Un sol radiante se reflejaba en los anillos metálicos que adornaban las barbas de los miembros de la comitiva enana avanzando hacia los menires del centro de un amplio claro en una zona exterior del Bosque Horrendo, al sur de Horizonte.
Urzgubil, diplomáico enano de Forja destinado en Axis, se había desplazado hasta allí para hacer de guía a la comitiva. -Te digo nunca he estado en este claro del bosque. No me lo explico, como diplomático he acompañado a cazar a nobles imperiales en varias ocasiones. Este bosque siempre ha sido oscuro y siniestro. - Dijo hablando al oído de Thokyl.
Aquel día sin embargo el bosque mostraba una cara luminosa y acogedora. Un pequeño arrollo emergía de un promontorio rocoso en los márgenes del claro con un murmullo suave acompasado por el trino de los pájaros.
En el centro de los menires aguardaba hierático Lugubelenusei, un druida semielfo de larga melena montaraz entre la que asomaban hojas de lo que parecían enredaderas. Con él habían venido, entre otros dos mujeres (Rhona y Tenshia), una de ellas, que tenía la estatura de una niña, tenía un lobo descansando distraídamente echado a sus pies.
El tercer grupo estaba compuesto por sacerdotisas venidas de Santa Cora con sus escoltas, Ariadna, aquella humana sacerdotisa de Enus por la que estaban todos reunidos y Volk, el único miembro no enano de la orden de paladines del Gran Wyrm de Forja, que había acompañado a Ariadna desde el principio.
Una vez la comitiva enana ocupó su lugar, Volk se separó de las sacerdotisas para ocupar su lugar junto a los suyos. Volk y Thokyl se habían cruzado en varias ocasiones y habían sido presentados en Forja aunque nunca habían cruzado más de dos palabras.
-Que el Dios de la Forja bendiga tu escudo haciéndolo indestructible. - Urzgubil saludó con la fórmula habitual a uno de los poquísimos no enanos que era considerado como un enano más - Ya hemos leído los mensajes de los emisarios, pero queremos que cuentes tú mismo lo que viste.
Volk resumió lo acontecido durante las últimas semanas:
Me encontraba en peregrinación, al sur del Bosque Horrendo y no lejos de el Yermo Rojo, en Fuente Milagro, el último asentamiendo de cierta importancia antes de llegar al Yermo Rojo por el Este o a la cordillera conocida por el Paso Gigante hacia el sur.
En Fuente Milagro se vivía un acontecimiento extraordinario pues se afirmaba que se había encontrado una antigua reliquia, nada menos que de la primera edad. El responsable del templo principal se encargó de custodiar la reliquia tras informar a la orden de fuego de la iglesia de Enus, la cual confirmaría la autenticidad y la naturaleza de la reliquia. Así mismo informó al druida Lugubelenusei a quien consideraba lo más parecido a un dueño legítimo de la reliquia. De confirmarse las sospechas se trataba del Arca de Aghabomäel que contendría último suspiro del Dios Aghabomäel que fué el Gran espíritu del Bosque Septentrional , un bosque como no ha habido otro igual que se extendía por gran parte de lo que ahora son los Yermos Rojos antes de ser arrasado por el poder destructor que liberó Rojo para acabar con los demonios que escaparon del abismo. Lugubelenusei sospecha que a partir del último aliento de espíritu de un gran bosque, puede insuflarse vida a otro bosque para hacer nacer su espíritu. Pero también teme que se pueda dar vida a algo horrible si llegase a manos de alguien con suficiente poder y falta de escrúpulos.
Mientras llegaban los represetes de la iglesia de Enus y del druida. Llegó a Fuente Milagro una embarcación voladora enana. Un bergantín del aire. Ágil y veloz. Bajaron media docena de enanos a por avituallamiento y tan pronto llegaron, se habían marchado. Pero mientras la gente estaba embobada admirando la embarcación que flotaba 100 metros sobre cráter en el que se asienta Fuente Milagro, algunos enanos se colaron en el templo y se llevaron el arca.
Un jinete de ágilas trataró de dar alcance al barco y lo presiguió adentrándose en los Yermos Rojos hasta que se desató una formidable tormenta de polvo y rayos obligándolo a renunciar a la persecución. El bergantín volador era ágil pero no lo suficiente y la última vez que la vieron ardía en llamas alcanzado por un rayo mientras perdía altura siguiendo una trayectoria errática.
Yo me presenté voluntario para recuperar el arca ya que como miembro de la orden de paladines de Forja, era el primer interesado en limpiar el buen nombre de nuestro Rey. La sacerdotisa de Enun llegó a tiempo de incorporarse a la expedición, así como un par de exploradores enviados por el druida.
Juntos nos internamos en las tierras baldías y corruptas que son ahora el Yermo Rojo y localizamos los restos del naufragio. Aunque los enanos murieron en al caer el barco, no éramos los únicos que buscaban la reliquia. Sobre los restos del barco libramos una pelea muy dura.
