que sea de hormigón armado.

Volvió a mojar la tostada y esperó a que sus compañeros siguiesen dándole vueltas a las ideas propuestas.

- En eso estoy con Harry: es mejor gastarse dinero en espejos -digo mirando con resignación a Paul- que comenzar una obra que de al sótano. Antes me refería a que alguien tendrá que hacer el trabajo de albañil porque tendrá que fijar los espejos a algún sitio y habrá que romper algo de pared seguramente... ¿Pero una obra completa? Demasiado tiempo para algo que no sabemos si funcionará. Ese es mi voto para el asunto.
Y siguiendo con el tema de las balas de plata, me gustaría aclarar exactamente nuestra actuación. ¿Bajaremos y le pediremos al señor Corbitt muerto pero corpóreo que se vaya -el tono irónico no fue muy exagerado- o le intentamos afeitar por completo, como diría el señor Spencer? -e intento asegurarme mis últimas tostadas, a pesar de que el desayuno empieza a escasear.

Escucho atentamente a mis compañeros mientras me tomo un café negro, cargado y sin azúcar rNo creo que sirvan las balas de plata, al menos, no mejor que unas balas de verdad. En cuanto a bajar armados no se... a demostrado poder manipular cosas simples, pero apuntar un arma y accionar los gatillos es otro cantar  digo encogiendome de hombros como mucho puede usar lo que bajemos para noquearnos. Si bajamos con armas, yo diría una escopeta de dos cartuchos y sin posibilidad de recargar, también podemos sujetarla con una cuerda a algun sitio para que no salga volando. Un revolver a una pistola es mas pequeña y nos puede hacer menos daño a nosotros, pero es mas facil errar con un balazo que un cartucho de escopeta

En cuando a como entrar la luz del sol, podemos usar la carbonera. Simplemente despejamos la puerta y en cuanto a los espejos, también prefiero uno de metal bruñido sujeto con una cadena a unas brocas en el suelo.

Cogió otra tostada y la untó con mantequilla, había que coger fuerzas para lo que les esperaba. - Lo que quiero decir con las balas de plata es que cuando bajemos tenemos que tener varias posibilidades. Si sólo vamos con una y falla, ¿qué hacemos, salir corriendo?. A lo mejor las balas convencionales no fallan, pero si lo hacen probaremos con las de plata y si esas también fallan le cortaremos la cabeza, por ejemplo, con una hacha. Hay que probar varias cosas porque no sabemos con certeza lo que le puede hacer daño. Se levantó a coger una servilleta pues se pringó con la mantequilla.

- Otra posibilidad que se me ocurre es el fuego. Abrir un hueco en el tabique y quemar todo lo que hay tras el.

Paul Cogan, tras acabarse el desayuno, se levantó y comenzó a fregar los platos sin preocuparse de si aquella era tarea para un hombre o para una mujer. Había escuchado todo lo que tenían que decir sus compañeros sin perder detalle, y se disponía a dar lo que él consideraba su opinión.

- Todas vuestras ideas son originales- comenzó-, y tienen su sentido y utilidad. Sin embargo, creo que, en el fondo, no deberíamos permitirnos gastar tanto tiempo ni tanto dinero, a expensas de lo peligrosa que resulta nuestra campaña- fregó durante unos segundos más los cacharros en silencio y continuó-. Creo que con paquete de cerillas y un pulverizador de algún gas o líquido inflamable tendríamos bastante. Aparte de linternas para iluminar, claro está.

Fregó un segundo más.

- Respecto a las armas, yo por lo pronto llevaré mi maletín, como siempre, pero dejaré aquí los escalpelos, las jeringuillas hipodérmicas, y mi pluma estilográfica. No quiero acabar asesinado por mi propio equipo- sonrió-. Por cierto, en el maletín tengo alcohol y un pulverizador.

- Ya que Harry cree tan necesarias las balas de plata, dejémosle que lleve un cargador de las mismas. Yo, por mi parte, no llevaré arma; habitualmente lo haré, pero en este caso haré una excepción dadas las circunstancias.
Respecto a la luz, bueno... en el libro no se dice que tenga que ser solar, aunque es lo que yo había entendido. Pero creo que es lo correcto: ya hemos comentado que no está claro si la luz le perjudicaba a partir de ese momento o solo durante el ritual de iniciación, suponiendo que el diario esté en lo correcto, y por otra parte siempre podemos huir hacia arriba. Si la criatura no sube, entonces podemos ir a por los espejos.

Yo también acabo mi desayuno, aunque no me pongo a limpiar nada: tal vez mi nueva profesión era demasiado emocionante como para fijarme en cosas más mundanales.

Harry también termino de desayunar y recogió su parte. Le gustaba el orden y predicaba con el ejemplo. - Entonces necesitamos las cerillas, un pulverizador de gas o líquido inflamable, los espejos de metal bruñidos, la munición de plata y una maza para hacer un hueco en el muro porque en la caja de herramientas no dispongo de ella. Se estiró la espalda pues tenían una pequeña contractura que le estaba haciendo polvo. - Antes de bajar al sótano deberíamos de hacernos con ese material.

Pasare por una ferretería, comprare una soga, una maza y algo tal vez algo mas. digo dejando mi café en la mesa y despreocúpate mire con una sonrisa a Paul no me saldre de presupuesto. Prefiero gastar un poco mas pero salir entero de esa casa.

Paul, tras haber acabado de limpiar y haberse secado las manos, las puso sobre la encimera y miró a sus compañeros con una sornisa.

- Bueno- dijo-, en ese caso... ¿Nos ponemos manos a la obra?

