Mientras Mugi se enjuga las lágrimas la posadera le da unas palmadas en la cabeza, removiendo su pelo, tratando de transmitirle algo de calma. Se quedó a un lado mientras las cuatro se sentaban a la mesa y sonrió al ver como todas se volcaban en preguntar por la salud de su amiga y cuidarla.
—Todas habeis tenido mucha suerte, muchos de los que se han encontrado con el Jinouga no han vivido para contarlo.
La mujer se sacudió de la falda unas migas inexistentes antes de levantarse y dirigirse hacia la puerta.
—Cuando os sentais con fuerzas hacedmelo saber, hay alguien que quiera hablar con vosotras.
Al ver a todas las chicas preocupadas por mí, me ruboricé un poco. Aunque el rubor se me pasó de encima tan rápido como cogí el primer panecillo. En ese momento se me pusieron los ojitos en forma de corazones.
—Muuuuuugi — exclamé sin apenas tragar y con la boca llena —. ¡Qué rico~~~~!
Madre mía, ¡qué bien cocinaba! Con comidas como ésa sentía que podría recuperar la energía en un instante.
—¡Estoy bien, Atheas! — dije finalmente, sonriéndole a la cazadora y a la par que cogía otro panecillo más, aunque luego miré con cara de pilla a la samurái —. Huy, Mako... yo he empezado ya, juju.
Y como no se dieran prisa, me lo pensaba comer todo. ¡Tenía mucha hambre! Pero ya no sólo hambre, también curiosidad por saber quién era la persona que quería vernos y, sobretodo, saber más acerca de Jinouga...
Tomó el desayuno alegremente, por fin se encontraban todas reunidas después de un par de angustiosos días, se sentía muy afortunada por su suerte, la idea de que tendrían que conseguir nuevo equipo le cruzó por la cabeza al notar que las ropas de cada una estaban mas o menos remendadas tras el ataque.
Sus ojos se abrieron como platos cuando Rin comentó que alguien les esperaba.
-¿Quien podría ser?
Miró a sus compañeras como esperando que alguna tomase la iniciativa sobre lo que había que hacer ahora.
Ya un poco más tranquila al saber que su compañera se encuentra muy bien, decide respirar profundo y disfrutar de la comida, quizás una que después no verá en mucho tiempo. Algo que claramente valora en lo más profundo de su corazón, Atheas es una joven que se ha criado prácticamente en los Bosques, viviendo a través de lo que provee y estas situaciones en las que una cuota de normalidad aparece en su vida, le permiten respirar aliviada.
- Me alegro mucho. - responde a la Trovadora. - Necesito una lanza, quizás aquí se pueda comprar una. ¿No? - pregunta a sus compañeras mientras le dedica una mirada a Rin.
Aún sigue haciendo mella esta cuestión de no tener un arma, sintiendo que una parte de ella misma se ha roto a la par. No obstante, intenta mantener una actitud positiva ante los sucesos que se fueron presentando.
Asintió a Atheas cuando le preguntó si estaba bien.
— Ya estoy casi recuperada. Gracias. Dentro de lo malo parece que todas hemos salido mas o menos ilesas.
Le revolvió el pelo a Mugi como respuesta a su preocupación y pronto todas ellas estuvieron desayunando haciendo gala de un apetito voraz, un signo de buena salud que le daba cierta paz. Tras eso alzó una ceja al escuchar el nombre de la bestia que les atacó, el Jinouga. Parece ser que se trataba de una bestia conocida. ¿Como es que no sabían nada?
Viendo a Chloe comer con apetito hizo aparecer una sonrisa cálida apareció en su rostro antes de coger un panecillo. Tras eso observó a sus compañeros, encogiéndose de hombros.
— Será alguien del pueblo que quizá sepa sobre la bestia. Pero creo que es mejor dejarlo para cuando acabemos de desayunar.
El desayuno empieza a desaparecer de la mesa mientras las cuatro dan cuenta de bollos, zumos y frutas mientras se preguntan sobre quien podría querer algo de ellas. El sol ya inunda la habitación a través de la ventana, aunque no calienta tanto como para resultar molesto, en el exterior el día seguramente sea fresco, aunque el cielo está despejado.
No sé si vais a bajar ya o quereis discutir algo más, mientras no me indiqueis que bajais al encuentro de Rin o de quien os espere yo os dejo seguir charlando ^^
-Ya te digo que eran betabeles mas grandes que mi cabeza...
Marcaba la medida con sus manos en el aire para que quedara bien claro que eran rábanos muy grandes.
-Comimos betabel por semanas y como estaba empezando a ponerse malo, hicimos algo de tinte con él, mi hermana tiene un vestido muy bonito del color rojo que obtuvimos de ellos.
El desayuno se había alargado por la platica que tenían las chicas, Mugi sonreía al poder hablar tan abiertamente con sus amigas, aunque al ver a su anfitriona volvió de repente al presente, se levantó de golpe tan rápido que sus piernas golpearon la mesa levantandola un poco, apoyo las manos sobre ella de un golpe resultando todo en un escándalo algunos platos se elevaron un par de centímetros en el aire y había migajas por todos lados.
-Lo... Lo... Lo siento...
Intento acomodar mas cosas de las que podía con sus manos resultando en un pequeño desastre, un vaso con un poco de leche se había volteado y estaba por comenzar a gotear por el borde, un panecillo se le calló por un lado.
-Alguien nos esta esperando y yo aquí haciendole perder el tiempo a todas...
finalmente me he inspirado, perdón por la tardanza, todavía están por aquí, ¿verdad?
La reacción de Mugi me hizo sonreír ligeramente. Me hacía especialmente gracia sobretodo cuando sus mejillas se ponían rojas; y... ¡es que se ponía tan mona! Era como si se iluminara de repente.
—Anda, deja que te eche una mano — dije al tiempo que cogía un poco de papel y secaba la leche antes de que se derramara del todo al suelo —. No te preocupes, si han esperado a que nos recuperemos, esperarán unos minutos más.
Y así era seguramente, aunque yo también estaba impaciente por ver de quién podía tratarse...
Por mí, ¡vamos ya a ver de quién se trata! :D
La pregunta de Atheas cae como saco roto mientras el resto continúa con otro tipo de conversaciones, para ella su lanza lo era todo y siente un pequeño dolor en su interior tras haberla perdido. Al margen de ello, ya torciendo su gesto a través de una mueca que emana tristeza, avanza junto a sus compañeras mientras va pensando en la conversación que toca ahora con la persona que las espera.
- Allí vamos. - responde escueta, decidida a ver que tienen para decir.
Mira hacia Atheas al escuchar su pregunta y se queda pensativa.
— Tendremos que preguntar ahora para ver si podemos comprar alguna. Yo he perdido mi espada así que me vendría bien un arma.
Suspiró al escuchar Mugi, a quien le dedicó una sonrisa tierna. La verdad es que sus compañeras eran todas un encanto y se sentía afortunada de viajar con ellas.
— No te preocupes, no molesta que nos hables de tus preocupaciones, motivaciones e intereses.
Tras eso llegó el momento de recibir a las visitas, poniéndose en pie tras terminar el desayuno.
— Tenéis razón, pero si se ha tomado tantas molestias tendrá algo interesante que decir. ¿Vamos?