Cuando por fin accedimos a las bodegas, nos encontramos con que la reliquia era un sarcófago enorme. En él se encontraba el cuerpo momificado de un miembro de la desaparecida raza de hombres-ciervo que habitaron el bosque septentrional en la primera era. Eran seres mitológicos en comunión a Aghabomäel cuyas dotes druídicas no se han vuelto a igualar. El hombre-ciervo que descansaba frente a ellos, tenía una cornamenta magestuosa y estaba cubierto de runas que indicaban que era el mayor de sus druidas. El que capturó la esencia del bosque en el último momento de su existencia y permitió que viviese dentro de él, como un auténtico arca vivo. Hasta que el hombre-ciervo murió, pero por lo visto el espíritu del bosque no se extinguió. Seguía durmiendo en el cuerpo momificado de su mayor druida, esperando a ser recuperado. Pero ¿cómo?¿acaso transportarían la momia del hombre ciervo por medio imperio Dragón?
Para nuestra sorpresa la sacerdotisa de Enun se inclinó sobre el sarcófago para posar sus labios sobre los del hombre-ciervo. Experimentamos algo trascendente, el pecho de la momia se desinfló, traspasando el aliento a Ariadna. Ella es ahora la reliquia viviente. La momia se convirtió al instante siguiente en polvo que enturbió la estancia. Al aclararse el aire la piel de Ariadna estaba grabada con las runas que antes cubrían la momia. Ella es el arca de ahora la portadora del último aliento de Aghabomäel.
Se hizo una pausa larga. Los enanos no se precipitan al tomar sus decisiones ni necesitan hablar con premura como hacen otras razas superficiales. Después de un rato Volk preguntó. - ¿Cómo están las cosas en Forja?
Esa es la cuestión Volk - Contestó Urzgubil - Esa es la cuestión. El Rey Enano nunca ha sido amigo de aliarse con los desarrapados del Bosque Salvaje. Esa gente no puede estar bien de la cabeza viviendo al raso y sentando a sus mesas a animales sin domesticar. Lo último que hubiese querido escuchar el Rey Enano es la propuesta de los druidas de llevar el espíritu del bosque al Bosque del Dragon para intentar hacer nacer el espíritu del bosque. Pero ¿sabes qué? Las partidas de orcos son cada vez más numerosas. Los orcos son cada vez más fuertes. El último mes hemos perdido tres puestos de vigilancia. Algunos han sido atacados con magia orca que hace eras que no se ve. Las familias están abandonando los asentamientos meridionales y llegando a Forja huyendo del peligro. Y si hay alguien que odia los orcos tanto como los odiamos enanos son los semi-orcos. Los semi-orcos desarrapados de los bosques uniéndose a nuestras filas para combatir a los orcos son casi lo único bueno que nos ha llegado en los últimos meses. El Rey Enano está dispuesto a aceptar druidas en el Bosque del Dragón con tal de sumar refuerzos. Tanto el Emperador como la Reina Elfa tienen otros asuntos más urgentes que atender y no parecen tener prisa por contener la horda de orcos y no parece que la vayan a tener mientras Forja se interponga entre ellos y La horda. ¡Malditos cobardes! - El enano no pudo evitar mostrar su enojo escupiendo al suelo al nombrar al emperador y a la reina de los Elfos.
Urzgubil palmeó a Volk en la pierna pues resultaba incómodo para un enano palmearle en el hombro. Ahora descansa y escucha lo que tengo que decir a todos.
En la partida anterior que jugamos con reglas de trasfondos de 13th Age, Ariadna se inventó el siguiente trasfondo:
Hermana de "La Rosa De Fuego" (+4): La Rosa De Fuego es una orden especial dentro de la iglesia de Enus, cuyos miembros se especializan en el estudio de tomos antiguos, preservación de obras de arte, búsqueda de reliquias y objetos maravillosos, etc, etc. Algunos de ellos actúan también como mecenas.
Ariadna:
Yermo Rojo:
He mencionado que Rojo devastó el bosque Meridional y ahora queda una gran extensión Yerma. Pero, ¿quién es Rojo?
Los más poderosos de los dragones cromáticos eran en un principio 5.
El más poderoso de los dragones blancos murió en la primera era a manos del Rey Brujo (que acabó derrotado por el primer Señor Orco y a que se rumorea que ha vuelto de la muerte para reclamar su trono... el Rey Lich.)
El más poderoso de los dragón verdes está desaparecido desde hace varias eras. Se rumorea que La Reina Elfa lo tiene prisionero.
Luego están Negro, Azul y Rojo que en conjunto forman un icono "Los tres", pero Rojo es con diferencia el más poderoso. Mientras Negro domina el sobterfugio y las sombras y Azul controla magia poderosa, Rojo es un guerrero brutal e implacable siendo su poder muy superior al de los otros.
Depués de los saludos, rituales y presentaciones de rigor, Urzgubil se dirigió a todos los presentes, los de la comitiva de enanos, la comitiva de las sacerdotisas y la gente que acompañaba al druida.
-Todos conocemos los antecedentes que nos traen aquí y no es necesario repetirlos. Como emisario de Forja, os comunico que han sido aceptada la petición del druida Lugubelenusei para llevar a cabo sus rituales en los bosques al norte de Forja así como la presencia de sus gentes siempre que acepten la soberanía legítima de nuestro rey y atiendan a cuantos enanos leales paren por los bosques y requieran ayuda. En consecuencia, nuestro rey se opone a que el Arca de Aghabomäel sea llevada a Santa Cora y el espíritu del Bosque sea ascendido al panteón de los Dioses que Fueron. Aghabomäel no podrá ayudarnos desde los cielos a luchar contra los orcos. No señor.
