Partida Rol por web

Ha desayunado mientras lloraba en silencio, con un gesto en su rostro casi impasible. Masticaba sin mediar palabra y de vez en cuando se sorbía la nariz y se pasaba el dorso de la mano por las mejillas para secarse. Le daba igual si sus compañeros le decían que no llorase, si no parecía fuerte, y le daba igual si Joy se preocupaba, la impotencia que sentía era superior a sus fuerzas.

Ha desayunado pero obligada, da gracias al cuerpo humano porque el monazo que lleva por no fumar le de ansiedad por la comida, aunque tiende a sentarle algo mal al estómago, al menos… se alimenta, que suficiente delgada estaba ya como para además dejar de comer a la vez que la infectan de aquella medicina que se supone que la estaba curando.

Se ha mantenido sentada en la mesa del comedor, y con una servilleta ha empezado a hacer un origami de una grulla, mientras no dejaba de mirar hacia el reloj como pasaban los minutos y pensando en cómo de sufrido será el siguiente round.

Las grullas de papel deja a raya la ansiedad de la nicotina, morderse las uñas constantemente pero conlleva a que salgan mal mientras le tiembla el pulso.

Mientras hace pliegos con el papel mira sus dedos temblar, y mueve la pierna convulsivamente.

Una pequeña alarma os advierte de que ha llegado la hora de volver a las habitaciones, mal que os pese no queda más que hacer sino aguantar un poco más y continuar. Quizá dentro de unas horas despertéis mejor.

En un momento dado, Caroline tocó el brazo de Maia y le hizo señas para que la acompañara. No quería preocupar a la pequeña, así que decidió llevarse a uno de los adultos primero. Tenía que sacar a la luz lo que tenía dentro y, si bien podrían no llegar vivos al día siguiente, Maia y Ricky debían saberlo.

Movió su silla, haciendo girar las ruedas con sus manos. 

-Lo que te voy a contar, puede parecerte una locura...- le susurró a la chica -No quiero que Joy lo sepa, por su bien, pero eres libre de decírselo a Ricky, si encuentras el momento adecuado- parecía que Caroline no daba dos céntimos por su vida, pero al menos quería advertir al resto. Si se quedaba en la camilla, por lo menos que Maia y Ricky estuvieran al tanto.

La joven miró hacia Joy, asegurándose de que estaba lo suficiente lejos para que la niña no oyera lo que iba a decir. Parecía nerviosa, asustada.

-Carlos murió anoche... pero lo vi esta mañana, en mi habitación- le dijo, con tanta convicción que no pareciera estar bromeando ni mintiendo -. Me advirtió sobre esta gente, Maia. Me dijo que no confiara en nadie... que esto- miró a su alrededor antes de fijar sus ojos claros en la chica -no es lo que parece.

Tomó la mano de Maia, suplicante.

-Prométeme que tendrás cuidado. Prométeme que no dejarás que le hagan nada a Joy- los ojos de Caroline se humedecieron -. Nadie debe saber esto y, si no confías en Ricky, ni siquiera se lo cuentes a él.

Mientras terminaba de plegar las diminutas puntas de la servilleta, se encontraba con la cabeza tan ladeada que casi tocaba su brazo derecho, incluso se encontraba desparramada sobre la mesa: dispersa, dolorida, y confusa. Aquello la mantenía distraída.

De pronto sintió la mano de alguien y provocó que se colocara erguida rápidamente, como activada por un resorte. Clavó la mirada en Caroline en cuanto detectó que era ella quien había llamado su atención y ahora le hablaba.

Sin quererlo su expresión se torno sorprendida y asintió con la cabeza, levantándose de acomodó para escucharla con más atención.

De la sorpresa pasó enseguida a la estupefacción - Pero Carol… ¿Qué estás diciéndome…? - ¿Que Carlos se apareció en la habitación de Caroline? ¿Cómo? Quizá sufriría alguna alucinación, como la mía con las flores. Podía verla como loca en seguida, sin pensarlo, podría estar bajo los efectos de los medicamentos sin embargo ahí estaba, en silla de ruedas y Maia tan hecha mierda. No le quedaba otra que creerla.

Sujeta la mano de Caroline sintiéndose nerviosa de pronto, y más sola que nunca ya que podía aguantar lo que los médicos dijeran que era mejor para ella pero ¿Esto? No…

- No sé si confiar en Ricky o no ¿debo hacerlo? apenas le conozco… - El miedo se apoderó de ella, se humedeció los labios tratando de mantener la calma pero le temblaba la voz mientras se mantenía inclinada hacia la joven - Te prometo que cuidaré de Joy pero a veces no puedo cuidar ni de mi misma… trataré de hacerlo lo mejor posible, pero Caroline no puedes morir - Le dice negando con la cabeza con el rostro compungido y ahora si, emergiendo lagrimas de sus ojos.

En una frase como esa se notaba como toda esperanza de salir bien de todo aquello la abandonaba.

Joy come con voracidad las tortitas, contenta de que Caroline decida comer para ponerse fuerte. Su mamá siempre lo decía, para ponerse bueno y crecer fuerte hay que comer. Se sentó bien sobre la silla y balanceaba los pies mientras canturreaba, ajena a la conversación que los adultos tenían. Su mente estaba algo distraída, iba más allá, pensaba en la mosca que la había visitado esa mañana, se preguntaba si volvería. Ella esperaba que sí, porque, aunque fuese una mosca... era bastante bonita o por lo menos cariñosa. 

Ese día estaba contenta, aunque se sentía triste porque Carlos se fue, estaba feliz porque se hubiese puesto bien y que además, le hubiese dejado la moneda mágica y un abrazo. Rodeó su cuerpo con sus bracitos y apretó un poco. Hala, ya tenía el abrazo. Sonrío y siguió comiendo tortitas, hasta terminarlas. 

- Tengo que aprender cómo usar la moneda mágica-dijo de repente mientras jugaba con el tenedor a dibujar cosas sobre el sirope de chocolate que había quedado sobre el plato-. Seré una maga tan guay como Carlos-dijo asintiendo con la cabeza.