Miró su reloj, eran casi las nueve de la mañana y ya llevaba a lo menos dos horas de servicio, sentada en su escritorio y revisando el informe del atraco del día anterior en donde un adolescente se metió a una tienda 24 horas e intentar robarla, el chico era unos años menor que Erza y sintió algo de culpa cuando lo apresó a unas cuadras de la tienda luego de teclearlo y hacerlo chocar contra unos tarros de basura.
Bostezó y volvió a mirar la hora, había pasado solo un minuto y ya saldría a patrullar las calles, ya había dado los exámenes para entrar al departamento de homicidios y dejaría de andar en las calles deteniendo a los delincuentes menores, ella quería seguir los pasos de su padre, pues así sería la única forma de poder investigar a sus asesinos y destapar la red de corrupción que sabía que existía pero no tenía pruebas.
se colocó la chaqueta y su gorro, y arregló su cabello, yendo a la patrulla, bostezando un poco cuando aparece Tom, su compañero de patrullas y quien llevaba ya varios años en el servicio, Erza lo saludó entregándole el café negro, sin azúcar, y ella bebió su latte, es que sin café no existía, y subieron a la patrulla, volviendo a bostezar. Pitt le dijo que debería tomar café de verdad y no esa cosa de maricas con leche, ella solo lo miró de reojo y le gruño, ese año con él había hecho que naciera un cariño paternal entre los dos, Pitt la veía como a su hija, y se preocupaba de que ella estuviera demasiado involucrada en el trabajo haciendo que terminara muerta. Siempre le decía que prefería un compañero vivo a un héroe, pero sabía que ella terminaría muerta si seguía intentando demostrar que era valiente.
salieron de la comisaría a patrullar el sector oeste de Londres, era algo de rutina y sólo debía estar cerca de Hyde Park, no era mucho, era temprano un día viernes y sólo encontrarían algunos turistas y deportistas que tenían suerte de poder estar corriendo a esa hora. Bajaron de la patrulla y se quedaron en una esquina, Erza volvió a bostezar y Pitt le volvió a decir que debería dormir más, dejar de estudiar, que de seguro había pasado las pruebas. No quería que se fuera, pero a ella nadie la detendría...
La radio se enciende, y, para tu sorpresa, escuchas algo inusual, ¿interferencias?
Pssst.
cuando la radio se enciende, ella toma el transmisor y aprieta el botón verde.
—407, cambio, aquí 407, ¿qué sucede? — pregunta, mirando a Pitt que se atragantaba con un panecillo dulce que había comprado en la panadería de la esquina de Park Line con Oxford st. Justo en la estación de metro. — creo que esta cosa se arruinó, solo escucho estática — le informa a su compañero y vuelve a llamar a la central, para saber qué es lo que pasaba.
Vuelves a escucharlo, pero tu compañero parece no apreciar el sonido, y te mira extrañado ante tu comentario.
Psssssssst.
— ¿por qué me miras así? — le gruñó a su compañero, el que se río ante el mal humor de la cachorra, la chica entornó los ojos, otras veces le había pasado lo mismo, el escuchar cosas que no existían, sobre todo cuando era pequeña, pero se había convencido que eran solo producto de su imaginación.
— iré ... da igual — Pitt movió su mano, señal de que la autorizaba lo que más indignaba a Erza, así que bajó de la patrulla y cruzó la calle, habían chocado dos ciclistas y ella se prestó a ayudarlos, Pitt, en cambio, ya no se preocupaba de aquellas nimiedades, él estaba como un halcón observando el panorama, bebiendo su café.
La policía los ayudó a ponerse de pie y luego de exhortarlos de que debían estar atentos al camino, tomó su radio personal y la agitó un poco, volviendo a escuchar aquel sonido, así que, por primera vez decidió contestar, la curiosidad era un mal atributo, más cuando esta curiosidad puede llevarte a meterte en problemas. — ¿Quién es...? — preguntó, abriendo la transmisión y recibir el mensaje.