Ayalga, ante aquella extraña pareja, se debatía entre el asombro y la diversión. Mientras los observaba con atención le pareció que Masfurroll no debía ser gruñón como aparentaba ni Charly tan amigable como se mostraba. De todas formas lo que a ella más le interesaba no era cómo se comportaran los dos profesores sino hacer un buen papel para conseguir plaza.
No sabía catalán, pero eso no quitaba que entendiera algunas palabras cuando las escuchara y, ya no digamos si era un texto escrito. Al fin y al cabo el catalán y el asturiano tenían las mismas raíces, solo había que poner un poco de voluntad para entenderlo aunque fuera a grandes rasgos.
Por eso pudo entender más o menos lo que Masfurroll había dicho, algo que hizo que sus esperanzas se desinflaran bastante. No entendía porqué era tan raro que una estudiante de Historia se apuntase a aquella beca; aunque claro... Historia Medieval... Sí, quizás el profesor tenía razón.
—Claro que sé hacer cachopos —respondió con la misma espontaneidad con la que había preguntado el profesor—. Y fabada, y frixuelos...
A pesar de la riña que Charly le dio a su compañero, a Ayalga aquella pregunta de Masfurroll había conseguido que ella lo mirara con otros ojos. Podía tener cara de avinagrado y un sempiterno gesto fruncido, pero no podía negar que era divertido. Y aunque sabía que tenía pocas oportunidades de conseguir la beca, Ayalga no pudo más que sonreír abiertamente. Al menos había logrado aguantarse la risotada que a punto había estado de escapársele.
—Gracias a ustedes. Me intentaré poner al dia con esos temas.
Terminado. Ahora solo quedaba esperar, y eso iba a ser lo peor de todo. Porque una cosa era ser realista con las posibilidades de conseguir la plaza y otra muy distinta que no tuviera esperanzas. Esperanzas que con el paso de los días se fueron apagando hasta llegar a la resignación. Si en tres semanas no había recibido una respuesta... Estaba claro, su sueño de visitar Egipto se había esfumado.
Los domingos suelen ser días para vaguear, ver pelis y series, comer comida basura o los restos del día anterior y, sobre todo, vegetar en un ambiente tranquilo sin demasiada luz ni ruidos. Pero aquel domingo... ¡Joder! Aquel domingo el subidón fue total al ver el correo con la contestación. Ayalga estaba histérica, no era capaz de parar dando saltos por la habitación, riéndose sola como una tonta y leyendo una y otra vez el correo.... Pero sí, era real, ahí estaba su oportunidad de demostrarle al gilipollas de Xurde todo lo que valía... Podía quedarse con la rubia pija de Económicas... porque ella se iba a Egipto.
Dos semanas era tiempo de sobra para hacer todo lo que debía y quería. Lo primero, preparar la documentación solicitada, ir pensando en todo con lo que llenaría su enorme mochila y, sobre todo, en avisar a todo el mundo que me largaba a Egipto. Algo que había que celebrar por todo lo alto... Algo que celebró por todo lo alto.
¿Pero que estaba pasando, los profes le estaban trolleando? Porque parecian discutir entre ellos la posibilidad de que Mariona fuese una de las candidatas a viajar con la expedición de estudiantes "diez" a Egipto. Lo de diez, muy pillado con pinzas, claro.
La chica miraba a uno y a otro como se pasaban la pelota, y se acordó del juego del grand prix de Ramonchu, cuando el juego de la patata caliente. Pues ella estaba con la cara de gilipollas mirándolos, forzando una media sonrisa en sus labios mientras sujetaba el tenedor imaginario de su indecisión con el globo que simbolizaba la patata, que más que una patata parecía un huevo de tío peludo.
-Si, també tinc coneixements d'anglès, sóc trilingüe. -replicó a Masfurroll, atenta y dispuesta a demostrar lo que sabía gracias a la escuela oficial de idiomas.
