Partida Rol por web

Tras unos minutos de conducción por el centro de Paris, evitando algunas calles con el tráfico demasiado denso, mediante algunos pequeños rodeos, llegáis a la comisaría de Saint Denis. Que es una de las más nuevas de París, y cuenta con varios adelantos: detector de metales, laboratorio forense, morgue propia, sistemas informáticos protegidos y cámaras de seguridad instaladas en las celdas, revisadas constantemente por un gendarme que hay en el vestíbulo.

Cuando entráis este agente os pregunta:

- ¡Buenos días! ¿Qué desean? ¿En qué puedo ayudarles?-

Todos sabéis, Jean el que mejor, que para ver el cuerpo de la modelo en la morgue, o para hablar con François Galle es necesaria la autorización de la inspectora Elisa Mace, que es la que lleva el caso. Para hacer las cosas bien, habría que hablar con ella en primer lugar.

Si os niega el acceso, tanto ir a la morgue como hablar con Gallé, se puede complicar mucho, ya que en esta comisaría las medidas de seguridad son elevadas. Es por lo tanto imprescindible causar una buena impresión a la inspectora.

O no, también podéis intentar colaros, romper puertas o abrir cerraduras, aunque si os pillan, que no será muy complicado, terminaréis encerrados.

París, comisaría de Saint Denis, 9:50.

Vuestro turno

Finalmente habían quedado de acuerdo en que valía la pena echar un vistazo al cadáver para decidir si había caso o no. No entendía mucho el poder de Hékate, incluso muchas veces su lado más científico lo intentaba negar, pero había acertado demasiadas veces como para aceptar que aquello era simple casualidad. El cuerpo desvelaría sus secretos, de una manera u otra, aunque solo había que resolver un detalle, un minúsculo detalle, el cuerpo estaba en una comisaría de policía. Eso significaba problemas de jurisdicción, egos policiales maltratados, y pegas, muchas pegas.

Se dirigieron hacia la comisaría en su viejo coche, pequeño y aparcable, perfecto para la gran ciudad, aunque meterse y salir de él era un ejercicio de contorsionismo. La comisaría resultó ser un rien ne va plus en cuanto a tecnología y facilidades, algo extraño en un cuerpo más anclado en el pasado que mirando en el futuro. Cuando llegaron frente al agente que controlaba el acceso sonrió y dejó sitio a Jean, casi lo empujó para ponerlo en primera línea y dijo

- Explíqueselo, detective Gabou.

A veces lo más fácil era decir la verdad, y confiar que el espíritu de cooperación entre cuerpos policiales hicieran el milagro, pero no estaban allí como interpol, sino como otra cosa. Si no funcionaba, tendrían que recurrir a otras cosas, más peligrosas, que igual les llevaría al calabozo, pero de momento habría que confiar en la labia de Gabou.

Jean pidió hablar con la comisaria Mace. Estaba seguro que no habría ninguna pega y que le daría permiso, así que prefirió hacer las cosas por los cauces normales. No podría ayudar a François si ponía al resto de la policía en su contra.

- Me gustaría hablar con la comisaria Mace. Dígale que el detective Gabou de la Interpol desea hablarla, solo le robaré un par de minutos. - Dijo Jean educadamente al gendarme de la puerta.

Jonah se subió al auto a acompañar a sus compañeros, esta era siempre la parte de la investigación que lo ponía más nervioso pero era el punto de expertice de sus compañeros. El vivía en el mundo del las máquinas, de los datos y de la información, entendía que un cuerpo tenía datos e información ocultos pero no era su punto de mayor experiencia.

Al llegar a la comisaría Jonah dejó que sus compañeros lleven la voz cantante, pero cuando la comisaria se presentó no pudo hacer otra cosa que saludarla.

Buenos días madame, Jonah Caen, encantado.

Luego del saludo dejó a Jean llevar adelante la conversación. El policía no sólo tenía más experiencia sino que tenía la autoridad para pedir lo que iban a pedir.

Hékate Lacroix observó detenidamente al gendarme de la puerta, estudiando cada gesto y detalle en su rostro. Los ojos del agente reflejaban el peso de la rutina, una monotonía impregnada de interrogatorios y formalidades. Sin embargo, detrás de su aparente indiferencia, Hékate intuía una curiosidad latente, una llama que ansiaba ser avivada por el misterio y lo sobrenatural.