Iban a gastar dinero, y a perder tiempo, así que cuanto antes comenzase todo, antes acabaría, y antes podría descubrir qué era del cadáver del señor Corbitt...

Oh, Dios.

Me encontraba escuchando todas las opciones, las diferentes ideas que caían sobre la mesa. Por sobre la taza que, esporádicamente, viaja hacia mis labios, observo a cada uno de ellos mientras habla. "Bueno, iremos armados, por lo menos algunos... espero que, como han dicho, no pueda ser capaz de ponernos contra nosotros algo como un revolver", pienso al momento que veo la taza sin líquido.

Me levanto y dejo las cosas. Veo al Dr. Cogan retirarse, habiendo terminado con los trastos, por lo que lavo los míos para no dejar mi suciedad innecesariamente. Recuerdo mi casa y cómo mis idas y venidas hacían de mi cocina un lugar en que platos, cubiertos y demás se configuraban en poco sólidas torres hasta que me dignaba a limpiar un poco. Tiempo... eso decía siempre, que me faltaba tiempo.

Me giro hacia mis compañeros: "- Bueno, ni bien crean oportuno, partamos a hacernos de lo necesario antes que se haga muy tarde. Podamos utilizar o no la luz del día, el hecho mismo de obrar de día me da una falsa ilusión de que estaremos más seguros- comento con una leve risa por medio".

El grupo termina el desayuno y se pone en marcha nuevamente hacia la casa Corbitt. De camino paran para comprar los artículos que necesita Scott para lo que tiene pensado hacer. Una vez de nuevo junto a la casa Corbitt, el grupo vuelve a sentir esa sensación de abatimiento e incomodidad que rodea la casa.

Cogan abrió la puerta de la casa, con cuidado. A saber si otro objeto volante intentaría acabar con la vida de algún miembro del equipo. Una vez dentro, descorrió la cortinas de las habitaciones, dejando que la luz solar inundase la casa, y se paró frente a la puerta del sótano con expresión inescrutable.

- Bueno...- comenzó dubitativo-, parece que hay que hacerlo, ¿no chicos?

Qué sea lo que Dios quiera.

Scott había comprado un rollo de cuerda, una red y un mazo de construcción (una almádena) usando los cincuenta dólares del anticipo de vuestro cliente. Mientras Paul descorría las cortinas y hacía entrar la luz. Scott procuró que la puerta del sótano estuviera desmontada. Bajando al sótano, Scott aseguró el mazo con la red y la cuerda atándola a una viga, para poder derribar el falso muro con la tranquilidad de saber que el mazo no volaría libre si la casa quería hacer de las suyas.

Apenas bajamos todos del automóvil, me doy una vuelta alrededor de la casa para tratar de ver si existe alguna ventana que efectivamente de al sótano. "Normalmente siempre hay alguna ventana... es una seguridad necesaria para lograr algún tipo de ventilación que impida cualquier tipo de contratiempo... aunque sea debo poder encontrar una... tapiada por lo menos", pienso.

Una vez finalizo el rondín, me acerco a la puerta principal para encontrar a mis compañeros. Las palabras del Dr. Cogan no denotan la mayor seguridad que pudiese esperarse, pero: ¿qué puede uno esperar frente algo como lo que nosotros debemos sobrellevar?

"- No tengo muy en claro cómo deberíamos proceder- comento- pero seguro es que una vez hagamos un agujero en la pared ya no habrá marcha atrás".

Paul había dejado en casa todo aquello que fuera de su maletín médico pudiera considerarse peligroso. Lo que más le preocuparon fueron los escalpelos. Así que su material era básico, para primeros auxilios, y aún así, por seguridad, dejó el maletín sobre la mesa del comedor. Creía que ahí estaría lo bastante lejos como para que aquel monstruo no lo pudiera usar para golpearle en cabeza pero sí lo bastante cerca como para poder usarlo si lo necesitaba... y podía alcanzarlo.

Estaba de pie, expectante, frente al falso muro.

Iba a ver a aquella abominación por primera vez y, con suerte, podría estudiarla. Quizá se volviese loco en el proceso, y quizás no se atreviese a hacerlo, pero la posibilidad era, aunque peligrosa, tentadora. Si reunía el aplomo suficiente, quizá lo intentase. Sino... podría conformarse con morir manteniendo su humanidad.

Pero para ello tenía que mantenerse con vida. Scott había sido listo, pero Paul estaba seguro de que ese ser tendría más trampas preparadas. Debía de tener alguna forma de defenderse, era de lógica.

¿Esperarían sus compañeros que él se acercase a ver el cadáver? Ojalá no fuese así. Casi era más fácil que al romper el primer ladrillo aquel ser se liberase sin más. Para Paul sería menos aterrador.

Ahora que la maza esta asegurada, nadie se acerque a rango de ella. Yo ire a abrir la puerta exterior de la carbonera, que alguien saque las puertas del deposito de carbon y con eso tendremos algo de luz natural.

- Yo te ayudo, Spencer - dejo la cámara en un lugar protegido de caídas y golpes (futuros), y después de buscar algo con lo que sacar los clavos por la casa sin subir al piso de arriba me arremango para comenzar a trabajar.

Walter se ocupa de despejar lo que bloquea la carbonera desde dentro mientras que Scott lo hace desde fuera. William, que se encuentra en el exterior recorriendo la casa, encuentra la salida de la misma. Apenas un rectángulo metálico para introducir el carbón en el hogar. Pronto, los tres compañeros despejan el conducto. Un claro rectángulo de luz solar ilumina el sótano donde Paul y Harry esperan. Ahora sólo falta derribar el falso muro...