Ocupé el lugar que me indicó Colomb para sentarme y escuché, sonriendo, la conversación que mantuvieron ella y Blaise.
Imité al resto de los comensales cuando entraron la princesa Ginebra y su aguerrido padre, el Rey Leodegrance e incliné la cabeza, maravillada por tener a tan distinguidos invitados en nuestra mesa.
Miré a Ginebra mientras hablaba, y no pude reprimir algo de envidia por la belleza que desbordaba a tan corta edad.
Sin embargo mis pensamientos acerca de la hermosura de la princesa se disiparon cuando escuché a Colomb. La miré, con el entrecejo fruncido y algo confusa.
"¿Mismo día y mismos años?", pensé. "Qué destino tan caprichoso".
Escuché al tiempo que apuraba la copa las presentaciones de los caballeros que nos acompañaban y, tras finalizar cada uno sus presentaciones, decidí hacer yo también lo propio.
-Yo soy Meredith, hija de Ewain y sirvo a mi señora Colomb, aquí presente- incliné la cabeza a modo de respeto- como doncella guerrera.
Volví a tomar la copa y bebí otro trago, mientras seguía escuchando las conversaciones que se sucedían en la mesa.
Sir Harodan, que era hombre más de batalla que de lustre decidió hablar yendo al grano.
-Confuso me hayo por la indicación mencionada antes por su majestad, pues si ya fuera coincidencia, destino o voluntad de Dios, el que naciésemos el mismo día, en reunirnos aquí.-
Habrá que esperar un poco, mientras el master se termina el coco. :D