Con paso silencioso y cauteloso, se acercó al agente, emanando una aura enigmática. Su voz, suave y melodiosa, resonó en el vestíbulo de la comisaría.

-Bonjour, monsieur. Soy Hékate Lacroix, una médium del Grupo Lambda-, dijo, dejando que sus palabras flotaran en el aire como un susurro intrigante. -Nos encontramos inmersos en un caso que involucra el oscuro arte del crimen y la incertidumbre del más allá. Buscamos respuestas en los vínculos entre los vivos y los muertos, en los secretos que solo los espíritus pueden desvelar.

Hékate sostuvo la mirada del gendarme, permitiendo que su expresión transmitiera un misterio enigmático. -Comprendemos que nuestra presencia puede resultar inusual, incluso desconcertante. Sin embargo, creemos que la insólita muerte de Nicole Devereaux oculta secretos más profundos de los que el ojo humano puede ver. Y estamos dispuestos a colaborar con la inspectora Mace para descubrir la verdad que yace más allá de este velo mortal.

Sus ojos, de un profundo color verde, destellaron un destello de determinación y persuasión. -Le ruego, monsieur, que transmita nuestro deseo de encontrarnos con la inspectora Mace. Permita que ella comprenda que nuestras habilidades peculiares pueden aportar una perspectiva única y valiosa a esta investigación. En tiempos de oscuridad, las fuerzas sobrenaturales pueden arrojar luz sobre lo desconocido y ayudarnos a desvelar la verdadera naturaleza de este crimen.

Hékate aguardó con paciencia, dejando que su presencia se mezclara con la atmósfera de la comisaría. Sabía que la clave residía en despertar la curiosidad de aquellos que custodiaban los secretos más oscuros de la ciudad. Era un juego peligroso, pero también el único camino hacia la verdad que anhelaban descubrir.

Jean miró a Hékate, mitad fastidiado, mitad divertido. 

Por un lado, la cara del gendarme después de oír hablar sobre fuerzas sobrenaturales era un poema, y a Jean le costaba aguantar la risa.

Por otro, estaba convirtiendo un mero trámite en un problema si el policía decidía que le estábamos tomando el pelo.

- Disculpe a mi compañera, es muy... intensa.

Tras unas breves palabras, el gendarme esta a punto de llamar por teléfono, cuando Hékate le deja con los ojos abiertos como platos. Veis la perplejidad en su rostro, no se esperaba algo así. Tiene unos momentos de duda, tras los cuales, hace una llamada, y en un instante os atiende.

-En un momento vendrán a buscarles, si lo desean pueden esperar sentados.- Y os señala una cercana sala de espera, en la que hay otras tres personas sentadas, mientras que otra esta sacando un café de la máquina de bebidas.

A penas os da tiempo a sentaros, cuando un joven gendarme llega hasta la sala y tras preguntar por los que querían ver a la inspectora, os guía hasta su cercano despacho.

Este es un caso claro, y sabéis por los contactos de Jean, que la inspectora aun no lo ha cerrado. Hay algo extraño, aunque también puede ser debido a lo meticulosa que es la inspectora, o a que esta quiere más protagonismo (es un caso importante y mediático), o alguna otra razón.

Esta mujer joven y atractiva entró al cuerpo de policía francés hace tan solo cinco años. Sin embargo, sus grandes éxitos como investigadora en casos extraordinariamente difíciles le han hecho subir rápidamente de rango. Actualmente ostenta el de inspectora y aspira al de comisaria.

Entráis en un amplio y soleado despacho, seguro que uno de los mejores de la comisaría, tras una enorme mesa tecleando algo, posiblemente un informe, se encuentra la bella inspectora. Al entrar, termina lo que estaba haciendo, y se levanta para sentarse junto a vosotros en una gran mesa.

Con una amplia sonrisa, os mira unos instantes antes de preguntaros:

-¿En qué puedo ayudarles?- A pesar de su aparente cordialidad y lo amable que parece, se nota que es una mujer enérgica y de un fuerte carácter. Tened cuidado con lo que le comentáis. Ya que, si metéis la pata, es muy posible que tengáis problemas en la comisaría.

