Partida Rol por web

Las lagrimas de la pequeña nublaron su vista, lo que sumado a su debil mente y a su fragil cuerpo, hizo de esta huida, un resultado algo poco esperado.....

El silencio se hizo en mitad del jardin y en medio de él se encontraba el pequeño cuerpo de Ana, allí yacía quieto, inmovil, inconsciente....

Ahí tenemos a nuestro anfitrión.  -Dijo Mat mirando hacia la Limusina, intentando ver alfgo atraves de los cristales de la misma

Mario no sin cierta habilidad recoge del datil que Alexandra le ofrece, luego ve la extraña reaccion de la niña  y como yace en mitad del jardin...y se dirige a la niña a gran velocidad...Maldita sea...¿que le ha ocurrido? Mario al ver que la niña no se levanta del suelo sale a la carrera, cuando llega a ella la observa con atencion.

Mi cara se tornó odio al presenciar la escena. Cuando Ana soltó mi mano y se puso a gritar aquello, no pude aguantar más. Mi voz se volvió grave y lenta debajo del grito, pero más amenazador que el mismo. Mi rostro se situó a un palmo de distancia de la del sacerdote.

No Vuelvas A Acercarte A Ana. No Se Te Ocurra Tocarla. No La Mires. No Pienses En Ella. O Te Aseguro Que No Volverás A Adivinar Si Es Un Niño O Un Adulto Lo Que Se Haya Delante De Tí. Te Arrancaré Ojos, Oídos, Manos y Testículos, Si Vuelvo A Verte A Menos De 50 Metros De Ella. Me Has Oído??? Cerdo Cabrón!

Entonces giré mi rostro buscando a Ana y la vi tirada en el suelo, no se movía, no sollozaba... A... Ana...?? Mi voz tembló en cuestión de segundos, y dándole un empujón con todas mis fuerzas al "sacerdote" que se había ganado mi odio en tan poco tiempo, corrí despavorida en su dirección. ANAAA!!! Me arrojé al suelo a su lado, adelantando a Mario, y le di la vuelta sobre mi regazo para ver si respiraba. Un par de lágrimas corrieron por mis mejillas mientras le susurraba cariñosamente. Ana, cielo, cariño, háblame, por favor... qué te pasa, corazón? háblame...

Acababa de darme cuenta de cuál era la segunda relación de Ana entre aquella gente, desde luego no era a mí a la única que conocía. Aquel hombre se acababa de ganar un enemigo terrible...

El padre vio como la niña salia despaborida y fue entonces cuando Sophia le solto todo aquello:

Vamos no vais a creerla, es solo una retrasada.

Si claro, y ahora sera la culpa mía de todo lo que le esta pasando por el amor de Dios pero ¿hasta donde hemos llegado?, soy un hombre de bien y un hombre de Dios ¿como podeís pensar eso de mí?.

Dije justificandome, con el semblante rojo por la ira contenida.

Madre santisima.... empece a rezar en voz baja por la salud de aquella chiquilla a pesar de sus mentiras.

Mi cara toma una expresión de incredulidad absoluta, mientras sostengo a Ana en mis brazos. Debido a que la tenía cogida, me consigo resistir a levantarme y liarme a ... siempre había sido una mujer pacífica, pero... RETRASADA??? QUIÉN DEMONIOS TE CREES!??? Y QUE TENGA DIFICULTADES NO SIGNIFICA QUE TENGA ALUCINACIONES! 

Vuelvo a susurrar y mis ojos lo atraviesan como si echaran fuego. Eres un maldito pederasta, ella no ha actuado con miedo ante ningún otro hombre del grupo, solo ante ti. Y no me inspiraste confianza desde el primer momento en que te vi... mantente alejado...

Volví a zarandear a Ana intentando despertarla, suplicando en silencio para que recobrara el conocimiento.

Tras intentar reanimar a Ana Sophia se levanta con la intención de derrumbar a golpes a aquel viejo, que solo se escudaba en su profesión....

Un paso.... es lo uníco que pudo dar Sophia antes de caer derrumbada al suelo. Ya en el suelo miro a su alrededor viendo como el cuerpo de los demás compañeros, incluso el cuerpo de el Padre Tomás, estan ya tendidos en el suelo todos y cada uno de ellos.

Aun con las últimas fuerzas logró encaminarse un poco hacía la cercana niña para decir entre sollozos. Annn.......

Lo último, que pudieron ver los ojos de Sophia fue:

Y una voz dulce y varonil, que se acercaba a la situación de la niña y decía: Pobrecita, debes de haberlo pasado mal, ven conmigo pequeña.

Ahora todo era silencio en la Residencia Le Mont, excepto las pisadas de aquel hombre.

Nadie había advertido que las personas más calladas del grupo Claudia, y Helena fueron las primeras en caer en aquel sueño, pero debido a su posición algo alejada del grupo fueron pasando desapercibidas, allí tumbadas en las sillas con el rostro al lado de sus platos.

Tu padre te coge en brazos y aún entre sueños, la poca consciencia que te queda te sirve para escuchar la dulce voz de tu padre diciendote:

Querida... vamos a jugar a un juego.... yo me esconderé y tu me verás... no puedes decirle a nadie donde estoy, si te preguntan solo diles que me veran muy pronto.... es una sorpresa...

Un beso en la frente y un mundo de sueños se inicia en tu mente dejando de lado la calida voz de tu padre...