Ante la indicación de Moonsong Tervalis asiente en un gesto mezcla de asentimiento y reverencia.
- Espero poder cumplir mi misión, por otra parte, creo que podríamos dedicar estos días a preparar el viaje, uno no sabe que se va a encontrar por las tierras de Krynn en estos tiempos.
Gundan miró con gesto afable a Rackir, y por dentro cierta sintió cierta pena por el desmemoriado desconocido. Lugo uno tras otro intervinieron los demás presentes.
- Será un honor ser vuestro guía y acompañante hasta la ciudadela de la Luz.- Contestó a todos y poco a poco vió como en el viaje de regreso serían una pequeña compañia de hombres con los que compartiera el camino. -Sin duda que son tiempo inciertos, aunque en nuestro caminar poco hemos encontrado de interés.- comentó ante la idea de Tervalis. Con la mano, buscó la cabeza del enano, y se la rascó suavemente.
- Has oido Ups, parece ser que tendremos compañía en el camino de vuelta.- Le dijo sonriente y animado.
El acto reflejo de Steel, el de rascar la cabeza roñosa y pulgosa del gully hizo que un montón de bichejos saltaran de la cabecita peluda para desperdigarse por el suelo mientras el enano miraba atónito el gesto del patilargo Estil. Si bien el aghar había tenido anteriormente contactos con larguiruchos normalmente eran más en forma de contactos breves, contundentes y despreciativos... para nada un gesto levemente cómplice.
Cuando recuperó la compostura y la pregunta llegó a la razón del menudo enano simplemente asintió, manteniendo su lugar, detras de las largas piernas del solámico.
Moonsong adoptó una expresión pensativa. "Muy bien, entonces" dijo firmemente "Croril, acompañaras al llamado Rackir hasta la Ciudadela de la Luz, pues hay algo de todo esto que no me termina de cerrar. Pero por ahora descansen, ya recibirán instrucciones mías." Sonrió, saludó y se retiró de la habitación.
Al rato, varios sirvientes aparecieron e indicaron a Gundan y Ups cual sería su habitación por los días que se quedaran. Era una sala grande con varias camas, en las cuales una dormía Tervallis. Las camas eran muy cómodas y la habitación bien luminosa, dentro de la Casa de Moonsong, lo cual era un honor incomparable. En una de las ventanas se veía el patio interno de la casa, donde estaba el cerezo.
Los días transcurrieron lentos pero calmos, con un clima algo frío aunque no del todo desagradable. El cerezo perdía hojas y pétalos a raudales y era hermoso verlos caer cuando se desprendían de una rama...
Bueno, jugadores, van a pasar dos días en Que-Shu. Tienen uno o dos turnos para decirme si hacen algo, y si no haremos un salto temporal.
Por mi, preparar el viaje y poco mas. Descansar.
Croril caminó mucho esos dos días. Preparando sus pertenencias. Saludando con fuertes y afectuosos abrazos (y no pocas pullas sobre su destino, entre risas) a compañeros y amigos. Despidiéndose. De la gente, de la tierra, de los árboles. Y del cielo que lo vio nacer, crecer, comer y follar.
Espero que al menos, las estrellas no me sean extrañas por el camino, pensaba la noche antes de partir.
Observó la espada, que yacía cerca de Rackir. Realmente, un arma interesante. Mucho más pequeña que su espada de metro y medio, empuñadura doble, cruda pero afiladísima. Sus musculosos brazos le permitían hacerla girar en rápidos y letales giros; varios kilos de acero golpeando a un enemigo no eran cosa de juego.
Repasó el filo de la espada, la cubrió de fino aceite, y llevó la atención a la lanza. Un astil grueso como el brazo de un niño, de madera estacionada, coronado por una cabeza de filos que destellaban bajo el sol. Su punta podía atravesar a un hombre limpiamente impulsada por un hombre poderoso. A Croril le gustaba pensar que era un hombre con fuerza. Y tal vez, algún día, sería un hombre poderoso.
Armas, comida, una manta, y estoy listo ;)
Curiosear, no es que sea algo consciente, sinó una incapacidad de refrenar un instinto que tenía... superado tan solo por el miedo que sentía de tantas cosas. Ups se las apaña para investigar por la casa y los alrededores descubriendo los secretos de aquí y allí procurando pasar desapercivido...
Tervalis pasa parte de la mañana preparando el viaje junto Gundan y conociendo el asentamiento de Moonsong y por las tardes suele apartarse del pueblo para repasar sus conjuros y estudiarlos más a fondo.
Rackir, intenta recuperarse lo antes posible, sin ser una carga para su anfitriona.
En una de las visitas de la misma, le pregunta por la posibilidad de que le proporcione un escudo con el fin de poder comenzar el viaje con algo más que su propia espada y así tener mejores oportunidades en caso de tener que enfrentarse a enemigos.
