Partida Rol por web

Marcel no vio entrar a Carlos en la cafetería. Estaba sentado en una mesa estudiando, solo, cosa poco común en alguien tan sociable como él, pero con una razón muy concreta. Escojer arma. 

Lo que pasó al final de su misión le hizo entender que, aunque tenian que ser cuidadosos con no cambiar la historia, no podia volver a enfrentarse a una situación tan violenta sin el uso de alguna buena arma de fuego. Tenia claro que queria hacerse con un buen rifle. Su estima por su viejo compañero de batallas, el mauser, quedava eclipsada por la posibilidad de encontrar un rifle moderno que pudiera desmontarse y esconderse con facilidad. Tenia varios folletos de diversas armas y estaba entre el Sauer 404, el Tikka o un Steyr Mannlincher. 

También estaba evaluando la posibilidad de adquirir una pistola. Tendria que informarse sobre qué opinaba el ministerio del uso de armas modernas, pero el dolor de su bajovientre, atenuado por las medicinas modernas pero todavía presente en la memória de Marcel, hacia que tuviera claro que no podia volver a jugarsela. 

Levantó la mirada al oír a alguien desconocido pedir un café en jarrita. 

-Y a mi traigame otro carajillo de ron, que este ha sucumbido a mis encantos. 

Cuando Francisco entró en la cafetería vió a un hombre desconocido y a Marcel sentado en una mesa enfrascado en algún asunto ojeando unos folletos.
Saludó al desconocido, suponiendo que sería un agente, y llegó hasta la barra. Pidió un vaso de agua que tomó con su mano derecha, mientras con la otra recogía la bebida de Marcel y se la acercaba a la mesa.
-¿Se puede?- dijo depositando los vasos en la mesa. De alguna manera se sentía culpable del estado en el que Marcel había acabado la última misión, si hubiese estado mas acertado en el enfrentamiento con los piratas, tal vez su compañero estaría ileso.

Por alguna razón había permanecido en el Ministerio sin hacer ninguna misión, sabía que algunos compañeros recientemente reclutados sí la habían tenido.

No me hacía mucha gracia que se me desperdiciara así, me senté en una mesa solo apartado.

Marcel se alegró enormemente de ver a Francisco. Se levantó de la mesa para darle un caluroso abrazo, justo al mismo tiempo que recordó que Francisco no era amigo de tales demostraciones de empatia pública. Por este motivo le extendió formalmente la mano y saludó contenidamente a su recien adquirido compañero. 

-Francisco. Que grande tu intervención en la misión. No puedo ni imaginarme como hubieramos podido salir de allí sin tus conocimientos de árabe. Y sé que tu ayuda después de que me apuñalaran fué imprescindible para poder salir de allí vivo. Por cierto, he oído rumores que en breve nos vuelven a mandar a alguna misión. Yo estoy a punto, fuerte como una roca!

Dice, al mismo tiempo que palpa su vientre como queriendo indicar que la herida ya no le duele. 

[Epílogo de la partida]

- No tengo muy claro si era una fiesta, si era principio o final de mes, si hacía calor o frio, pero aquella tarde estaban todos en la cafetería, estabamos alrededor de una mesa contando desventuras y momentos oportunos, personas que habían salvado y algunas cuyas pérdidas lamentamos...lo que es seguro es que todos estabamos felices, por que a fin de cuentas nada es más importante que la meta final...volver...a casa, tras el largo camino.

Spínola, Salvador, Irene, Ernesto, Angustias, el Becario, todos los agentes protagonistas y aquellos que no lo son tanto pasaron la tarde más estupenda de sus vidas entre risas y algún momento que aunque duro nunca deben olvidar, el tiempo es el que era y el que será, continúa como un río siempre hacia delante, pero nunca olvida donde nacio, así es la Historia, testigo de los tiempos, luz de la verdad, vida de la memoria, maestra de la vida y testigo de la Antigüedad.

- Gracias agentes, gracias por arriesgarlo todo cada día, por un mañana mejor...en el peor de los días, nunca olvideís vuestro hogar, siempre habrá un lugar para vosotros no importa lugar y tiempo....el tiempo es el que es...