Partida Rol por web

Exhaltado y emocionado por la situación, decides ponerte el guante en tu mano buena ya que ésta sala no tiene salidas.

Un hormigueo recorre todo tu cuerpo y sientes como tu cuerpo se recupera de los golpes sufridos en tu aventura. Por otra parte, la habitación se obscurece subitamente hasta que te ves rodeado por la nada. Una nube de humo aparece y detrás de ésta una figura sonriente:

-Saludos aventurero. Tenia ganas de conocer a la nueva y gloriosa leyenda de estas tierras. Barnoth el grande. Mis más sinceras felicitaciones. Y bien... has conseguido llegar al final del laberinto y has encontrado el Guante del Dragón. ¿Cual es tu deseo?- Las voces de antes vuelven a sonar en tu cabeza.

Puedes ahorrarte los cumplidos... ambos sabemos que si estás aquí es por que ya he tomado una decisión.

Barnoth se encontraba serio y un poco desafiante ante el diablo que acababa de aparecersele. Sin duda le serviría para el resto de la eternidad lo cual no terminaba de desagradarle ya que tras una vida de sangre y muerte iba a acabar tarde o temprano en su reino.

Te ofrezco mi alma, diablo a cambio de algo que será muy sencillo para el poder que posees...

...una impaciente espera mientras Barnoth terminaba de pensar que le pidiera lo que le pidiera el diablo podía engañarlo, aunque por otra parte todo cuanto tenía a su alrededor podía ser una ilusión creada con el fin de poder atraer y conseguir almas de aventureros descerebrados...

...haga lo que haga estoy contento de haber llegado al final...

...quiero que crees un tunel amplio y accesible a pie que discurra desde esta habitación hasta la plaza donde empezó esta búsqueda con el fin de poder sacar estas riquezas y derrocharlas antes de poder servirte en esta vida o en la otra.

Ya estaba hecho, no había intentado pasarse de listo ni intentar engañar al diablo que sería como firmar una sentencia de muerte, así que cruzó sus brazos y espectante esperó la respuesta del diablo.

El diablo sonríe más aún.

-Como desees Oh Gran Barnoth, espero que pases el resto de tu vida bañado en oro y mujeres hasta que llegue tu último día. Y ese día nos volveremos a ver... para siempre...

Después de eso vuelve a aparecer una cortina de humo y la figura del diablo se deshace. La obscuridad remite y vuelves a encontrarte en la habitación de el tesoro. Esta vez está un poco cambiada. Tal y como habias imaginado, un túnel con escaleras y alfombra roja brillante empieza en la pared y asciende.

Miras por el tubo por el que llegaste, pero no hay rastro de tus amigos.

Cojo un gran tapiz de una de las paredes y lo lleno con monedas joyas y me encamino con paso ligero hacia las escaleras.

Ignoro la vida que me queda por delante, pero no tardaré mucho en fundir todo este tesoro. A no ser que el diablo admita un precio mayor en almas por la mía... pero todo se andará.

Llenas el gran saco improvisado de monedas y gemas hasta reventar, algunas rebosan y se caen. Empiezas a caminar por el tunel sin mirar hacia atrás. El tunel es largo y empinado, pero empiezas a ver la luz al final. Unas cabezas extrañadas te miran desde arriba. Cuando emerges a la superficie. Te encuentras en la plaza de la ciudad donde os presentaron al principio.

Toda la gente ha venido a ver a los Aventureros que han salido por primeravez en la historia. Al ver que llegas tú solo, con un muñon por mano y cargado de oro, la gente estalla en una ovación de gritos y júbilo, los mozos te elevan y todo el mundo aplaude y corea tu nombre. Te informan que van a hacer una cena en tu honor esta noche, para festejar el triunfo.

Barnoth extendió el tapiz sobre la plaza junto a la entrada de la gran escalera y como les prometió a la gente que salió a recibirle lo repartió entre la gente que le ayudara para sacar todo y cada moneda de aquel lugar.

Depués alquiló los serviciós de un par de espadas de alquiler para que guardaran lo recuperado y se preparó para la cena.

Los bardos entonan canciones con tu nombre y tu proheza fue conocida en todo el mundo, tu imagen seria retratada en numerosos tapices, tu muñon se convertiria en objeto de culto y fuiste recordado por siempre como el poseedor del Guante del Dragon...

No tienes noticias de que nadie más haya salido del laberinto. De hecho, cuando retirasteis la última moneda de la habitación, esta se derrumbó, al igual que el tunel y nunca mas nadie pudo entrar alli.