Partida Rol por web

Lord Kennegan os reúne para debatir los últimos puntos y mandar al grupo hacia la misión.

Después de que todo el mundo se haya marchado de la sala y solo quedéis vosotros, Kennegan os observa y comenta.

Bien. Como imaginareis el clima será adverso ... deberíais ir preparados para lo peor, pero no os sobrecargáis demasiado o tendréis problemas para evadir rastros o mantener vuestro aguante.

En todo caso, el gremio tiene ciertos tratos con los comercios de Loudwater, con lo que podréis gozar de un pequeño descuento en vuestras compras.

Se pone erguido separándose del mapa.

¿Preguntas?

Tan erguido como he estado durante toda la reunión, respondo a la pregunta de Lord Kennegan:

 - "Solo necesito raciones y algo más de ropa. Aunque quizas una tienda de campaña seria bueno. Todo lo demás que necesitamos lo tengo y lo soy."

Espero su respuesta a medida que intento recordar la pequeña cantidad de dinero que tengo.

El tiflin asiente.

El chico, Búho, os ayudará en tales compras, tiene una pequeña provisión para que no tengáis que bajar al pueblo.

De repente, un escalofrio sube por mi cuello, cuando pienso en un pequeño detalle:

 - "Lord Kennegan, ¿iremos a pie? Para saber cuantos dias de viaje serán. ¿O nos mandarán por... uhm... el... circulo... magico?"

La idea de meterse en una cosa de magia como esa no es algo que me agrade demasiado. Al fin y al cabo no es algo que entienda y definitivamente no me gusta.

El tiflin niega con la cabeza.

Las montañas de la espina del mundo están a meses de viaje hacia el norte ... usaremos un ritual de teleportación.

Resumiendo, nuestra misión consisten en llegar allí y estudiar las ruinas de las que nos has hablado... Por mi parte no hay preguntas. Digo acompañando la última frase golpeando con mi lanza el suelo y poniendome firme. Cogeré algo de provisiones antes de marchar.

Aunque cualquier que viera al recién formado grupo pudiera preguntarse qué pintaba ahí una deva, la arcana pensaba que no podía haber tenido mejor suerte. A falta de un experto guía cruzando tormentas de nieve y por las montañas, tendría a tres curtidos enanos que se movían como pez en su elemento. Ella se limitaría a seguirles y cumplir con la parte de la misión que requería de su intelecto y memoria.

-No podría imaginar mejor compañia para una expedición arqueológica como esta… -dice con una delicada sonrisa de labios morados al final de su frase.

Ûrahit no entendía el comportamiento de Sargón... Bueno, de hecho tampoco entendía el significado de la palabra "teleportación".
Lo que sabía era que iban hacia unas montañas poco hospitalitarias, repletas de orcos y vete a saber que más. No le importaba, si sangraban significaba que podían manejarlos.
Pero a todo esto algo se le escapaba:
-Yo tengo una pregunta Kennegan. ¿Por qué vamos a unas ruinas? Si son unas ruinas... es que ya no queda nada ¿no?. Y otra cosa, ¿por qué son ruinas? digo, ¿por qué ya no vive gente ahí? ¿por los orcos?

Las "ruinas" pertenecieron a alguien ... alguien que parece tener un conocimiento de la historia demasiado preciso, como si pudieran adivinar todo lo que estaba por pasar.

Por eso Maestric estaba interesado en ellas y por eso tenéis que ir a investigar ... los orcos llegaron después, no creo que sepan que están pisando.

¿Quienes fueron sus habitantes originales? ¿Por que desaparecieron?

Levanta los hombros.

Lo desconozco. Id con cuidado.

El tiflin sale de la habitación y os hace una señal para que lo acompañéis.

Lentamente vais bajando escaleras hasta llegar a los sótanos del edificio, donde después de un par de pasillos llegáis a la oscura sala de teleportación. La habitación es simple, sin decoraciones ... apenas hay una mesa con extensos mapas, brújulas e instrumentos para calcular distancias, una bola de cristal y una lampara encendida.

En el suelo, un símbolo arcano enorme brilla con un pulso verdoso latente.

El tiflin analiza un poco los mapas, como asegurándose de donde vais. Enrolla uno de ellos y os lo proporciona.

Este mapa os debería llevar directos a las ruinas.

Os llevaré cerca, pero no se cuanto ... se supone que hay un portal feerico en esa zona que nos servirá para la teleportación. Debería ser seguro. Debería.

¿Alguna ultima duda?

Trago saliva al ver el dibujo en el suelo.

"Odio la magia, odio la magia. Malditos magos y su flojera, que caminar un par de meses no es tan malo. Odio la magia, odio la magia."

Luego vuelvo a la realidad con la pregunta de Lord Kennegan:

 - "Ninguna señor, ya estoy ansioso de matar unos malditos orcos. Mantendremos viva a nuestra maga mientras descifra y averigua todo. Volveremos pronto y con buenas noticias."

Espero su respuesta y el desagradable viaje que la hechiceria va a darnos.

Miro con recelo a Lord Kennengan después de expresar sus dudas. Escuchar tanto la palabra "debería" no me deja muy tranquila, pero te daré un pequeño voto de confianza Lord Kennengan, tanto a ti como a este... señalo al círculo de teleportación sin saber muy bien como referirme a él... circulo mágico pintarrajeado en el suelo - digo finalmente con una sonrisa que más que alegría transmite un nerviosismo nada común en mi.

La arcana bajó obedientemente por las escaleras hasta donde les conducía Lord Kennegan.

En el sótano se encontraba ya listo el círculo de teletransportación que debía catapultarlos a su destino. Aunque la maga conocía al haber leído libros como se llevaba a cabo el ritual y los componentes necesarios para ello, carecía de la práctica y del poder necesario para ello. Hasta que sus estudios y descubrimientos avanzaran se veía obligada a depender de la magia de otros, por suerte para ella el tiempo no resultaba un problema.

-Gracias, Lord Kennegan… -Es la escueta respuesta de la maga, acercándose al círculo y estudiándolo desde fuera. Conocía bien el concienzudo trabajo de su superior en todos sus ritules y la fiabilidad de estos, por lo que se sentía más calmada que algunos de sus acompañantes.

-Por mi lado, ninguna duda -mintió Ûrahit. Tenía claro lo de proteger a Shelkis de las inclemencias del tiempo y de los insidiosos orcos. Todo lo demás eran dudas.

Iba a mofarse de una manera muy enana de los antiguos habitantes de las ruinas y su supuesta capacidad de adivinar lo que iba a pasar, pero no tenía muy claro que a Kennegan le hiciese gracia, y además, el luminoso dibujo del suelo lo intimidaba.