El joven se encoge de hombros.
- No lo se, todo iba bien al llegar, pero cuando quedo claro que aquí no iba a encontrar una cura se negó a dejarme volver a Katapesh - el joven recompone su ropa mientras habla - Creía que en la ciudad estaría fuera de control. - golpea el cuerpo con una pierna - Parece que al final fue el quien perdió el control.
- En cuanto podías me gustaría que nos pusiéramos en marcha - añade cuando ya esta lo más arreglado que es posible en medio del desierto - Estoy harto de este lugar.
Genial. Nos hemos cargado al bueno. - Jaali se encoge de hombros, al fin y al cabo, no se puede hacer el bien sin matar inocentes, verdad? Y Omar, visto lo visto, cuando consigamos armas de plata no parece ser un problema para el enano y la druida. - Bueno, quizas me quede con este grupo. No son tan incompetentes como parecia
Ateela mira los restos de Haidar. Se esfuerza en que su rostro impasible no refleje sus sentimientos, la punzante sensación de que han fallado. Han encontrado a Omar, es posible que cobren la recompensa, pero han fallado. Ha muerto un hombre bueno; perseguido por sus fantasmas, acorralado por las circunstancias de la vida en un templo ruinoso y miserable, pero bueno de corazón... de ese corazón que ya no le va a servir de mucho.
Los dioses escriben con renglones torcidos, sin duda. Siento lo que ha ocurrido, Haidar. Que tu espíritu encuentre la paz que no encontraste en vida.
Ateela sigue al resto del grupo mientras empiezan el camino de vuelta a Solku.
Por cierto, nota mental: hablar con los compañeros de la Ciudadela para conseguir un par de cimitarras de plata (y tal vez una daga como último recurso) en cuanto llegue a Solku.
Morbo no sabe que decir, al final no ha hablado Nethys, no ha hablado su espada, el mago no ha hecho nada y nadie se ha salvado. Por no hacer, no ha hecho nada ni él.
Madre mia... Como me haya imaginado yo todo esto en buen lio les he metido y de mejor lio nos hemos librado.
Y felicitando al enano, le da una palmada en la espalda y dice:
- Bueno, parece que misión cumplida eh Dorwas! No se que os daban de comer allá de donde venís pero sin duda ha hecho de ti un feroz compañero! y mirando a la druida y haciendo que se quita un sombrero ficticio:
- Señorita, un gran trabajo.
Va a ser que la plata no va a servir sólo para venderla!
Jonova permanece en el suelo, a pesar de haber sido breve, el miedo y el esfuerzo fueron grandes. El sudor perla la frente de la joven mientras esa examina con rostro inextresivo el profundo rasguño que muestra su muslo.
Una herida causada por un licántropo...
El rostro tostado y curtido de la joven druida parece palidecer mientras Jarael, con semblante dolido se acerca a su compañera para lamerle la herida.
Tras unos instante la joven saca del zurrón un pañuelo y lo anuda alrededor de la pierna, tras limpiar la herida con agua clara y limpiarla con un paño limpio. Con la ayuda del cayado se incorpora con Jarael a su vera.
- Es una buena hora para partir.- Dice sin añadir nada más.
En silencio, abrumados por la situación, el grupo abandona el templo y el cadáver de Haidar.
Por suerte las dificultades del viaje por el desierto, el calor sofocante y las rocas que se clavan en los pies ayudan a olvidar.
Omar recupera rápidamente el buen humor, comentando las maravillas del desierto. Resiste el viaje mucho mejor de lo que sería normal en una persona acostumbrada a vivir en la ciudad.
Poco a poco el día va transcurriendo y la noche empieza a caer en el desierto...
Jaali pasa el viaje, enfrascado en sus libros para olvidar:
1. La muerte de Haidar, unicamente culpable de fiarse de nosotros
2. Su fracaso en el templo y lo poco que le ha servido para extender sus conocimientos magicos.
Jaali ha aprendido sus dos conjuros en el viaje. Por las tiradas parecia que Omar tiene menos de 5 DG asi que a lo mejor hasta funcionan.Si no, pues nada, si Omar se transforma, Dorwas le coge toda la noche hasta que vuelva a forma humana
Jonova se las apaña para mantener la marcha al ritmo de sus compañeros a pesar de la herida, pues algunos de sus compañeros están en peor estado y menos acostumbrados a moverse por el desierto.