Desde la comitiva del druida se mostraron satisfechos, se notaba que aquella no era la respuesta que preferían las sacerdotisas, pero tampoco parecía sorprenderles y la aceptaron.
-En cuanto al robo de la reliquia, hemos realizado las investigaciones oportunas. Los enanos que llevaron a cabo el robo no son leales a nuestro Rey. Forma parte de una facción de Enanos Derro, afectados por el mal de las profundidades y seriamente trastornados. Aunque no son numerosos están muy bien organizados y lo bastante astutos para infiltrarse en la sociedad de enanos normales. Son peligrosos y algunos conspiran para derrocar al legítimo Rey de los Enanos. En su inconsciencia no dudan en recurrir a la demonología o a la nigromancia.
Hizo una pausa antes de continuar.
-Según los informes a los que tengo acceso, sabemos que querían el último aliento de Aghabomäel para dar vida a un ingenio fungo-mecánico como nunca se había visto. Desconozco los detalles. Pero sé que para hacerlo esperaban contratar los servicios del mayor Inventor del Imperio, ademád de reputado mago y arquitecto, el ingeniero Íñigo Sharpe y además, dada la complejidad de la empresa, parece que no les valía ninguna otra persona. En cualquier caso, tengo la confirmación de que Íñigo Sharpe ha muerto asesinado en su laboratorio no hace mucho.
Hizo otra pasua.
-Como nosotros tenemos el aliento de Aghabomäel y aunque encontrasen otro espíritu con que animar a su artefacto, el único hombre que podría conseguirlo ha muerto. Íñigo tenía un gran talento y era capaz de hacer cosas imposibles para la mayoría. También era un hombre excéntrico que se había ganado algunos enemigos. Su laboratorio fue asaltado sin que se haya dilucidado si se trataba de un vulgar robo o un ajuste de cuentas. El caso es que Íñigo murió en el asalto.
Hizo otra pausa antes terminar lacónicamente con un: - Y esto es todo cuanto tengo que decir. Podemos descansar tranquilos y mañana partiremos dando escolta a Ariadna y Lugubelenusei hacia el norte. - Golpeó con su puño su coraza a modo de punto final.
La tarde y la noche pasaron tranquilas. Los enanos bebieron cerveza en sus tiendas de campaña en un extremo del claro. La gente del druida danzó y cantó dentro del bosque. Las sacerdotisas se situaron en el centro del claro a realzar ofrendas a la luna llena y rituales que duraron toda la noche. Danzaban en estado de éxtasis y bebían en cálices santificados.
-¿Siempre es así? - preguntó Urzgubil a Volk contemplando la danza de las sacerdotisas tras su jarra de cerveza.
-Apenas conozco sus ritos señor, pero a decir verdad nunca les había visto hacer nada parecido. - Contesto el paladín.
Aún no os han encargado ninguna misión. Si bien parece que esto es el fín de una misión y de hecho os he resumido una partida anterior en la que estuvieron Ariadna y Volk como personajes jugadores. En dicha partida los iconos más relevantes eran el Rey Enano y la Gran Druida, igual que los vuestros, por lo que encajaban de forma natural.
Y si bien parece el final de una misión, pronto cambiarán las cosas y se verá que en realidad es el principio de otra. Eso será en el próximo post. Ahora os toca postear a vosotros. Narrad algo, lo que queráis, aunque yo me he extendido en mi primer post, no hace falta que el vuestro sea extenso. Basta con un párrafo o dos para empezar a dar vida a este mundo entre todos.
Podéis narrar lo que os de la gana, por supuesto, aunque yo os doy algunas ideas tan solo por si os sirven de inspiración.
- ¿Os conocéis de antes Thokyl y Volk?
-¿Alguno tuvo algún encuentro con los enanos Derro?¿Cómo fue?
-¿Quizá Volk trabó amistad (o algo más) con Ariadna mientras esperaban que se reunieran las distintas comitivas?
-¿Cómo se llama el Rey Enano en este mundo?¿Cómo es?¿Cómo es Forja?
-Lugubelenusei es un druida, pero desde luego no es La Gran Duida. ¿Cómo es Lugubelenusei?¿Es jóven?¿Viejo?¿Es poderoso o tan solo era el único druida que estaba cerca?
-Rhona y Tenshia estáis de algún modo con Lugubelenusei, ¿cómo es que estáis con él?¿os acogió?¿os contrató?¿estáis de paso?
-Rhona y Tenshia probablemente hayáis oído leyendas de los desaparecidos hombres-ciervo. Incluso hay quien dice que no desaparecieron del todo. ¿Conocéis algo al respecto?
Alternativamente hay una sugerencia en las reglas de Savage Worlds para hacer interludios. Sacáis una carta del mazo y en función del palo narráis un estilo de interludio u otro, copio más abajo la tabla. Hacedlo como más os guste... si os decantáis esta opción, aquí están vuestras cartas:
Interlude Table
Lugubelenusei había sido como una especie de padre para Tenshia. Ella desde la cuna, había sido una ofrenda a la Naturaleza. Sus padres la habían entregado a los druidas para pagar por todo aquello que habían destruido. A cambio, para saldar ese mal dieron a su hija, que apenas estaba en el vientre de su madre en cuanto naciera.
