Partida Rol por web

Tras acabar con el anterior pirata miré a los dos que quedaban y como mis compañeros trataban de despacharlos rápidamente, pero estaba claro que había que ponerse serio, eran buenos peleando, pero yo lo era más. - Acabemos ya de una vez, pardiez - Aceleré para enfrentarme a uno de los piratas que enfrentaba a Marcel*

-Os recomiendo que os rindais si quereis salvar la vida. Si no, pedid a Dios que os acoja en su seno pues ireis directo al infierno bandidos. - Dije mientras con mi espada atacaba sin parar al pirata.

El certero golpe sobre Marcel hace que este caiga al suelo con una fea cuchillada en la parte baja del vientre por lo que cae al suelo derribado.

Nada que ver con la decapitación al pirata 1 por parte del soldado del grupo y la posterior huída del pirata 2 que se arroja despavorido por la borda.

1º Francisco (19)

2º Pirata 1 (15)

3º Marcel (14^)

4º Pirata 3 (14)

5º Fernando (13)

6º Faustino (10)

7º Pirata 4 (8)

8º Pirata 2 (6)

Al ver cómo Fernando decapita a uno de los piratas y el segundo se lanza rápidamente por la borda, Faustino se acerca hasta el lugar por el que se ha arrojado el pirata y, agitando el puño sobre su cabeza, exclama:

-¡Asín! ¡Asín os tenemos que echar a tós de España, malandrines!

Solo al darse la vuelta, el pícaro se da la vuelta, percatándose entonces de que Marcel yace tendido en el suelo, malherido tras recibir un tajo por parte de los piratas. Faustino no lo duda ni un momento y se aproxima a toda prisa hasta su compañero, presionando la herida con las manos para evitar que se desangre. Él solo es un pilluelo sin ningún tipo de conocimiento sobre cómo curar heridas, por lo que grita:

-¡Un médico, pó favor, un médico rápido pá este buen hombre!

En esos momentos de tensión, Faustino ni siquiera se percata de que los marineros son árabes y probablemente no vayan a entenderle, aunque confía en que Francisco pueda traducir para pedir ayuda.

Marcel ni se percató de como el pirata le undió la hoja. Estaba tan disperso en intentar el ataque que hasta que el dolor fué insoportable y todas las fuerzas le abandonaron, no tomó conciencia de lo que acababa de pasarle. 

No estaba para analisis. Sabia que lo tenia todo en contra. Sus compañeros difícilmente podrian ayudarle y en la época en la que se encontraban, ni se imaginaba como pudiera acabar tal tropiezo. En las trincheras del frente de Madrid habia visto a los paramedicos actuar en situaciones parecidas, aunque las heridas no eran de cuchillo, sinó de bala. Pero él no tenia ni una brizna de energía para intentar nada. Solo musitó unas instrucciones a sus amigos

-Presionad la herida! Y buscad algo para hacer una venda. Hay que cortar la hemorragia como sea. 

Y en un útlimo aliento antes de caer rendido dijo algo parecido a:

-Y traed algo de beber, que esto duele de cojones...

Un hombre con túnica blanca y marrón se apróximo a Marcel y abrió el ropaje, vió el arma moderna que portabas, pero no hizo caso, en su lugar sacó una tela blanca con la que comenzó a limpiar la herida...- [Árabe] Quiero que traigais ese agua de la despensa con tono, servirá para limpiar herida, una tela hervida con fuego... en algunas partes Marcel notó que usaba algún instrumental, pero un marino tapaba con una tela oscura la zona, quizás para que no le diera la luz y el aire natural, eso sí, dolía bastante y notabas como en el interior movía ese objeto.

Cuando Faustino ve que el hombre de la túnica marrón se acerca a Marcel y empieza a limpiar la herida, se aparta para dejar que el médico pueda obrar con tranquilidad. Luego, se limpia la sangre de las manos en el pantalón, de una manera muy poco disimulada.

-¡Menos mal, Señó, menos mal! ¡Un médico! -exclama el pícaro, dirigiendo una mirada hacia el cielo, agradecido por la rápida aparición de alguien que pudiera salvar a su compañero.

Al no entender el idioma árabe*, Faustino se cruzó de brazos y observó, preocupado, como se desenvolvía la situación mientras el médico curaba la herida de Marcel.

El combate finalizó gracias a la intervención de sus compañeros más acostumbrados a la lucha aunque Marcel se llevó la parte más amarga de la victoria y yacía sangrando en el suelo.

Durante un momento el artesano se sintió culpable por su falta de tino en el combate y se colocó junto al médico buscando ser de alguna utilidad.

Cuando escuchó las órdenes del médico se levantó como un rayo.

-[Árabe] ¡Yo iré a por el agua!- exclamó mientras salía hacia la despensa.

Ser de ayuda le hizo sentirse un poco mejor.

Me agaché al ver a Marcel tan herido para intentar socorrerle, y al ver lo que exigía y que no tenía la habilidad como para ayudarle le mencioné - Eh compañero, no desfallezcais. Saldreis de esta y os invitaré a un buen trago. Pero primero deben verte las heridas - Por suerte, alguien de aquel barco vino a ayudarle.

No podía sentirme más inutil en un momento como este hasta que vi a Francisco hablar en el lenguaje de los moros - Francisco, si puedo ayudar en algo solo decidmelo. Algo habrá que el bueno de Faustino y yo podamos hacer para ayudar a este buen hombre

Marcel apenas se mantenia conciente. Notaba cada intervención de aquel "medico" en su bajovientre y el dolor era insoportable. Por alguna extraña razón tenia la sensación que acababa de fallar a su equipo. Ahora seria un estorbo en lugar de una ayuda. En algun momento llegó a pensar que era mejor sucumbir y facilitar a sus compañeros el fin de la misión, pero la vida se agarraba a él como el sanador a sus entrañas. 

-Fernando!!! Por Dios! Es ahora cuando necesito el trago!!!

El desembarco en las costas de Almería fue triunfal para el nuevo líder de un poderoso califato que se inauguraba hoy...Marcel había salvado en el barco por los cuidados del médicos...antes de que el propio Abderrmán pudiese agradecer esta hazaña... los agentes del Ministerio reciben una llamada de Salvador Martí...

- ¡Enhorabuena agentes Su intervención ha sido un éxito, me han informado que los monumentos islámicos, la toponimia y los diccionarios se mantienen sin cambios. Gracias a ustedes, Abderramán vivirá para consolidar el emirato independiente en al-Ándalus y fortalecer la presencia del Islam en la Península Ibérica. Ya pueden regresar, no es convenientre que la Historia les reconozca de alguna forma...cerca de allí hay una antigua edificación fenicia, allí hay una puerta escondida en una trampilla del suelo con la que viajarán al Ministerio de 1860 y de allí hasta el día presente...

Sin perder más tiempo y con la satisfacción del deber cumplido y sin poder despedirse de Abderramán que recibía vítores de su pueblo se marcharon...tras eso les esperaba un largo permiso de descanso, el cual le vino especialmente bien a Marcel para recuperarse de las dolorosas heridas recibidas en combate.