Se contrajo un poco sobre la silla cuando echaron un vistazo a sus fotos. Muy interesada había pasado por el museu egipci de Barcelona, y el resto eran fotitos catalanas, de la ciudad, de sus gentes, tot molt català. Alguna foto de Euskal Herria también.... BILBAO, de donde era su Patxi...
-moltes gràcies... - senyor, no digues senyor a Masfurroll. -que passin un bon dia, professors. - otro fotógrafo... Tenían que darse cuenta de que ella era morena de piel y cabello, más que la Verge de Montserrat, y si se pintaba mucho los ojos de negro con la rayita, parecía una nativa egipcia. Y además era bonita, y sabía sacar fotos artísticas, y todo muy bien en ella. Comunicativa y echada para delante.
Cuando Mariona recibió el correo, o más bien lo miró era de noche, y estaba rondando por las calles de Barcelona con su cámara a cuestas, sin la señalización pertinente roja en el brazo de "premsa" ni el reglamentario casco de bici para cuidarse de pedradas indepes o pelotas de foam de los antidisturbios. Porque los indepes ya la conocían. Y ella se conocía las manifas.
Videollamada nocturna a Patxi desde Plaça Catalunya
Patxi, my love! I'm going to take a trip to Egypt. Yes, si, bai, mother of God, mare de déu! We can prepare our wedding, this work is real! M'han seleccionat!
- Lo siento, señor, usted dijo como amigos y mis amigos de verdad... pues... - Me disculpé ante Charly. - Casi que prefiero seguir tratándoles como debo realmente. - Añadí tras las palabras del gruñón y mal profesor. - Cierto, mis notas no son dieces, pero no bajan de notables, pero para retirar piedras y saber si se ha encontrado algo útil, lo podría hacer hasta un analfabeto, pues básicamente es a lo que vamos... a ver si encontramos algo primero y a aplicar los conocimientos después. Además, si quieren solamente egiptólogos, no se para que meten estudiantes de otras ramas, los cuales no serían capaces de reconocer un jeroglífico real de uno de una tienda de los chinos...
» En cuanto a sus clases, me sale mejor estudiar por mi cuenta. Aburre, desmotiva, porque está usted mismo aburrido y desmotivado. Las pocas clases a las que he ido, me han hecho replantearme la carrera en el último curso de la misma y le digo más, de no ser por el profesor aquí presente, gracias a usted hubiese dejado los estudios. - Sus palabras me molestaron y yo tenía un límite y un caracter fuerte y "como eran mis amigos" les podía hablar como tal.
El profesor Masfurroll se pasó con sus palabras después y Charly le paró diciendo algo en catalán. No entendí una mierda salvo el "Ya está bien", pues no era la primera vez que lo oía. - Yo tendré pinta de delincuente, pero al menos no tengo fama de traficante de obras de arte... - Tiré a saco al maldito profesor. Me había tocado las pelotas lo suficiente como para que acabase respondiéndole así de mal.
- Y que sepan que les sigo tratando como a mis amigos, pero de usted. Con ellos también discuto de vez en cuando y les suelto cosas a la cara cuando me enfadan... así que no se lo tome a mal, ya sabe profesor Masfurroll, solo es una charla entre amigos. - Le dije con una sonrisa.
Miré la puerta cuando aquel cabrón la señaló. - No se preocupe por mi futuro y hágalo por el suyo. Esta claro que no voy a seguir los consejos de alguien a quien su propia vida le aburre y detesta su trabajo. - Le guiñé un ojo y le tendí la mano a mi profesor de verdad. - Ya nos veremos, Charly. - Le dije antes de salir de allí.
Tenía claro que la había cagado en la entrevista, pero me daba igual. Soltarle aquello a la cara a aquel capullo había sido lo mejor del día. Y eso me duraría semanas. Y si la voz se corría sobre lo ocurrido en mi entrevista más divertido sería, porque esa fama me beneficiaría por echarle dos pelotas y soltarle aquello en su fea cara.