Ahora, con apenas cumplidos los 13 años de edad, era considerada ya una mujercita. Pese a su estatura y complexión, que la hacía parecer una niña, ella se sentía dispuesta a demostrar su valía.
Años de preparación ahora debían dar sus frutos.
- Mírale, nunca llegaré a ser como él, Lugo es alguien excepcional. - le dijo a Rhona, la exploradora con la que mantenía un fuerte lazo de amistad. Se refería a su mentor Lugubelenusei al que trataba con cariño, admiración y respeto.
- Y pretende que sea la próxima Gran Druida. No se lo que vió en mí. Incluso antes de nacer ya sintió que era especial, me dijo una vez. - continúa la muchscha mientras acaricia las orejas a su lobo y amigo.
Okami era una criatura formidable. Un lobo de poderoso porte pero que a la vez se sometía a los designios de su joven señora.
- ¿Tu crees que algún día podré cumplir con sus expectativas? ¿Y sí fracaso y no sirvo para ser una gran druida como lo es él?
Lugubelenusei era un druida semielfo y como todos los de su clase, tenía lo mejor y lo peor de ambas razas. Pero la chiquilla sólo sabía ver su lado bueno, ya fuera por su porte digno y su sabiduría o por su versatilidad e ingenio. La cuestión es que aquel druida era para ella más que un referente, una imagen viva dónde verse reflejada.
Esa noche Tenshia, la pequeña aprendiz, no estaba disfrutando como otras noches
Tómalo como mi interludio. Ella está insegura, pero tan joven y siendo su primera misión, duda de sus capacidades.
Mientras transcurrían los extraños ritos de las distintas causas allí reunidas, Volk no pudo evitar acercarse unos pasos hacia el claro, jarra de cerveza en mano.
No podía apartar la mirada de Ariadna, tan ajena a todo mientras realizaba los ritos de su orden. Recuperar el arca sin duda les había unido de cierto modo, modo que era completamente desconocido para el paladín. Él sabía perfectamente que su misión y juramento era todo objetivo y meta en su vida, que aquello que llamaban amor pertenecía a un mundo distinto, uno pacífico y alejado de las responsabilidades que todo hombre (o enano) que se considerara como tal, debía emprender. Pero sin embargo ahí estaba, mirándola, apreciando cada gesto, cada movimiento realizado con la más pura reverencia y exactitud. Algo había en ella que calmaba su espíritu, o quizá es que simplemente era el papel que desempeñaban las sacerdotisas en este mundo.
Apuró su jarra tratando de ahogar su tribulación, no era enano pero, como en tantas otras cosas, podía igualarlos bebiendo. A menudo pensaba que parte de su aceptación se debía a esto último, más que en sus habilidades para el combate o su espíritu desmedido, que le impulsaban a actos de entrega y sacrificio como el mismo Gran Wyrm hiciera tiempo atrás.
De vuelta a las tiendas enanas, en busca de otro trago, se cruzó con aquel que apodaban "el negro" poco o nada había tratado con el en Forja, aunque el color claro de su rostro le hacía pensar que su apodo se lo había ganado por razones más oscuras. ¿Sabría algo más sobre los enanos Derro? Volk podía estar plenamente aceptado en muchas facetas de la vida enana, pero aun había temas de los que un enano nunca hablaba, y los secretos oscuros de su propia raza eran uno de ellos.
Con la jarra llena volvía a aproximarse al claro, tenía cierta curiosidad por los ritos de los druidas, pero vivir en la sociedad enana le había "contagiado" el recelo por los bosques, pese a que no era tan reacio como ellos a transitarlos. Sin meditar mucho en ello continuó su camino ¿Que rito estaría practicando ahora Ariadna? Quizá debería hablar con.. ¡Thokyl!, ese era su nombre. El paladín tenía por seguro que aquel apodo podía molestar al enano, pues conocía bien el temperamento de su raza.
Ver a Volk alegro a Thokyl. Aunque solo había cruzado unas pocas palabras con el humano lo admiraba. Ser aceptado como un enano más, habiendo nacido humano era sin duda un logro único. Y una figura a seguir. Por su oscuro pasado Thokyl nunca se había sentido totalmente aceptado y saber que el humano lo había logrado le llenaba de esperanza.
Pero su buen humor duro poco. La mención a los Derros le llevo a su infancia, a su convivencia con las viles criaturas. Aunque por su aspecto la mayoría podía pasar por un noble enano su corazón estaba manchado por la Oscuridad. Vivían demasiado profundo, demasiado cerca de la nigromancia y la brujería, lejos del honor y la lealtad. Eran exactamente como su propio padre.
Ceñudo, como casi todos los enanos, paso el resto del día mirando de reojo a las sacerdotisas. Pero finalmente cuando Volk se acerco a él se permitió una sonrisa y lo recibió con las mayores muestras de respeto enanas:
- ¿Tomas? - pregunto en un gruñido acercándole la jarra de cerveza.
No era la primera vez que acompañaba a Lugubelenusei y esperaba que tampoco fuera la última. Hacía ya tiempo que lo conocía, desde que era casi una cría que recorría los bosques ayudando a su madre a conseguir hierbas para sus ungüentos y sus cataplasmas o que seguía a su padre buscando una buena pieza de caza que les permitiera sobrevivir durante unos días más.
