He permanecido casi todo el día despierto, vigilando su sueño y antes de que pueda decir nada Issy me habla con acritud. Supongo que desvestirla mientras estaba dormida le ha sentado mal. Supongo que no estaba tan dormida.
Dejo caer su ropa, lavada durante el día y secada al sol hasta hace solo unos minutos.
Tu ropa limpia. Tranquila, la miro medio en broma medio molesto. No mire.
Me percato de su presencia demasiado tarde. Recuerdo donde estoy y porque. Y por un momento maldigo mi vida.
Agarro la ropa mientras me levanto y sin ningun pudor muestro mi cuerpo desnudo al hombre por el que en una ocasion, e el pasado, habria dado mi vida.
Me visto y miro por la ventana. Las farolas estan encendidas y yo sigo teniendo hambre.
-Si no me vas a matar, me tengo que ir.... -le digo casi con pena volver a separarme de el. Pero si sigo junto el, el ser con el comparto mi cuerpo acabara haciendole daño- Por cierto, ¿que haces aqui? Porque si yo no soy tu espia, entonces deberas quedarte a esperar -le digo como si fuera una gran idea.
Pero se que va a hacer. Y maldigo el momento en que mi mirada se cruzo con la suya hace 15 años
No te distraigas con su cuerpo...lo has visto miles de veces. Hace unas horas. Pensarlo es fácil,pero dada la reacción física de mi cuerpo se muy bien que distraerme es una forma simple de explicar el efecto que ella y su cuerpo tienen sobre mi.
Creo que se supone que eres tu la persona que he de encontrar. No creo en las coincidencias, así que me parece improbable que ambos estemos aquí y ahora sin mas. Tampoco voy a decir que por mi le pueden dar al espía, existente o no, y al que me coloca nota. Sobre todo si la veo desnuda tan a menudo.Creo que sera mejor que te acompañe hasta tu destino, digo como al descuido, solo para confirmar de que no eres el...ella.
Sonrío para mis adentros. Disimulo para que no lo note mientras acabo de vestirme de espaldas a él. Mi cuerpo apenas ha cambiado en cinco años, un poco más de caderas, de muslos y pechos. Mi cara se ve cansada, con ojeras. No duermo mucho y lo poco que duermo no es nada placentero.
Eres mía... escucho en mi cabeza como el gélido viento de invierno a travesando la llanura. Asiento muy a mi pesar. ...Cumple con tu parte del trato.Repite una y otra vez.
Lo haría. Pero Temosare por alguna razón quería que Solomon viniese con nosotros, y eso me hacía dudar en sus intenciones. Y en los planes que tendría para él.
Me volví y me apoyé a ambos lados de la silla donde reposaba.
-Si yo soy tu espía... -le susurré al oído dulcemente-...deberías darme caza y exterminarme.- Y le mordí el lóbulo de la oreja, tiré de él suavemtene y lo solté. Me quedé mirándole a los ojos juguetona. -Pero, general Kane, recuerda el juramento de la Asociación porque entre ellos está la castidad. ¡Porqué eres un santo! ¡EL PUÑO DE DIOS!-le repliqué con sorna-Y no como yo, que soy una pecadora. -Le confesé seria pero divertida.
Subí mi pierna derecha y posé los dedos del pie en el borde del asiento, delante de su entrepierna endurecida. Me alcé y como si llevase una bandera en la mano, me apoyé en su vara invisible, esperando que el viento de alta mar revolviese mis cabellos.
-Yo que he saciado mi apetito en todos y cada uno de mis marineros de agua dulce, durante toda la noche, e incluso durante días.- Me incliné hacia delante, cara a cara, mis pechos asomaban por encima del corsé- Pero con ninguno fue como contigo -Le confesé en un susurro. Me volví a alzar- Yo que he saciado mi ambición de riquezas y poder en cada conquista, yo que he saciado mi sed de sangre en cada rival que entorpecía mi camino. -Alcé el pecho con orgullo- Yo soy la capitán Priest, y el Santo Ángel es mi vida.-Proclamé a toda la habitación vanidosa. Sólo faltaban los aplausos y vítores.
Me quedé unos instantes mirando a la nada. Suspiré, volviendo a la realidad y bajé mi pie.*
-No tienes ni idea de cuánto has cambiado hasta que lo dices en voz alta -le confieso casi con pena. Me siento en la cama, y me pongo las botas.-Vamos a comer a algo. -Le digo seria mientras mis tripas siguen rugiendo.- Después venderé el caballo y compraré otro mejor. Ese no llegará muy lejos.-Le miré a los ojos cansada- Y tengo prisa... tenemos -me corregí.