Paris, comisaría de Saint Denis 10:00.

Vuestro turno.

- Buenos días, inspectora Mace. - dijo Jean, intentando destilar profesionalidad.

- Mi nombre es Jean Gabou, detective de la Interpol. He sabido que usted se encarga de un caso en el que está involucrado un amigo de mi familia, el pintor François Gallé. Sé que suena muy tópico, - Jean levantó los hombros, dando a entender que el argumento que iba a usar no parecía muy fuerte. - Pero tengo la firme convicción de que Gallé es inocente, a pesar de que parezca un caso claro.

Por favor, chicos, ahora no habléis de criaturas del Averno o aliens... -pensó Jean.- Aunque los culpables sean criaturas del Averno o aliens.

- Sé que suena un tópico, pero solo le pido que nos dé la oportunidad de demostrar la inocencia de nuestro amigo.Necesitaremos autorización para examinar el cuerpo, visitar la escena del crimen, y entrevistar al sospechoso.Hay algo raro en este caso, yo lo sé, usted lo sabe, y no podemos dejarlo así.

Hekate, sentada en la sala de espera, observa con atención el despacho de la inspectora Mace mientras espera su turno. Una sensación inquietante se apodera de ella, como si estuviera en presencia de algo más profundo y misterioso de lo que aparenta. Las sombras que se deslizan por las paredes parecen susurrarle secretos oscuros, despertando su curiosidad y desatando su sed de conocimiento. Hekate sabe qué hay más en juego de lo que se puede ver a simple vista, y está decidida a desentrañar los enigmas que rodean este caso.

Mientras la inspectora Mace se presenta y Jean expone su solicitud, Hekate mantiene una actitud reservada. Sus ojos, agudos y penetrantes, escudriñan cada gesto y expresión de la detective. Percibe en ella una mezcla intrigante de cordialidad y determinación, como si ocultara un mundo interior en constante lucha entre el deber y sus propias motivaciones. Hekate sabe que debe tener precaución, que cualquier paso en falso podría desencadenar una reacción impredecible. Por ahora, espera pacientemente, permitiendo que el suspenso se teja en el aire, listo para desplegar su sabiduría en el momento oportuno.

Mientras se desplazan hacia el despacho de la inspectora, Hekate se sumerge en sus propios pensamientos. Sabe que este caso puede llevarla por caminos peligrosos, donde la realidad se mezcla con lo inexplicable. Su experiencia y conocimiento en los misterios ocultos la han preparado para enfrentar situaciones inusuales, pero esta vez siente que hay algo más en juego. 

Jonah estuvo con sus compañeros y acompañó al grupo con su bolso para laptop colgando del hombro, si bien saludo amablemente a la inspectora, Jonah no pintaba nada en una conversación del tipo policial y decidió quedarse en silencio. Sin embargo mientras estaban conversando estaba atento a la configuración de las oficinas, los cables, los modems y las computadoras que había alrededor.

Jean está siendo super razonable y espero que la inspectora esté de nuestro lado. Sin embargo si no conseguimos esto será difícil robar información de este lugar, está muy bien protegido...

Mientras pensaba esto intentaba seguir la conversación, intentando absorber toda la información posible de lo que decía Elisa.

El detective Gabou reclamó la presencia de la inspectora Mace de forma escueta y profesional. Aquel era su territorio y él conocía como moverse, así que bastaba con no ponerse por medio, no molestar y dejar que tomara la iniciativa. Todo parecía ir bien hasta que Hékate comenzó a hablar. Dominique suspiró pesadamente al anticipar lo que vendría después, problemas, problemas de los gordos de los que acababan con uno en una celda.

No pudo interpretar la cara del gendarme, no era muy buena interpretando gente viva, pero a su juicio no parecía que estuviera muy interesado en lo paranormal, en soportar gente medio loca y en montar un circo en la entrada de sus dominios. El detective Gabou, afortunadamente, supo encauzar la situación y convencer al gendarme que no estaban allí para burlarse de él, del cuerpo o de Francia.

Tras la sorpresa inicial, avisaron a la inspectora y les señalaron una sala donde tomar café, algo que cualquiera del gremio sabe que no es bueno para la salud. No les dio mucho tiempo de esperar, ya que rápidamente fueron guiados a un despacho cercano, seguramente para no provocar un escándalo.