Siempre había vivido en la cabaña del bosque junto a sus padres, alejados de cualquier ciudad con sus ajetreadas vidas, sus traiciones y sus ansias de poder. Veneraba al bosque como al ser vivo que en realidad era y lo respetaba profundamente pues de él conseguía todo lo que necesitaba. Por eso, el día que conoció de manera casual a Lugubelenusei quedó impresionada y él aceptó su compañía enseñándole alguna que otra cosa pues ya era demasiado mayor para convertirse en una druida y ella tampoco deseaba tal cosa. Pero en cambio era buena exploradora, era buena cazando y había aprendido de su madre algunas nociones de curación.
Cuando sus padres murieron fue precisamente Lugubelenusei quien empezó a contar con ella contratándola para ciertos encargos que requerían de sus capacidades de explorada. Así fue como conoció a la joven Tenshia, la que estaba llamada a ser la sucesora del druida, creando un vínculo con ella de afecto y convirtiéndose de esa forma en algo parecido a una hermana mayor. Ella, que nunca había tenido hermanos, había desarrollado hacia la niña unos lazos de amistad que serían difíciles de romper.
Y allí estaban ambas acompañando al druida y en presencia de los enanos y de las sacerdotisas, escuchando todo lo acontecido hasta el momento y que a Rhona, mucho de lo que escuchaba, le sonaban a leyendas oídas en boca de sus padres contados a la luz de la hoguera. En especial cuando oyó hablar de los hombres-ciervo pero, aunque se esforzó en esos momentos por recordar, no le venía ni una sola de aquellas historias que le contaban cuando era pequeña.
La reunión se dio por terminada y cada uno de los grupos presentes se dedicó a celebrarlo a su manera. Rhona se encontraba junto a la joven Tenshia que parecía preocupada y, cuando ésta habló, vio confirmada su apreciación.
—¿Acaso dudas del buen juicio de Lugubelenusei? —No lo preguntaba con reproche sino con cariño—. Si él ha visto en ti un potencial que aún debe salir a la luz es porque ese potencial está dentro de ti. No tienes que dudar, si tu destino es convertirte en una Gran Druida así ha de ser. —Se encontraba sentada sobre la hierba junto al lobo y la niña mientras su mirada se perdía en las celebraciones, en especial en los rituales de las sacerdotisas—. No conocemos qué nos deparará el futuro así que es normal que tengas dudas, e incluso miedo, pero lo que no puedes hacer es sucumbir ante ellas sin antes poner a prueba tu valía. —La miró con una sonrisa un tanto apagada en la cara—. Eres especial pequeña Tenshia y si el druida confía en ti tú también debes hacerlo, pero llegado el momento tendrás que combatir contra el orgullo desmedido que te haga creer ser superior a los demás… y espero que ese día nunca llegue.
Volvió a centrar su atención en las celebraciones, viendo a las sacerdotisas beber de sus cálices y a los enanos de sus jarras y de repente sintió una sed enorme.
¡A tu salud! - respondió brindando con el enano con cierta sorpresa, pareciera que le hubiera esperado después de cruzarse con él. Nadie, nunca, debía rechazar tal muestra de respeto como el brindar con un enano, ya que hacerlo equivaldría a escupirle a la cara, si no más.
Parece que nos espera un largo viaje - los enanos no temían al cansancio, pero no disfrutaban especialmente del aire libre - espero que estas gentes no pretendan acampar en los bosques, no son nada seguros- añadió, refunfuñar sobre algo siempre era un buen modo de romper el hielo con un enano, y Thokyl y él apenas habían cruzado saludos en Forja, para los enanos aquello era como hablar del tiempo.
Pese a responder a Thokyl, continuaba siguiendo con la vista a Ariadna, no era muy habitual mirar directamente a otro enano, al menos que el asunto lo requiriera.
Volk terminó dando un largo trago en señal de respeto a su interlocutor, para rematar con un sonoro eructo, como acostumbraba a bromear su especie adoptiva. Lamentablemente su cuerpo era el de un humano, así que no podía alcanzar la fuerza y sonoridad enana.
- Y huelen mal!!!! - añade Thokyl igual de dispuesto a hablar mal de los bosques que a beber más cerveza mientras golpea su jarra con un tronco haciendo que el liquido le caiga en los brazos.
- Por eso hay que beber más cuando estas en ellos, para no perder sensibilidad en la nariz. - explica mientras mira hacia las copas de los árboles - Pero al menos cubren algo el cielo abierto, sobre todo el de la noche. - añade preocupado.
Una vez pasaron los festejos, la comitiva del druida se preparó para hacer campamento como ellos bien sabían hacerlo, de tal modo que a la mañana todo quedara igual que estaba. Los habitantes del bosque no sólo lo hacían para respetar la naturaleza, si no para evitar que nadie les pudiera seguir el rastro. Era una rutina en la que apenas prestaba atención, era algo que hacía diariamente por inercia. Pero a diferencia de ellos, los enanos y las sacerdotisas no tomaban las mismas medidas de precaución y eso comenzó a preocupar a la joven aprendiz.
