Partida Rol por web

Cada una a su manera, la maña y la fuerza bruta, Lisa y Alona atravesaron nuevamente las defensas del Babau haciendo ulular al demonio. En cambio, el martillazo de Arthurus no causó ningún efecto visible. Demasiado herido y sangrando por múltiples sitios, el babau dio un paso y se desvaneció en el aire.

El otro no tuvo tanta suerte, pues las cabezas fantasmales del conjuro de Kramer le hicieron pedazos antes de que pudiese escapar. Los héroes se detuvieron un instante para recuperar el resuello. Tras un golpe fuerte en alguna parte indeterminada de la casa, esta se volvió a sumir en el silencio.

Vaya... demonios Babau. Rapidamente enfundó el arma y fué a mirar las heridas de la mediana. Tranquila, nada que un poco de magia no pueda curar. Aplicó una carga de la varita y apartó un poco la ropa para que esta pudiera sanar bien.

Mago, ¿sabes algo de ellos? Recuerdo algunas cosas pero solo generalidades.

Sostuve el hacha ante mí un buen rato, meciéndolo de izquierda a derecha y viceversa, una y otra vez. Uno de esos seres había muerto, pero ¿y el otro? No, tenía que andar por allí, escondido como un cobarde. Mi cuerpo ardía de rabia y no tenía con qué descargarla, y aquello me cabreaba aún más.

¡¿Qué mierda eran esas cosas?! -Grité, furibunda, mirando el estado de la hoja de mi gran hacha. Estaba en un estado más que lamentable, y temía que se acabase rompiendo de seguir así- ¡Y sólo hemos cruzado la puta puerta de entrada! ¡Esto es una mierda! -Grité, deteniéndome al ver cómo el Sir ese se ocupaba de restañar las heridas de Lisa. La gnoma había estado muy cerca de palmarla- ¡No tenemos bastantes armas, bastantes combatientes, ni un puto clérigo! ¡No pintamos una mierda aquí!

El demonio cayó masticado por el conjuro de Kramer, cosa que hizo aflorar una leve sonrisa de suficiencia en el rostrod el hechicero.

- No soy experto en demonios- respondió, fríamente. No le habían contratado para que averiguara cosas sobre seres de otros planos y mucho menos para lidiar con demonios.- Sólo sé que, si están aquí es porque alguien les ha obligado. Esta historia no va de encontrar un niño perdido si hay alguien con demonios bajo su control involucrado. Es una mierda mucho más grande- aclaró, antes de ponerse a conjurar. Durante un instante, el aire cargado de polvo de la mansión se movió alrededor del hechicero se movió, al tiempo que la barrera magica aparecía.

- Y esta claro que 500 monedas no serán suficientes- añade.- No por mi vida, que es lo que vamos a perder si cada sala es como esta. El demonio no puede estar muy lejos, tal vez él sepa algo, pero no tenemos nada con que negociar con él. Si nos vamos ahora seguramente no pueda seguirnos, pero si hay demonios involucrados, a lo mejor la ciudad está infestada dentro de dos dias.

"Rubí, estate atenta a la puerta, no quiero quedarme atrapado aquí dentro".

Después de darnos tanta guerra, encima esa maldita cosa tenía la cara dura de desaparecer sin más. Suspiré profundamente, sentándome en el suelo, cuando escuché un fuerte ruido en alguna parte de la casa. 

¿El demonio?

Alona en seguida puso el grito en el cielo, poniendo palabras, o mejor dicho, gritos, a lo que yo misma pensaba. No parecíamos ni de lejos el grupo apropiado para aquella misión. Ni tan siquiera me veía capaz de hacer uso del humor, me sentía cansada. Miraba a la rubia desde abajo, desde más abajo que de costumbre, cuando el hombre de la armadura me dijo que estuviera tranquila, ofreciéndome algo de ayuda.

- Espero que esto funcione, porque de momento no parece hacer gran cosa... - me quejé, justo antes de que el sanador se dirigiera al mago, preguntando por los demonios.

A punto estuve de llevarme la mano al rostro al escuchar al hechicero decir que aquello no iba de encontrar a un niño. ¿Es que no se había enterado de nada? Joder, menudo grupo... Aunque al menos él había logrado acabar con uno de los demonios.

- Claro que esto no va de encontrar a un niño perdido. Son varios, muchos, por eso estamos aquí. Estaba claro que algo malvado tenía que haber detrás, pero no imaginaba que de semejante naturaleza... - mi mirada se dirigió a los pilares de madera con forma de demonio. - Quiero ayudar a esos críos, pero palmándola a la primera de cambio flaco favor les haré. Nadie más querrá entrar a buscarlos. - dije volviendo a mirar al grupo, antes de fijar mi mirada en el pipiolo de pelo claro. - Entiendo que no piensas sanar en combate, ¿No? ¿A qué deidad debo agradecérselo? - pregunté con sarcasmo, justo antes de que Kramer resaltara aún más lo complicado de la situación.