El despacho es grande, la mujer atractiva, destila poder y ambición, de esas que llegan lejos y que sobreviven. Los recibe con una sonrisa, algo extraño, pues estaban invadiendo su espacio y ella no tiene necesidad de recibirlos, y les dará la patada si se siente amenazada.  El detective Gabou se presenta y va al grano, creemos que el acusado puede ser inocente y pide permiso para demostrar su inocencia. Dominique se ajustó las gafas. Dudó en presentarse como forense, pero tal vez la fama de su incidente en el depósito había llegado más lejos de lo pensado. Perfil bajo, debía adoptar un perfil bajo y dejar que el detective allanara el camino. Finalmente se decide y dice

- Soy Dominique – Sin apellidos, mejor sin apellidos – Y soy la encargada de traducir de medicina forense a policía y de policía a medicina forense – sonrió – A veces nos gusta usar esos nombres largos y difíciles en los informes, y alguien tiene que ayudarles a hacer su trabajo.

La inspectora escucha con atención lo que le comentáis, y a penas os interrumpe, tan solo para alguna pequeña aclaración. Cuando termináis de hablar, la veis dudar. Se queda callada y pensativa unos minutos, no tiene nada claro que hacer.

Sabéis que al ser un caso que le ha sido asignado, ella es quien decide que hacer y cuando. También que no hay motivos para dejaros intervenir, aunque el no hacerlo podría parecer algo descortés por su parte.

Hay una lucha en su interior, pero antes de que la espera se haga demasiado larga, os contesta.

Os mira unos instantes, y os dice:

-No quiero que os quede ningún tipo de duda, este caso es mío, y yo seré quien lo cierre cuando lo considere oportuno. Cualquier decisión ha de serme consultada, así como comunicado de forma inmediata cualquier información de interés. ¿Queda esto bien claro?.- Tras lo que os mira a los ojos a todos, y añade.

-Pueden ver el cuerpo en la morgue, así como hablar con el sospechoso, por supuesto acompañados por un agente. Pero, al menos de momento, no puedo darles acceso al apartamento del pintor. Tendrían que esperar a que vayan los de la policía científica, no puedo dejarles entrar antes, ya que podrían contaminar el escenario del crimen.- De nuevo, hace una breve pausa, para finalmente añadir.

-Si están de acuerdo, adelante. Y de no estarlo, mejor que lo digan ahora, para evitarnos problemas y pérdidas de tiempo.- Y queda a la espera de vuestra respuesta.

Paris, comisaría de Saint Denis 10:15.

Vuestro turno.

La inspectora Mace tenía la sartén por el mango, y se lo dejo a todos meridianamente claro. Un paso en falso, una obstrucción en su investigación o una información no revelada y los pondría te patitas en la calle. No podían esperar más, de hecho, se podía considerar que la inspectora estaba teniendo mucha deferencia profesional con el detective Gabou. Sonrió escuetamente, y dijo

- Por mi parte está cristalino, su caso, sus reglas. 

Miró al detective Gabou y le preguntó

- ¿Qué te dice el instinto? Si vamos primero a visitar el cadáver tendremos algunos hechos sobre los que basar el interrogatorio, pero si el instinto te dice que es mejor hablar con el acusado primero así lo haremos.- Se encogió de hombros mostrando cierta empatía - Es tu amigo, así que te apoyaremos en lo que decidas.

Jean asintió con la cabeza. Le agradaba Mace, parecía a la vez una buena profesional y un buen ser humano.

- Desde luego, está claro como el agua. Le agradecemos su comprensión. 

La sugerencia de Dominique era sin duda el curso de acción más lógico.

- Creo que tienes razón, es mejor empezar por la morgue. Al fin y al cabo, si alguien no puede mentirte, es un cadáver. - Como en todos los detectives, el humor negro se había ido haciendo fuerte en Jean. Era la manera en la que muchos afrontaban un trabajo que consistía en ver lo peor de la humanidad todos los días.

- Lo mejor será empezar ya. Gracias de nuevo, Mace.

Mejor salimos de aquí antes de que se tuerza algo, -pensó Jean, dando gracias al cielo porque a Hékate no se le había ocurrido dar una charla ocultista a la inspectora.