Tres días después, Croril Sombra de Arbol, Gundan Steel, Tervallis el mago, Ups el Gully, y el extraño Rackir el Rojo se encontraban en las puertas de la muralla que rodeaba el asentamiente Que-Shu, listos para partir.
Era una mañana algo fría pero no del todo desagradable. Solo Moonsong y tres de sus guardias se encontraban allí para despedirse. La jefa de los Hombres de las Llanuras era una buena mujer, y en mayor o menor medida, se lamentaron tener que separarse de su calidez y seguridad.
Se aproximó a cada uno, diciendo unas palabras en voz baja, solo para su persona.
El primero fue Croril, su guardia personal. "No se por qué te mando en este grupo, Croril, pero tengo la sensación de que algo extraño acompaña al sujeto llamado Rackir. Serás mis ojos, y el de todos los pueblos de las llanuras de Abanasinia en esta empresa." Sus manos rodearon una de las suyas y la calidez de la mujer se transmitió al hombre. Realmente era una despedida sentida.
Moonsong dio unos pasos al costad y se aproximó a Gundan, el solámnico. "Mi buen caballero, espero que me disculpes el hecho de que tu viaje de regreso se vea retrasado por la compañia de estos hombres. Serás recompensado por esto, te lo aseguro."
A continuación se acercó al Mago. Su expresión se tensó un poco. "Tervallis, te mentiría si te dijera que tu presencia no me pone incómoda. Tu gente es extraña ya de por si, pero sumado a tus dotes arcanas y las circunstancias de tu llegada a Que-Shu te hacen aun más extraño. Pero mi alma me dice que eres una buena persona, y confiaré en ella. Suerte, elfo, y que las Lunas guíen tu camino."
Ups fue el siguiente. Moonsong se acercó y se arrodilló a su lado, para estar a la altura del enano. Le dedicó una cálida sonrisa, llena de ternura. "Bien, amigo, es una pena despedirme de ti, pero siempre serás bienvenido en Que-Shu. Te vas acompañado de excelentes personas, confía en ellos."
Por último, se acecró a Rackir. "Eres un misterio, Rackir, pero no por tu amnesia. Percibo algo más en ti, y espero que, sea lo que sea, no afecte a mi pueblo. Te encargo que recuperes tu memoria y que algún día me aclares de lo que estoy hablando." Tomó su mano "Ve con mi bendición y con la de mi pueblo, Rackir, y hazte merecedor de ella" Cuando la dama retiró la mano, Rackir tenía en la suya una flor de cerezo, bella como ella sola y con un hermoso aroma.
Luego, la mandataria se dirigió a todos en general. "Parten hacia lo que en teoría es una empresa simple, pero es mi deber advertirles que un presentimiento me dice que no lo será. Sea lo que sea, espero que los Dioses los acompañen en su camino, amigos, y que su emprendimiento tenga éxito."
La deferencia que le mostraba esa mujer, junto con su posado sereno y afable, le recordaba en gran medida el pasado que había dejado años atrás, en Garneth, sin lugar a dudas Munsonc le caía bien, igual que Manchitas, la matriarca de la comunidad.
Al ver que la despedida era inevitable, pues no sabiendo muy bien el por qué tenía que acompañar a esos patilargos, el roñoso gully tuvo la necesidad de pagar por la amabilidad que le habían recibido en ese extraño lugar. Hurgando en sus repletos bolsillos logró dar con una piedrecita, de su extraordinaria colección de tesoros. Una piedra oscura de aristas afildas, semi traslúcida como un cristal.
- Toma.- Dijo con una sonrisa natural, inucente y sincera. Al igual que fea y pestilente.- E una piedra qu'encontré en un viaje hase tiempo. Una piedra úti por si te quedas sin cuchillos. Grasia po la comía y... sus palabras Munsonc.
- Mi señora, no hará falta recompensa alguna, es para mí un placer y un honor que me encomendéis tamaña tarea- Responde Gundan al comentario de la líder Que Shu. - Más no debéis preocuparos, pues Rackir llegará a salvo a su destino.-
Tras eso el caballero aguarda y observa en silencio como uno tras otro Monnsong se despide de todos los miembros de tan curiosa expedición.
Tervalis hace una breve reverencia cuando Moonsong se acerca hacia él.
- No os preocupéis mi señora, sé que os incomodo, pero en estos tiempos creo que todos debemos tolerarnos- dice mirando a su alrededor- En cuanto a lo que haré, pues intentaré hacer lo más acertado- y recalca el gesto acariciando su capucha roja.
El guerrero aceptó el saludo, y la calidez de las manos de Moonsong, con reverencia y en silencio. Ya había hecho sus despedidas en el lugar, y entendía que el camino que se abría por delante de él era más importante que el camino que dejaba atrás. Solo esperaba con todo su corazón volver, y no ver decepción en los ojos de la líder de su clan.