*Por un instante la joven Issendra recordó todas aquellas veces que había amado al hombre con el que se encontraba en aquel momento en su habitación: en un granero, en una posada, en un lago, en un río,..., incluso mientras montaban a caballo, aquella vez si que había quedado amoratada de tanto golpe contra la grupa del animal. Siempre ocultándose, en secreto. Pues el incumplimiento de cualquiera norma del juramente se pagaba con la muerte
Estaban tan cerca, y a la vez, tan lejos.
Un abismo los separaba. O quizás sólo era el destino.
La observo en silencio mientras se explaya. Mucho santo varón y mucha religiosidad, pero cuando su pierna esta extendida así, con sus dedos perfectos a tan poca distancia de mi masculinidad, al hombre santo le pueden dar puerta. Como si ella no supiera el efecto que me causa, que me ha causado siempre. Ademas...puedes que se haya acostado con todos los que ella dice, pero se que no han significado nada.
A menos que uno de ellos lo haya sido y por eso se aleja del mar...huyendo de el.
Si eres el espía tomare medidas. Por el momento ambos sabemos que nunca has sido de las que pasan desapercibidas. Triste estampa para un espía, no crees.
Me pongo en pie y suspiro. Esta misión se me va a hacer muy cuesta arriba, eso esta claro.
-Esta mision, soy yo -le digo seria reprendiendolo.
Comimios. Compre un nuevo caballo y cuando ibamos a salir, me quede mirando a Solomon.
-Y ¿tu caballo? ¿Como has llegado hasta aqui?
Una suave risilla suena en mi cabeza. Ya decia yo que hacia rato que estaba callado.
Compro un caballo en el mismo sitio en el que lo compra ella. No creo que compartir el suyo vaya a ser buena idea. Cuando me pregunta por el mio carraspeo incomodo.Lo del caballo negro aun me escama.
No tengo suerte con los caballos. Se derrumbo el pobre a un kilómetro de este pueblo.Ya sabes que no se me da bien cuidar de animales vivos...ni mascotas...ni novias. Muy sutil, que no note que aun estas dolido porque se marchase sin avisar.
Y a donde dices que vamos?
¡Ja! ¿Novias? Este de santo tiene lo mismo que yo. Debe saber ocultarlo muy bien para que no lo matasen todavia. Carraspeo yo tambien. Monto en la grupa del corcel y me quedo mirandole.
-Vamos a un convento en la Toscana. Hasta el momento no te dire nada mas. Nos llevara dos dias. Pararemos en algun punto intermedio donde descansar.
Espoleo el animal que se pone en marcha enseguida.
-Dime una cosa -le digo coloquialmente durante nuestro viaje- ¿me has echado de menos?
Un convento?. Me encanta. Monto en mi caballo y le miro lleno de ironía. No me digas que por fin vas a ingresar a uno y ofrecerte por entera al señor. Tal vez el tono es incluso demasiado irónico. No me la veo como monja en ninguno de los presentes posibles.
Oírla que vamos a cabalgar duro me hace sonreír. Es ella la que a pasado en el mar los últimos años. Durante la noche ya he podido comprobar en sus carnes que ha perdido la costumbre de montar. Su pregunta, por lo repentina me descoloca y en un primer momento no se que decir.
Echarte de menos?. Es posible, respondo con cautela. Aunque las mas de las ocasiones te recordaba con cierta rabia.
Me sonrio ante su observacion de hacerme novicia. Seria capaz de venir todas las noches a mi cama solo para hacerme cambiar de idea o quizas con el morbo que le provocaria el habito y mis votos... para perverrtirme mas de lo que estaba.
-¿Rabia? -musite- Yo mas bien diria odio. Pero eso no te bastaba para darme de azotainas en medio de la calle. Preferiste ponerme un cuchillo al cuello-le reprendi- Querido Solomon, guardame todo el rencor que quiers. No me arrepiento de nada
En medio de un camino. Desmontamos con intencion de estirar las piernas. Comer algo de cecina deshidratada. Pero cuandto baje. Note que las piernas me flojeaban y mis gluteos estaban completamente doloridos. Habia perdido la practica. Y eso que habia montado a buenos sementales en cubierta, pero sin duda un caballo, era un caballo
Lo del cuchillo fue antes de saber que eras tu. De no ser tu estarías muerta,así que no creo que hay estado tan mal, no crees?. Sonrío a su espalda mientras el caballo la alcanza y se pone junto a ella. Eso no tuvo nada que ver con la rabia, el odio o el amor. Aquello fue trabajo nada mas.