Y el tiempo fue pasando y cada vez tenía más claro que no había sido elegido precisamente por darle caña a aquel malnacido. Pero se lo merecía y era mi último año de curso, ¿que me podía pasar? ¿Repetir su asignatura? Podría hacerlo en otra universidad y una asignatura no era nada... casi un año sabático. Pero entonces llegó esa nota donde decía que había sido elegido para ir al viaje y me quedé entre atónito y con cara de idiota cuando vi que me pedían un certificado de penales. Desde luego que el imbécil de Masfurroll se había pasado. Deberían pedirle a él uno también...
Pero me importó poco, estaba limpio, así que cogí ropa que supiese que si se me estropeaba en Egipto no lo iba a lamentar, dejando la favorita en casa, el neceser para mi higiene personal, toallas por si acaso las del lugar daban asquito, en fin, todo aquello que coges para llevarte de viaje como si fuesen unas vacaciones.
Luego salí de compras y me hice con una guitarra española no muy buena, por si se jodía allí por el clima, algunas cuerdas, aunque no deberían romperse ninguna. Luego me fui a una tienda de esas donde te venden brújulas, bastones, ropa... y allí le comenté al dependiente a donde iría y me dejé guiar por sus consejos. Total, por dinero no sería. Compre ropa fina para el calor del lugar, una brújula, una cantimplora, un cuchillo de supervivencia el cual me recomendó que guardase en la maleta, no en la bolsa de mano, porque no me dejarían subir al avión con él. Tendría que ir con el resto de las cosas en la bodega. No fumaba ni nada, pero me llamó la atención un encendedor que era una cuerda que pasaba por una pieza de metal y tras explicarme su uso, opté por llevarme uno. Hasta me llevé una ridícula gorra con tela alrededor de la cabeza para no achicharrarme la cara... y eso me hizo recordar que debía comprar protector solar, algo que no tardé en adquirir en una farmacia, junto con un botiquín básico.
Miré todo lo que llevaba solo en las compras, quizás me estaba pasando... Estaríamos en un hotel y en la excavación, no explorando el desierto... pero bueno, llevar cosas de más tampoco era malo.
Luego me fui a una biblioteca y busqué un libro sobre supervivencia en el desierto. Dudaba que nos perdiésemos, pero la guía no me vendría mal. Además, si sacaba algún truco de vez en cuando en medio de la escavación, seguro que me ligaba a alguna del viaje con más facilidad, si es que había alguna que mereciese la pena.
Qué ganas de contestar las tonterías de Masmussol. El tipo era misógino y se delataba con cada comentario, a cual más absurdo que el anterior. ¿De verdad estaba considerado un buen investigador? Pues a ella no se lo parecía. Él mismo hacía suposiciones y las firmaba como ciertas. Menudo fraude. ¡Investigue, hombre, investigue!
Además de no conocerla, ¿qué le hacía pensar que iría vestida igual en Egipto que en Barna? Por un momento le imaginó dando una de sus aburridas clases vestido de esquimal: “És que marxo a Laponia el mes vinent...”
… Capsigrany!
Pero con todo, Ares rehusó tratar con este hombre de pobres argumentos que no hablaba con ella, si no de ella, como si no estuviese allí, lo cual era desagradable pero le eximía de responder. Le costaba esfuerzo no hacerlo, pero quería ir a Egipto a toda costa y viendo el tipo de persona que era el investigador y la fuerte defensa de Charly, dejó que el enclenque, en lugar de valorarla a ella, valorase si le convenía ponerse en contra a su compañero.
El tiempo pasó, y el tercer domingo, cuando ya no lo esperaba, llegó un correo. Tuvo que releerlo porque apenas podía creerlo. Presentó la documentación requerida indicando que trabajaría las 8 semanas del proyecto, y exprimió a tope las dos semanas que faltaban para el viaje.
Finalmente llegó el día y Ares se dirigió feliz al aeropuerto, acompañada por sus padres y su hermano, aunque se despidieron antes de reunirse con el grupo en el punto acordado. Llevaba una mochila a la espalda que subiría como equipaje de mano y una maleta con ruedas. Lo ideal sería llevar poca cosa, ¡pero es que eran 2 meses!
