-Una mujer joven y hermosa y un bebé. Como los que han desaparecido. -Pensó Ebardo en voz alta entre cucharada y cucharada
De acuerdo que yo podía resultar alguien crédulo e ingenuo, pero cuanto más lo pensaba más convencido estaba que no eran ladrones precisamente lo que albergaba ese bosque. Todos con los que había hablado coincidían en que cosas extrañas ocurrían entre los árboles, incluso se hablaba de un jinete sin cabeza, aunque esto último fuera dicho por un pobre borracho. Mas... ¿quién era yo para dudar de que aquel hombre no hubiera visto algo sorprendente?
Escuché las palabras del merino, perdiéndome en mis propios pensamientos y haciéndo cábalas que, si las decía en voz alta, seguro que trataríanme de orate. Pero no pude dejar de crear una historia en mi cabeza, imaginándome al tal barón enloquecido de dolor por la pérdida de su esposa e hijo, convertido en un ermitaño sin contacto con gente alguna, vagando por esos bosques como alma atormentada y, una vez vista la oportunidad, raptó a mujer e infante para volver a formar una familia...
Volví a la realidad de sopetón, centrándome en el plato de comida y pensando si no sería mejor idea echarse atrás y dejar que fueran otros los que se adentraran en un bosque que, cada vez estaba más convencido de ello, estaba maldito.
Escuché atentamente las palabras del merino, al igual que mis compañeros. De nuevo salía el extraño nombre de ese tal Barón, pero ahora sabíamos que andábase desaparecido. Sin duda, harto extraño y sin explicación alguna.
Señor Antonio -le dije cuando acabó de hablar-. Entonces vos, con todo lo que ha contado... ¿Non atreveríase vos a ir al bosque sólo, verdad? ¿O sí? He oído otras cosas, a decir verdad...
El hombre se queda un momento mirando fijamente a Inés y después baja la mirada avergonzado.-No, no me atrevería.-Después se queda callado, mirando al suelo. Se rehace y sigue comiendo, sin mirar a nadie, con desgana. Finalmente aparta el plato-No hay quien se coma estas gachas-Se levanta y hace ademán de marcharse, pero antes de irse os dice-He preparado el establo para que podáis dormir en el, mañana saldremos pronto.
En un principio se marcha a dormir,a no ser que le preguntéis algo más. Si no, doy la escena por cerrada.
Cuando se va Antonio (salvo que alguien le pregunte algo más), Ebardo se dirige a sus compañeros.
-En mi paseo no he averiguado gran cosa. Hay quien piensa que fue la propia esclava del merino quien raptó al bebé. La moza era joven y hermosa. Tampoco tenía amigas, pues las mujeres del lugar veían en ella una rival por su belleza.
Una moza del pueblo me dijo que unos bandidos se la llevaron cuando iba por agua. Pero no llegué a preguntarle si ella lo vio. ¿Acaso alguien vio el rapto? No se puede descartar que se fuese por propia voluntad sin participación alguna de los bandidos.
El cura no descarta que fuese un poco bruja, porque era mora. Tú qué dices Basim, ¿sois los moros todos brujos?
Al decir esto en el rostro de Ebardo se dibuja una gran sonrisa, pues no cree en brujerías.
Yo no pregunto más al Merino.
Salvo que me pregunten algo, tampoco postearé más en esta escena. Así que, también por mí parte puede quedar cerrada.
Oía mientras masticaba los últimos pedazos de mi comida: la revelación de Ebardo era interesante. Esperé antes de añadir mi granito de arena.
—No muchacho, no todos los moros son brujos ni creen en brujerías. —Sonreíle a mi vez al tal Ebardo sin ver malicia en sus palabras.
El merino habíase despedido de nosotros y ahora tocaba poner en común lo que habíamos descubierto, no gran cosa por lo visto, y lo mismo que le habían contado al joven, o por lo menos parecido, habíanmelo contado a mí también.
—A mí también habláronme de la belleza de la moza, lo que despertaría más de una envidia y muchos celos entre las mujeres de por aquí, incluida la del merino. —Añadí bajando la voz pues no quería que ni Antonio ni su mujer pudieran escucharme—. Esa podría ser excusa para llevarse a la moza pero ¿a un recién nacido? —Negué con la cabeza.
—También contáronme lo del bosque embrujado, incluso dijéronme de un jinete sin cabeza que galopa entre los árboles. —Obvié el hecho de que quien me lo había contado era un borracho, pues si la historia era ya poco creíble menos lo sería de boca de un beodo—. ¿Y si se trata del barón que en su locura anda buscando a su mujer y a su hijo muertos?
Sabía que me tomarían por un ignorante, un loco o un simplón, pero poco importábame ya que estaba acostumbrado a que fueran pocos los que me tuvieran en cuenta. Ya cambiaría toda mi suerte cuando encontrara aquello que iba buscando.
—Bueno, será mejor irse a descansar si queremos estar con la mente lúcida para enfrentar el día de mañana.
Además, yo tendría que madrugar para el Fajr, la primera salat del día que se hacía al amanecer.
Tras oír a Basim preferí descansar un poco. Ciertamente, se me quitaron las ganas de preguntar al merino, ya que cabía más de una posibilidad para este entuerto tan extraño et con tantos participantes posibles. Habría que explorar el bosque y el cementerio, et ver si tales leyendas eran verdad.