Callo un rato mientras la escucho, tratando de no enfadarme como tantas veces lo hiciera antaño al recordarme abandonado. No te arrepientes de nada?. Me alegro saber que pasaste de mi sin ningún problema. Supongo que es justo, no puedo competir con una tripulación entera de hombres con hambre de mujer.
Después de eso permanezco callado, sin querer decir nada mas ni entrar en conversaciones. Cuando paramos a descansar me rio por lo bajo al ver sus gestos.
Te falta practica en cabalgar como Dios manda Issy. Un masajito?
Me lo quedo mirando cabizbaja, reprochando sus palabras con mi mirar. Saco mi pistola de corsaria y apunto a sus partes intimas
-Aleja esas manos de mi - le respondo amenazante.- Buscare a que cualquier otro me de un masaje antes que tu.
Yo tambien estaba dolida. Y aunque se las iba a hacer pagar todas juntas, el no sabria el porque. Pero no me importaba. Nuestro juego de amor odio revivia viejos recuerdos, algunos felices y otros amargos. Y mas de una herida abierta comenzaba a sangrar.
Tome de la alforja mi bota de vino y apure el trago hasta el final. Saque otra bota de vino y empece a beber como si no hubiese mañana
¿Tantas ganas tienes de reunirte conmigo?No se equivocaba. Queria saber que queria a Solomon con nosotros.
Ella me echa en cara que ayer le pusiese la daga en la garganta pero no ve tan mal apuntar a mis partes con su pistola. Es un sentido de la justicia muy equilibrado, si señor. Alce las manos dando a entender que solo era una broma y luego me las froto, dando a entender que jamas la tocaría con manos limpias. Si se lo creía es que me conocía bien poco.
A lo largo de la cena Issy no hace mas que comer, así que supongo que quedara inconsciente mucho antes de que podamos hablar de turnos de guardia. Claro que tampoco podría fiarme de ella. La dejaría descansar toda la noche sin molestarla. Hoy no ocurriría lo de ayer. Me prometo a mi mismo. Claro que mi voluntad y palabra cuando ella estaba implicada era poca. Ya había roto los votos por ella y eso era algo que jamas podría recuperar.
Duerme, yo haré guardia.
Alce la vista y le mire con los ojos enrojecidos. En mi cara se reflejaba el pavor. No queria dormir, no queria volver al lugar donde era un juguete para Temosare. Odiaba que me tocase que me mirase y hablase. Su lengua recorria mi piel. Me daba tanto asco y pavor. Pero ya no habia tiempo de dar marcha atras. Era lo que habia elegido, y el sueño se apoderaba de mi.
-No sere tu muñeca -le dije a la voz de im interior. Me aceruqe a Solomon y le agarre la mano con fuerza. Tenia tanto miedo de no despertar y quedarme atrapada en mis sueños que me hizo bajar la guardia- Si notas que me muevo mucho. Despiertame. -le pedi casi con desesperacion. Mis terrores nocturnos comenzaban.
Me acomode en un rincon y con la manta del caballo sobre mi, me quede dormida en seguida.
Que mala leche tiene Issy. Primero me dice que no sera mi muñeca, como si decirle lo del masaje fuera insinuar algo así. Que yo sepa Issy jamas a sido la muñeca de nadie. Me callo la respuesta amarga que esta por brotar de mis labios cuando se acerca a mi, y con miedo en los ojos me tiende su mano. Aqui hay algo que no comprendo y que no tiene buena punta. Mejor se lo pregunto mañana cuando este mas descansada y sobria.
Le acaricio con gesto tierno la cara, algo impropio de mi y aprieto tu mano. Te prometo que no dejare que nadie te haga daño Issy, te doy mi palabra.
-¿Por qué? ¿Por qué te comportas así, Issendra? -decía Temosare mientras lamía los pies hinchados de la joven. Su lengua rodeaba los dedos de la joven.- ¡¡¡NO!!! -le gritó- No me mires así, flor de Jericó. Tú elegiste esto.
Se apartó levemente de ella mientras la seguía mirando cabizbajo.
-Lo se, te pongo enferma, te doy asco y un largo etc. Llevo oyendo tus pensamientos desde que nos unimos. -Se llevo los dedos a las sienes y se aplicó un ligero masaje mientras se paseaba ante ella. La miro fijamente y una sonrisilla difuminada se dibujó en sus labios- ¡Cuánto más me odias, más te deseo! -confesó pervesamente.- Y ahí es donde entra tu amigo -confesó al fin.