Llegaba radiante y feliz, con ganas de conocer y saludar a sus compañeros y agradecer a Charly por apoyarla y defenderla, aunque esto último lo haría cuando no hubiese nadie escuchando.
Se acercó al mostrador cuando llegó su turno y pidió, amablemente, si podía asignarle un asiento junto a la ventana.
Equipaje: entre otras cosas, ropa y calzado cómodo, pantalones y camisetas de lino de manga larga, gorra, sombrero, una chaqueta fina para la noche, un pañuelo, dos pares de guantes de trabajo, gafas de sol, tejanos, camiseta de manga corta y zapatillas para casa para cuando esté en su habitación.
Neceser de viaje. Extras: crema 50+ cara y cuerpo, repelente de mosquitos, secador y plancha ghd.
Botiquín pequeño. Extras: almax, tiritas, pinzas y cristalmina.
Kit zero waste: pajita de metal, cucharilla, vaso, tupper y portabocadillos. Botella de acero inoxidable y otra con filtro potabilizador.
Otros: móvil con música y pelis descargadas, palo de selfie, auriculares, linterna frontal, linterna de mano, cargador normal, cargador solar, un libro de la uni, una novela de misterio, una libreta con frases típicas traducidas al árabe egipcio y una cuerda para saltar.
Por un motivo u otro todos recibieron el correo que les informaba que lo habían logrado. Se habían quedado fuera un montón de gente, algunos con mejor expediente académico que ellos pero, por un motivo u otro eran los cuatro seleccionados. Los certificados de penales, el pasaporte y el contrato, firmado por el máximo, 8 semanas, 800 euros. No era mucho, pero para algunas era la diferencia entre casarse o no, entre demostrar a unos padres adinerados que uno sabía cuidarse, no volver a la cuenca con una mano detrás de la otra o simplemente la oportunidad de estrenarse en la arqueología, correr aventuras y emular a su amada Lara Croft. Era su oportunidad.
Durante las semanas hasta el vuelo fueron recibiendo correos de parte de Charly, preocupándose de que todo estuviera entregado, que todo estuviera claro. En sus correos insistió a Enzo que debía tratarlos mejor como profesores, le pasó material de lectura a Ayalga para que se ambientara, un dossier con las típicas fotos de Egipto a Mariona para que viera que se esperaba de ellas y material de investigación para Ares. Se preocupaba por ellos, no como Masfurroll, que desde el momento en que habían salido de su despacho no habían vuelto a saber de él.
Cuando faltaban 5 días para salir el profesor Garau les llamó a cada uno de ellos personalmente a sus teléfonos. No era una llamada de cortesía, si no para disculparse de que desgraciadamente no podrían ir juntos en el vuelo. Había surgido un problema con los permisos, tenían que reunirse con el ministerio de antigüedades y resolver el problema. Les trató de tranquilizar, diciéndoles que aquello formaba parte de la aventura, pero se notaba que no las tenía todas con él. Dos días después llegaron a su correo. Todo estaba arreglado, en el correo tenían sus tarjetas de embarque y les daba instrucciones una vez llegados a Luxor. No debían salir de la sala de recogida de maletas, ya que allí un representante de la expedición los estaría esperando para llevarlos al campamento.
El vuelo entre Barcelona y Luxor salió a la 13:00, puntual, en un avión de la British Airways. Se conocían de vista de la cola, aunque Ayalga y Ares ya se conocían de antes, y ese trayecto les sirvió para conocerse un poco, soltar los nervios y formar un poco de grupo. Unas horas después estaban en Egipto, aterrizaron con cierta brusquedad y se dirigieron hacia el control de pasaportes, un tipo de aspecto tranquilo, entrado en la treintena y frente despejada le estaba esperando con un cartel que ponía
Proyecto XVIII Reinas.
Allí le esperaba además del cicerone un chico joven, sonriente, bastante guapo, que a Mariona le resultaba familiar.
Pasamos a la escena 2