Arthurus miró con severidad a la mediana. Desde luego que puedo y curo en combate, pero en este momento dí prioridad a matarlo rapido para evitar precisamente que huyera, conozco tu estilo de lucha mediana, he conocido a otros que pelean igual, y sin alguien que divida la atención y flanquee contigo no eres tan efectiva.

Dicho esto, aplicó la varita en si mismo también mientras seguía hablando. En principio me eligieron a mi por mi habilidad para eliminar muertos vivientes, imaginaron que sería un nigromante, fantasmas o algo parecido, aun así, estamos aquí para acabar el trabajo, a la vuelta podemos "negociar" un mayor pago por el mayor riesgo si os parece.

Los tannari pueden invocar a otros demonios, y són inmunes a la electricidad, resistentes al resto de elementos, se comunican telepaticamente entre ellos.

¿¡QUÉ!? ¿¡Eres un clérigo!? -Mi voz resonó brusca y seca, reverberando en la amplia sala, al escuchar hablar al noble de aquella manera. Me quedé clavada, sosteniendo mi hacha con ambas manos tan fuerte que mis nudillos se tornaron blancos, tanto como coloradas se pusieron mis mejillas sobre mi tensa mandíbula, acaloradas por la indignación- ¿Puedes curar... pero decidiste no hacerlo? -Cada palabra surgía casi dolorosamente de mi garganta, como si me viera forzada a escupirla pesadamente, casi a vomitarla padeciendo su acidez- Otro ataque como el anterior, y la canija estaría fiambre, pero a ti... ¿Te pareció más importante su forma de luchar? ¿Cómo lucharía ahora muerta, cabrón hijo de puta?

Sorbí sonoramente por la nariz, escupiendo al suelo frente a él con un gesto de evidente desprecio.

¿En serio crees que es una cuestión de dinero? Eres más estúpido de lo que pareces...

Los ecos de la discusión reverberaron por toda la casa, pero nada se lanzó sobre ellos en esta ocasión.

El hechicero suspiró y avanzó por la sala, con cuidado de no pisar donde la gnoma les había advertido y recuperó su piedra brillante usando el bastón para atraerla. Se la pasó a su familiar, ahora ya no era necesaria, al haber abierto las ventanas.

- Es una pena que esos demonios no estuvieran dispuestos a hablar- comentó,- Ahora tendremos que explorar la casa a la antigua. Alguien o algo les ha llamado aquí y ha secuestrado niños, que muy probablemente ya esten muertos. ¿Para que puñeta los querrían?- Se preguntó. 

Calmate Alona, si estais heridos de gravedad decidmelo y os curaré, pero yo estoy a vuestra espalda, no se si podeis recibir diez golpes o uno, así que avisadme, si no me lo decis u veo una herida grande ... mis curaciones són limitadas.

Lanzó un conjuro para acelerar la curación de la mediana.* El conjuro anterior irá curando poco a poco. Decidamos el curso de acción entonces, miramos el piso de arriba o continuamos abajo.

El inquisidor no dejaba de soltar una perla tras otra, cosa que mejoró al final, tratando de justificar lo injustificable. Alona estaba furiosa, replicando al tipo incluso antes de que pudiera responderle, aunque estaba de acuerdo con ella. No en las formas, claro, pero aquella mujer era puro fuego; y más aún cuando entraba en aquel estado. El hombre se afanó entonces en sanarme más rápido, seguramente por las palabras de Alona.

- Relájate, rubia, la mujer de este señorito no tiene la culpa de tenerle como hijo… -  dije mirando a la bárbara, antes de comenzar a ponerme en pie, volviéndome hacia el hombre. – Así que primero dices que dabas prioridad a matar un demonio, aun a riesgo de perder un miembro del grupo, ¿Cómo ibas a continuar adelante con uno menos? Porque pareces meterte con mi modo de luchar… Pero yo al menos lo hago. La bárbara es muy capaz de muchas cosas, pero no va a poder sola con todo este nido infernal. No subestimo vuestras habilidades mágicas, no os equivoquéis… - dije buscando al hechicero con la mirada. – Sólo es que me parece que somos pocos para esta misión. Pero volvamos al tema en cuestión… - alcé mi mirada hacia el tipo rubio. – Antes el problema era tu prioridad de matar, ¿Ahora lo es que no sabías lo que pasaba? ¿Que necesitas que te avisemos? El demonio estaba entre ambos, has visto perfectamente lo que me ha hecho, además… ¿Es que acabas de salir de la escuela de magia? ¿Tan parcas son tus habilidades sanadoras para tener que darte instrucciones? – me detuve en ese momento, dándome cuenta de que mi tono de voz se volvía más duro.