-¡¡¡¡¡SI!!!! -rió frenéticamente.- Él será parte del trato. Lo se, lo se. No digas nada, lo se perfectamente. No entraba en nuestro trato. Pero... y si... pero no se... quizás... -se quedó pensativo- Le ofreceré otro trato que no podrá rechazar, ¿qué te parece? Lo se, es una genialidad.
Se acercó a ella y besos sus piernas desde los pies hasta el interior del muslo, se acercó a su cara y la besó.
-Ódiame.... -susurró morboso. Un martillo apareció en sus manos. Tomó un clavo, posó la punta en una de sus muñecas y empezó a atravesar la muñeca de Issendra mientras gritaba en silencio. Pues ni siquiera voz se le permitía en ese lugar. Siguió con la otra muñeca y por último los tobillos. Temosare encantando con su obra, retrocedió para observarla mejor. Y con una rama de olivo empezó a azotarla en pechos, barriga, brazos y piernas.- Grita, Issendra, grita para mí, quiero oírte bien fuerte. ¡¡¡VAMOS!!! ¡¡¡¡¡¡GRIIITTTAAAAAA!!!!!
Pero ni un sonido salía de su boca, sólo las lágrimas que corrían por su cara reflejaba el dolor que sentía en todo su ser. La impotencia, el sufrimiento, la soledad, el tormento, el vacío,....
Temosare se acercó a ella por última vez, sus caras estaban tan próximas que respiraban el mismo aire. Temosare alargó su mano, y apoyó la uña de su índice sobre la mejilla haciéndole un corte profundo hasta la barbilla. Bajó por su cuello y de ahí por sus pechos y viento hasta llegar a su entrepierna.
-No tienes ni idea de lo mucho que te deseo -repitió y desapareció en el preciso instante que iba a meterle esa puntiaguda uña entre sus piernas.
Issendra se levantó rauda, sólo había pasado diez minutos desde que se había acostado en su rincón. Dejó caer la manta al suelo y se acercó, contoneándose, a Solomon.
-Amor mío, mi amante, mi esposo, mi hermano. -Empezó a decir mientras se desnudaba -¿Me deseas? -Se arrodilló ante él y empezó a tocar sus entrepierna sobre la ropa- Dime que deseas, hazme tuya, aquí y ahora. Bésame, ámame toda la noche, Solomon Kane.-Acariciaba su pecho, sus mejillas, su pelo- Lame mis pechos, acaricia mi piel. Tómame.
Solo son unos minutos, pero aunque Issy no se mueve demasiado si que noto mas de lo conveniente y su ceño se frunce mientras su rostro adopta una expresión testaruda. Issy se comporta de una manera muy extraña. No es para nada la gran mujer que antaño conocí. Esta tan desconocida que parece otra. Con un escalofrió pienso en todas las veces que como exorcista me han llamado porque la gente nota que sus seres queridos han cambiado.Siendo yo lo que soy me odio por no haberlo pensado hasta este momento. Incluso la sensación de frio que siento al mirarla mientras duerme es consecuente.
Estoy a punto de levantarme y acercarme a ella.Mientras duerme es un buen momento para ver si esta poseída. Es cuando menos lucha hay entre el huésped y el ocupante demoníaco, es cuando la barrera es mas tenue y mas fáciles detectarlo.
Sin embargo mi intención queda en nada, Issy se pone en pie y se acerca a mi con movimientos incitantes, quitandose la ropa y hablando en un tono ronco y excitante que borran de mi mente la intención de ver si esta poseída. De un plumazo, tal es el poder que ella tiene en mi.
Desnuda, dispuesta...estoy yo dispuesto?. Dispuesto a cerrar los ojos a mis sospechas y a poseerla tal y como deseo?. Pero la estaría poseyendo a ella o el ser que la habitaba me incitaba a hacerle daño de esta forma. Issy ya había dejado muy claro,a punta de pistola nada menos, lo que pensaba de que pusiese mis manos sobre ella. Claro que también puede haber cambiado de parecer...
Hace 5 años habría caído sin mas en la tentación, pero ahora soy mayor, curtido por el dolor y la decepción. Ya no pienso que estas cosas pasan porque si...ahora soy desconfiado.