- Hay que estar ciego para no ver a donde se dirigen. Si tenemos que ir con ellos, será mejor que nos mantengamos a la cola borrando sus huellas y rastros. - dijo sin ningún tacto para no ser oída más allá de su circulo más próximo. Si les molestaba que tuvieran mas cuidado. Ir con ellos era como llevar puesta una capa roja en medio de un prado nevado.
Tenshia, algo más alejada del fuego de las hogueras, se acurrucó abrazada a su lobo llamado Okami. Este era miembro de un clan con el que había crecido desde pequeña. Sentía un gran cariño por el animal y este le correspondía fielmente.
La chiquilla que siempre dormía cerca de Rhona, se tumbó mirando el cielo estrellado, mientras le daba vueltas a las palabras de su querida amiga. Finalmente se decidió a preguntarle aquello que le pasaba por la cabeza - ¿Tu crees que estamos realmente destinadas a servir algún propósito más grande? ¿Qué tendrá reservado para nosotras el nuevo amanecer? ¿Y tu Rhona en que piensas cuando miras las estrellas, nos estarás observando desde allí arriba?
Siguió lanzando preguntas para las que quizá nadie tuviera respuesta, mientras empezaba a quedarse dormida...
Habían estado observando parte de las celebraciones, tan distintas a las que hacían los druidas, de sacerdotisas y enanos y no pudo estar más de acuerdo con Tenshia cuando habló de cómo lo dejaban todo. La falta de costumbre de vivir en el bosque los impulsaba a no tener el mismo cuidado que pudieran tener ellas dos, para las cuales aquellas zonas verdes, eran su hogar y como a tal lo trataban.
Arropada con su manta al lado de la niña y su lobo, Rhona miraba al cielo que se veía tras las ramas escuchando las inocentes preguntas de Tenshia.
—Tú desde luego que sí pequeña. Tú estás destinada a hacer grandes cosas pero yo... —se quedó en silencio unos instantes antes de continuar—. Puede que mi misió sea la de cuidar y protegerte siempre que pueda así que sí, supongo que yo también estaría destinada a hacer algo, no sé si grande pero seguro que sí bueno.
Sonrió en silencio al comprobar por el tono de voz de la niña que poco a poco se iba quedando dormida.
—Cuando llegue el amanecer entonces sabremos qué nos depara el día de mañana mientras tanto descansa. —Miró de nuevo hacia la noche estrellada pensando en la última pregunta que le había hecho Tenshia pero no sabía qué contestarle pues lo que pensaba cuando las miraba era lo mismo que pensaba cuando no lo hacía—. Y no te preocupes tanto por el mañana, lo que ha de ser será.
Cerró los ojos esperando que el sueño reparador acudiera a ella.
Por la mañana el olor a conejo asado, panceta y una cerveza suave del desayuno en la tienda de los enanos se vio enrarecido por el aroma a incienso cuando Hygeia, de la orden del alto oráculo en Santa Cora, apareció ante la puerta pálida, agotada y sola, para decir:
- Iñigo Sharpe está vivo. El oráculo no se equivoca.
El resto de sacerdotisas se hallaban tendidas al borde de la extenuación. Sus poderes de adivinación no habían obtenido más pistas de la localicación que un nombre, Firifin, un antiguo colaborador de Íñigo Sharpe que ahora llevaba una vida solitaria en algún lugar próximo a Cala plateada, entre Portonovo y la bahía Colmillo de tiburón.
Urzgubil golpeó con su jarra la mesa con tanta fuerza que la mitad del contenido se desparramo fuera. - Pero ¿qué insensatez estás diciendo? Uno de mis agentes vió el cuerpo con sus propios ojos. Certificó su muerte y vió como ponían el féretro bajo tierra. - El diplomático era un enano orgulloso y su cara se enrojeció. - Todo el mundo conoce las bondades de tus adivinaciones Hygeia, pero ¿estás diciendo que mi agente es un lerdo, un inútil o... un traidor? - La última palabra se le atragantó tanto que pareció que iba a asfixiarse.
Hygeia no movió un músculo y se limitó a decir: - Nada sé de tu agente. Solo sé que Íñigo Sharpe vive.
El druida se acercaba extrañado por el revuelo y se inició una larga discusión para decidir qué hacer.
El principal objetivo era escoltar a Ariadna al norte, recorriendo más de 2000 km hasta llegar al Bosque Dragón donde Lugubelenusei realizaría los rituales druídicos que "trasplantarían" lo que quedaba el espíritu del bosque extinguido al nuevo. Los enanos escoltarían al grupo, mientras las demás sacerdotisas volverían a Santa Cora.
Pero no podían dejar que los Derro diesen con Íñigo Sharpe, por lo que Urzgubil encomendó a Thokyl, Volk y Roubhius la tarea de dar con él y convencerlo de que fuese a Forja por su propia seguridad. Si no eran capaces de convencerlo, deberían llevarlo a la fuerza para evitar que acabase con los Derro. Los tres enanos (Volk es enano por adopción) tenían sus órdenes y la cumplirían como buenos enanos.
Por otro lado Lugubelenusei se acercó a Tenshia y a Rhona para hablar con ellas.