Entonces respiré profundamente, dándome un par de segundos antes de continuar. Discutiendo no íbamos a lograr nada, y sólo veía una forma de continuar adelante con aquello.

- Te agradezco tu curación, aunque tendría que haber llegado antes, pero no te entiendo. No entiendo tu forma de hacer las cosas, y quisiera aclarar algunas cosas antes de continuar. – expliqué al hombre en un tono más calmado, conciliador. - Estamos aquí para realizar el trabajo, pero no a riesgo de morir. Al menos yo. Y la esperanza de un posterior aumento de la paga no es ningún aliciente. Dicho esto... Necesito tres cosas de vosotros. - dije mirando a todos, mostrando un dedo tras otro a medida que mencionaba cada una de las cuestiones. - Uno. Que compartáis cuanta información tenéis. Dice el pipiolo que le han elegido por su habilidad con muertos vivientes, desconocía ese detalle. Dos. Que concretemos un plan de acción o algo parecido, tenemos que coordinarnos. Y tres. Que cubrirnos el culo los unos a los otros sea la máxima prioridad, esto es indiscutible. - concluí, bajando mi mano y acercándome a Alona para susurrarle unas palabras. - Esto último no va por ti, sé que cuidas de mi culito con devoción. - bromeé.

Las palabras del noble me sacaron aún más de mis casillas, pero casi la instante me confundieron. Enarqué una ceja y mis ojos se movieron de izquierda a derecha, mientras trataba de comprender. Me molestaba no ser demasiado lista para esas cosas, labores donde otros eran tan avispados, porque sabía que muchas veces alguien se aprovechaba de ello. De modo que me callé y comencé a recorrer la estancia situándome en lugares concretos, observando detenidamente los ángulos y señalando con el brazo para trazar una línea visual en dirección a otros puntos concretos.

¿A nuestra espalda? -Dije en voz alta, al fin, habiendo llegado a una conclusión clara- Estabas a mi lado y frente a ella, ¿cómo que a nuestra espalda? -Exigí con indignación una explicación, antes de rascarme la cabeza con una mano, pensativa- ¿Eso es... una "estatua pletórica", de esas? -No podía recordar las palabras exactas, ¿qué diferencia había entre eso y "figura retórica"? Alguien me había dicho algo parecido, tiempo atrás, eso era todo lo que recordaba.

Sin embargo, Lisa también comenzó a hablar, y habló mucho. Pero como había comenzado con un galimatías me quedé confusa y sin prestar excesiva atención. ¿Su mujer le tenía como hijo? ¿El tipo estaba casado con su madre? ¿Esa era una costumbre local, o algo así?

¿Hmmm...? -Lisa me sacó de mis pensamientos, ya que la había estado escuchando sólo a medias. Desde luego, lo que proponía tenía sentido. Compartir información, coordinarnos, y velar los unos por los otros. No le veía sentido a colaborar si no era siguiendo un plan como ese. Para eso, mejor ir cada cual por su lado- Bah, no le des tanta importancia, canija. Es un culo muy pequeño... -Le seguí la broma, a la espera de solventar aquella situación con los demás.

Arthurus iba cabreandose también según hablaban pero cerró los ojos y respiró hondo. No me he metido con tu manera de luchar, es efectiva a su manera. Era una manera de hablar, estoy acostumbrado a luchar con otro tipo de gente, gente que prefiere que el enemigo muera rapido a recibir heridas, que se las sane, y después recibir otra igual o peor. Si preferís que use mi magia en curar y nada más puedo hacerlo, pero para curar no quiero tener enemigos cerca y entonces os podeis olvidar de rayos u otro tipo de bendiciones que ayudan a no recibir esas heridas.

Ahora dejemoslo, si vamos a empezar a buscar fallos en los demás ya podemos irnos y cerrar la puerta, cuando quieras curación pidelo, y punto, si por ir a curar una herida menor dejo al mago solo, o que rodeen a otro creo que la curación puede esperar, igual que luchariais sin un clerigo.  Hay gente que aguanta más y otros que aguantan menos golpes, no os conozco lo suficiente para saber cual es vuestro limite.

Kramer se limitó a encogerse de hombros.

- Por supuesto que espero que me cubran mientras hago mis cosas de mago- respondió.- Por eso me hice mago y no voy por ahi llevando armas peligrosas que le pueden sacar un ojo a alguien, pero por lo que a mi respecta, la idea de salir de esta puta casa, prenderle fuego y esperar a que arda hasta los cimientos con toda la mierda que contiene dentro no me parece tan mal. Pensadlo, ¿de que nos sirve arrastrarnos por aquí dentro? El lugar podría estar infestado de demonios y esos niños hace tiempo que están fiambre. ¿Habrá algo de valor que nos podamos llevar?