Su carácter pragmático, le permite mantenerse activa sin problemas de índole moral, a su parecer eran Haitar o ellos, una vez empezara el combate o se defendían o morían. La vida en el desierto le había enseñado esta verdad tan básica que muchos urbanitas pronto olvidaban.
Raffius guardó un largo y estricto silencio en el primer tramo de la vuelta por el desierto que era, como mínimo, extraño en él. Podría pensarse, al menos para quien no le conociese, que algo en este viaje lo había cambiado. QUe había aprendido de la brutalidad humana, de su odio, de su codicia, de su maldad, envidia o simplemente de su ira malsana. Podría decirse que había perdido su inocencia y su encanto por vivir al ver tan corrompidos y profanados, quizá por desesperación, a aquellos dos hombres que habían luchado a muerte transformados en panteras.
Podría pensarse todo esto y mucho más, y quien lo hiciese no tendría ni idea de como funcionaba la mente de Raffius. No le conocería ni lo más mínimo. Y es que el silencio de Raffius se debía principalmente a que no había visto dragones. Su decepción era la decepción de un niño al que le prometen un caramelo y no se lo dan... solo que todos los niños saben que los caramelos existen. También estaba muy decepcionado con su pequeño cuchillo.
Qué decepcionante. La vida fuera de la ciudad resulta ser mucho más monótona que dentro de ella. Parece que fuera, todo son perros-humanos. Lo del señor Omar lo entiendo, porque nos lo habían advertido, y lo de Haidar, bueno... pero lo de los "nols" esos ya me parece un exceso de hombres perro. ¿Habrá también hombres camello? ¿Hombres escorpión? ¿Hombres coyote?
La pregunta era estúpida. Raffius sabía que los hombres camello existían. Se lo había contado Ahmed el Zarpas. Según su cuento, a todas luces verídico, en una extraña mezquita de una ciudad muy lejana llamada Pha-Riss, vivía un hombre camello famoso que tocaba las campanas y vivía recluido en uno de sus minaretes.
Pero ni un solo dragón hemos visto. Solo calor, arena y tristeza.
Sí, tristeza. Esa era la sensación que le había causado a Raffius el cadáver de Haidar, tan quieto, desgarrado en el suelo. Una pena absoluta, una tristeza vacía y fría como las que producen las ferias abandonadas: ambientes que antaño fueron cálidos, felices y en movimiento y hoy en día eran solo esqueletos vacíos y fríos, en burla o en recuerdo de lo que habían sido. Y así había quedado Haidar. Un hombre que podía correr por los desiertos en forma de pantera y ahora ni siquiera podría volver a moverse en forma humana. Y ¿quién teníala culpa? Nadie. Nadie tenía la culpa. Lo único que alentaba a Raffius era el épico combate contra las estatuas que se movían. Le habían dejado maravillado, patidifuso, aunque no entendía las malas intenciones de estas para contra ellos y le había dado pena que las destruyesen, aunque entendía que no había habido otra posibilidad.
Quizá algún día pueda yo construir una estatua que se mueva. Pero si algún día lo consigo, tendrá forma de dragón, o de leodarpo, no me cabe duda. Y entonces le enseñaré modales, para que no vaya atacando por ahí a gente indefensa. Le enseñaré a bailar danza del vientre y a saludar amablemente a las señoras y a hacer trucos de magia a los niños. Y se la enseñaré a Dorwas, y a Jaali, e incluso a Morbo, Ateela y Bethel. Y quizá incluso acepte Jonova un cambio por su leodarpo.
Al final, distraido, se acerca a Dorwas. Omar no le gusta y trata de evitarle siempre que pueda. Es distante, arrogante y orgulloso. Es idiota. A Raffius no le gustan los idiotas.
- ¿Y ahora qué haremos, Dorwas? No quiero volver a mi barrio, la vida allí es casi tan aburrida como en este desierto. Estoy seguro de que en el mundo hay muchas cosas que todavía no hemos visto. Cosas terribles, como las que tiene que haber visto Jaali para tener siempre ese humor, y cosas maravillosas que seguro que pueden curárselo. Quizá deberíamos llevárnosle a que las viera. Si le dejamos solo,se agriará más y más y al final acabará convertido en un limón. No sería la primera vez, conozco la historia de un visir al que todo le parecía mal que acabó convertido en uno, ¿te la he contado alguna vez? Verás...
Ale, tochopost pa compensar