Partida Rol por web

 Al ver cómo se quedaba solo, Michael decidió alejarse más aún de sus queridos hermanos y se colocó en un lugar apartado, lejos de miradas indiscretas. La corte no era para él, y no deseaba insultar a nadie con su presencia.

Una vez terminado de hablar con el noble caballero, Sir Esias se recluyo en
uno de los rincones de la sala.

Veo que no soy bien recibido aquí. Pensó para si mismo. Aunque no
le sorprendía nada por su situación.

Pacientemente, espero a que la fiesta se terminara, y que todo estuviera mas
tranquilo para continuar los preparativos para el viaje.

 Entre la gente por fin vio su vía de escape, vio en una esquina solo a Sir Esias, sabía que no era muy querido en el reino, y que nadie se acercaría a hablar con él, por lo que si ella estaba con él, tampoco se acercarían a ella.

-Es muy injusto, verdad?? a mi no me pareces tan terrible y sin duda viéndote seguramente mi padre se equivoco, pero en ese entonces yo era una niña, y nada entendía, ni podía hacer, pero.... sinceramente prefiero ser un caballero que ha de probar su valía, que un pavo real como los que hay aquí- le sonrió

Apenas Sir Esias se alcanzo a retirar un poco, escucho la voz de Lady
Nymeria a sus espaldas. Aunque no se sentía fácilmente "cómodo" junto
a la joven muchacha, la forma tan familiar y franca en la que le hablaba le
resultaba refrescante.

Ante la idea de pensar en todos los presentes como pavos reales, el
caballero no pudo más que atinar a cubrir su risa con su mano, y evitar
salpicar a la gente con su bebida. Realmente lo había captado por sorpresa con
esa idea.

- My Lady. - Dijo mientras se limpiaba la mano por el
sobresalto y la risa contenida. Sus palabras eran un susurro, lo suficiente
para tener una conversación solo con la Señorita. - Uds. si que tiene
ideas ocurrentes. -

El caballero se giro a observar a los demás nobles, que aun seguían en sus
propios asuntos, mientras hablaba con la muchacha. Su rostro denotaba cierta
tristeza.

- Ellos me temen por los rumores, por supuestas acciones que mi
padre hizo, de las cuales nunca he tenido pruebas. No los culpo. Todos tratan
de llegar a ser importantes para la casa, y deben tener las conexiones
necesarias para lograrlo. No mezclarse con el hijo de un traidor condenado. -
Sus palabras son pesadas, llenas de resentimiento mientras las dice.

- De todas formas. - Dijo después de una pausa, y mirando
directamente a los ojos de Lady Nymeria. - Agradezco que tenga tan
buena opinión de mí. Realmente es una bendición. -

Una sonrisa se dibujo en el rostro de Sir Esias, denotando felicidad y
franqueza al decir esas palabras. Claro, dándose cuenta del momento "inapropiado"
que estaba teniendo, agrego mirando nuevamente a la multitud, y tal vez con
algo de color en su rostro. Tal vez era el vino?

- Igualmente... Para nada la considero a Ud. como un Pavo Real... -

 Sonrió ante el comentario del caballero -Sin duda yo tampoco me considero un pavo real, a mi hermano... quizás es un poco mas pavo real que yo, mas estirado y mas serio- lo miro -Vos también sonreís poco, porque?. Bueno, parece ser que al no necesitar ya un cargo importante, ya que nací con el dentro de la familia, me da un poco igual mezclarme con supuestos traidores, a decir verdad, me siento mas cómoda con vos que con toda esa gente, mentirosos, aduladores, no se porque os miran mal, ellos son mucho peores- al mantener la conversación solo con él, susurraba.

Siguiendo la conversación en susurros, le respondió a Lady Nymeria.

Sir Esias no pudo evitar volver a sonreír, lo cual se le estaba volviendo
una rara costumbre durante el transcurso de la fiesta.

- Agradezco mucho sus palabras, My Lady. - Dijo
encarecidamente. Le resultaba raro que un miembro de la familia real le dijera
que se sentía cómodo con él, y con su historia.

Luego trato de poner un semblante serio. - Pero aun así, debe pensar
en su posición. - Sus palabras sonaban mas como un consejo, que como
una orden. El caballero imagino que Lady Nymeria era constantemente asediada
por "consejos" en materia de como se debía portar, o que decir. No
necesitaba que alguien mas le dijera lo que debía hacer, y menos cuando lo único
que hacia era adularlo.

- Comparto su opinión de su falsedad, pero no todos son malos. Ellos
son necesarios, tanto como el pueblo fuera de este castillo, que vive sus vidas
lo mejor que puede. Debemos aprender a tratar con ellos... - Sir Esias
levanta su mirada observando hacia donde se encuentra Lord Alfred. -
... así como hace su hermano, Lord Alfred. -

Nuevamente dirigió su mirada hacia la muchacha junto a él. El caballero no
pudo evitar soltar una pequeña carcajada.

- El será un pavo real, como bien Ud. le dice... - Le comenta
con una sonrisa en el rostro. - ...pero el hace algo que jamás yo podría
hacer. Eso en realidad es valioso. Y Ud. también lo es, My Lady. -

 El rey sonrió al maesse robert mientras comienza a retirarse.

-Es noble de su parte... mañana seguiremos hablando, y esta noche tenga por seguro que me plantearé seriamente si pasar por allí..no se preocupe, no es nada severo. 

-...Y ahora, debo marcharme. Espero que disfrute, puesto que los próximos días van a ser caóticos para todos, Maesse.