-Para fortalecer esta alianza recién creada con los enanos de Forja es importante que algunos de los nuestros participen en la búsqueda de Íñigo. Yo debo viajar al norte a realizar los rituales ancestrales del ciclo de la vida y la muerte que permita renacer al espíritu del bosque. Como futura druida quiero que seas tú quien vaya en representación mía. Y quiero que tú Rhona la acompañes, quiero que vuelvas sana y salva y que mantengas a salvo a Tenshia. Cuando encontréis al ingeniero, quiero que aprendáis cosas sobre él y que averigüeis cuál es su disposición hacia la naturaleza. Si es un aliado o si confunde el progreso con la explotación indiscriminada de los recursos.
En muchas ocasiones habéis demostrado vuestra valía. Esta es la primera vez que estaréis solas. Siempre hay una primera vez para todo. Ven Rhona, acércate.
Cuando Rhona se acercó, el druida bendijo sus armas y su armadura. - Que tus flechas vuelen certeras y vuestro viaje sea ligero. Ahora, reuníos con vuestros compañeros de expedición.
Todos estaban preparados para partir desde la noche anterior por lo que los grupos se separaron al poco de tomarse la decisión. El druida y los enanos pusieron rumbo a Forja, las sacerdotisas a Santa Cora y el quinteto recién constituido partió en busca de un hombre al que hasta hacía poco daban por muerto
Tenéis que dar Firifin, un antiguo colaborador de Íñigo y convencerlo de que os diga el modo de dar con él.
Firifin vive en algún lugar entre el Mar Central y Portonovo (Portonovo está justo al norte del Bosque Salvaje).
Comienza el viaje, seguimos todavía en fase narrativa.
El siguiente post es un juego de narraciones encadenadas. Uno de vosotros, el que quiera y primero se lance, comienza narrando alguna dificultad que os encontráis por el camino pero no dice como se resuelve la dificultad sino que lo deja en el aire. A continuación el siguiente que se lance describe como su personaje resuelve ese problema y a continuación plantea un segundo problema. El tercer jugador resuelve el segundo problema y plantea el tercero, así el cuarto, quinto. Y finalmente el último problema lo resuelve el que planteó el primero.
Es totalmente libre y podéis esplayaros contando lo heróico que fue vuestro personaje. Además, mientras más propio de vuestro personaje sea el método de resolverlo, mejor.
Cuando Rhona se acercó, el druida bendijo sus armas y su armadura. - Que tus flechas vuelen certeras y vuestro viaje sea ligero.
Rhona, por haber sacado un 5 en la tirada de relación con La Gran Druida recibes algo de ayuda.
¿Qué prefieres, un encantamiento para tu armadura que te de +1 de armadura o un encantamiento para tus flechas que te den +1 a disparar (como si tuvieses la ventaja "arma distintiva")? Es un encantamiento, solo dura esta aventura.
El viaje comenzó tomando dirección al norte. Tanto el grupo de sacerdotisas como el quinteto recién formado debían dirigirse hacia el este. Pero para ello solo había tres rutas posibles. La peligrosa ruta del sur a través del Yermo Rojo era lo último que se les pasaría por la cabeza. Una tierra devastada y llena de peligros era la última opción.
La ruta que bordeaba la Costa Demoniaca y pasaba a través de las ruinas de la Ciudadela Dorada era su segunda opción. Por desgracia la travesía podía suponer un largo período de dos meses y para entonces los Derro podrían dar con Iñigo.
La única opción que no suponía un lastre era tomar un barco y llegar quizá en un periodo de dos semanas.
Finalmente tomaron la opción de la vía más rápida. Tomar un barco en Horizonte sería el camino más veloz y seguro.
El grupo no se separó de las sacerdotisas, pues Santa Cora quedaba de camino y no querían arriesgarse a ser atacadas sin escolta.
De este modo, los 5 miembros se dirigieron al norte. Lo que no se esperaban es que una vez llegados a Horizonte iban a ser testigos de un grave problema.
Los barcos fondeaban en la bahía y no querían salir a la mar. Pronto descubrieron la razón de tanto miedo. Una criatura marina había hecho naufragar a dos navíos en menos de una quincena. Era un ser terrible y nadie en el puerto se atrevía a poner en riesgo ni sus barcos ni sus mercancías.
Era una situación peliaguda. El grupo debía tomar una decisión. O tomar la ruta a pie y tardar unas 6 semanas o ayudar a solventar de alguna forma el problema del puerto de Horizonte...
Yo me animo a empezar esta historia encadenada. Espero que os guste.
Seis semanas era demasiado tiempo. Y tampoco es que hubiera demasiadas formas de enfrentarse a un monstruo marino.
Así que en apenas unas horas el grupo estaba montado en un bote, armado hasta los dientes y preparado para luchar a muerte encima de una barca maltrecha que se agitaba con cada movimiento. Algo así como una pesadilla para los enanos y un mal sueño para los druidas hechos al bosque.
La cosa no mejoro cuando de repente del lago emerge una boca del tamaño de la barca de la barca con dos filas de dientes rodeada de tentáculos. Solo el oleaje causado por su salida casi hunde la barca, un final demasiado rápido para su misión.
- ¿Netherlass? - comenta Thorkyl con tono sorprendido y extrañamente tranquilo.
- ¿Thorkyl? - no sale ningún ruido de la boca de la criatura, las palabras resuenan en las cabezas de todos.
- ¿Qué haces por aquí?, ¿atacar aldeas?, ¿no es algo demasiado bajo para alguien como tú? - el tono de familiaridad del enano resulta aterrador para el resto del grupo.