Con un gesto en el rostro que no me cuesta mucho que parezca excitado, acerco mis manos a su rostro, lo acaricio y antes de que pueda impedírmelo coloco mis manos en sus sienes y la sondeo, tratando de ver si hay algo mas dentro del cuerpo de Issy aparte de su alma.
Temo y anhelo la respuesta.
No puede mover el cuerpo de Issy. Se siente vulnerable en brazos de exorcista. El control de su mente pasa a otro estado, y decide abandonar el cuerpo para volver con su prisionera. Por una vez en su vida no se siente tan seguro.
Issendra sigue en la cruz cuando lo ve llegar se revuelve nerviosa, su cuerpo manchado de lagrimas y sangre excitan a Temosare pero no es momento.
Crea una barrera entre huesped y el para que los intrusos no puedan entrar. Y el cuerpo de Issendra duerme mientras permanece inmovil y sufridora en su cruz.
Pero que...la exclamación es porque de pronto Issy se derrumba en mis brazos, evidentemente dormida, como si hace un momento no me tentase con todos los placeres carnales del planeta. He oído hablar de personas que caminan e incluso hablan estando dormidas...pero lo de Issy a sido ir un paso mas allá. Ir un paso mas allá en todo si que es un rasgo de ella. Pienso irónicamente.
Termino la exploración sobre ella, aunque no es definitiva, durante unos momentos mi concentración a sido perturbada por su repentino desplome y de estar poseída ese momento podría haberse usado para ocultarse. Mañana tendría que vigilarla muy estrechamente para ver si había mas incongruencias en su comportamiento. Tal vez hablar con ella si la veía de humor.
La tomo en brazos y por segunda noche consecutiva la llevo hasta su lecho.Esta vez es una cama y esta vez ella eesta desnuda. Un santo varón resistiría la tentación...pero ya no soy un santo varón.
La deposito suavemente en su lecho de mantas y extiendo sus miembros, dándole una postura mas cómoda para dormir. Mis manos no pueden evitar recorrer un poco mas de la cuenta su piel mientras lo hago. Bastante mas que un poco en realidad. El cuerpo de Issy tiene tantos lugares, tantos recovecos que antaño tocaba y acariciaba, arrancándole suspiros unas veces, carcajadas otras, que no puedo evitar repetir algunas de mis caricias en sus muslos.
Noto la delgada capa de sudor que impregna su cuerpo y tomo un trapo de mis alforjas, un pañuelo de seda mas bien que ni siquiera recordaba llevar. Es lo único que me dejo Issy cuando se marcho, su gran pañuelo de seda azul índigo. Aun había días que rozaba mi rostro con el, imaginándome su perfume y odiándome por hacerlo, odiándola por reducirme a esto.
Comienzo a recorrer su cuerpo con la suave tela, tímido al principio,mas decidido después. Si se despierta no puede decirme nada...hace un momento se ofrecía a mi como una diosa de la fertilidad romana.No puede parecerle mal que la adecente un poco. Recorro largo rato su cuerpo antes de terminar, mis manos y mis ojos centelleantes al recordar y sentir estas curvas antaño conocidas.
Si me atreviese a mas...
Mis ojos se camuflaban entre mis cabellos sucios. Podía ver a Temosare agitado de un lado a otro, algo le preocupaba. Trataba de no moverme, las clavos desgarraban carnes, músculo, tendones y muy pronto mis huesos comenzarían a ceder.
Y de repente se paró. Se quedó bajo la cruz mirando la punta de sus pies, suspendido en la nada.
-Dime una cosa, ¿qué pasaría si rompiese mi trato?
Mis ojos se abrieron más de lo normal, y lo miré aterrada mientras trataba de revolver queriendo hacerle cambiar de idea.
-Ya, ya. Tranquila, sólo era una pregunta. -Respondió sin mirarme, cabizbajo, inmerso en sus pensamientos.
Pasaron las horas y desperté. Me incorporé y vi que estaba desnuda, me cubrí con la manta del caballo y busqué con la mirada a Solomon. Dormía. Me quedé mirándole, y observé que tenía mi pañuelo azul de seda enrollado en la mano. Por un momento me sentí confundida.
Se ha comportado como un caballero, contigo.
Aparté mi mirada. Me quedé mirando la manta sucia que cubría mi cuerpo y las lágrimas asomaron a mis ojos, no aguantaría mucho más esta situación. Y la idea del suicidio se me pasó por la cabeza, sólo un instante, y al momento se fue pues era completamente imposible.
Debía pagar por lo que me había concedido Temosare, hasta el final de mis días.