Tras lo dicho, se marchó. Y así el quedó en la fiesta, rodeado de gente...mientras el heredero avanzaba y trataba de buscar razones o patrones de conducta en jefes de otras casas, Nymeria y Sir Esías charlaban y el hermano ilegítimo de aquestos dos permanecía alejado. Parecía que todos volvían a poner rumbo a sus intrigas.

 Mucha gente lo observaba, y sin embargo trataban de que no supiera que lo observaban...algo bastante cuanto menos extraño. El maesse había terminado de hablar con el rey, al parecer ya tenía algo que ofrecerles, algo de información, sin duda.

 El comportamiento de los emisarios de las dos casas era amable: Lo que se esperaba de ellos. Risas, modales, y sobre todo, protocolo. Estaban tan ocupados en seguir el mismo que a veces incluso se les olvidaba los temas reales de conversación, pero bueno, suponiendo que era lo normal al tratar con una casa mas grande que la de ellos, y la oportunidad que ello les brinda, está claro que todo debía hacerse por mantener una buena imagen de sí mismos y por tanto del reino.

Por el rabillo del ojo entre la muchedumbre puede observar el heredero como el rey y el maestre han concluido su conversación, y cómo este queda un momento mirándolo, al rey, sin moverse..

 Mientras hablaban, se dieron cuenta de que el maesse robert había concluido con su conversación coloquial con el rey. Las nuevas estaban a punto de llegar...

 Puso un dedo en los labios del caballero, viendo al maestre -shhh parece que tendremos noticias pronto de nuestro viaje- sonrió -podréis probar vuestra valía, aunque creo que sera un viaje tranquilo- lo miro, para ver su expresión, había sonreído últimamente, y le gustaba verlo sonreír, aunque intuía que su expresión ya no seria tan agradable, quizás le preocupase algo del viaje, el caballero era todo un enigma para ella.

Aunque el caballero estaba acostumbrado a la bravura del combate, no pudo
apreciar el simple movimiento de la muchacha de cabellera roja que estaba
frente a él. Tal vez no por su complejidad, sino más bien por el simple hecho
de posarse sobre sus labios, con una suavidad que nunca había sentido.

Sir Esias se había quedado atónito con sorprendente facilidad. Él, un
caballero que estaba acostumbrado a formar hombres en fuertes guerreros, había
sido acallado con solo un dedo.

Su mirada se perdió en la sonrisa de Lady Nymeria, la poseedora de la mano
que había robado su voz. Su aliento se había ido, y su boca se había resecado
de repente. Volviendo en si, alejo su rostro de los dedos de la muchacha, aun
perdido en su mirada.

Rápidamente, se giro, dando su perfil y poniendo una cara mas seria, una que
usaba comúnmente cuando se llevaban a cabo algún acto ceremonial que requería
su presencia. Se aclaro levemente la garganta y tomo un poco de la copa que sostenía
en su mano. Realmente le venia bien un buen trago para su lamentable estado.

- Parece que tiene razón, My Lady. - Divisando entre la multitud al Maesse
Robert. Ligeramente, y tal vez con algo de dureza en su cuerpo, le dirigió un
saluda para indicarle que se acercara.

Desde otro punto de la habitación, Sir Esías le hizo señas levemente al
Maesse Robert para que se acercara a conversar.

La cara del caballero expresaba seriedad, pero los movimientos que hacían
eran duros, como si estuviera muy tensionado.

Junto al Caballero, se encontraba también Lady Nymeria. 

Robert siguió con la mirada al rey al tiempo que este se alejaba. Un pequeño reflejo de tristeza apareció en la mirada del maestre. Volviendo de nuevo al presente miró a un lado y a otro y vio al jocen Sir Esías llamando su atencion. Con paso firme y decidido avanzó hasta el joven reocupado por lo que este podía querer justo ahora.

Sir Esias observo como el Maesse, con paso decidido se acercaba a su posición.
Se denotaba algo de tristeza en su mirada, pero le dio poca importancia al
imaginar que podría cambiar el ambiente del lugar, y de su conversación con
Lady Nymeria. Hacia rato que nadie lo había puesto nervioso, y lo había logrado
una simple muchacha sin entrenamiento militar.

Las mujeres son algo de temer... sin duda... No puedo evitar pensar
para si mismo.

Una vez que el Maesse se acerco lo suficiente para estar al rango de su saludo,
el caballero le demostró su cortesía.

- Buenas Maesse. No pude evitar observar que estaba conversando con
el Rey. Acaso tiene noticias nuevas sobre nuestro viaje? -

 Miro al maestre y ladeando la cabeza sonrió -Si, hay noticias? cuando partimos? sin duda sera una experiencia interesante y espero que una oportunidad...- miro al caballero -para todos- sonrió mirando a los dos.

Luego con la mirada busco a Michael y a su hermano, deberían estar allí para escuchar lo que el maestre tuviese que decir.

Procurando no llamar la atención, Michael se acercó al lugar donde parecía que el Maestre iba a dirigirse a todos para escuchar lo que tenía que decir. Esperaba poder salir pronto de allí, pues no aguantaba las miradas acusadoras de los nobles de la sala. Puede que no lo fueran, puede que sólo fuese curiosidad, pero se sentía como un engendro de feria, y no era una sensación agradable ni desconocida para él.

Me acerco al maestre y a mis hermanos. Veamos las novedades

Se acerco presurosa a sus hermanos y al maestre para escuchar novedades sobre el viaje. Pasando por entre los presentes siempre sonriendo y saludando educadamente.