... Y en aquel entonces los dioses ayudaron a Gilgamešh enviándole sus armas mágicas, la Espada del Valor, el Hacha de la Fuerza y el Amuleto de la Fortuna, para vencer al Emperador Cobra, que se hundió inerte en las aguas del mar, esperando la conjunción de astros que le permitiese alzarse de nuevo contra la Humanidad.
Así fue como Gilgamešh acabó convirtiéndose en el quinto rey de Erech y gobernó en todo Kulab, mas la inmortalidad no le fue concedida y los sabios predijeron que el Emperador Cobra no tardaría en alzarse de nuevo…
Utnaspishtim, oráculo de Khytya
Las naves Cobra han sido vistas de nuevo sobrevolando los pueblos libres. Los leviatanes proliferan en el Mar de la Niebla, mientras que las tribus salvajes se preparan para la guerra. Los sabios comienzan a interpretar las señales y todo parece indicar que el Emperador Cobra ha vuelto.
Khytya es el más meridional de los tres reinos que formaban el antiguo feudo de Erech en Kulab. Abarca una amplia zona de foresta selvática por la que hay diseminadas una innumerable cantidad de ruinas de vetustos templos y ciudades construidas por los antiguos dioses.
En la antigüedad, dioses y humanos convivían en una aparente paz en estas ciudades que se repartían por todo el mundo. Pero algo ocurrió que provocó la partida de los dioses y con ello el abandono de las ciudades. Poco a poco, la floreciente civilización que habían forjado juntos se fue olvidando en las nieblas del tiempo. Los hombres, incapaces de controlar sin los dioses la tecnología de aquel tiempo, fueron abandonando templos y ciudades para fundar sus propios reinos salvajes. Solo el fabuloso reino de Erech sobrevivió como testigo de lo que pudo ser aquella próspera civilización. Y entonces vino el Imperio Cobra, y con él la guerra. El Emperador Cobra, del que muchos dicen que es uno de los antiguos dioses, se rebeló contra los reinos salvajes de los hombres, pretendiendo someterlos bajo su yugo. Pero los subestimó. Surgió un héroe de entre la raza de los hombres, Gilgamešh, que logró derrotarle con la ayuda de los otros dioses. Tras la guerra y bajo su reinado se vivieron largos periodos de paz en los que florecieron los tres reinos en los que quedó dividido el reino de Erech: Khytya y sus profundas selvas, Vendha con sus infinitas arenas, e Hyrca bajo sus eternos hielos.
La vida en la selva es dura. La tierra es demasiado virgen y salvaje para ser cultivada, salvo en las estepas, y la caza, aunque abundante, es ferozmente disputada por las criaturas que habitan en la propia selva. El pueblo khytyano, al que perteneces, es principalmente una sociedad basada en la caza, la recolección salvaje y el trueque. La sociedad khytyana se ha desarrollado en el seno mismo de la selva, habitando con chozas las copas y el interior mismo de sus enormes árboles, al estilo primitivo. Khytya, la mayor ciudad del reino, es un enorme entramado de cabañas y puentes colgantes que ocupa varios kilómetros en el corazón de la selva. Lejos de lo que se pueda pensar por su primitiva apariencia, conforma una compleja sociedad jerárquica bajo el mando de un vasîm, o rey, que es elegido por meritocracia, según el periodo por el que atraviese el reino o las necesidades del momento.
Los khytyanos trabajan bien el hierro y el acero hasta cierto punto, principalmente para la confección de objetos ligeros que abarcan desde puntas de lanzas y flechas hasta largos cuchillos curvos conocidos como sûr. A pesar de no conformar una sociedad dividida en castas, la principal profesión es la de cazador y la más valorada la de guerrero.
Dispersas a lo largo y ancho de la selva khytyana se hallan las ruinas de los antiguos templos y ciudades de los dioses, ahora tierras prohibidas por el peligro que entrañan: la perditecnia, un término que abarca a todo objeto o artefacto perteneciente a la antigua civilización de dioses y humanos. Muchas veces son objetos mecánicos, otras mágicos, pero siempre entrañan un gran poder y con ello un peligro igual o mayor. Es por esto que todos los vasîm han decretado esos objetos, así como transitar por esos lugares, como una prohibición.
El pueblo khytyano no es un pueblo particularmente religioso, siendo animistas con creencias propias en su mayor medida.
Ahora ya conoces lo necesario para vivir una emocionante aventura en el mundo del Imperio Cobra.
En este relato tú serás Tarak, un joven khytyano de veinticuatro estaciones que vive con su padre Udath y su hermano pequeño en la ciudad selvática de Khytya. Tu madre murió de fiebres hace algunos años y desde entonces sobrevives dedicándote a la caza con el resto de tu familia. Tu padre y tú pertenecéis a la milicia de la ciudad y contribuís en su defensa. Tu hermano Qimat se unirá en cuanto tenga la edad suficiente para servir.
Tu aventura comienza aquí.