- Tu padre se cabreó mucho conmigo cuando te deje irte. Y convenció al Rey para que me desterrara. Alimentarse de pescadores muertos de hambre no es muy glamuroso, pero quita el hambre. - contesta mientras sus pensamientos se meten en la cabeza de todos, hablando y escuchando a la vez - Tampoco te va mucho mejor a ti por lo que veo. Sirviendo a un rey y un pueblo que ni te acepta. Tus propios compañeros ya casi te temen más que a mi. En fin, sea, por ti abandono esta aldea. Hay decenas de otras para pescar pescadores. Me alegro de verte. Pero no me gustan tus amigos, ni tus lealtades. No me gustaría tener que matarte. Cuídate.
- Gracias - contesta Thokyl con una sonrisa mientras el ser se hunde en el oceano - Es mi padrino - se disculpa con los demás que lo miran en silencio. - Una larga historia, es el mejor amigo de mi padre. Si que se pueden llamar amigos, es complicado.
El viaje en barco fue rápido y cómodo durante más de cuatro días. Pero el quinto día el mar se quedo totalmente en calma. No una misera brisa, ni una corriente que moviera el barco. Las druidas no tardaron en determinar que su origen no era natural.
...
Había agradecido sinceramente la bendición que Lugubelenusei había realizado sobre sus flechas, sabedora que con su encantamiento su precisión mejoraría bastante, asegurándole así mismo al druida, cuando se despidieron, que protegería con su propia vida la de Tenshia.
Y así fue como dio comienzo a un viaje que no estaría exento de peligros que Rhona esperaba ir solventándolos uno a uno.
La idea de ir en barco no era de su agrado, ella prefería pisar tierra firme y no ponerse nerviosa rodeada de ese líquido oscuro que ocultaba todo tipo de monstruos y que no hacía más que balancear el barco. Por ese motivo se mantenía alerta como un animal que percibe el más mínimo cambio en el ambiente y por eso fue consciente de que el barco había variado su rumbo una vez pasados los arrecifes de Santa Cora, de forma tan ligera que ni el mismo capitán o sus marineros se dieron cuenta de ello.
Como no tenía ni idea de navegación Rhona no le dio la más mínima importancia en un primer momento pero, expectante como estaba, se dio cuenta que algo los había atraído hacia ese punto en concreto, bien las corrientes marinas o bien los vientos los habían dirigido a ese lugar exacto. Y hubo otro detalle en el que la exploradora se percató, que no era otro que la impresión que tenía de que el barco estuviera completamente parado en un mismo punto, aunque se moviera tan ligeramente que apenas era perceptible. Algo estaba sucediendo y tenía que averiguarlo.
A pesar de su rechazo al mar y acostumbrada como estaba a subirse a los árboles, se encaramó a lo más alto, a la cofa de vigía y desde allí observó la cubierta atenta al balanceo del barco. Veía a los marineros con su ir y venir, a Tenshia consolando a su lobo obligado a permanecer en un espacio tan reducido, a Thokyl mirando reflexivamente hacia Presagio donde la presencia del rey exánime era más tanible, a Roubhius callado sin querer relacionarse con nadie y al paladín humano que se movía en un inexplicable equilibrio con los sutiles desplazamientos del barco...
Y entonces se dio cuenta. No era el barco el que estaba clavado en un mismo punto sino Volk. Rhona observó que si Volk se movía hacia babor la nave se desplazaba ligeramente a estribor para que él pudiera quedar sobre el mismo punto. Y si Volk iba a popa, el barco se desplazaba en la misma distancia en dirección de la proa.
Aquello era sorprendente y, una vez de nuevo en cubierta convenció a Volk para que se subiera a una barca de remos y se alejara del barco y, para sorpresa de todos, el viento volvió a hinchar las velas mientras que Volk y la barca quedaban anclados en el mismo punto mientras el hombre sentía cómo una fuerza tirada de él hacia abajo cada vez con más intensidad.
El mar se tragó la barca con Volk dentro. El paladín cogió todo el aire que pudo y descendió, descendió dentro del agua hasta tocar el fondo donde, semienterrado se encontraba un gran escudo representando el Gran Wyrm Dorado. Era el mítico escudo del primer paladín de Forja entregado por el Gran Wyrm al fundador de la orden, la reliquia perdida de su orden. Tan pronto Volk lo tomó, una corriente ascendente lo condujo suavemente a la superficie y pudieron seguir sin problemas. El legendario escudo de Ulbik, Protector de las Nobles Causas al fin podría presidir el consejo de la orden que fundó.
Pero aquel tesoro no dejaba de ser un problema pues el capitán del barco era codicioso y conocer del valor que podría alcanzar aquella increíble reliquia, avisó a sus contactos, corruptos y traicioneros, para que una vez llegaron a Portonovo y nada más desembarcar se toparan con un destacamento formado por veinte guardias, incluyendo un mago de la guardia y un ogro, que los esperaban en los muelles para arrestarlos bajo la acusación de tratos con demonios marinos, dijeron dirigiéndose especialmente a Thorkyl, así como haber provocado la muerte de muchos marineros devorados por Netherlass.
La intención estaba más que clara y no era otra que encarcelarlos y requisar todo su equipo y, más concretamente, la reliquia recién encontrada.